Partida Rol por web

18 de septiembre de 1945. 09:23 Muchas nubes de Tormenta. 21ºC. Souamma - Vera del CHOT EL HODNA. (Argelia francesa). 

El Sargento francés que os había estado entrenando estos tres meses hoy os había dejado solo. Estabas hasta el moño del calor. Más de 20 grados y son las 9 de la mañana. Todos los días formabais como si esto fuera un ejército colonial, y erais como ... tropas especiales. Muchos de los que estaban contigo eran alemanes, alguno también español, e incluso había 2, de 123 que eran franceses, y habían pasado como de otra parte. Incluso hay uno, "el cupier" que era italiano y siempre que podía estaba borracho, jugando a las cartas, cantando ... o de todo un poco. Tu francés y alemán eran un poco petardico, pero para aguantar una conversación lenta y sin "palabros", te valía. Por otro lado, las órdenes militares en los tres idiomas que manejabas las conocías más que de sobra, y aunque fueran bastante diferentes y dijeran cosas distintas para el mismo efecto, ya sabías incluso como traducirlas a unos y a otros.

Durante estos días habías demostrado ser un veterano, pero tus medallas las mandases a casa. A España. Estarían guardadas en la casa de tus abuelos, que ya eran muy ancianos y sabrían donde esconderlas. Encima, tuyo, tenías un reloj, que se lo quitaste a un muerto ruso que intentaba escapar de un carro de combate y la esclava de tu primera comunión. El resto, hasta la ropa interior era entregada por el Gran Armeé. Lo más gracioso es que en muchas prendas ponía "MADE IN USA". En el adiestramiento habías destacado peleando a mano desnuda. Algunos decías que dabas "ostias como panes" (Viva la ironía española) pero además demostraste que tanto con el subfusil como con el lanzagranadas eras el mejor. Había gente que habían sido ametralladores. Había gente que había sido muchas cosas, pero como tropas de asalto, aunque hubiera varios (Incluso con el tatuaje de la SS sobre las costillas) que no eran nada malos, estaban bajo tu nivel. En España no te imaginabas que hubieras podido saltar nunca de un avión, pero cuando "te quedaste", al integrarse la Brandemburgo en vuestra división, y habiendo planes para saltar tras las líneas enemigas para un golpe de mano, aprendiste a saltar en paracaidas. No te hacía gran ilusión, porque un alemán decía que: - "Saltar de un avión estando en plenas capacidades para volar, no solo era una temeridad, sino una estupidez".

El alemán que lo decía era piloto de cazabombardero FW190. Te caía bien, pero había muerto tras estrellarse su aparato intentando tomar en una pista congelada. Tanto él como otros 2 aparatos más acabaron igual. El cuarto "pájaro" desistió y se marchó volando, no sabes hacía donde, pero sabías que no llegaría muy lejos, porque los "de pista" decían que ya no le quedaba chofa.

Tus pensamientos habían volado en el tiempo y en el frio, alejándose de este sofocane calor. - ¿Por qué hoy no corréis? ¿Qué porras pasa? El italiano tocaba la harmónica en una tonadilla lenta y melancólica. Descansábais bajo un arbusto escuálido. La poca sombra que daba no era válida para más de 2 ó 3 legionarios, así que cada uno mendigaba sombra allá como pudiera. Tras tres meses de correr, disparar, lanzar, correr otra vez, sudar como locos, volver a sudar, y luego liaros a guantazos entre vosotros, este periodo de asueto era aburrido. Queríais hacer algo. En la distancia dos alemanes discutían con otro, que vete a saber de donde era, y la cosa se estaba calentando. En vuestras normas, si alguien se peleaba, que terminase. Nadie se metía. Si lo mataba ya le le juzgaría. Muchos eran asesinos, criminales que intentaban escapar de una condena segura, aventureros y algunas cosas más. Nadie se metía a no ser que fuera un mando, y no era el primero que moría por la "imposición de disciplina" de un mando. El sargento intentaba pararlos, y si no disparaba al aire, tras lo cual os apuntaba y si alguien seguía se comía un balazo de su pistola alemana "robada". Los oficiales directamente disparaban a los alborotadores. Los suboficiales de los otros pelotones no se metían con el vuestro. Eran tres, el vuestro y otros 2 más. Al menos en vuestro campamento. También sabías que había otros campamentos, pero no habíais tenido contacto con ellos. En tu pelotón erais 40. Era el tercero. El segundo eran 41 y el primero 42. Cada pelotón estaba dividido en tres secciones de 12 hombres. Los que sobraban eran secciones de armas o de apoyo.

