Partida Rol por web

No parecía que aquel hombre fuese a decir nada más. Y tampoco parecía que lo que dijo tuviera sentido, así que no sabía si tratar de sonsacarle algo más fuese a ser de utilidad.

...pisad despacio... temed a la hierba del ahorcado...

Quizás había algo en esas palabras que sirviera de algo, pero Falenthal no era capaz de entenderlo.

Mientras volvía a la orilla de donde había venido, vio que los fuegos ya se estaban apagando.

Wynna, su nueva compañera de viaje, había extendido una manta en el suelo. Se sentó junto a ella, observando la superficie del lago reflejar las estrellas del cielo. Los elfos adoraban a las estrellas, y estaba acostumbrado a verlas desde lo alto de las copas de los árboles. Pero nunca había visto así su fulgor, temblando sobre el agua como un cielo en la tierra.

Se sumió en sus pensamientos, con sentimientos que le recordaban al mar, hasta que el sol empezó a despuntar desde la orilla contraria del lago. 

Su viaje hacia el sur debía comenzar.

-

Con las primeras luces del alba la vida del poblado en la ribera de la presa retoma sus labores y rutina. No sabiendo a quién habéis de dirigiros preguntáis a uno de los trabajadores dónde está el jefe de los porteadores, para enseñarle vuestras credenciales.

-Allí está recién han subido un cargamento elfo del río Rápido -os dice mientra señala a un hombre atlético y musculado que ronda los treinta años. No tiene pelo y una mandíbula ancha marca su aspecto de fuerza bruta. Los músculos del antebrazo se le definen.

Os acercáis sin perder tiempo y tras una breve presentación en la que no conseguís evitar cierta premura le enseñáis los el sello de Gloin. "HUUUUMM... Ya veo." responde con el ceño fruncido.

-¡Muchachos! -dirigiéndose a sus hombre-. vamos a bajar a estos dos. Si bajamos ahora habremos terminado para la hora de comer.

Os devuelve el sello, mientras los hombres aseguran vuestra barca en la plataforma.

La fuerza de aquellos hombres era espectacular, viendo cómo subían la barcaza a una plataforma de madera y aguantaban su peso mientras la transportaban al otro lado del salto del agua.

En unas horas ya no se encontraban en el Lago Largo, sino propiamente en el Río Rápido, el Celduin en la lengua de los elfos, que llevaba por praderas de las que no sabía nada, hacia las tierras de Dorwinion. Falenthal sabía, por los libros y cantares, que un mar interior se extendía en aquellos lares. ¿Cómo debía ser un "mar interior"? La curiosidad lo corroía por dentro...

Pero ahora había dado su palabra, y su objetivo era más cercano, aunque probablemente más peligroso. Muchos eran los mercaderes que viajaban por el Celduin, durante meses, pero todos les habían advertido que llevaran mucho cuidado en las Ciénagas Largas. Incluso ese anciano, con sus extrañas palabras sobre plantas de ahorcados o algo así. ¿Quizás antaño se había ahorcado a gente en esa parte del bosque, y ahora crecían plantas de muerte en los lugares de las víctimas? Todo eran conjeturas. Seguramente no sabría a qué se refería el hombre (si es que sus palabras tenían algún sentido real) hasta que no lo encontrase.

Con su aguda vista, y sus finos oídos, el elfo se apostó en la proa de la barcaza. Fijó sus ojos al sur, vigilando posibles escollos en el río, así como señales del paso de los enanos en alguna de las orillas.

Wynna demostró tener mucha más mano que él para dirigir el timón con suavidad, pero firmeza, y mantener su ruta por el centro del río. No debía faltar mucho para entrar en las Ciénagas Largas, y tendrían que ver si era posible navegar a través de ellas o si tendrían que desembarcar para arrastrar la barcaza entre los barros.

En todo caso, de vez en cuando deberían detenerse a buscar posibles restos de una acampada o del paso de los enanos, y aguzar los oídos por si hubiera alguna presencia acechando.

Una vez dejado atrás el embarcadero en una ensenada artificial en la orilla Este del Rápido, Percibís que el aire es más denso que en las cristalinas aguas del Lago Largo. Y si bien la corriente del río no es todo lo rápida que quisiérais desear, notáis cómo la humedad y el calor os hace respirar pesadamente, como si un saco de arena aprisionara la caja torácica de vuestros cuerpos. Esa amarga sensación os pilla un tanto desprevenidos después de un soleado y acomodado viaje desde Esgaroth. y vuestro rictus se torna serio.

Apenas remáis para manteneros en al zona central del río con la ayuda del timón de espadilla. La velocidadde la corriente se reduce paulatinamente a medida que entráis en el llano.

