Partida Rol por web

Rúmica hablaba de manera extraña, no porque estuviera comiendo sino porque decía cosas raras - ¿Y no nos puedes acompañar? - si le molestaba la luz, igual si se cubría con el chubasquero podría pasar, no sé, es extraña la situación - Lex, pásale un walkie-talkie y enséñale como funciona - igual si solucionábamos el asunto de la batería podríamos hablar con ella siempre que quisiéramos - oye, aparte del walkie ¿Hay alguna otra forma de comunicarnos contigo sin tener que entrar en la cueva? - nos había costado encontrarla y no estaba yo muy por la labor de dejarla atrás sin más.

Jason quería que lo abrazásemos y así hice por el lado que me dejó Lex - hey vamos a chocar las manos, tú también Rúmica - ya lo habíamos hecho en otro lugar de la cueva, si aquello era una despedida, también habría que incluir a la niña-sombra - esto es porque somos amigos.

- ¿Te apetecen chocolatinas, Rúmica? Aún me quedan - no sé, igual le venía bien o no, o para los gusanos o los enjambres - te lo meto todo aquí - tenía la bolsa de la basura, negra como la cueva, igual jugaba con ellas o le servían. No lo sabía, pero vaya, igual le hacia ilusión - deberíamos de poder establecer una forma para poder comunicarnos, sí, ya lo sé que estoy siendo un poco pesada, pero vaya, no todos los días haces una amiga en una cueva ¿A ti, qué se te ocurre? - lo de que la cueva tuviera vida a su manera, era también un condicionante a tener en cuenta.

Rúmica parecía girada hacia Oli. Tenéis la intuición de que sonríe, pero no estáis seguro de ello. La guía se encoge de hombros en dirección a la amazona del grupo, dando a entender que sigue sin comprender lo que dice, mucho o poco. Aunque, curiosamente, esta vez sí que choca las manos con vosotros cuando ve como lo hacéis.

-Amigos. Chocolatinas. Nos veremos en sueños. ¿Sabes lo que son Sueños? -gira la cabeza a uno y a otro de vosotros -Aquí nunca más. No quiero que seáis silencio.

Ella ya está en lo alto de las escaleras y vosotros cerca. La niebla es densa, espesa, danza enfrente.

-Pero cerrad las bocas ahora. Shhhhh -insiste, preocupada. -Vamos. 

Con ella delante, penetráis en la oscuridad neblinosa, unidos por la mano. Rúmica tira de vosotros para que andéis deprisa, casi corriendo. No se ve absolutamente nada. La niebla es una gasa que os envuelve, acaricia, húmeda, ligeramente pegajosa, casi untuosa. Parece que os susurra algo al oído, ¿parece? , o es real, un suspiro siseante...la impresión que os da no es buena...esto es malo...o al menos, peligroso.

-No la escuchéis -aconseja, ordena, Rúmica.

- ¿Sueños? - uhmmm al final no iba a ser necesario el walkie ni el móvil, si se comunicaba a través de sueños sería mucho más personalizado todo. Además yo tenía la capacidad muy cultivada de dormirme despierta en clase, así que, podría comunicarme con Rúmica en clase de matemáticas o de filosofía - tranquila, yo hablo por las paredes, dudo que el silencio me venza - al parecer el silencio era malo, pues bien que me castigaban en clase por hablar. Sin duda Rúmica pertenecía a un mundo muy distinto al mío.

- De acuerdo, de acuerdo, cierro la boca; cerramos la boca... todos - había que callarse, igual era por culpa de aquel humo, quizás fuera tóxico. 

Entramos en la niebla y se volvió extraña, como si tuviera cuerpo, tentáculos, había algo pegajoso, como un chicle. Me dio un poco de asco, pero seguí adelante, no sé quién iba delante de mí, pero acabé empujándolo. Rumica había dicho que no nos parásemos, ella era la guía, por tanto, había que hacerle caso, seguí empujando al resto, buena era yo como para que encima que iba la última, me dejasen atrás o me entorpecieran el paso. Lo bueno es que al tener la boca cerrada (todos), no había quejas. Incluso aproveché el momento para darle un capón a alguno, luego lo negaría y diría que fue la niebla.

Lex le dio un beso en la mejilla. Jason se sonrojó un poco. Miró a Rúmica. Supera eso, le dijo, de nuevo con el pensamiento.