Se acerco al italiano, si algo sabia de ellos era que sabían como estar cómodos asi que la mejor sombra era donde estaba el.

Se decía mucho de la combatividad de los italianos, malo casi todo, también se decía que algunas unidades eran excelentes, granaderos de Cerdeña, Folgore  ciertos tipos que chapoteaban en el agua.

No conocía a ninguno así que su opinión era la habitual, pero la música mientras veía como la cosa se calentaba entre los dos alemanes era lo mejor que podía hacer.

Puto horno y mira que comió calor hasta hartarse cuando estuvo en Marruecos. Pues todavía podía ser peor.

Por lo menos aquí no te disparaban, era un cambio a mejor.

Le mosqueaba que les hubieran dejado en paz, eso solo podía presagiar cosas malas, al soldado o le están jodiendo o le van a joder como decía Volker, un tipo excelente.

El día de la resurrección Dios tendría mucho trabajo para reunir sus cachos, fue alcanzado de lleno por mortero ruso de 120mm, no hubo mucho que recuperar.

La estancia entre estos legionarios no estaba mal, iban de duros, y seguramente lo fueran, pero no eran los únicos y la verdad, los franceses, según contaban los alemanes, tampoco valían mucho. ¡Por Dios si les duraron un suspiro!.

Si no hubiera sido por los americanos...

Los rusos estarían en los Pirineos supongo-pensó.

No tardaron en salir los suboficiales y reuniros a todos. Cada uno en su sección. Los oficiales miraban de lejos, y parecía que todos estaban reunidos aquí:

- Señores, van a venir unos camiones a recogernos y nos vamos al puerto ge Bugía. Allí nos esperan unos barcos por desde hace casi una semana unos chinitos... Se notó que la palabra la sotaba con desprecio. - ...se han subido a las barbas y tenemos que afeitárse. Sobre medio día se hace un alto en Bordj Bou, y allí coméis en un puesto de segurida de la Gendarmería. Los típicos gritos de "depirsa deprisa" es lo único que tiene algo de coherencia en todo aquello. La gente murmuraba, pero realemnte, nadie sabía nada. Habíais estado incomunicados totalmente en este par de meses ... y pico, de adiestramiento.

Sobre las 7 de la tarde llegáis a vuestro destino. Varios transportes permanecen allí, descargando diferentes materiales y a uno de ellos os hacen subir, pero, mientras pasaís a su interior un gran buque accede por la bocana, hacia al interior de aquella dársena. Esta a mucha distancia, pero esos grandes cañones y los más de 200 metros de bicho presagian que no es ninguna municia ni baquichuelo.

- ¿Para qué traerán a este puero semejante pepo?

La visión del barco le parecía majestuosa.

Cierto que no era la primera vez que viajaba en barco, pero esto era otro nivel, le habían hablado de estos barcos, vio algunos de guerra durante la guerra civil pero este dejaba como barcas de recreo al resto.

Lo que le contaba le sonaba francamente extraño, ¿que les enviaban a China?, ¿a que?.

¿No eran de los aliados? ¿y que problema podían dar esos enanos amarillos?

En cualquier caso no parecía demasiado complicado, un aburrido viaje en barco, al menos en uno memorable, y un asunto que no creía que fuera a durar mucho. A las malas, peores que los jodidos rusos no podrían ser.

Otra vez a cambiar de aires y pensó mentalmente en los países que habia conocido. La verdad que en su pueblo ni juntando a todos habían visto tanto mundo.

Sonrió con el petate en la mano, a ver si esta era la guerra buena...

