Lo había intentado, y había perdido. Ese orangután no iba a atender a razones. Podría sacar la artillería pesada, pero era demasiado arriesgado. O... Quizás...
No. Su magia no iba a servir contra esos hombres, y alguno podía identificarla. Demasiado peligros. Debía recurrir a otra cosa. Pero... ¿A qué?
Frunciendo el ceño, se encaró con el hombre antes de que volviera con los otros
¡Escúcheme, idiota!
Había empezado con mal pie, y se le había olvidado bajar la voz, por lo que probablemente los otros la habían oído. Pero ya no podía echarse atrás
Koldo sigue a su servicio, otra cosa es que no se sepa. Si no me cree al menos déjeme negociar el precio de la criatura. Puedo pagarle más que esos dos hombres juntos, y le evitaré problemas. En caso de tener yo razón, se librará de una muerte segura. En caso de estar equivocada, aún recibirá más dinero por el trato. De las dos maneras, yo conseguiré vengarme
Edito: Que fallo, perdón por pisarte. Si no llega a ocurrir nunca, borra el post :S
-¿Pasa algo señores?- digo con tranquilidad, y sin moverme del pie de la escalera
Puede llegar a ocurrir pero de otra manera. Ahora mismo, Ramiro a mandado pasar a uno de los señores, mientras el otro espera. Ha escuchado tu "escúcheme idiota". Te mirará mal, y entrará en la habitación. A partir de ahí actúa como quieras, no obstante, puedes hacerle esa propuesta si esperas a que salga de la habitación para pillarlo en solitario. Además, no se sabe si es Koldo el que está allí o es un enviado de Koldo. Tu eliges. Mientras, sigo narrando.
No pidas perdón por eso, son putadas que pasan a veces, dos escriben al mismo tiempo, y son acciones que no se pueden llevar simultáneamente, desgraciadamente para ti, hay pj involucrados y no puedo hacer un feedback.
Una voz nuevo proviene del pasillo, suena lejana:
¿Pasa algo señores?.
El tono de la pregunta es totalmente calmado.
A los pocos segundos se escucha la voz de Ramiro, en un tono calmado:
No pasa nada señor, asuntos de mercaderes.
Tras unos segundos de silencio, Ramiro vuelve a hablar, pero en un tono brusco:
¿Y bien? ¿quien es y que va hacer, si es el enviado de Koldo, pase, y si no lárguese!
Ahora, oyes algo mas que las voces, oyes pisadas dentro de la habitación, y dos pares de pies. Unos son fijo los de Ramiro, y los otros deben ser del judío que estaba antes en la taberna.
Ramiro se queda mirando a la mujer tras sus últimas palabras, y luego hace un gesto para que Leví entre en la habitación. Ante la pregunta del caballero responde:
No pasa nada señor, asuntos de mercaderes.
Luego se dirige en tono brusco hacia el hombre que obstaculiza las escaleras:
¿Y bien? ¿quien es y que va hacer, si es el enviado de Koldo, pase, y si no lárguese!
El judío, al ver aparecer al caballero en las escaleras para tratar de evitar cualuqier incidente, accede rápido a la habitación tras echar una ojeada a todos los presentes en el pasillo en ese momento. Una vez dentro estudia con detenimiento la habitación mientras espera a que Ramiro entrase allí.
Ramiro. No olvidaría su nombre en mucho tiempo.
Un judío.
Una mujer.
Un hombre cruzado.
Y yo, un mago amante de la magias oscuras. Sin duda debía asentir. Sin embargo, tan sólo me limité a apartarme de las escaleras, pues no quería llamar más la atención ni buscarme problemas.
Cierto es, así es. Soy un enviado de Koldo. "Asuntos mayores" van tras él, y como amigo fiel, me envió una carta desde paradero desconocido. Me dijo que le buscase, y que no hiciera preguntas. Tan sólo soy un mandado. Ahora yo le represento.
