Partida Rol por web

Dientes del Emperador, dame orkos cualquier día en lugar de estos cobardes de la Armada y sus bombardeos orbitales...Puedo combatir orkos.

-Capitán Vanus, 14ª compañía de reconocimiento de Catachán.

Han pasado varias semanas desde que vuestra compañía aterrizó en Aeryas como parte de la Operación Golpe de Martillo. Como miembros del 14º de reconocimiento de Catachán habéis estado en primera línea de combate todo el tiempo, avanzando más y más en territorio orko. Tras varias duras batallas con el apoyo del 17º escintilano, vuestra compañía ha llegado finalmente al Hervidero, un enorme cráter en la jungla, donde los orkos han instalado su principal punto fuerte.

Después de una noche particularmente sangrienta, vuestra escuadra ha quedado separada del resto de la compañía. Ahora estáis escondidos en las ruinas de un fuerte orko, con sólo vuestro sargento de compañía Dryak y un puñado de heridos. La tarea de reuniros con vuestra compañía os saluda con el amanecer.

Creo que no estamos muy lejos de los nuestros. En esa dirección -dijo señalando la noche que se alejaba-, si avanzamos rápido podremos romper las líneas orkas y salir de aquí.

Miró a los soldados que le quedaban, reunidos en torno al sentinel que les quedaba en pie. Habían tenido suerte de que el bípode se hubiera desviado con ellos durante el combate, ello les daría ventaja si los orkos estaban tan dispersos como ellos solos.

Ganal ha perdido la pierna y Qaron va a morir si no le sacamos pronto de aquí.

¡Cállate! Aún no estoy muerto, puedo oirte cabronazo. ¿Vale?

Qaron había recibido varios disparos de slugga en el estómago y perdía sangre de color oscuro, de esa que siempre anunciaba un cadáver. Se apretaba un chorreante trapo (la manta de alguno de vosotros, o de algún difunto, imposible saberlo ya con este caos) en intento de frenar la hemorragia, sin demasiado éxito.

Los demás no estaban mejor: Ganal había perdido la pierna cuando un obús le había estallado cerca y Tabas estaba ciego desde que la metralla le había reventado ambos ojos. Damus, el operador de radio, había muerto en algún momento antes del amanecer; buen chico, no se quejó del fragmento de metralla que llevaba clavado en el costado y se murió sin hacer ruido ni molestar a nadie.

Estabais seguros de que había sido fuego amigo, en medio de la noche alguien, algún idiota, había pedido fuego de artillería y aquella lluvia de fuego y metal había caído sobre vosotros. No sobre el 17º, desde luego, había algunas teorías al respecto de quién era sacrificable. Con las primeras luces de la mañana podías ver las columnas humeantes allá donde había caído la descarga.

Mientras tanto en la órbita de Aeryas...

El destino de muchos se decidía sobre una representación holográfica del campo de batalla. Lo cual no dejaba de ser una cruel metáfora. Pues allí arriba, a más de 200 kilómetros de la superficie de la jungla de Aeryas, ninguno de los oficiales reunidos podía tener conocimiento de las condiciones de la jungla. Jugaban con sus mapas y sus "unidades extraviadas" planificando un bombardero artillero que acabaría con los tipos malos.

El ataque comenzará en estas coordenadas y avanzaremos, sección por sección siguiendo la rotación de Aeryas. La descarga ha de ser especialmente densa en toda la zona del Hervidero, de modo que cuando llegue la descarga de segunda línea extermine los búnkeres que hayan soportado el primer embite.

Puedo asegurarle que casi todas las unidades del 17º escintilano se han retirado de las zonas objetivo y que estaremos preparados para comenzar en breve los ataques orbitales sobre la vanguardia orka. También me doy cuenta de que elementos significativos del 233º de Catachán no han llegado a la zona de seguridad. Esto fue siempre un riesgo anticipado y creo que hablo por muchos de los presentes cuando digo: ¿quién les va a echar de menos realmente?

     Aquello era un mierda de proporciones incalculables. A nadie le importaba lo que les ocurriese mas que a ellos mismos y solo de ellos dependería salir de allí. Blaine lanzó un esputo oscuro que cayó contrastando con el verde la vegetación local. Su afición de fumar constantemente gruesos cigarros de lho de baja calidad provocaba aquel hábito tan desagradable para quienes le rodeaban. - Joder sargento, guienos a la tierra prometida. Sáquenos de aquí antes de que esos culos azules del 17 nos borren del mapa como a bichos.

Striker estaba afilando el cuchillo catachiano, aquello que los extranjeros llamaban espada, para los hijos de catachan era un simple machete. Miró con cierto desprecio a Qaron; escupió al suelo y se puso en pie envainando su arma de filo - Callate - le espetó de malos modos - sigue gritando así y tendremos encima a medio campamento orko - Striker hablaba con un tono de voz áspero y frío, muy suave, hablaba como un susurro, como el ruido que hace un machete saliendo de su vaina, algo dificilmente audible pero que más vale oírlo.

Miró al sargento al mando con cierto respeto, había perdido a su compañero, el operador de radio y lamentaba la perdida en silencio, al menos ese chico había muerto como un hombre y no vociferando de dolor - Sargento, habrá que moverse... aprovechemos la noche y avancemos

La noche...-rió brevemente, sin gracia- en esta mierda de luna casi no hay noche.

Señaló con la vista el inminente amanecer que arrojaba la luz del sol sólo cuatro horas después de que se fuera. Los orkos estaban a su alrededor, no muy lejos, de vez en cuando se oían algunos disparos aislados y alguna ocasional explosión sorda.