Los vuestros no eran tan majestuosos como el acorazado que estaba entrnado a puerto. Era de construcción americana. Tendría como menos de 10 años y seguro había hecho el recorrido de europa a america unas pocas veces. No sería bonito, no sería comodo, pero era práctico y en la guerra había sido el caballo, o mejor dicho, la mula de transporte que había tenido la Maquinaria de Combate activa. El vuestro incluso tenía dos cañones antiaereos a proa y otro dos, algo más gordos a popa.

Bajásteis a las bodegas, que no eran otra cosas que una gran sala con muchas, muchísimas literas, de 6 alturas. El de abajo dormía tumbado en el suelo (Bueno, cubierta, como lo llamaban los marinos), pero el de arriba, tenía que escalar. No era demasiado complicado, ya que las camas estaban bastante juntas y para pasar, si te cruzabas con alguien era un tanto complicado, pero, caerse desde esas alturas podía doler bastante.

18 de septiembre de 1945. 20:05 Muchas nubes de Tormenta. 23ºC. Puerto de Bugía (Argelia francesa). A bordo de un buque de transporte Clase Liberty cedido a Francia por los EEUU.

Acababa de sonar por megafonía que empezaba a servirse la cena. Estaba alucinando. Había como 10 grupos como el tuyo. Igual más. No eran todos iguales, pero tenía un aire, con los oficiales franceses con su aire de grandeza, los tres suboficiales veteranos, franceses también (O eso parecían). Vuestro armento estaba en un sitio que llamaban "El Pañol", pero vuestros petates quedaban en vuestras manos. No era gran cosa lo que teníais. Los uniformes, alguno algún cuchillo o algo que simulaba serlo, alguna baraja de cartas, algún instrumento, como la harmónica, y tal vez, algo más, como alguna foto, recuerdo, medallita al cuello o incluso algún reloj. Pocos los tenían, y tú eras uno de esos privilegiados. Podías saber en que hora del mundo vivías, y con las manecillas y el sol, usarlo de brújula improvisada.

- Venga chicos, síganme, que nos van a dar la cena. El alboroto era bastante, pero la gente estaba alegre por la noticia. El marinero que hablaba tenía un tono entre francés y moro, que daba a entender que era un inmigrante o algo parecido. 

Me uno a la masa que va comer pero procuro pegarme al marinero, aunque sea rezagándome un poco y arriesgándome a comer sobras.

-Hola-le ofrezco un cigarrillo.-me llamo Martin. No llevo mucho en la legión, he visto mundo pero seguro que tu mas. Seguro que tu sabes a donde vamos, porque aqui nadie nos dice nada. Mira que este es mi tercer ejercito. pero en todos es igual, te cuentan lo justo o menos. Me come la curiosidad, hablan de algo de chinos.

- Venimos de EEUU de traer material, y en teoría teníamos que estar en marsella y nos han mandado para acá, así que sabes tú más que yo, porque no hemos oido nada de chinos ni nada. En la mar, que llegaran noticias era complicado. Aún caminábais, subiendo escalas y cruzando pasillos, sin haber llegado aún a lo que los marineros llamaban "La Línea".

-Pues si que hay misterio en el destino-pensó y se arrepintió no haber estudiado un poco mas para saber donde podrían estar llevándolos

-¿Cual es la carga que recogisteis en Estados Unidos?, ese si tiene que ser un sitio interesante para atracar-dijo un poco soñador y pensando en las películas.

El marinero, humildemente, se disculpó: - Lo siento, yo soy de la brigada de aprovisionamiento ... lo notabas hablando con orgullo del grupo al que pertenecía - ... No del de transporte y cubierta. No se que estibaron los contramaestres en sus pañoles y bodegas. Pero abriéndose los pasillos a una gran sala que anunciaba como "COMEDOR" en yanki te confesó: - Pero con el cuidado que trataban las cosas, seguro que mucho era munición, material de combate y puede que también equipos electrónicos, pero no sabría decirte más. Señaló hacua una especie de pasillito, separado de la zona de mesas por una mureta de chapa de poco más de un metro de alto. El pasillito daba a cunas "ventanas" que separaban de la pared un par de palmos una especie de leja de barrotes. Al principio había unas bandejas de metal y unas cajitas con cubiertos. Más adentro unas líneas de comida daban unos emanaban unos olores que os hacían recordar viejos tiempos de comida de abuela. La gente se aceleró, ante la visión de comida caliente, medio bien preparada y impelida por un hambre canina.

