- Vaya, esta mujer parece todo un pozo de sabiduría - comento en voz baja sorprendido por los amplios conocimientos de la vecina - no sé si preguntarle por aquel símbolo amarillo. Seguro que sabe más que cualquiera de nosotros - sonrío tras el último chascarrillo a la espera de reanudar la marcha de nuevo.
De momento nos ha dicho lo que precisamos saber para seguir nuestra busqueda-digo en voz baja para que no nos oiga la buena vecina,Luego me dirijo la buena matrona: Muchas gracias, le quedamos muy agradecidos por la información .
jodios rosbeef :)
-Esto parece el gato y el ratón, por mucho que sea un gran literato no tengo edad para andar persiguiéndolo por la campiña inglesa. El mal humor de lester había tardado en salir, pero parece que el día está siendo mucho menos productivo de lo que pensaba...
- Si tenemos que salir de la ciudad preferiría ocuparme antes de un asunto personal que me incompoda, pero podeis acompañarme.
Me temo que seré incapaz de escribir hasta el lunes por la noche o el martes.
Si podeis PNJteizarme. Y si la escena personal puede requerir mucha actividad, el master puede sugerir que vayamos antes detrás de Shakespeare.
Cripplegate está en la ciudad. A unas 20 minutos a pie hacia el Oeste, un tanto menos en carruaje.
Me da igual si os separáis o si no. Intentaré mantener cualquier escena fraccionada sincronizada aunque no prometo nada.
Perdón por estar algo ausente en estos días. Espero que mi situación mejore pronto, pero ahora mismo no puedo entrar en la página todo lo que me gustaría y dedicar a esta partida toda la atención que merecéis.
- Creo que sería mejor no separarnos demasiado. Que os parece dar un paseo hasta Cripplegate? al fin y al cabo, no está tan lejos de aquí.
Observo a mis compañeros mientras sonrío, esperando su respuesta. No quiero parecer demasiado interesado, pero prefiero ocuparme del asunto que nos ocupa antes que del tema personal de Lester.
Por mi no hay problema podemos coger un carruaje y dirigirnos a Cripplegates - respondo encogiéndome de hombros-si nuestro compañero tiene otros asunto que atender supongo que podemos ir solos y luego ya le pondremos al corriente
- No, no. Os acompañaré. Me ha picado la curiosidad sobre qué le ha pasado a William.
Y comienza a andar con paso apresurado hacia el sitio.
- Eso sí, añade volviendo la cabeza, no pienso pagaros el carruaje.
Ehh, que el escoces soy yo - respondo sonriendo.si es que ya no se respeta nada
- Vamos, Willfred, no seas modesto. Con tus últimos éxitos seguro que has hecho una fortuna. Creo que deberías ser tú quien hiciese los honores en este caso.
Sonrío al prometedor actor, satisfecho por saber que Lester ha decidido acompañarnos también.
Las calles de Cripplegate están oscuras y sin vida, apenas están concurridas.
Los pocos transeúntes que van por las calles llevan un pañuelo en el que han envuelto plantas aromatizadas sobre su rostro. Todos miran esquivos cuando ven acercarse a alguien.
Las tabernas y las tiendas han cerrado suspuertas.
Numerosas casas tienen la cruz negra que indica que la temida peste ha pasado por allí. Lamentos y gritos de agonía surgen desde las cercanas casas, y las campanas de la Iglesia de St. Giles, pegando a los restos de la vieja muralla repican con un toque de difuntos.
La casa de Mountjoy se encuentra en la esquina entre las calles Silver y Monkswell, pegando al muro, según ha informado la cotilla vecina.
Pongo un pañuelo perfumado en la nariz mientras recorremos las calles que nos llevan a nuestro destino.Caminemos rápido y sin detenernos caballeros .
Caminando por el centro de la calle y sin dejar acercarse ABSOLUTAMENTE a nadie imito a Will y con mi pañuelo tapando bien mi nariz y mi boca trato de apresurar el paso para llegar lo antes posible.
Y la bella y engalanada casa del fabricante de sombreros y pelucas oriundo de La France aparece ante vuestros ojos. Una bella mansión burguesa de mediano tamaño, con el próspero taller anexo, en estos días inactivo, al lado del gran portón de madera que sirve de acceso a la mansión.
Contento por llegar a nuestro destino y examinando detenidamente la puerta para comprobar que no tiene marcas de apestados golpeo firmemente en el llamador (o el instrumento que tengan para ello, o con la mano abierta en la madera, si no hay otra cosa).
Permitidme querido amigo- digo mientras me adelanto y golpeo en la puerta con la empuñadura de mi bastón.
Unos pasos apresurados se acercan hacia la puerta instantes después, mientras se escucha un ahogado y lejano
¡Ya va! ¡Ya va!
procedente desde el interior.
