Partida Rol por web

Una Sombra en los Sueños

Primera parte: El viaje de la Dama

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17/02/2014, 22:53
Evan Dawnguard

Saludé a cada uno de los recién llegados que se sentaban en aquella mesa con una leve inclinación de cabeza. Parecían animados y dispuestos a hablar, expectantes de ver la nave voladora en acción. Pronto anunciaron que de momento debíamos permanecer en el salón, pues nuestras habitaciones no estaban dispuestas de momento. Entonces observé atentamente los movimientos de los guardias, que volvían a sus posiciones rodeando la sala en la que ahora nos encontrábamos.

La nave despegó al fin, y los curiosos se agolparon rápidamente contra las ventanas para observar el espectáculo. Yo, por mi parte, me quedé sentado frente a la mesa, en posición recta y expectante. Tendría tiempo de ver más adelante el mundo desde arriba, pero por ahora me interesaba más observar a los invitados en busca de comportamientos o signos remarcables.

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19/02/2014, 21:40
Narrador

El guardia te miró con desgana y escuchó tus palabras... O eso parecía. Se fijó que llevabas el pasaje en uno de los bolsillos y, con un movimiento rápido, lo sacó y se puso a leerlo.

Ya. ¿Es usted el gracioso del barco? preguntó con rabia. ¿Me va a decir que no se llama Inari? Apoyó con fuerza la mano sobre tu pecho, pegando el pasaje a él ¡Por favor, vuelva a su sitio, no me haga tener que arrestarlo por tantas tonterías! Un viaje tranquilo será lo mejor para todos nosotros, sobre todo para usted.

Con un empujón, te alejó. Para recalcar sus palabras, se llevó la mano al mango de la espada, y decidiste alejarte de allí.

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19/02/2014, 21:43
Narrador

Señor, disculpe. Puede sentarse en la mesa, nosotros le serviremos la bebida le dijo una bella camarera a uno de los pasajeros que se habían levantado a por la comida.

Las horas van pasando lentamente. Las conversaciones dejan paso a silencios incómodos. Gente que se conoce empieza a quedarse sin temas de conversación.

Los camareros, atentos y amables, empiezan a mostrar signos de nerviosismo. Incluso los guardias, que tienen una cara rígida, desprenden inquietud.

Las horas pasan y aún no están disponibles las habitaciones. A media tarde, el zepelín comienza a sobrevolar el Mar Interior. Las vistas son increíbles y la multitud se agolpa en las ventanillas para contemplarlo.

Súbitamente, haciendo mucho ruido, un quinto soldado irrumpe en el salón con una espada larga en la mano y una ballesta cargada en la otra.

¡Silencio, por favor! ¡Vuelvan a sus asientos!

La gente comienza a mirar y ve como los otros cuatro guardias se ponen delante de las puertas y sacan sus espadas.

Varias mujeres comienzan a gritar en el momento en que ven desenfundar las armas, y comienza el revuelo en la sala.

¡Callaos todos! grita el guardia que acaba de entrar caminando lentamente y con una gran sonrisa socarrona. Así está mucho mejor. Este zepelín está bajo el control de nuestro capitán. Todos los aquí presentes... serán ejecutados por traición.

Los gritos vuelven a comenzar. Gritos indignados, gritos enfadados, asustados. Pero el guardia mantiene sus sonrisa.

Un hombre se acerca al guardia que está en la entrada de los camarotes con gesto enfadado y pidiendo a gritos una explicación.

La flecha de la ballesta se le clava en la espalda y el otro guardia le clava su espada en el estómago. El hombre cae muerto al suelo en el acto.

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19/02/2014, 22:43
Inari
Sólo para el director

Me parece a mí que cuando vuelvas a empujarme de esa forma, poco vas a reirte - le contesté zajando también el tema. 

Inari miró a la sala y vió que algunas mujeres le miraban. No quería empezar una pelea, no sería digno de ver para aquellas mozas.

Pero pronto descubriría que él no sería el causante del primer revuelo.

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19/02/2014, 22:47
Inari

Tras ese momento de intercambio de opiniones, de pronto Inari comprobó que él no sería el que iniciase el revuelo.

Vaya, vaya, parece que aquí nos han ocultado algo.

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20/02/2014, 18:16
Cáliban Menrol

Cáliban estaba bastante nervioso por el viaje, con los puños aferrados y rodeado de extraños. Observaba sin parar todo su alrededor, como si esperara ver...

...algo como lo que ocurrió. 