El sargento (no era realmente su sargento, era de otro pelotón pero en la confusión de la noche se habían juntado con ellos y era un suboficial de mayor antigüedad) se incorporó y bebió algo de agua. Refunfuñando.

No tengo ni puta idea de dónde estamos.

El sargento se acercó a Damus y le arrancó la radio de la espalda, dejando caer su cadáver sobre la hierba. tenía un agujero de metralla, pero aún chisporroteaba. Dryak intentaba repararla como mejor sabía: a golpes.

     Blaine vio a Dryak intentar echar a andar la radio a la antigua usanza y se incorporó como un resorte. - ¡Ou, ou! ¿Que hace, sargento? Se apresuró a apartar las botas sucias de barro del sargento de aquella maquinaria que podía sacarles de allí. - No creo que podamos llamar a nadie con un pisapapeles de mas de 20 kilos si sigue dándole leña a esa radio. Déjeme probar. Y si tenemos mapas de la zona, planos o algo así, tal vez pueda encontrar el desagüe que nos saque de este pantano de mierda. Bastante jodidos estamos ya como para andar dando mas palos de ciego... Su preparación como operador de vehículos traía consigo una serie limitada de rituales sencillos para reparar elementos de equipo militar estándar. Nada complicado, pero suficiente para poner en marcha cosas no muy complicadas.

De pronto, la comunicación vuelve a funcionar con un murmullo de voces y comandantes en pánico. Tras unos breves momentos de escucha, recomponéis lo que debe haber sucedido mientras estabais aislados en el fuerte. Parece que lor orkos han lanzado un masivo contraataque contra la vanguardia imperial que amenaza rodear a todo aquel entre el Hervidero y el río Gamo. Para evitar que los elementos del 233º y la totalidad del 14º de reconocimiento queden asilados, se ha ordenado una retirada general y todas las unidades más allá del Gamo tienen que retroceder. El 17º escintilano está siendo evacuado en estos momentos vía aérea. Para prevenir una brecha hasta las zonas de desembarco, la armada Imperial machacará "toda la región alrededor del Hervidero", bombardeándolo desde la órbita en un esfuerzo por desgastar el ataque orko. El bombardeo comenzará en 11 horas...

Dientes del Emperador, dame orkos cualquier día en lugar de estos cobardes de la Armada y sus bombardeos orbitales...Puedo combatir orkos.

Dryak maldice y blasfema sin control y después se gira hacia el amanecer...el anochecer traerá las bombas. Estén ellos ahí o no.

Tenemos que salir del Hervidero y llegar al río Gamo, a la base Diente Largo. Demonios, eso está más lejos que Terra si vamos a pie.

Pues en marcha - dijo poniéndose en pie y cogiendo la escopeta, listo para avanzar y combatir - aquí parados solo somos un blanco fácil y a lo sumo podemos tratar de saquear algún vehículo pielverde... pero yo opto por ir andando y a buen ritmo - comentó a sabiendas de que varios de la unidad no podrían seguir el ritmo... peor para ellos, de ser Striker uno de los heridos no retrasaría al resto del grupo, no se lo merecían, un buen soldado debe saber donde están sus limites.

     - ¿Pero tu has visto como están? Dijo Blaine señalando a los heridos. - Como vamos a ir a buen... ¡Ou! Espera un momento... ¿no estarás pensando en...? El operador de repente de lo que sugería Mordedor: quería abandonar a los heridos. Los catachanos eran duros y sabían apretar los dientes en caso de necesidad mejor que nadie, pero ésto de abandonar a los compañeros... ¡joder! Había compartido muchas jodiendas con Qaron como para que no le costase dejarlo atrás. 

Ganal sí había entendido qué pretendía. No juzgó la resolución del sargento. Tipo duro como era se había resignado mucho antes que cualquier otro. No tenía la pierna pero aún podía usar los brazos y con ellos sujetaba su arma.

Striker, ven aquí y dame una granada. Me llevaré a algún hijoputa que venga a trozearme con su choppa.

El sargento, dejando la destrozada radio miró a los herido y frunció el ceño ante la idea de Striker.

No me gustaría dejar atrás a los chicos. Los escintilanos deberían estar por aquí, quizá nos dejen subir a uno de sus Valkirias.

     - Joder, un sentinel no el mejor vehículo de transporte del mundo, pero podríamos intentar apañar unas parihuelas o algo. Colgarlos con arneses a los lados de la cabina... sé que todos estamos preparados para morir en cuanto nos alistamos pero dejar a unos compañeros atrás... estaba claro que a Blaine no le gustaba un carajo la idea de dejarlos tirados aunque a él mismo habría hecho la sugerencia de Ganal si estuviese en su lugar. Eran catachanos y no había lugar para la debilidad, aunque si para el compañerismo.

Dejar compañeros atrás puede suponer la supervivencia del resto - se encogió de hombros comprobando si estaba limpia la salida de la escopeta. Miró al frente escudriñando la noche - ¿Donde se supone que quedan esos maricas Escintiamierdas? Esta puta operación es un jodido desastre y todo ha salido del revés, fijo que están en otro hemisferio

     - ¿En otro hemisferio? Esos hijos de puta estarán ya camino de su casa...

     Blaine estaba resuelto. Solo cuando no quedase mas remedio se plantearía el abandonar a su camarada, pero no antes de  haber quemado todos los cartuchos. - Ayudadme a intentar apañar algo para llevarlos. No voy a quedarme cruzado de brazos viendo como mueren mientras me queden cojones para intentarlo al menos. Dicho ésto se puso manos a la obra para montar unas parihuelas donde asentar a los heridos.