El gélido y silbante aire os corta como si fueran cuchillas mientras esperáis unos segundos que llegan a parecer horas en las sombrías, vacías y decadentes calles de Cripplegate, mientras solo puede oirse en las cercanías unos horribles gemidos de los agonizantes sufrientes de la enfermedad y las campanas de la cercana catedral de Saint Paul que repican a difuntos.
Finalmente la puerta se abre, por el mismísimo maestro.
Con los ojos visiblemente cansados aunque con un buen aspecto general, el maestro esboza una sonrisa al reconocer al actor escocés.
Ah, ¡Buenos días! No esperaba visitas, pero sois bienvenido, maese O´Connel, al igual que vuestros compañeros. ¡Pero pasen, por favor, no se queden en el umbral de la puerta, pues el aire es gélido y el ambiente desapacible!. Cuéntenme, ¿que puedo hacer por vuesas mercedes?
dice mientras os hace pasar al recibidor de la casa, de exquisita decoración con piezas y cuadros flamencos y que hace las veces de sala de espera para los clientes de los Montjoi, a cuyo taller se accede por una puerta lateral.
Refunfuñando Lester se cuela en el interior de la casa..
- Brrr, qué frío hace ahí fuera. Por no hablar de que nos hemos debido de cruzar con la peste innumerables veces en este putrefacto barrio.
Ya dentro, se quita sus guantes de piel de cabritillo y tiende una mano a Shakespeare.
- Encantado de conocerte, William.
Si ya conozco a Shakespeare sustituid el saludo por:
- Encantado de volver a saludarte, William, aunque te hayas mudado a barrios poco recomendables.
Hay que poner al día a William, observando su reacción y sondeando si ya conoce todos o parte de los hechos.
Después hay que preguntarle por:
¿Quereis que actuemos con sutileza o que vayamos a saco?
- Gracias por recibirnos, maese Shakespeare. Es un placer conocerle.
Acepto la invitación del autor y tras esperar a que mis compañeros crucen el umbral, hago lo propio con una leve sonrisa. No quiero asustar a nuestro anfitrión demasiado pronto.
Yo no me andaría con demasiadas sutilezas, pero eso sí, con educación XD
El maestro sonríe afable mientras saluda amigable a Oglethorpe y a Salisbury, mientras os invita a pasar al interior, cuando (imagino) alguien toma la voz cantante y le explica que quereis charlar con él de un importante asunto.
Ha procedido a responder también a Mr. Salisbury cuando este le habló de la peste. No le conocía, no habían coincidido, al menos personalmente. Aunque tampoco ha mostrado signos de reconocimiento al escuchar el nombre del impresor.
Ah, la peste. La muerte negra no conoce barreras, y silenciosa atraviesa portones cerrados, altas murallas y ventanas con postigos anclados. Y poco podemos hacer salvo confiar en que ese ángel justiciero pase sin detenerse ante nuestra puerta. ¡Pasemos al interior de la casa! el fuego del hogar será sin duda sensiblemente mas confortable que este recibidor.
El maestro os hace pasar al interior de la casa, a un salón mas cómodo donde la chimenea esté encendida.
De recias y buenas maderas se han construido los muebles de excelente manufactura de esta agradable estancia a la que el maestro os hace pasar. Debía estar trabajando en este lugar a juzgar por el incontable número de hojas que abarrotan un escritorio en una esquina de la habitación, aunque ahora la pluma yace inmóvil en el tintero. Una chimenea ardiente caldea el ambiente, y alrededor de la cual hay varias butacas. El maestro escoge una y os invita a sentaros a su alrededor. Un silencioso clavicordio se encuentra en otro rincón de la habitación, al lado de una alacena con varios libros y algunas tripticos decorativos flamencas.
Lester toma asiento en una de las butacas más alejadas de la chimenea, pero sin que la cara de William le quede a contraluz
quiero ver cada gesto de este joven.
Cuando todos están sentados, mira disimuladamente alrededor, como sorprendido porque no le hayan ofrecido un caldo con el que recuperar el bienestar interior, pero no dice nada.
Un suspiro sale de su boca y, si ninguno de sus compañeros se adelanta, comienza a relatarle a Shakespeare como la guardia ha encontrado el cuerpo sin vida de su antiguo amigo y como ellos, inesperadamente, han encontrado unos escritos y un diario cuyo contenido les ha inquietado. Tras comentar su preocupación por el alcance y las consecuencias que los actos de los últimos meses pueden tener para todos, Lester insta a William a completar cualquier detalle que pueda habérsenos escapado.
Cuando el relato acaba, antes de comenzar con las preguntas, Lester hace una dramática pausa esperando que Shakespeare la aproveche para dar su versión de los hechos.
Aprovecho la mirada alrededor para fijarme en algún detalle de la habitación.