Cuando llegaron los guardias, el hombre alzó la vista y se ajustó las lentes- mierda, mierda, mierda -pensó mientras observaba lo que ocurría. Sabía bien de su dominio de la espada, pero no estaba seguro de ser capaz de vencer a todos. Y él solo no podría empezarlo. Pero bueno, tendría que haber alguien que diera el primer paso.

-Calmémonos todos -dijo mientras se ponía en pie con un movimiento fluido- ¿por qué se nos acusa de traición? ¿y quién es ese capitán?

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20/02/2014, 21:25
Evan Dawnguard

La velada continuó con insulsas charlas y cotilleos de cámara. Desde luego no era el lugar donde preferiría estar, todo el mundo de aquí para allá, hablando y mirando por la ventana para ver aquel armatoste flotar. Sin embargo había sido enviado allí a observar, en nombre de la Santa Madre Iglesia, y a proteger sus intereses en aquel lugar. 

Entonces todo dio un vuelco, aunque mi expresión no cambió un ápice cuando los guardias reaccionaron, tratando de arrestar a todo el mundo. Obviamente, si me habían enviado allí, era porque esperaban problemas. Hice ademán de levantarme, pero un hombre se me adelantó. Se alzó y habló ante el Capitán, aquel que nos amenazaba con una ejecución. Sus palabras eran la respuesta más obvia, aunque era bastante probable que no contestasen.

Entonces observé fijamente a aquel guardia, al que parecía dominar la situación. Por lo que había dicho, él no debía ser el Capitán, no estaba claro si sabía más que los demás, aunque parecía un guardia como los demás. Traté de fijarme en el y concentrar mi poder por si era necesaria una actuación rápida. Podría no esperarse ser atacado si no llamaba la atención sobre mi mismo.

Notas de juego

Me concentro y preparo un Crear Fuego sobre el guardia.

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20/02/2014, 22:12
Ariadne Briaero

Tras empaparse de las maravillosas vistas, Ariadne se deleitó con las viandas que servían los camareros. Aunque el tiempo se alargó más de la cuenta, a la alegre joven no le molestó, pasaba el rato comiendo, admirando las vistas e incluso conversando felizmente con desconocidos.

Aquel ambiente festivo de admiración por las vistas del mar inetrior se tornó súbitamente en trágico con la aparición del quinto guardia y su declaración de intenciones. Tan buen punto fueron obvias sus intenciones, Ariadne lanzó una calculadora mirada a sus pertenencias, preparada para actuar cuando se le presentara la ocasión. El primer asesinato de un pasajero fue como un resorte que eliminó la espera cautelosa de la joven. Ariadne era una chica de ideales, y el homicidio de inocentes indefensos era algo que chocaba frontalmente con ellos...

Notas de juego

Ahora toca tirar iniciativa, no?

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21/02/2014, 20:59
Leon Kriess

El joven se puso pálido ante el repentino asesinato. Al reaccionar, frunce el ceño y se dispone a levantarse de su asiento, dejando ver al sacar los brazos de bajo su capa, que en la mano izquierda sostiene una espada larga envainada (aunque la vaina, en contraste con sus ropas, parece algo vieja y gastada).

No obstante, se detuvo ante las preguntas de su compañero de mesa que tomó la iniciativa. Sus palabras tenían sentido, así que decidió dejarle hablar y esperar a ver el resultado. Mientras tanto, echa un vistazo rápido a la situación, contando cuántos inocentes puede haber ahí, cuántos guardias les están reteniendo, y de cuántas posibles salidas disponen.

Leon se mantiene en silencio, espada envainada en mano, en pie junto a Cáliban, ofreciéndole su apoyo.

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23/02/2014, 16:51
Narrador

Uno de los guardias que vigilan la puerta se ríe ante las palabras de Cáliban. Mientras tanto, la gente se va resguardando debajo de sus mesas. Ya no se escuchan gritos, sólo sollozos y susurros. De pie sólo quedáis los guardias y vosotros; seis desconocidos que parecen dispuestos a enfrentarse a esos guardias.

El de la ballesta se gira hacia Cáliban y, sin sonreír, levanta la ballesta.

Tu vida no vale una mierda. Eres el siguiente dijo, disparando.

