Partida Rol por web

Lenas, acércate a pedir unas cervezas - dijo Markel mientras se sentaba con Tesmalon en la mesa de siempre.

¿Qué vamos a hacer esta vez? Preguntó el bardo reclinándose en la silla.

Vamos a generar algunos rumores. El bandido se inclinó sobre la mesa bajando la voz. Quiero tratar de alterar un poco la estabilidad por aquí, y a la vez atraer a los más valientes, los que nos interesan, al camino del bosque.

¿Y eso como piensas hacerlo?

Tu lo harás, amigo mío. Porque vas a hacer que la gente hable de un segundo punto de llegada más allá del bosque antiguo.

Tesmalon sonríe mientras Lenas llega con las cervezas, sentándose en la silla libre mientras reparte las jarras. Los tres hombres entrechocan las jarras y pegan un buen trago. Cuando las jarras están de nuevo sobre la mes, Markel vuelve a hablar, esta vez al semielfo.

Las nuevas condiciones que se imponen a los recién llegados seguro que han generado descontento y tal vez un movimiento encubierto de resistencia. Si existe quiero saberlo y quiero conseguir algún contacto con ellos. Tampoco nos vendría mal algo de músculo adicional para la banda si encontramos candidatos. ¿Te encargas?

Por supuesto, jefe. El semielfo tenía buen ojo para la gente, por lo que era el mejor reclutador de la banda. Markel nunca supo si era por la sangre élfica, pero el hombre irradiaba confianza. Aunque muchas veces esa sensación llevaba a muchos a situaciones desfavorables, claro.

Muy bien, yo me quedaré aquí. Entrevistaré a los candidatos si encuentras alguno, Lenas. En tres días nos volveremos a reunir aquí y en función de lo que me traigáis, decidiremos el siguiente paso. Ya sabéis que para lo que necesitéis tenéis habitaciones aquí mismo.

Los compañeros terminaron sus cervezas y después se separaron.

Markel no espera demasiado tiempo cuando un enorme humano, con la cara osca entra en la posada. Se hace el silencio todos mirando al nuevo, que ocupa toda la entrada. Sin duda, una clase de semi-humano, puede que mezclado con orco o incluso con ogro. Se acerca directo hacia Markel y se sienta.

Me han dicho que preguntara por el tipo de la esquina con mascara, que puedes darme un trabajo de verdad y no uno arando las tierras de los mamarrachos.

A pesar de lo enorme que es, es sorprendente que su tono de voz sea bajo, dando cierta intimidad a la pareja.

Los rumores en la posada continuan al tiempo una vez terminada la pausa.

El semihumano se empieza a exasperar, tanto tiempo siendo observado por una mascara inexpresiva empieza a molestarle.

Bueno, me vas a contar de que va el trabajo o vas a esperar a dárselo a mis hijos.

Markel examinó al individuo detenidamente mientras una vez más se sorprendía de la habilidad de Lenas. Disculpa - comenzó a hablar, me ha sorprendido encontrar a alguien de tu... talla. Markel hizo un leve gesto hacia el hombre para acompañar su comentario.

Pero vayamos a lo que importa. Sí que tengo trabajo para gente dispuesta a, digamos, trabajar al margen - un nuevo gesto dio énfasis en esta última palabra - de estos mamarrachos. Además estoy convencido de que sería un trabajo que aprovechara tus habilidades mucho mejor que el arado.

Si crees que puedes estar interesado, dime tu nombre, o el nombre que quieras usar, y dime qué hacías antes de llegar aquí y también lo que realmente querrías hacer ahora. Si veo que encajas te contaré lo que puedo ofrecerte.

Soy Strugart. Antes me ganaba la vida de matón, una paliza por allí, otra por allá. Me daba para vivir y para beber. Me gusta romper huesos a otros, así me respetan y eso quiero hacer, eso y tener montonos de oro.

Es un placer, Strugart. Mi nombre es Markel. Inclina levemente la cabeza a modo de saludo.

Si el trabajo que buscas implica peleas y alcohol, vamos bien encaminados. Necesito saber algunas cosas más. ¿Tienes alguna relación en la ciudad? Familia, amigos,... ¿Y sabes manejar armas?

No conozco a nadie de más de dos días. A mi con un buen tronco me basta para partir craneos si es a lo que te refieres.

Bien, lo último que necesito saber es si estarías dispuesto a abandonar la ciudad para instalarte en un campamento oculto.

Si esto te parece bien, quedaría un último asunto. Quisiera ver de lo que eres capaz. Estoy seguro de que en esta ciudad conoces a alguien con algunas riquezas que no te caiga especialmente bien. Dime alguno, y buscaremos la forma de poner a prueba tus habilidades de una forma que estoy seguro hallarás muy satisfactoria.

Llevo poco aquí, al que le tengo ganas es al negrero gordo y seboso que me ha hecho arar los campos como si fuese un buey. Seguro que guarda algo de valor en su casa, en las afueras.