Joe estaba ansioso por salir y Oli continuaba haciéndole un montón de preguntas. Quería seguir en contacto con ella. Jason prefería los recuerdos.

Nos veremos en sueños. ¿Sabes lo que son Sueños? Claro que lo sabía; estaba en uno.

Aquí nunca más. No quiero que seáis silencio. Esas afirmaciones lo desconcertaron. ¿Aquí nunca más? ¿Desde cuándo está limitado el espacio de los sueños? Y él amaba el silencio. No le importaría serlo algún día.

Continuó callado y siguió a la sombra. Iba de la mano con Lex delante y Oli detrás. Sintió una agradable sensación al cruzar el portal neblinoso. Parecía adentrarse en una sauna. Oyó voces difusas, aunque no prestó atención, más por el golpe que recibió en la cabeza que por la advertencia de Rúmica.

El chico cogió la mano de Lex y Rúmica. Nada malo podía pasar con ella guiándolos. Aquel ente lo había salvado de una caída espantosa y era para él como un ser de ilimitados poderes. Lo mas impactante que había visto nunca. Atravesó aquella niebla sin atisbo de preocupación y no pronunció palabra. Si lo decía ella, por algo sería. Cuando el ada tiró de él se limitó a seguir el ritmo y a transmitir esa misma tensión a Lex. 

A Oli la niebla la enredó. Le hizo perder el sentido de donde estaba, el contacto con sus amigos, el lugar y espacio. Algo similar a lo que le sucede a Lex, solo que en el caso de Oli es peor, se siente aturdida, tanto, que cree tropezar con alguna cosa, o es la misma niebla sólida que la atrapa en sus zarcillos siniestros. Y un tropiezo semejante de Jason, sugestionado por los murmullos siseantes de la neblina, hace que los dos se suelten de la mano. 

Oli acaba por caer, pierde todo contacto con sus compis de aventuras, su cuerpo se siente atraído por la cueva, envuelta en un colchón algodonoso, en un capullo que le promete chocolatinas, batidos de fresa, chinchetas y chicles. Es lo suficientemente lista para comprender que es un engaño, pero aquella cosa tira y tira de ella hacia las profundidades de su nido.

Joe corre,  entendiendo que no pueden permanecer en este túnel ominoso y angustiante, detrás de Rúmica, si no fuese por el empuje de esta, el joven también hubiese sido tragado por la niebla que se va oscureciendo latido a latido. Ni él ni Lex son conscientes de la tragedia más atrás, ambos siguen unidos de la mano y llegan a la salida de la fantasmal neblina, sin embargo sienten que algo terrible está sucediendo.

Jason percibe cómo se le escapa de los dedos su amiga Oli. Y cerca está de perder a Lex si no fuese por la fuerza del apretón de la chica. La densa niebla atrae a Jason, se encuentra bien, sabe que no es bueno y con todo...duda. Duda mientras Oli se hunde en la cortina de bruma que separa la realidad de las pesadillas.

Oli se le escapó de la mano, mientras Lex tiraba de él con la fuerza que le proporcionaba el miedo. Joe tiraba a su vez de Lex. Jason había caído de rodillas en una escalera oscura, iluminada desde arriba por una luz. La luz al final del túnel. Sintió miedo. No quería soltar la mano de Lex. Sus dedos estaban entrelazados, pero tuvo la extraña sensación de hallarse en mundos distintos.

—Subid —dijo—. Seguid la luz.

Ya estaban en la oscuridad. El resplandor solo podía indicar la salida de ella. Quizá era lo que sucedía a las personas con experiencias en el borde de la muerte.

Apenas se dio cuenta de la atracción que ejercían sobre él las tinieblas de abajo. Descendería sin dudarlo, no por la seducción nebulosa, sino porque debía salvar a Oli. Bajó las escaleras agitado y llegó al lugar en que se encontraba su amiga. No sabía qué estaba viendo, pero parecía absorta en alguna ilusión, inmóvil.

—Oli —dijo con voz firme y tranquila.

Se acercó a ella por detrás y la rodeó con sus brazos, acariciándola. Hundió su cara en el pelo, como si fuera a besarla. La chica intentaba avanzar, descender. Jason la sujetó entonces con fuerza. La sacaría de allí aunque fuera a rastras. Cogió el piolet, una vez más, de la mochila y lo cruzó por delante del pecho de Oli. No se separaría de ella.

