Partida Rol por web

La joven da un pequeño respingo ya que no esperaba que aquel individuo le hablase.

- Sí claro. - La chica parece dudar un momento. - ¿Por?

Sus ojos se quedan clavados en el desconocido, como evaluando si puede ser un peligro potencial.

- Siempre es agradable poder hablar con alguien en tu lengua, y más cuando estás fuera de casa, no crees?

Qué bien, esto si que es suerte. Una persona con la que hablar. Pienso mientras intento que la alegría no se desborde en mi cara y mi interlocutor piense que soy una especie de chiflado.

- Pero... disculpe mis modales. Mi nombre es Valahir y acabo de llegar a este planeta hace escasas horas.

Termino de decir mientras extiendo la mano para estrecharsela a la mujer. La verdad es que estaba un poco nervioso, y no sabía por qué. No eran sus armas las que me intimidaban, pero...... quizás la oportunidad de entablar conversación o tener contacto con alguien de los mios, después de tanto tiempo, hacía que me sintiera un poco ansioso.

La joven estudia al desconocido durante unos instantes antes de estrechar su mano, un tanto reticente.

- Ehmmm, sí, claro - contesta un poco descolocada por la conversación que se está llevando a cabo. - Yo soy Naiara Sul. ¿De dónde vienes? ¿Y qué haces en Dorin?

Estrecho la mano de la joven, y respondo a sus preguntas:

-Es un placer Naiara. Pues verá, yo soy de Harvan, y he venido a este planeta por que me gusta conocer culturas diferentes a las mías, y aprender de ellas. Ahora mismo iba a realizar un par de entrevistas de trabajo como traductor, ya que es la mejor forma de aprender y observar las costumbres y hábitos de esta civilización. Y usted, peco de indiscreto al preguntar lo mismo? o preferiría que hablaramos más tranquilamente en otro lugar con una copa en la mano?

Respondo entusiasmado al ver que la otra persona parece querer entablar conversación conmigo.

- No quisiera robar su tiempo, Valahir. - responde ella tras unos segundos de indecisión. - Esta no es mi cultura y no quisiera privarle de su afición. Además, tengo algunas cosas pendientes.

Naiara coloca algunos objetos sobre el mostrador para que el dependiente se los cobre.

- Quizás en otra ocasión.

-Ehhhhh, si claro, entiendo. Respondo con decepción manifiesta. -Bueno, quizás en otra ocasión. No obstante, gracias por su tiempo, ha sido un placer conocerla Naiara. Termino de responder mientras espero que ella de por finalazada la conversación.

- Igualmente. - responde ella con una sonrisa.

Cuando la chica dejó sus compras en el mostrador, entre otras cosas pudiste ver cartuchos de oxígeno para mascarillas, equipo de supervivencia, una tienda de campaña térmica, macrobinoculares y algunas cosas más que ya no llegas a ver.

El dependiente pasa a ir escaneando cada artículo y Naiara se da la vuelta supervisando la operación.

Bueno, la verdad es que tampoco esperaba mucho de una cazarrecompensas. Son gente muy reservada, y más cuando están de trabajo como ella. Pienso mientras salgo de la tienda y me dirijo al lugar de mi primera entrevista de trabajo.

Bueno, veamos que nos depara el destino. Pienso mientras me encamino en la ruta que me marca la holotarjeta.

- ¡Valahir! - grita la joven para llamar su atención.

Recogiendo sus compras, Naiara se apresura hasta poner junto a aquel hombre. Por un momento parece nerviosa.

- Lamento no poder acompañarle pero realmente tengo cosas que hacer - comenta la chica, quien parece realmente compungida. - Quizás podamos encontrarnos otra vez en otras circunstancias gracias al destino.

Y cuando ya se está marchando en la dirección opuesta a la de Valahir susurra:

- O gracias a la Fuerza...

Y se va.

Rápidamente, miles de sensaciones y pensamientos pasaban volvando dentro de mi cabeza. Las ganas de ir corriendo tras ella, la incertidumbre y sorpresa por su forma de actuar, pero tampoco quería parecer pesado e interponerme entre su oficio, ya que era obvio que tenía algo entre manos. Durante unos segundos me quedo perplejo. Pero qué había querido decir con lo de la fuerza? Que mi cabeza está en juego por ser conocedor de la fuerza y por eso tendría que cazarme? o por que la fuerza uniría nuestros destinos?

-Naiara por favor, buscame cuando caces a quien sea aquí.

Termino por decir mientras veo como ella se va alejando.

El dependiente se te queda mirando con una sonrisa mientras la chica desaparece al doblar una esquina. Para disimular se pone a limpiar el mostrador con un paño.