Perfecto, este es el trato. Vuelve a reunirte conmigo aquí dentro de tres días con toda la información posible sobre el negrero y un plan. Markel se inclina hacia delante mirando fíjamente a los ojos del enorme individuo. El objetivo es obtener algo de valor. Lo que le ocurra al hombre - el bandido deja caer lentamente las palabras para que su interlocutor pueda saborearlas - es decisión tuya, siempre que no comprometa las vías de escape. Es posible que se una algún otro aspirante si lo encuentro en estos días.

Cuando me muestres el plan y lo revise, observaré tu actuación. Si el resultado es satisfactorio, abandonaremos la ciudad con el botín. De lo contrario, no te esperaremos. ¿Has entendido la propuesta?

Si, perfectamente. Yo hago todo y tu me das donde esconderme. Dice el gran humanoide con una sonrisa en la cara mientras se levanta y se retira

Markel observa al hombre marcharse, imaginando la utilidad de alguien como él. Espero que salga todo bien, dice para sí mismo, sería una gran incorporación.

Después de la visita de Strugart, unos pocos candidatos más fueron a ver a Markel, cobardes, enfermos, mendigos tullidos, nada que pudiese servir en la dura vida de un asaltante de camino, aún así, Markel estudiaría que hacer con ellos.

El día pasó rápido, había que recuperar el sueño perdido en la noche anterior, acostumbrado a trabajar de noche no le resultó complicado dormir por el día.

Ya por la tarde, volviendo a la mesa habitual, separado del resto de los feligreses habituales de la taberna, Markel se disponía a continuar con la criba. No pudo sonreir debajo de la mascara cuando escuchó a algún que otro hablar sobre un asentamiento humano hacia el oeste.

Justo cuando el sol se estaba poniendo y más clara se divisaba la cúpula semiazulada una mujer joven de cabellos de fuego y palida como el hueso entró en la posada acompañada de un jovencielo risueño con una espada envaniada colgando de su cinto.

Los débiles solo sirven como carne de cañón, y aún así son peligrosos porque al ser capturados pueden revelar información. Esta filosofía siempre había servido a Markel y no iba a abandonarla ahora, por lo que a los candidatos no aptos los convocó para el cuarto día, cuando ya no estarían en la posada. Nunca rechaces a un candidato a bandido a la cara es la otra máxima que sigue Markel. Podría llevar una hoja oculta.

Al día siguiente se puso su cómodo antifaz azul marino ajustado sobre la piel alrededor de los ojos que también cubría su nariz. Para llevar correctamente esta prenda se subió bien el cuello de la capa de forma que le cubriera hasta la boca.

Cuando la pintoresca pareja entró, se quedó observando con atención.

La mujer sin más entró en la taberna. Estaba abarrotada de gente y los dueños no paraban de un lado a otro. Alétheia se dirigió hacia un ricón, donde sólo había cerca un hombre con capa. Cuando llegó a la mesa, carraspeó y se bajó la capucha de golpe, dejando al descubierto su rojiza cabellera. Por si fuera poco sacudió la cabeza de un lado a otro, de manera inocente, como si quisiera desesperezar su espesa y rizada cabellera, apelotonada por el peso de la capucha.  Después se sentó, colocándose de tal manera que los reflejos de la luz de la vela incidieran en su enigmático rostro.

Esperaba haber causado una impactante impresión en los presentes. Dejó bien visible, colgado de su cuello, llegándole al escote, la rama con forma de mano nudosa y enfermiza que simbolizaba su culto. Sin más esperó a que Stiven pidiera algo para beber, mirando alrededor con semblante inmutable.

Por un momento todas las miradas se vuelven a la joven que ha entrado, incluso su acompañante se queda atónito mirandola hasta que se choca con la barra al llegar. Pide algo mientras la posada vuelve a la normalidad.

La mujer enseña claramente un símbolo que cuelga, un mano de manera retorcida, dejando claro que es seguidora de algún dios. Algunos clérigos y sacerdites pueden buscar ganarse la vida en posadas o tabernas si están de viaje. Pueden tener augurios o bendecir a personas y cosechas. A fin de cuenta están en contacto con los dioses.

Markel pide al tabernero una copa de vino y un poco de carne curada y aprovecha para preguntar sobre la mujer y su símbolo. Tal vez sepa si se trata de una sacerdotisa, sobre su deidad y si suele pasar por aquí.

El tabernero, agradecido a Markel por sus cuantiosas propinas lamenta decirle que no es de por aquí, seguramente una nueva que ha visto la luz en esta última andanada de personas. Sin embargo, el símbolo si le suena, es el símbolo del Debil, el dios de los misterios, sus seguidores buscan conocimiento, pero estos a veces son reacios a facilitarlo, pues piensan que no todos están preparados para recibir los presagios de los hechos por venir.