Notas de juego

No se postea hasta nueva orden

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29/03/2014, 18:49
Narrador

El calor del combate se desata tras la caída del primer inocente. Mientras casi todos los pasajeros y camareros se ocultan, sólo unos pocos valientes se atreven a hacer cara a esos guardias déspotas. Las amenazadoras palabras del que parece dirigir a los otros cuatro provocan una mirada profunda y aterradora del inquisidor. Sus ojos parecen estar alimentándose en las llamas de la purificación. Además, alteran a un gordito rubio, Pyros, que se abalanza sobre él. Salta unos metros antes de llegar a él y cae con todo el peso de su cuerpo, intentando golpearle con los dos puños, que se han unido para generar mayor fuerza. El capitán de esa guardia consigue esquivarlo en el último segundo, pero no pudo adivinar que sólo era una estratagema del guerrero. Pyros aprovecha y, apoyando una mano en el suelo, eleva su pierna hasta golpearle con contundencia en las costillas.

El capitán, decidido a cumplir sus palabras, se aleja tambaleándose de Pyros y apunta con su ballesta a Cáliban. El virote vuela raudo, recorriendo la distancia que les separa en menos de un segundo, para llegar a impactar sobre el muslo derecho del joven. Éste, enfurecido, se lanza al ataque. Llega corriendo hasta él y le asesta un mandoblazo. El capitán consigue esquivarlo agachándose, a la vez que le lanza una patada al tobillo para derribar a Cáliban. El guerrero, viendolo venir, salta a tiempo, cayendo con el filo de la espada, agarrada con las dos manos, sobre la pierna desprotegida del capitán. El golpe es tan certero como mortal. La pierna se desprende del resto del cuerpo como si fuera una gasa vieja. Tras un grito agónico, el capitán muere, sin pierna y desangrado.

La muerte de su capitán provoca un ataque de locura en los otros cuatro guardias, que desenfundan sus armas al grito de "¡Venganza!". Una joven entre los que todavía se mantienen en pie, Ariadne, ve el futuro ataque de esos guardias. Se acerca a uno de ellos, uno de los que están en las puertas del sur, con su espada bastarda en la mano. Hace un par de giros rápidos, desconcertando y bajando la defensa del guardia, y realiza un golpe cruzado, que abre la camisa del guardia por la mitad. Por suerte para el guardia, lo único dañado es su prenda... Por el momento.

El primer guardia en salir corriendo, uno de los que está en la puerta norte, avanza con la espada en la mano, directo a Cáliban. Pero la venganza nunca es un buen aliado, pues no permite que la concentración sea total. Cáliban, sin apenas mirarle, desvía todas sus estocadas con rápidos movimientos de su espada, para terminar introduciendo la espada en la profundidad de su estómago. Al retirarla, el guardia levanta tembloroso su arma, indicando que aún podía combatir hasta el final, que no tardó en llegarle. Evan, que había estado observando a ese guardia tras la caída de su capitan, abrió aún más los ojos, con una violencia anormal. El cuerpo del guardia estalló en llamas, haciendo que el hombre gritara de miedo y dolor. Cáliban, girando sobre si mismo, impactó con su espada bastarda en las costillas del hombre, ahorrandole el sufrimiento.

Los guardias del sur se enfrentaban a Ariadne en un veloz combate. La joven hacía una increíble demostración de velocidad y fuerza, esquivando con bastante soltura los envite de esos experimentados soldados. Las chispas saltaban cuando las armas chocaban pero, mientras parecía que ellos se iban cansando, una sonrisa triunfal apareció en su rostro, sólo difuminada cuando uno de ellos consigue hacerla un tajo sobre su pecho, mostrando su sostén. El guardia comienza a reír, provocando que su compañero se envalentone. Se alza dispuesto a clavar la espada en el esbelto cuerpo de Ariande, pero en ese momento aparece Pyros que, a pesar de su volumen, se mueve a una gran velocidad. Se lanza al suelo, apoyando las manos sobre la superficie, coloca sus piernas haciendo un ángulo de 90 grados con su torso y, realizando un giro, consigue dejar sin aliento de un golpe en el estómago al enemigo de Ariadne. La muchacha, aprovechando la ocasión, le da una patada en la cara y, antes de que el guardia caiga al suelo, le destroza la caja torácica clavando su espada.

Evan, decidido a terminar ese combate por medio de la palabra, dio unos pasos para estar totalmente visible y clamó a los guardias ¡En el nombre de la Inquisición, deponed las armas! Un aura poderosa acompañó a esas palabras, pero los guardias estaban evitando los golpes y buscando la muerte de esos guerreros que habían acabado con la muerte de sus tres compañeros, así que no prestaron mucha atención a esas palabras.

