Partida Rol por web

Kami se dio cuenta de que uno de los naufragos hablaba demasiado. Era excesivamente pesado para alguien que acababa de levantarse, por unos momentos le dieron ganas de pedirle algo de alcohol a la posadera, pero era demasiado temprano para ahogar el sufrimiento de aguantarle entre alcohol.

Cuando logró dejar de escucharle y perderse entre sus pensamientos, pues se había puesto a recordar todo lo que había pasado, analizando punto por punto. El líder de la guardia entró en la taberna interrumpiendo el desayuno. Kami se sorprendió tanto que el café que estaba tomando se le derramó por toda la camisa y ahora tenía una mancha ocre que le estaba haciendo escocer su pecho.

Miró al guardia, con una mirada un tanto malhumorada, había perdido medio desayuno en un momento, y encima le habían venido a interrumpir con muy malos modales. Aunque el hecho de recibir una invitación tan formal por parte del Marqués de Nosedonde le alegró el día a Kami. Aquello comenzaba con buen pie, aunque hasta la cena aún quedaba tiempo.

Luego miró al "chico elegante" parecía haberse ofendido por el comportamiento del Jefe Zolt, así que por darle un poco en las narices, y por llevarle la contraria, Kami respondió a la invitación: Allí estaré esta noche, Jefe Zolt. Me alegro de conocer y dele las gracias a su señor por tremenda oferta. Esta noche le veré allí y le contaré todo cuanto guste. Nos están tratando muy bien en este pueblo desde el momento en que llegamos y nadie en su sano juicio rechazaría una oferta como tal.

Kami seguía dándole vueltas a su inquietud ¿aquello sería la trampa que tanto tiempo llevaba esperando? La respuesta estaba clara, si no marchaba hacia allí, no sabría si sería o no.

Luego miró a la posadera y le suplicó un trapo o algo que le ayudase a limpiar la mancha de café de su camisa, no era muy ético presentarse así ante el Marqués.

Ariadne devolvió el saludo con una sonrisa al enorme rubio cuando se sentó.

Posteriormente, mientras comía su pescado bajó Aenar e hizo su comentario sobre los lugareños. Ari corrigió al tuerto. - ¡Uy no será por nosotros! ¡Caímos justamente ayer! - para añadir con un guiño a Miriam - Pero es verdad que esta comida está muy rica...

Luego se encontró con la charla del pequeño aristócrata. - Si no se usarla… ponerlo en mis términos… ya está, me está tratando de tonta. Y también de bruta. - pensó la joven. Su experiencia en Arkangel con los pocos jovenes nobles con los que se había cruzado era de que menospreciaban al populacho y en alguna ocasión intentaban impresionarlo con sus formas. Esa misma experiencia le enseñaba que era mejor no prestarles más atención de la necesaria, así que se centró en su plato.

Cuando llegaron los hombres armados Ari estaba acabando su plato y pensaba en pedir otro. La interrupción de Zolt era grosera y altanera, pero eso no le preocupó demasiado. Todo un jefe de la guardia haciendo de recadero, posiblemente estaba teniendo un mal día; muchas veces la gente empezaba hablándole así a una simple trabajadora como ella, pero con un poco de dulzura mejoraban mucho su trato. Tomó nota mental para preguntar a Miriam por el Marqués, pero antes debía atender al mensajero.

Entonces el exabrupto de Light la tomó por sorpresa. Recuperándose acto seguido, intentó remediar algo la situación. - Será un honor cenar con el Marqués, jefe de la guardia Zolt. - dijo dedicándole una sonrisa de disculpa a cada uno de los tres guardias, reafirmando lo dicho por Kami. - ¿Necesita algo más de nosotros? - preguntó solícita.

Aenar estaba desayunando mientras hablaban los otros chicos. Con la mano izquierda se restregaba el ojo bueno, pues aún estaba agotado de lo ocurrido en el dia anterior.