Echas de nuevo a andar hacia tu destino. Llegas a la planta baja donde encuentras el Departamento de Información principal. Cuando te dispones a entrar ves con resignación un cartel donde se explica que la plaza ya ha sido cubierta.

Tras ver que la oferta de trabajo estaba ya ocupada, sigo dandole vueltas a mi cabeza al encuentro con la cazarrecompensas y sus últimas palabras. Algo me decía que esto no era una mera casualidad, o sencillamente yo no quería interpretarlo como ello. El un último y desesperado intento por contactar de nuevo con ella, hecho a correr en la dirección en la que ella se fue intentando abusar de mi suerte para encontrarla de nuevo.

Echas a correr como un loco, esquivando a los escasos seres que deambulan por el Centro. En menos de un minuto llegas a la tienda donde os visteis por última vez y continúas por el pasillo por donde se fue.

Siguiendo unos metros más ves unas escaleras mecánicas que bajan a la Escotilla de acceso 12: Terminal de aerodeslizadores.

Cuando llegas abajo ves que es una sala que da a una cámara estanca que permite el paso de viajeros desde el planeta (con su atmósfera tóxica) al Centro (con su oxígeno).

Tras numerosas excusas por tu parte adelantas la escasa cola que hay y pasas a la cámara de intercambio de gases antes de que se cierre con la última remesa de viajeros. A través de los ventanales ves un grupo de viajeros, la mayoría con máscaras (excepto los Kel Dor nativos) que esperan el aerodeslizador público. Distingues el perfil de Naiara al final del anden pero no está mirando en tu dirección y los cristales están insonorizados. Durante dos eternos minutos os mantienen cerrados y sellados mientras cambian la composición química del aire. Con impotencia ves como llega el aerodeslizador  y recoge a los pasajeros, marchándose unos veinte segundos antes de que se abra la puerta.

Una vez finalizado el proceso de intercambio sales precipitadamente ignorando a aquellos que te miran como si fueras un joven maleducado. Te plantas delante de las pantallas holográficas empapándote de información.

El próximo aerodeslizador llegará en cinco minutos. Van todos al mismo sitio, a la estación Hrot'ach Kaa que enlaza con aerodeslizadores que se dirigen a Xeghsaz, una pequeña ciudad a una media hora de allí.

Tras la larga carrera, trato de controlar mi respiración para intentar que el oxigeno me aguante lo más posible. Maldita sea. He estado tan cerca. Voy a intentar encontrarla, pero ahora mismo...... con la ventaja que me lleva..... va a ser difícil. Pienso cabizbajo mientras dejo de prestar atención a la pantalla de tiempo de llegada. Nuevamente mis dudas me habían jugado una mala pasada. En mi caso, parecía que el proceso de aprendizaje en la vida era mucho más lento que en los caminos de la fuerza, y como un novato, iba dando un traspiés tras otro. Y qué le vas a decir cuando la veas? Si es que llegas a verla de nuevo claro está. Hola, que tal, te he seguido por que quiero que seamos amigos? Patetico. Pensaba torturando mi persona y mi mente mientras imaginaba un posible encuentro en el lugar al que ella fuera.

Permaneces cavilando en silencio mientras tus pies te llevan de un lado al otro del andén. Estás tan ensimismado en tus pensamientos que de pronto te das cuenta de que estás solo. Miras a tu alrededor y ves otro aerodeslizador con las puertas abiertas. La gente de dentro te mira con sorpresa ya que les choca que después de la prisa que te has dado en llegar ahora te quedes quieto en la estación.

Un pitido indica que las puertas se cerrarán en breve y el aerodeslizador se pondrá en marcha.

Te encuentras a unos siete metros.

Salgo de mis pensamientos para comprobar con sorpresa que el nuevo aerodeslizador está a punto de salir. Casi como un acto reflejo, corro desesperado para intentar tomarlo a tiempo. Menos mal que el pitido me sacó de mis cábalas, de otra manera el desenlace si pierdo este aerodeslizador ya sería perderla definitivamente.

El trayecto dura treinta minutos. Treinta minutos de larga reflexión sobre lo que estás haciendo y el origen de tu impulsividad.

Finalmente llegas con la tensión a mil y, evidentemente, no la encuentras por ninguna parte. Comienzas a deambular por los alrededores de la estación del aerodeslizador y te llaman la atención un par de lugares.

El primero es una tienda de alquiler de motos gravitatorias para excursiones a los cañones rocosos vecinos. El segundo es un hostal-motel cuya planta baja es una cantina-restaurante.