—Oli —repitió—, ven conmigo, quiero regalarte el piolet.

Había que atravesar la niebla oscura para volver a casa. Fue cuando el di un capón a Jason que al seguir avanzando, descubrí que no estaba y los otros tampoco. Fue todo muy raro. Me detuve - Hey - volví a mirar para volver a no ver nada. Me paré en seco, aquella oscuridad de la niebla era muy densa. Igual era cosa de pararse y esperar un poco, quizás se disipara o se fuera para otro lado, como los enjambres. Pero no. La oscuridad siguió allí. Además aquel silencio era bastante incómodo - ¿Hay alguien ahí? ¡¡EEEEOOO!! - nada, silencio y oscuridad.

La niebla se empezó a disipar en un extremo y vi a una niña mirando a la oscuridad. Muy extraño todo. Y luego escuché una voz que me regalaba muchas cosas pero no sonaba como la de ninguno de mis amigos, estaba claro que era la cueva, no me quería dejar salir y pretendía engañarme.

Recordé lo que había dicho Rúmica sobre que la cueva mataba con el silencio. Y eso era lo que me rodeaba, así que, decidí romperlo como fuera. Ademas sabía que mis amigos seguro que no me dejarían allí, tenía que darles una indicación de dónde estaba y no se me ocurrió otra manera que marcar la posición que haciendo ruido. Para ello saqué el flotador de la mochila, lo hinché a tope, lo puse entre mis manos y aplaudí con fuerza para estallarlo - ¡¡¡PLAAAFFF!!! - igual no era suficiente pero vaya, seguro que lo habían escuchado. ¿Qué más podía hacer? Me iba a doler pero había que sacrificarse, saqué la grapadora - ¡¡¡AAAYYY!!! - primero fue en un dedo, luego lo pensé mejor y en el brazo habría más oportunidades - ¡¡¡AYYY!!! - tenía grapas suficientes y brazo también, además aún tenía las chinchetas, vamos que se lo iba a poner difícil a la cueva. Esperaba que llegasen antes de acabar con el último grito; además que dolía.

Metí la mano en el bolsillo en busca de más arsenal y descubrí mi pequeña navaja, aún no la había utilizado pero se me ocurrió que cuando se me acabara el arsenal de las grapas y las chinchetas igual podría usar el punzón para pincharme un poco. Esperaba que mis amigos llegasen antes de acabar teniendo el cuerpo como un fakir. 

En esas escuché mi nombre, dudé si era Jason o la cueva. Por suerte Jason hablaba de que me regalaba el piolet - no es tuyo, no me puedes regalar algo que no es tuyo - ¿O sí? La verdad es que a mí tampoco me iba a importar mucho de quien fuera pero, tenía que comprobar que aquello fuera de verdad y no otro truco. Noté algo en mi pecho, lo acaricié por ver si tenía la misma textura que el piolet y sobretodo la forma y sí, vaya, parecía un piolet. Lo agarré - no veo nada, tú tira de un extremo y yo del otro - a ver si así conseguía moverme y salir de aquella oscuridad - ¡¡Rúmica ayúdame!! - la chica oscura no acababa de venir, pero estaba Jason - no puede haber silencio, me oyes, estoy aquí Jason... tengo el piolet agarrado de un extremo - no lo iba a soltar y veía complicado devolvérselo, yo cuando agarraba algo... lo agarraba bien, y el piolet molaba - ¡¡¡TIRAA!!!

-vamos...ya casi estamos – decía sin saber que Oli estaba en apuros siendo engullida por las sombras de la cueva que pretendía reclamarla para si

Ni el tiró de Jason al caer de rodillas impidió a Lex seguir tirando de él, ajena a las dificultades de ambos ascendiendo llevada por el ímpetu de Joe insuflado a su vez por Rúmica. Veía la luz y eso era un alivió, hasta que los dedos fuertemente entrelazados a los suyo se deslizaron hasta causarle una sensación de profundo vació.