Cuando llegó el guarda y les comentó algo sobre una cena o no se qué, el pelirrojo asintió ligeramente como para dar muestra de que se había enterado, aunque el resto de las conversaciones le parecían un ligero zumbido. 

Si por él fuera se hubiera quedado dormido todo el día, pero no podía ser, claro.

El jefe Zolt miró con profundo desagrado a Light por sus palabras.

El noble Marqués es un noble muy influyente y dueño del único barco que visita la isla con frecuencia. Si queréis marcharos de aquí, no me pongáis de mal humor. El Marqués es el dueño indiscutible de la isla, pero vive demasiado lejos como para enterarse de todo lo que podría pasarle a unos impertinentes como tu. terminó sin ocultar su amenaza.

El Marqués tiene una casa en la isla. A media tarde pasaré a buscarlos. Y, sin más, se marchó.

Miriam resopló cuando se fue y lanzó un trapo a Kami. Estaba de mal humor y casi os hacía caso.

Ariadne pidió otro plato de pescado, lo acabó, y tras despedirse de los presentes hasta la hora de comer salió a explorar el pueblo que sólo había visto durante la celebración. Siempre curiosa y sociable, entablaba conversación aquí y allá y preguntaba a los lugareños sobre ese Marqués que amablemente les había invitado a cenar, sobre el pueblo y su historia, sus acontecimientos recientes, sobre posibles trabajos para alguien con buena disposición (importante cuando tienes facturas que pagar)... sobre todo aquello que llamaba la atención de su curiosidad o le resultaba interesante, vaya.

Kami terminó de comer el desayuno que esperaba que le pusieran de un momento a otro. Cuando lo hizo se puso en pie y salió de la taberna. Seguía dándole vueltas a esa mala sensación, no podía imaginarse que todo fuera tan sencillo. Pensaba que estarían allí por alguna razón, era más que seguro que el destino les había colocado allí por algo.

Así que, aprovechó para ver el pueblo que ahora parecía estar más tranquilo y ya de paso hablar con algunos de los lugareños, sobre el marqués, el pueblo y cualquiera cosa que les pareciera a ellos de interés.

Los aldeanos parecen responder a tus palabras, aunque sólo te cuentan rumores sobre la isla y las personas de allí.

- El clima en la isla es desastroso. De hecho, han pasado muchos años desde la última vez que hemos podido ver el sol a través de la gruesa capa de nubes.

- El Marqués de Cavalcanti es un vampiro. Él ha ocultado el sol detrás de las nubes para que su luz no lo destruya.

- Cavalcanti es un buen hombre, solo que un poco solitario e introvertido. La gente le ha malinterpretado únicamente por ser extranjero. Muchos le echan la culpa de todo lo malo que pasa en Corvinus sólo porque están deseosos de tener a alguien a quien culpar.

- Hace unos diez años, un par de semanas antes de que llegase el Marqués, hubo una descomunal tormenta que duró más de dos días. Se escuchó que decenas de barcos que viajaban por el Mar Interior se hundieron por su causa.

- Dicen que Cavalcanti fue enviado a esta isla como castigo, por haberse acostado con la hija de un amigo personal del príncipe. He oído, incluso, que era conocido por ser un jugador y un mujeriego empedernido.

- Intentar salir de la isla antes de que llegue el barco del continente es prácticamente imposible. Las barcas de pesca no están no están preparadas para una travesía tan larga, y eso sin contar lo bravío que está el mar por esta zona.

- Parece que el Marqués se ha encaprichado de la joven Catherine. Los viejos del pueblo dicenque va a visitarla con frecuencia, aunque ella siempre rechaza sus avances.

- El jefe de los soldados del Marqués se llama Emil Zolt. No es buena gente, así que si os lo encontráis, lo mejor es que os apartéis de su camino.

Los aldeanos parecen responder a tus palabras, aunque sólo te cuentan rumores sobre la isla y las personas de allí.

- El clima en la isla es desastroso. De hecho, han pasado muchos años desde la última vez que hemos podido ver el sol a través de la gruesa capa de nubes.