Pyros y Ariadne comienzan a rodear al guardia. El hombre, a pesar de su inferioridad numérica, grita de rabia al ver cómo se desarrolla el combate. Colocándose en una posición claramente ofensiva, no deja de mover su mandoble de un lado a otro para mantener a los dos jóvenes alejados. Pero Pyros, que no es ningún novato, ve baja su guardia. Se acerca a él, momento en el que el guardia lanza una estocada directa al corazón. Pyros echa su cuerpo hacia atrás, dejándose caer al suelo, pero no es más que una estratagema. Al caer, y apoyándose en sus brazos, alza las piernas y golpea al guardia en la mano. La potencia del impacto le hace ir hacia atrás, donde está Ariadne esperando. El hombre, viendo su final, se gira con toda la furia que consigue reunir y comienza a combatir contra la joven. Ella bloquea sus ataques con tanta facilidad que parece que lee sus pensamientos antes de que el pobre guardia pueda ejecutarlos. Él recula mientras Ariadne va cogiendo terreno. Un nuevo golpe desesperado del guardia hacia las piernas de la joven hace que ella salte y, con una bonita voltereta, se coloca a su espalda. Sin girarse, Ariadne coge su espada con las dos manos y, haciendo gala de sus grandes dotes, le atraviesa el estómado, clavando el arma por detrás, partiendo al guardia la columna vertebral.

El combate parece decidido. Cáliban es el primero que llega al último guardia que  apenas ha podido moverse por la tensión del momento. Intenta defenderse del primer golpe de Cáliban, pero lo único que consigue es perder su arma. El joven golpea con la parte plana de su espada al guardia, derribándolo. Planta un pie sobre su garganta y le amenaza con la espada. El combate había llegado a su fin.

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29/03/2014, 19:29
Narrador

Tras un par de golpes en la boca para que el guardia dejara de intentar luchar contra vosotros, conseguís apresarle. Le tenéis atado a una silla usando uno de los manteles como cuerdas. El labio del hombre está hinchado y sangrado, pero eso no hace que la furia de sus ojos sea menor.

Ante él estáis los que habéis combatido más otros dos que, aunque no participaron en la refriega, no se escondieron. El resto de las personas sigue oculta, temerosas por lo que todavía pueda pasar.
 

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01/04/2014, 23:04
Evan Dawnguard

Tras aquel combate, en el que había observado más a aquellos que se enfrentaran a los guardias que a los propios guardias, todos los que tratasen de retenernos y asesinarnos habían muerto, salvo uno. Fue oportuno dejar a uno con vida, puesto que ahora tendría la oportunidad de interrogarlo y llegar al fondo de aquel asunto. Guardé mi espada, que permanecía sin mácula, y caminé hacia el guardia que yacía tirado sobre la silla y maniatado, con contusiones diversas por el cuerpo y la cara, visiblemente dolorido. 

Entonces retiré mi guante negro de la mano derecha, y con esta lo agarro por debajo del mentón, extendiendo mi mano por toda su mandíbula inferior y obligándolo a alzar el rostro para mirarme directamente a los ojos. Inclino ligeramente la espalda para contemplarlo mejor, y mis ojos le devuelven una mirada cargada de dureza, totalmente impávida ante su ira. - Desearías haberte rendido. Ahora vas a contarme todo lo que sabes, no te preocupes por tu boca, no voy a rebajarme a preguntarte. - Le indiqué con voz neutra, fría y dura como el acero templado. 

Mi mente comienza a penetrar en la suya, a taladrar sus defensas. Se resiste, física y mentalmente, pero ya lo he hecho otras veces, estoy entrenado para tales menesteres, es uno de los talentos por los que fui elegido como Inquisidor, y por los cuales superé todas y cada una de las arduas pruebas antes de ganar el derecho a vestir la Cruz de Sangre. El guardia se debatía, movía la cabeza, trataba de hacer fuerza, pero mi mano lo atenazaba. Sentía sus pensamientos ir y venir, mientras indagaba en busca de lo que había ocurrido aquel día, el motivo de la trampa, los organizadores de la misma, sus superiores, todo lo que supiera sobre aquel plan. Solo esperaba que su mente se abriera para mi, esperando derribar sus defensas de un momento a otro.

- Tiradas (1)

Notas de juego

+20 a las pruebas de telepatía por contacto directo.

Gasto un CV libre para usar el poder, +20 potencial psíquico

Analisis Mental Muy Dificil

Lo mantengo con un Innato si no me dice lo que quiero saber.

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01/04/2014, 23:54
Ariadne Briaero

El combate se decidió rápido. Tras reducir al último candidato a secuestrador, Ariadne dedicó un ratito adecentándose la ropa.

Mientras se apañaba el tajo donde se había sentado originalmente, algo apartada del interrogatorio, tomó nota de los formidables guerreros que se habían alzado contra los secuestradores en aquel dirigible y las extrañas habilidades que algunos desplegaban.