-¡Jason!- gritó en un suspiró sorprendido girándose para verlo descender - ¡¡JASON NO!!!...¿¡OLI!?...no, no, no, no, no...esto no puede estar pasando ¡OLI! ¡JASON! - gritó desesperada al darse cuenta que su amiga no estaba y como la misma oscuridad se tragaba a Jason que iba al rescate – Joe...Joe...no podemos dejarlos atrás – forcejeaba por tener la atención de su amigo en lo alto de la escalera tirando de ella hacía arriba tratando de pensar al mismo tiempo que poder hacer para sacarlos de allí a todos

Joe pasó a través de aquella niebla casi con los ojos cerrados. No sabía que podía ser todo aquello pero no pintaba bien. Cuando Rumica se detuvo alzó la vista y pudo ver la luz. Luz del sol por fin. El pecho se le ensanchó por segundos. Era el final de aquella pesadilla. 

De repente los gritos de Lex le advierten de lo peor. 

- ¿Por qué os habéis soltado?!! Joder!!…Jason!!…Oli!! Podéis oírnos? Donde estáis?…
No podemos volver, nos perderíamos! - de repente el muchacho se volvió hacia el ada con una mirada de necesidad infinita - Rúmica que está pasando? Puedes ayudarnos a traerlos de vuelta?

Miro con severidad a Joe cuando dijo que no podían volver, Jason lo hizo por Oli, tampoco podía enfadarse con él pues era lógico que temiera perderse de nuevo y eso era lo que pasaría con sus amigos si no actuaban.

-no dejamos a nadie atrás - declaró inquebrantable - iremos a por ellos y les ayudaremos a encontrar el camino a la luz ¿De acuerdo? -​​​​​​-sintio que tal vez estaba siendo muy severa en el tono de.voz así que tomo a Joe de ambas manos y lo miro más serena- no puedo hacerlo sin ti, Joe. Ayúdame a traer a nuestros amigos de vuelta ¿Si?

​​​​​​No tenía los recursos de las mochilas de sus amigos pero si perseverancia y no iba a salir de allí sin ellos.

-haremos una cadena como al subir, si Rúmica nos ayuda mejor, vamos - dijo comenzando a.bajar losnescalones mientras comprobaba si su linterna funcionaba* - ¡JASON! ¡OLI! ¡SI ME ESCUCHAIS, SEGUID MI VOZ OS SACAREMOS DE AHI! - continuo descendiendo llegando al borde entre la oscuridad y la luz ofreciendo su mano a la oscuridad - ¡TOMAD MI MANO OS SACAREMOS!

La chica tanque del grupo está perdidísima. Ni siquiera se da cuenta que es ella misma la joven frente a la oscuridad que levita delante, atrayéndola hacia las profundidades de la caverna, hipnotizándola...hacia el Silencio. Quiere entrar ahí, aunque una parte pequeña de su ser masoquista se hace daño una y otra vez maltratando a su fuerte cuerpo. ¿No sería suficiente con gritar sin más.

No. Sin el dolor su mente se dormiría, aturdida. Sus chillidos alertan a sus amigos, delatan su angustiosa posición.

Jason sí es consciente de lo que sucede. Del espantoso desenlace que le espera a su amiga. No puede dejarla sola. Lex también se empecina, son todos amigos, hasta el pequeño Joe, con ansias de marchar, de escapar de la pesadilla, vence sus dudas para ayudar a Lex. Para esa cadena desesperada de libertad. 

No es suficiente los tirones, la fuerza de Jason con el piolet. Oli no quiere huir, la Oscuridad no la deja, Oli está bien, siente su calidez, la tibieza de sus infinitas ondas fluctuantes y liberadoras de todo mal recuerdo. De todos los recuerdos.

La cadena. Joe. Lex. Jason. El piolet. Oli. A pesar de la falta de luz, la linterna no funciona, no hay milagros tecnológicos en el interior de la siniestra cueva, se cogen de las manos. Lex, con sus alaridos, con su fuerza interior, inunda de vida y coraje sus corazones. Y la tranquilidad y serenidad de Jason al hablarle a Oli, la despiertan un poquito, sus palabras penetran como seda suave hasta su cerebro.  

Todos tiran. Y tiran hacia la luz del exterior. Paso a paso. Sudando, gruñendo, animándose. Fortaleciéndose su determinación y decisión unos a otros. Son amigos. Hasta que sacan de allí a Oli. Regresan. Ascienden. 

Pero la Oscuridad ominosa toca con sus prensiles y obscenos dedos un brazo de Oli. Quema. Quema mucho. Las lágrimas se le escapan de puro dolor. 

Pero es libre. Como todos. Y cuando las Tinieblas intentan un último asalto, es Rúmica la que les defiende situándose entre ellos y la Sombra.