Por megafonía se escuchó: - BABOR Y ESTRIBOR DE GUARDIA, BABOR Y ESTRIBOR DE GUARDIA. TODO EL PERSONAL QUE TENGA PUESTOS EN BABOR Y ESTRIBOR DE GUARDIA, OCUPEN SUS PUESTOS. La voz era anodina, sin ganas ni energía, pero por la megafonía sonaba estridente y chillona. Miró la hora y comentó el marinero que tenía cosas que hacer, despidiéndose con un gesto y dejadoos solo ante la comida. Miraste, mientras se colaban. El comedor era grande, pero otro marinero parecía el dueño del mismo. Vestía las mismas ropas, pero sobre estas tenía un brazalete, manejaba una porra, tenía polainas y brazaletes, como si fuera un policía militar y parecía bastante enfadado. Además, jugueteaba con el "arma", dando pequeños golpecitos sobre la palma de su mando izquierda, mientras, con la derecha, la agitaba amenazadoramente.

El olor de la comida me estimula y aparta de mi ideas mas elevadas dejando solo las primarias. Me despido del marino con otro gesto y me uno a la fila.

Me acerco al italiano con el convencimiento que alli donde este este se comerá lo mejor posible.

-¿Que le pasa a ese idiota?-pregunto señalando al de la porra.-¿No le han informado que la guerra acabo y que estamos en el mismo bando?. ¿O se cree que el barco es suyo?

El italiano te contesta en un francés mezclado con ... vete a saber. Daba igual, os entendíais. - ¿No teníais cuarteleros en tu ejército? Preguntó sorprendido. - No le prestes ... caso. Dudó como decirlo. Había veces que entenderse tenía sus "detallitos". - Está de guardia y tiene que mantener el orden aquí.

-La verdad es que he estado muy ocupado matando rojos, comer en un comedor era un lujo que la verdad no se daba muy a menudo, pero si , tienes razón había algún payaso de ese tipo en los momentos de calma-digo pensativo.

Y dirigiéndome a la mesa, al resto de la sección un poco mas en particular a los alemanes.

-¿Alguien sabe donde nos dirigimos?, parece ser un secreto de estado, ya me direis a quien coño se lo vamos a contar aqui.

Un viejo conocido del frente del este, apareció por allí. Sabías que había servido en uno de los "pelotones de la muerte" alemanes, y estar en la Legión Extranjera Francesa era como una manera de purgar sus delitos. O al menos, eso esperaba él. - Da igual, seguro que a seguir matando rojos. Te sorprendió verlo. La última vez tenía la cara bastante "chamuscada" porque el vehículo que usaban de transporte fue atacado por cócteles molotv y salieron pocos de allí, y los que lo hicieron, era ardiendo como teas. No pensabas que siguiera vivo tras ese "chamuscamiento". De todas maneras era un tio valiente, con total desprecio por la vida humana, incluida la suya propia. Sabías que si había que hacer alto "sucio", este era el voluntario ideal. 

Martin se sorprendió al verlo, la verdad es que pensaba que estaría muerto o liquidado por rusos. era un tipo sin entrañas pero buen material en el que apoyarse en caso en que pintaran en basto y desde hacia años el asunto no pintaba en otra cosa.

-Solo cambian el lugar y las caras, la lucha parece ser siempre la misma-dijo en voz baja pero perfectamente audible-Un placer que verte Anfglug, me alegro que salieras de ese ataud en llamas.-le dijo en mal alemán-no todos corrieron la misma suerte.

Le dio la mano que apretó con alegría.

-¿Como llegaste a este sumidero de apatridas?, en el mejor de los casos te hacia recogiendo plomo con las uñas en Siberia.