Durante el trayecto por el río, converso con Falenthal. Parece mirar al horizonte, pero con una mirada que va más allá. Sin duda, por su edad, debe conocer historias de aquellas tierras lejanas, más al sur o al este. Así que en mi afán de conocer, le saco toda la información que pueda recopilar para mis futuros escritos.

Parece que nos acercamos al cenagal... El río parece cada vez más frío, y sus aguas más grises... Pocas veces he sentido una sensación de inquietud como esta, ya que no es habitual para mí ir de cara al peligro, y esto se está tornando peligroso... pero al mismo tiempo, la expectación me mantiene activa y cauta, a la vez que ansiosa por ver qué hay más allá del ese recodo del río, o qué veré en aquella colina, o como serán esas ciénagas y qué clase de seres encontraremos por allá.

Mas no dejo que mi entusiasmo ciegue nuestro propósito, ya que no descanso en mi empeño de buscar cualquier huella, marca, rastro, señal o pista que pueda conducirnos hacia los enanos perdidos.

(Hago mis pruebas de Alerta y Cazar pertinentes)

Por otro lado, veo que vamos a hacer noche por el camino; voy a antender toda la zona y allá donde vea lugares apropiados para dejar el bote y descansar en tierra, lo haremos, bien para ver posibles rastros, bien para descansar a comer y relajar los músculos, bien para dormir. En caso de no encontrar lugares apropiados en tierra, buscaré lugares donde el bote pueda quedar amarrado a algún tronco cercano o anclado con los remos.

Para todo lo anterior, realizaré una tarea de Explorar.

Los meandros del río cada vez son más sinuosos y la pendiente se torna inexistente. una cierta bruma  que no se alza más allá de la cientura permanece estacionaria. Al Oeste el Bosque se acerca a la margen derecha.

La noche cae rápidamente y No viendo lugar adecuado donde salir de la barca pernocataréis en las bancadas de la txalupa. Sufriréis un punto de aguante cada uno.

- Falenthal, parece que no hay lugar apropiado y seguro donde descansar que no sea el propio bote. Tendremos que hacer buen uso de las mantas para combatir la fría humedad de este lugar.

Me mantengo en alerta, pendiente a cualquier cosa que pueda llamarme la atención (tirada de Alerta)

Dormir en la barca me hace descansar mal, por lo que al despertar no me siento plenamente en forma (me anoto -1 Aguante)

Wynna resultaba una humana interesante; tenía una curiosidad insaciable, y eso hacía sentir más joven a Falenthal. Se encontró con que ella, igual que él mismo, tenía conocimientos del mundo adquiridos a partir de mapas y libros, pero que algo hervía en su interior, una insatisfacción que la empujaba a querer vivir el contenido de esos escritos. Y, en el futuro, ser ella misma la autora de esos registros que abrieran los ojos y animaran los pies de otros como ella.

Hablaron del Bosque Negro, que Falenthal conocía muy bien, y Wynna le habló de la nueva ciudad de Valle: el elfo nunca se había sentido atraído por la idea de vivir en una ciudad de piedras, pero la pasión con que le hablaba de los canales, del rumor de agua rascando la piedra tallada, los puentes y las avenidas de piedra coloreada,... los anteriores prejuicios del elfo se desvanecían con cada descripción de la joven.

Casi no se dio cuenta del cambio de paisaje, y de las sombras que empezaban a cernirse sobre el canal de agua, a pesar que el sol aún no se había puesto.

Wynna se esforzaba en el timón por encontrar un lugar firme donde amarrar el bote para descansar y explorar el terreno, pero no había forma de hallarlo. Tuvieron que prepararse para dormir en la misma embarcación, con la consiguiente incomodidad. Falenthal, que tenía el sueño breve y ligero de los de su raza, se encargó de vigilar el improvisado campamento. A pesar de los aires malsanos, los árboles no llegaban a ocultar el cielo todavía, y las estrellas de Elbereth iluminaban los suficiente el lugar para que sus penetrantes ojos vislumbraran con claridad los alrededores.

La humana se recuesta haciendo ver que confía en su compañero, si bien permanece alerta: alfin y al cabo no hace tanto que se conocen.

Falenthal que considera constantemente que está siendo puesto a prueba aguza sus sentidos entre la fría y húmeda niebla aunque se deja embelesar por el brillo de su querida Elbereth.

Pasan las horas y sus múculos empiezan a entumecerse a pesar de las mantas... aún así permanece atento para no ser pillado desprevenido.