- El Marqués de Cavalcanti es un vampiro. Él ha ocultado el sol detrás de las nubes para que su luz no lo destruya.

- Los miembros de la guardia de Cavalcanti eran gente de la aldea, que fueron contratados por el Marqués. Ahora viven con él en la mansión, y se comportan de un modo frío y cruel. No se parecen en nada a como eran antes. A veces dan miedo.

- Catherine es una chica poco sociable. Hace años sus padres murieron en un accidente, y desde entonces se ha apartado de todo el mundo. Aun así, siempre ha sido muy rara, incluso cuando no era más que una niña. Se rumorea que puede ser una bruja, pero francamente no lo creen.

A media tarde vuelven los que habían ido a hablar con los pueblerinos, ya que así habíais quedado con el jefe de la guardia del Marqués.

En la entrada de la posada, aparece un lujoso carruaje para recogeros y conduciros a la mansión. El viaje hasta allí en carro no es demasiado largo, pero aún así seguramente sea toda una hora.

Había escuchado un poco la conversación el pelirrojo mientras aún intentaba centrarse un poco en lo que había pasado. Cuando llegó el carruaje se subió con sus compañeros.

-¿Habéis averiguado algo interesante? -preguntó en general. Estaba bastante nervioso ante el estar en una celebración de la nobleza. El era más bien un vagabundo y no tenía ni idea de esas lides.

Tras recorrer el poblado, Ariadne regresó a la posada a comer. Saludó a los diferentes náufragos conforme se fue re-encontrando con ellos.

Al llegar al carruaje, prácticamente se subió de un salto. Una vez en camino, la pregunta de Aenar le hizo pensar en lo que había ido escuchando durante su paseo al hablar con los aldeanos. Historias de aquí y de allá, habladurías, conocimientos generales... poca cosa demasiado interesante.
- Bueno... - dijo poniéndose un dedo en los labios pensativa - Habladurías, cosas generales... nada que no nos hayan dicho ya que sea creíble y a la vez interesante. - casi se disculpó - Por lo visto el Marques no es nativo de la isla, aunque ya lleva diez años aquí.... - añadió pensando que eso era la cosa creíble más interesante que había oído.

Pues a mi me han confesado algo que quizá os interese. Dijo Kami con su rostro pálido y bastante preocupado. A mi me han hablado de algo que quizá debais saber. Pero será mejor que hablemos luego. Dijo en un susurro. Solo deciros que es mejor que esteis atentos a todo.

Y deciros que vamos a conocer al miembro más importante de la ciudad. El Marqués además de su importancia, es un tipo poderoso, capaz de esconder el sol, dice como si aquello tuviese que ver con su poder de dinero, y no con su poder de habilidades mágicas.

Antes de entrar, esperad a que podamos hablar, y si no nos dejan. Preparaos para lo que sea. Como me decía mi sexto sentido, algo malo se avecina...

Pasado el tiempo, podéis ver en el horizonte el gran caserón. El carruaje no tarda en detenerse.

Al bajar, os encontráis ante un enorme caserón victoriano de dos pisos, de ostentosa apariencia. La construcción, barroca y recargada, choca considerablemente con el resto de construcciones de la isla. Está edificada directamente sobre los acantilados, de manera que la parte trasera, la cual da al jardín, es completamente inaccesible.

La puerta principal parece ser la única manera de entrar, ya qe todas las ventanas del primer piso están enrejadas y resulta virtualmente imposible escalar lateralmente los riscos de la parte trasera.

La puerta está abierta, con un mayordomo muy estirado esperando allí. Se hace a un lado cuando entráis en la mansión. Estáis en un amplio salón-recibidor, bellamente decorado con cuadros de jardines y una inmensa alfombra con bordados. Hay tres puertas, una frente a vosotros y las otras a los lados, una a vuestra derecha y otra a la izquierda.

Siganme, por favor dijo el mayordomo y os llevó hasta una sala de estar gótica.