Le miré y continué, sin dejar que me interrumpiese
¿No podemos hablar en otro lugar más privado? ¿no es de gracia contemplar asuntos en medio de un trajín de idas y venidas nocturnas, verdad?
No me refería al cuarto al que me invitó a pasar, sino a algún lugar fuera de la taberna, o en alguna mesa apartada de la misma.
María aprieta los puños
Imbécil. Te has comportado como una chiquilla. Deberías haberle citado que tu marido te manda, o algo por el estilo. Maldición, debo calmarme. Estoy alterada
Observa la escena, plantada en el lugar, con el ceño fruncido
El hombre que obstaculizaba las escaleras, decidió romper su silencio
Cierto es, así es. Soy un enviado de Koldo. "Asuntos mayores" van tras él, y como amigo fiel, me envió una carta desde paradero desconocido. Me dijo que le buscase, y que no hiciera preguntas. Tan sólo soy un mandado. Ahora yo le represento.
¿No podemos hablar en otro lugar más privado? ¿no es de gracia contemplar asuntos en medio de un trajín de idas y venidas nocturnas, verdad?
Una voz ronca, que ya había hablado antes, dice:
Cierto es, así es. Soy un enviado de Koldo. "Asuntos mayores" van tras él, y como amigo fiel, me envió una carta desde paradero desconocido. Me dijo que le buscase, y que no hiciera preguntas. Tan sólo soy un mandado. Ahora yo le represento.
Le miré y continué, sin dejar que me interrumpiese
¿No podemos hablar en otro lugar más privado? ¿no es de gracia contemplar asuntos en medio de un trajín de idas y venidas nocturnas, verdad?
Acto seguido, otros dos pies se suman a los de la estancia, y se cierra la puerta.
Ahora es Ramiro quien habla.
Bueno señores, como ya sabréis, yo soy Ramiro, eso que hay encima de la cama es la mandrágora. He pensado hacer una puja, se sale por 30 maravedíes de oro. No intenten nada raro, pues tengo gente a mis espaldas, aunque ustedes no los ven, estan escondidos.
La escena te parece graciosa, pues pese a que Ramiro acaba de inventarse que sus aliados están escondidos, realmente ha dicho una verdad.
Tras las palabras del que obstaculizaba las escaleras, este se introduce en la habitación junto a Ramiro y el judío, y cierran la puerta. Ya no se escucha nada.
Tras entrar todos en la habitación, Ramiro cierra la puerta y os dice:
Bueno señores, como ya sabréis, yo soy Ramiro, eso que hay encima de la cama es la mandrágora. He pensado hacer una puja, se sale por 30 maravedíes de oro. Y no intenten cosas raras, tengo gente a mis espaldas, solo que ustedes ahora mismo no les ven.
¿Cuánto dinero poseemos de momento, máster?
¿La chica se ha quedado fuera?
Ponle que llevas contigo unos 60 maravedíes de oro
-Señorita, ¿se encuentra bien? ¿Conoce a esos hombres? No me gustaría que una muchacha como usted se metiera en problemas..
Por el virgo de Santa Cecilia... treinta marevedies serian ciertamente muy del gusto de mi menguada bolsa. En cuanto el idiota de Ramiro los cobre se los aligero. Esperemos pues que lso amigos dle tal Koldo no causen problemas y sean diligentes en el pago.
¿Muchacha? ¡JA!
María esboza una sonrisa dulce y alza la mano quitándole importancia
Tranquilo, buen hombre, por ahora me encuentro bien. Si necesito algo no dudaré en llamarle, maese...
Deja la frase en el aire, esperando que el caballero se presente
Post corto, que voy falto de tiempo
María esboza una sonrisa dulce y alza la mano quitándole importancia
Tranquilo, buen hombre, por ahora me encuentro bien. Si necesito algo no dudaré en llamarle, maese...
Deja la frase en el aire, esperando que el caballero se presente