En ese momento... observas un fenónmeno inusual en la estrella, parece que brilla con más fuerza. Te restriegas los ojos y admiras la belleza del acontecimiento. Es como si te hiciera un guiñó únicamente a tí. (*)

derrepente oyes a tu espalda un ruído estridente. como si fuera un chillo; a medio camino entre humano y animal, que rasga la noche. Contienes la respiración. La humana abre los ojos pero no consigue movilizarse... Os miráis interrogandoos pero sin siquiera hacer un gesto.

PRUEBA DE CORRUPCIÖN; VAMOS: NO14. dados de sabiduría.

El chillido lo dejó helado. Sus huesos se estremecieron, pero colocó una saeta en su arco antes incluso de haberse puesto en pie.

No se atrevió a moverse hacia el sonido, al menos no sin saber algo más sobre él. Así que se dejó envolver por el susurro del viento entre las hojas de los árboles, y Falenthal empezó a murmurar una canción de su pueblo. Su bajo ronroneo se sumó al de la brisa que jugaba con las ramas, y les consultó respecto al chillido que portaba con ella.

Brisa nocturna 

¿Quién grita en el bosque

Rompiendo la calma

De la negra noche?

Dime ¡oh brisa!

Antes que nazca el alba

Y partamos aprisa

A orillas lejanas

Tenía un sueño inquieto, de esos que pueden ser habituales cuando estás fuera del hogar y rodeada de peligros desconocidos, cuando en medio de la noche suena un desgarrador chillido. ¿Es en mis sueños? Lo he sentido muy vivo, muy real, y me desvelo. Es en ese preciso instante que veo pasar a Falenthal a mi lado, agazapado, sigiloso y con la mirada perdida en la oscuridad del bosque mientras tensa muy poco a poco su arco cargado... Algo pasa. Me incorporo en silencio mientras tanteo el suelo cerca de donde quedó mi afilada espada...

Recuerdo cómo en una ocasión mi padre, "que en paz descanse"- comineza a hablar falenthal con voz tranquilizadora-, me enseñó unos huevos de un nido que había caído de un árbol. Eran huevos normales en cuanto a tamaño se refiere; no más grandes que los de una urraca, pero de un color extrañamente verde con líneas amarillas como si setratara de venas que recorrían la cáscara. "son gráculas y emiten un sonido que parece el de una alimaña muy grande" me dijo mi padre... nunca llegué a verlas, ni oírlas por mí mismo.

El alba comenzaba a clarear con una leve luz muy amortiguada por la inamovible niebla.

- Un pájaro -dijo como despertando de un sueño el elfo, mirando a Wynna-. Sólo era un pájaro.

Su rostro dibujó una sonrisa, como un niño que se ha asustado por el viento en las ramas, mientras guardaba la flecha y se colgaba el arco del hombro.

- Wynna, ¿te parece si partimos ya hacia el sur? Podemos desayunar algo en el mismo bote, mientras avanzamos terreno. No me gustaría que diéramos tiempo a que desaparecieran las huellas o rastros que hayan podido dejar esos enanos.

La noche anterior ya habían decidido no desempacar más que las pertenencias necesarias: sabían que no podrían hacer una acampada larga, ya que el terreno no era acogedor y tenían prisa. Recoger el poco campamento que habían conseguido y ponerse de nuevo en marcha fue una tarea rápida.

Por más que se tratase de un simple pájaro, esta manera tan inquietante de despertar me dejó una extraña sensación de desasosiego (me anoto 1 pto. de Sombra).

- Estoy conforme con tu propuesta, compañero. Abandonemos cuanto antes este lugar tan inquietante y continuemos con nuestro cometido.

Diciendo esto, recojo el vivac, lo meto todo en la barca y me siento en su interior con las manos ya sobre el timón, mirando a Falenthal en plan "vámonos de una maldita vez"...

Falenthal ayuda con un junco flexible y largo sondando la profundidad y manteniendo el bote lejos de las hierbas que afloran  por doquier. El peso recaen en la habilidad del timonel: Wyna tira una de Atletismos NO16.
 

- Menos mal que estás con ese junco largo, porque estoy notando en el timón las cada vez más densas aguas de este cenagal... cuesta cada vez más mantener el rumbo que quiero...

Esa pequeña certidumbre que tienes de que algo va a terminar sucediendo y que a pesar de ello te acoges a una fe irracional de que no suceda...

-GrrrraaSSSSss, ÑÑÑÑÑÑÑÑIIAAAAAAA.

El bote se queda varado por segunda vez en esta maldita ciénaga de los hue... y de nuevo tenéis que desembarcar y empujar con el agua gélida de las montañas del norte por encima de la cintura. Lleváis horas con el agua entumeciendo los múculos del cuerpo y aún no habéis parado para comer. Hasta la comida está revenida por la humedad.

*perdéis 3 puntos de aguante cada uno. (no soy yo son los dados... de wyna, la timonel)