Partida Rol por web

La gran mole que representa el escarabajo se toma su tiempo para lanzarse al ataque, pero al plantar sus grandes zarpas no puede sino resbalar por el suelo, avanzando a trompicones hasta finalmente caer sobre su abdomen en el suelo.

Nehifile vio la oportunidad y no la dejaría pasar. Pero como no estaba acostumbrada, no es que apuntara con gran precisión. Aún así, había posibilidades de acertar al bulto. Era un bicho grande, estaba inmóvil, el Dios salido de Alé la había bendecido... En fin, que a lo mejor había suerte y todo. 

Pero no se rendiría. Subió a más altura. Tenía dagas de sobra. 

Atalulfo agarró su arma cuerpo a cuerpo y se lanzó, para aprovechar la oportunidad. Esperó a que cayera el piedro, antes de atacar...

Aaaauh... La bruja bosteza mientras saca unos trocitos de roca y los moja con un aceite.

Acabemos con esto rápido. Estoy harta de sentirme como una exterminadora de plagas.

Thessaly lanza los trocitos de roca que se convierten en una flecha mágica en llamas, impactando contra el escarabajo.

Cuando vio al enorme escarabajo resbalar y caer indefenso al suelo Alé se adelantó para poner en práctica todo aquello que había aprendido con su maestro. Le había dicho que estaba muy contento con ella y quería demostrarse a sí misma que podía hacerlo. Clavó sus fríos ojos azules en el bicho y lanzó la maza con todas sus fuerzas con la intención de hacer crujir el resistente exoesqueleto.

El gran escarabajo planta sus patas en el suelo y este cede ligeramente por el peso, desde esta posición puede atacar sin dificultad a Atalulfo con sus dos mortiferas pinzas. Su grueso caparazarón no le protege contra la magia de Thessaly pero si del tremendo golpe de Atalulfo.

Aletheia se lanzó a apoyar a su compañero pero la daga arrojada por Nehifile pasó por delante de ella haciendo que golpease a Atalulfo en vez de al enorme escarabajo.

- ¡Ay!- Alé gritó cuando la daga de Nehifile le rozó el pelo dejando libre  un pequeño mechón de pelo rojo que se deshacía en el aire. ¡No! Mi precioso pelo. Esa pequeña pérdida de la concentración, justo de lo que le había advertido su maestro, hizo que estampara la maza sobre Atalulfo. Afortunadamente, por instinto, redujo la fuerza del golpe.

- ¡Oh, perdona grandullón!- Ahora no había tiempo para mucho más, así que soltó de nuevo la maza hacia el enorme bicho.

Thessaly vuelve a sonreir. Está disfrutando probando sus nuevos conjuros en acción.

De su cinto saca una rama con ramas envueltas a un extremo en forma de bola, pronuncia unas palabras y algo sorprendente pasa. ¡La rama se convierte en un martillo más grande que la propia bruja y cuya parte superior es del tamaño de un tronco de una persona! ¡Es completamente imposible que alguien pueda manejar tal arma pero la bruja lo sostenía sin dificultad.

Hora de divertirse. Dijo la bruja sonriendo mientras cargaba contra el escarabajo con el ridículamente colosal martillo

Aaaaaaau, qué gustirrinin me da, dice Atalulfo, al recibir la caricia de su compañera pelirroja. Lo de la pinzada, va en el oficio, así que a eso no replica: bien saben los dioxes lo que hay en este mondo cruel.

Así que sigue con lo suyo, que es machacar al bicho. Hace cabriolas y firuletes con su martillo de lucerna, como un verdadero artista.

El poderoso escarabajo vuelve a castigar el cuerpo de Atalulfo haciendole otra herida considerable con sus mandibula, por fortura para el semiogro, su dura piel y sus fuertes huesos aguantan el embite sin partirse. Después, como quien no quiere la cosa, recibe el golpe de Aletheia y de Thessaly, las dos mazas le dejan aturdido al escarabajo que Atalulfo aprovecha para matar al insecto.

Este se desploma con gran estruendo en el suelo aceitoso.

Atalulfo va dando saltitos, como cuando te das un golpe en el hueso de la risa, tras matar al bicho (casi lo clava en el suelo, como si fuera para un muestrario gigante) del puro dolor de los dos peazo tajos que tiene en ambas piernas. Va dejando, además, un desagradable rastro de sangre.

Oye, tú, el que quería aventuras. Ven aquí, majo, y le arrea un bofetón con la mano abierta, sin avisar ni nada. Me encanta que te guste la emoción ¿sabes? Por eso te doy esta agradable caricia, hehehe, ¿te gusta?.