Se acercó el más antíguo de los suboficiales que estaba en tu compaía, interrumpiendo la contestación del aguerrido y chamuscado alemán. - Señores, el Sargento Braulio se queda en Argelia y entrenará a los refuerzos que vendrán a reforzarnos en unos meses. Bajó la voz en una especie de protesta: - Y esperemos que no hagan falta. Tras eso recuperó su tono normal y le entregó al sargento un distintivo como sargento distinguido. Era un rango raro, que se daba, como inteludio a un ascenso real. Este se quitó los galones y se puso la nueva chapita, lanzándote la vieja.

El Sargento primero se giró hacia ti, y te diste cuenta que para ese momento ambos suboficiales te miraba directamente, saludándote militarmente. - Enhorabuena Sargento Abadía. De ahora en adelante está bajo mis instrucciones y bajo las de nuestro oficial, que le presentaré formalmente tras la cena. 

No esperaron ni que te pusieras en pie. Ambos se giraron tras terminar el saludo militar, con la distinguible forma militar y se alejaron, dejándote con los abucheos, felicitaciones, palmadas y burlas de tus nuevos subordinandos y algunas de las otras secciones.

El asombro de Martin era bastante evidente, si bien la responsabilidad y el grado no eran nuevos para el no se lo esperaba para nada.

-Por Dios santo, cuanto llevo en este ejercito para ascender-pensó.

Saludo después de una pausa evidente y tras cerrar la boca, que se le había quedado medio abierta.

-Muchas gracias, señor, procurare hacer honor a los galones y a las tradiciones de la legión. Tendrá en mi un buen sargento o uno muerto.

Miro con aire satisfecho a sus compañeros y sonrió ampliamente.

-Por supuesto, en cuanto haya posibilidad, una ronda la pago yo. Hay que remojar los galones, si no, dan mala suerte.

Y entre la la algarabía de los que eran mis compañeros, y ahora en buena parte son subordinados intento ocultar cierto nerviosismo por las nuevas responsabilidades y la inminente presentación al oficial.

Tras muy poco tiempo el barco hizo un movimiento, pero lo que te llamó la atenció es que entre los alagos, palmadas y demás, apareció a lo lejos tu jefe. Te hizo un gesto y se metió por una puerta de metal. Una escotilla, como decían los marinos, que se adentraba en un oscuro pasillo. Estaba bastante lejos, y no se demoró en esperarte tras indicarte que "conmigo".

Tardarías unos instantes en llegar. No sería inmediato porque tenías la gran parte del comedor que atravesar, y por si fuera poco, estaba abarrotado con más de 500 personas. Te tenías que "librar" de "la fiestecilla" y también tenías que llegar, sin levantar ampoyas en ningun grupo.

Se movió entre la algarabía de la forma menos ansiosa posible, pero con celeridad recibiendo las palmadas de felicitación con aire de falsa modestia, repartiendo promesas de grandes celebraciones en cuanto eso fuera posible, estrechando manos y esbozando sonrisas.

-Gracias muchachos, disculpadme un minuto, los sargentos también tenemos que ir a la letrina, al parecer la cara de enfado que tienen no tiene nada que ver con no ir a alli, como se rumorea entre la tropa, o al menos mi cuerpo todavia no se ha enterado que es sargento, ya os contare, si no es un secreto que no podamos contar.

No tardas en zafarte de los compañero, ahora subordinados tuyos, pero, lo peor es que si te demoras en alcanzar a tu nuevo jefe directo. Le escuchas las botas una palnta más arriba, que lo marinero se empeñan en llamarlo cubiertas. Empiezas a estar un poco hasta la coronilla de que esta gente hable tan raro y especialito. Buenno, por lo menos no se le da mal dar de comer.

Cuando consigues pillarlo se detiene ante una sala que se puede ver en su interior. Es como un gran cuarto con mesas y muchos mapas. Sobre la puerta tiene un cartelito. E-127-3 CÁMARA DE CARTAS. Varios oficiales de la armada están dando indicaciones a tres de la LEF. Son dos tenientes y un capitán. Esa era la cúpula de la compañía que formábais todos los del barco. Detrás de ellos había varios suboficiales veteranos, que por lo visto eran ayudantes del capitán o algo así.

- Espera un momento. Te susurró, como si desde dentro pudieran escucharos y no quisiera molestarles.

Miraste los mapas pero no podías ver mucho.