-¡¡¡¡Nooooooo!!!! ¡¡¡¡Son mis Amigoooooos!!!

La hada, demonio, espíritu, quien y lo que sea, salta hacia la densa masa negra y es tragada por ella. 

Desaparecen. Rúmica. Las Tinieblas. El miedo.

Estáis arriba de las escaleras de piedra. En la salida. Afuera el bosque atardeciendo. 

Libres.

Todo sucedió muy rápido. A Jason le fallaron las fuerzas en varias ocasiones, y la salida de la cueva no era una ocasión cualquiera. En un forcejeo extraño, Oli se libró del bloqueo que Jason pretendía hacerle con el piolet. Ambos lo agarraron cuando podían haberse cogido de la mano. Quizás Oli hubiera soltado la mano de él antes que la herramienta. Bueno, lo importante era que se aferrase a algo. Todos gritaron. Él no. Oyó a Lex y temió que se sumiera en la oscuridad. De alguna manera, logró asir la figura de su mano. Parecía sumergirse en agua oscura, como si su dueña buscara algo desde la superficie. Con la ayuda de Joe, lograron salir del medio acuático, tenebroso, no sin una dentellada salvaje de la quimera abisal en el brazo de Oli. No fue la última. El monstruo quería cobrarse sus víctimas. Entonces, Rúmica también gritó. Se sacrificó por ellos.

Estaban ya en el exterior, a salvo, bajo unas nubes oscuras que quizá se retiraban ante la luz del sol, poniente. Jason, sentado en el suelo, apoyados los brazos cubiertos de heridas en el mismo, magulladas las piernas, no era consciente de la libertad. Se levantó con esfuerzo, aún con el piolet en la mano. Anduvo hacia la entrada de la cueva y lo dejó caer. Miró hacia la oscuridad, hacia las tinieblas que se habían tragado a Rúmica. Eso no debió haber pasado. La aventura de los cuatro muchachos había ocasionado la desaparición de un espíritu inocente. No lloraba con facilidad. Pero, a veces, no podía evitarlo.

Joe observó aterrorizado aquella sombra negra. Estaba paralizado. Fue entonces cuando Rúmica lo adelantó. Era el final al lado del ada que les había salvado. No esperaba esta despedida. Caminó hacia atrás mirando a ver si regresaba. Nada. Se volvió hacia sus amigos. Al menos ellos si estaban. Los amigos reales. Miró a Oli y Jason con una gran alegría interior. Aceleró el paso y apremió a Lex para que lo siguiera. Tenían que salir de allí de una vez.

Salió a la superficie y notó la brisa en la cara y reparó en el color del cielo, como si nunca antes hubiera habido cielo para él. Siguió alejándose 3 o 4 metros de la entrada y solo entonces cayó de rodillas y bajó la cabeza hacía el suelo. Eran libres. Por fin. Todo había terminado. No se lo podía creer. 

Desde el momento que la mano de Jason tomó la suya Lex no dejo de tirar sin flaquear hasta que puedo ver como Oli salía de las sombras, tiro y tiro ayudada por Joe hasta que alcanzaron la cumbre de las escaleras. Sus lagrimas recorrían sus mejillas sonrojadas por el esfuerzo y la congoja, sabiendo que el espíritu los había guiado y protegido hasta el último momento.

La brisa fresca del atardecer supuso una caricia de libertad sobre su, desplomándose sobre la hierba en el momento que todos estuvieron fuera de peligro. Quedó completamente rendida cerrando los ojos para contener de alguna manera las lagrimas y la angustia que la embargaban, así como la felicidad por tener a sus amigos a su lado. Estaban a salvo.

Todo volvía a la calma, se sentía en paz, a salvo y segura con sus amigos allí, y fue cuando abrió los ojos y vio a Jason levantarse y como regresaba a la entrada de la cueva. Como un resorte, un resorte dolorido, Lex hizo a su cuerpo seguir a su amigo horrorizada pensando que pretendía regresar, para su alivió no fue así.

Se aproximo a su amigo en silencio, dejando que realizara su pequeño ritual de duelo y cuando alcanzo su lado tomo su mano en la suya y con la otra acaricio su rostro. Sin decir nada, solo sonriendo con ternura, le limpio una lagrima con el pulgar y se puso de puntillas dándole un beso en la mejilla. Lo miró fijamente un momento con el corazón palpitando contra el pecho y luego apoyo la cabeza sobre su hombro, mirando por un largo rato al infinito de la oscuridad.