Por favor, esperen aquí dijo educadamente mientras salía de la habitación. Es un pequeño cuarto de espera, con varios cómodos sillones para los invitados. No parece que haya nada reseñable.

- Wow - susurra Ariadne impresionada - Desde luego, el Marqués tiene una señora mansión. - añade mientras repasa con la mirada la decoración del cuarto de espera.

Kami comenzó a balancear sus piernas, manteniéndose en una misma posición. ¿Por qué se pensaba que ahora iban a atacarle? La condición de vampiro del marqués no le daba ninguna buena espina. Quizá todos los de esa isla fueran vampiros como él, y ahora que había encontrado un nuevo buffet, les diera caza. ¡Por eso habían tenido un trato tan cordial!

Las paranoias de Kami no hacían más que ir en aumento, y más después de lo que había averiguado. En teoría ahora no había nadie que pudiese escucharles, pero no terminaba de fiarse de que no hubiese oídos en esa sala.

Permaneced atentos, y en guardia. No me fío de este lugar, pienso que es una trampa...

Con el aviso de Kami en mente, Aenar siguió al grupo en un silencio un tanto tosco. Parecía estar sumido en sus pensamientos y así era. Intentaba pensar en que tipo de razones habían llevado a que se provocara aquel ritual en la Dama. Eso junto a que se había estrellado y aún se creía un tanto "desequilibrado", podría haberse herido de alguna forma, no lo tenía claro.

Cuando el mayordomo nos guiaba e indicaba, Aenar solo asentía como señal de que le había entendido. El problema era que Kami estaba tenso y al verlo ponerse en guardia no pudo más que hacer lo mismo y prepararse para lo que fuera.

Si no fuera tan cantoso se prepararía para invocar a Gerrion en caso de emergencia.

Ariadne veía la paranoia de Kami con preocupación. No creía que el Marqués fuera un vampiro (en opinión de Ariadne eso eran habladurías), pero tener a la gente a su alrededor tensa era contagioso.

- Vamos, no creerás todo lo que dicen los chismorreos, ¿no? - dijo la joven intentando relajar el ambiente.

Tras una media hora de espera, el mayordomo vuelve y carraspea.

El Señor Marqués les está esperando. Por favor, acompáñenme. Se giró y salió por la puerta que estaba al norte.

Al salir, podéis contemplar un pasillo estrecho con clara forma de "U", laboriosamente decorado. El suelo es de madera y las paredes están enmoquetadas con tela roja. Giráis a la izquierda hasta el final, y después giráis a la derecha, empezando a recorrer uno de los lados de la U. A vuestra izquierda se quedan siete puertas. Vais hasta el final y empezáis a subir unas escaleras. Llegáis hasta un pasillo similar al de abajo, deshaciendo el camino hecho. Cuando llegáis a la mitad del pasillo, el mayordomo abre una puerta y se queda delante de ella.

Señor, los... Náufragos anuncio, haciendo un gesto para que pasarais. Entráis en una inmensa y lujosa estancia con grandes ventanales.

El Marqués se levanta de su asiento de una mesa opípara.

Bienvenidos, mis queridos náufragos. Soy el Marqués de Cavalcanti. Me gustaría que os presentéis según os sentéis dijo mientras os hacía un gesto, para que vierais la cantidad de comida que había. Se sentó esperando que le imitarais.

Ariadne dio un rápido repaso con la mirada la exquisita mesa allí dispuesta siguiendo el gesto del aristócrata antes de centrar de nuevo su atención en el marqués.
No quería ser la primera en presentarse y esperó a que otro naufrago tomara la iniciativa. Y esperó hasta que el silencio se le hizo incómodo.

Con un paso adelante, se acercó a una silla, improvisó una reverencia y, como había pedido el marqués se presentó. - Ariadne Briareo, encantada. - dijo con sencillez, rematando la presentación con una sonrisa. Se sentó y guardó silencio, cediendo el turno a otro compañero.