- Estos guardias hablaban de un capitán que estaba al mando del zepelín... esto todavía no ha acabado. - meditó la joven acabando de arreglarse la ropa. Previsoramente echó mano al escudo.

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02/04/2014, 00:30
Inari

Visto lo visto, parecía que tenía a su alrededor a personas muy válidas para el combate, y viendo el resultado, no lo dudaba.

Tras inmovilizar a aquel hombre, Inari se le quedó mirando, tratando de contenerse, pues si por él fuera le rebanaría el cuello, no sin antes preguntarle un par de cosas.

 

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02/04/2014, 02:43
Pyros Sedrith

Tras todo lo vivido en aquellos minutos tan intensos, Pyros no pudo evitar llevarse las palmas de sus manos a sus nudillos para frotárselos. Estaba incómodo, hacía mucho tiempo que no peleaba de forma tan dura, y ninguno de sus combates había terminado con la muerte de nadie. Respiró profundamente al comprobar el panorama que habían dejado.

La sangre se extendía por el salón y muchos de los pasajeros seguían aún temerosos por todo lo sucedido. Y no le extrañaba.

Pyros contempló al primero de sus compañeros en dirigirse al preso, se quedó extrañado pues no llegaba a comprender los entresijos de sus acciones, pero sabía que algo estaba tramando.

Luego miró a la chica pelirrosa, cuyo rostro seguía resultándole extrañamente familiar, como si la hubiera visto en una vida pasada, o si ya se conocieran de algo. Y cuando escuchó sus palabras, Pyros se quedó alerta, tenía razón, aquello aún no había terminado y había que encontrar lo más rápido posible a aquel tipo. Pyros se había planteado ayudar a la tripulantes de la aeronave, pero en vista de que aún continuaba el peligro, era mejor dejarles donde estaban y como estaban.

- Llevas razón, dijo mirando hacia las puertas y después mirando a Ariadne, debemos encontrar al capitán, pero hay dos puertas y no sabemos dónde puede estar. Esperemos a ver si sacan algo de éste inepto y después vayamos a comprobarlo. ¿Te parece bien acompañarme?

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03/04/2014, 23:24
Narrador

Era tan sencillo... Los ojos enfurecidos del guardia intentaron taladrar tu frialdad, pero no lo consiguieron. Sus defensas mentales eran bastante escasas, apenas se podían comparar con paredes de madera podrida. Era una intromisión mental muy fácil, pero cuando empezaste a profundizar, notaste cómo el guardia se ponía rígido. Sus ojos se desorbitaron y parecía entender lo que estaba pasando... Nuevas defensas se alzaron en su mente, pero nada para unas capacidades tan entrenadas como las tuyas, que las desechabas como si fueran papel. Entonces fue cuando empezó a moverse, intentando apartar la mirada de tus ojos, pero tu mano firme se lo impedía.

Y una vez en su mente, conseguiste indagar como si fuera tu casa. Fuiste desechando recuerdos que no te interesaban, familia, amigos, vivencias... Buscabas lo más reciente, y lo encontraste. Viste, a través de sus recuerdos el combate, y cómo él había sufrido al ver caer a sus compañeros, entre los que contaba con algún amigo. Penetraste en ese recuerdo hasta llegar a las órdenes...

Las primeras órdenes eran simples, vigilar que hubiese orden en esa sala. Pero su superior, aquél al que habíais abatido primero, volvió en otro recuerdo.

Tenemos nuevas órdenes. El capitán Sadler va a tomar la nave. Todos los que suban se les considerará traidores.

En los pensamientos de ese guardia pudiste ver sus dudas, pero era una orden directa que no iba a desobedecer...

Y, con mala suerte para vosotros, todos los recuerdos sobre el asalto acababan ahí.

- Tiradas (1)
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03/04/2014, 23:36
Narrador

Evan agarró al guardia por el mentó. Visteis los cambios que sufrió el guardia. La mirada de odio pasó al miedo e intentó soltarse de las ataduras. Tras unos segundos, sus hombros se relajaron, mostrando rendición ante lo que estuviera haciendo Evan.

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07/04/2014, 03:00
Pyros Sedrith

Pyros se quedó mirando a la jovencita de pelo rosa. Aún no la había contestado, así que, solo la dijo: ¿qué me dices, te vendrás conmigo?

Y luego contempló a aquel extraño cuya habilidad desconocía, pero tenía claro que algo estaba tramando. ¿Has logrado averiguar algo de él ya?

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07/04/2014, 13:53
El Gato

Notas de juego

Estoy a la espera...