Estaban vivos, estaban a salvo y lo más importante estaban juntos los cuatro.

Era curioso, mientras estuve envuelta de oscuridad fuera de no ver nada o casi, no se estaba mal. Diría que hasta sentí la sensación de tener una calefacción cerca. Aunque bueno, me estaba pegando pinchazos con las grapas y claro, aquella sensación dolorosa interrumpía el estado de bienestar.

Escuchaba voces de Jason. Noté el piolet, relacioné lo que decía con lo que pretendía. O no, no lo sé. Pero agarré la herramienta, igual fue puro instinto. A partir de ahí noté una fuerza que me pretendía sacar de aquella situación agradable. Los pinchazos cesaron, pero la fuerza fue cada vez mayor, más intensa. Era difícil resistirse, además que la fuerza la hacía en relación al piolet y yo tampoco soltaba la herramienta. Ahora era mía, mi tesoro^^

Aquella fuerza me hizo avanzar lentamente, la tinieblas fue disipándose poco a poco, a cada paso retrocedía. Vi a mis amigos, a Jason que estaba junto a mí, Lex y Joe tiraban del chico, éramos como una cadena humana. La oscuridad en un momento concreto cuando ya estábamos casi en la luz, se lanzó hacia mí, la vi acercarse, saltar, me enganchó el brazo y sentí como si me mordieran aunque quemaba - ¡¡¡AHHHH!!! - dolía. Había dejado de pincharme y ahora resulta que me quemó el brazo y habría seguido mordiéndome si Rúmica no hubiera saltado contra aquella nube oscura, la vi saltar. La oscuridad se la tragó. Fue lo último que vi antes de quedar cegada por la luz.

Al final acabamos todos fuera de la cueva, tardé unos instantes en poder recuperar la visión y descubrir que estaba atardeciendo - ¿Hemos salido? - sonreí, no parecía tarea fácil y sin embargo lo habíamos logrado. Miré mi brazo para comprobar qué había ocurrido - mirad, tengo una calcomanía nueva - era como una especie de mordisco oscuro, bastante feo pero igual podía presumir de aquella marca - Muchas gracias por sacarme, no sé qué me pasó pero os perdí ahí abajo, no era capaz de encontrar la salida, vi unas escaleras pero eran bastante siniestras... ah y vi a una niña, estaba mirando a la oscuridad - estaba que no callaba, había que contar tantas cosas - Vi a Rúmica saltar dentro de la oscuridad...

Había dicho que nos comunicaríamos con ella por sueños, esperaba que estuviera en lo cierto.

La luz del moribundo día y el fresco del atardecer os saludan y bañan el cuerpo en un bálsamo de paz y alegría amarga, por la pérdida de Rúmica. Pero estáis vivos, en el exterior de esa extraña y siniestra cueva que ha querido quedarse con vuestras vidas.

Para atraparos en el Silencio. ¿Sería eso lo que les sucedió a los poseedores de aquella basura recogida?

¿Dónde están las cosas? No hay basura ni mochilas ni chocolatinas. Quizá alguna en los bolsillos de Oli. Una linterna en el de Lex. Solo el piolet en manos de Jason.

¿Ha sucedido de verdad? ¿Ha sido real?

Descendéis la pendiente y, antes de internaros en la arboleda, echáis un vistazo atrás. Descubrís que esa salida de la cueva ha desaparecido, en su lugar tan solo se ve la roca de la ladera, sin atisbo ni huella de su existencia, únicamente vuestras propias marcas del calzado.

Nada. Una nueva mueca de burla de la gruta.

¿Quién era Rúmica?¿Qué era? La llevaréis por siempre en vuestros corazones y recuerdo. Tal vez os visite en sueños. Pero ha sido consumida por la Oscuridad. ¿qué era esas tinieblas que casi se tragan a Oli? Oli, en particular, en su brazo, testimonio veraz de que no ha sido una pesadilla. ¿Alguien os va a creer? Vuestros amigos, vuestros padres…

Bajáis, en silencio, con lágrimas en los ojos. De felicidad y pena. Y entonces…Los cuatro sentís una presencia…algo hay atrás…Os giráis de nuevo.

Allá en lo alto, está Ella. Os saluda.

Estáis seguros de que sonríe.