Partida Rol por web

Liv se agarró al brazo de Fancoz cuando éste se acercó. Parecía algo traspuesta. 

- Lo siento... - musitó - Sé que no hacen daño ni nada - miró los pinchos de reojo - pero me dan algo de miedo. 

Tiró un poco de Fancoz, pretendía llegar al otro lado del "puente de pinchos" lo antes posible.

De pronto, la pregunta que le había hecho S. Uzi a Froggit cobró cierto sentido en la cabeza de Liv. Miró a los compañeros que se habían quedado atrás, hablando con la rana. Esperaba, expectante, la respuesta del batracio.

Pese a ser "supuestamente" inofensivos, una cosa era ser un chico que procuraba ayudar y otra muy diferente fiarse ciegamente, de que algo que parecía peligroso fuera inofensivo. El muchacho miró las barandas, para ver si eran lo suficiente fuertes y gruesas para cruzar sobre estas.

Froggit, para disgusto de S.Uzi, Alex y Liv, ignora su pregunta de plano y con un característico "ribbit" vuelve al agua de un salto cuando ve que los niños comienzan a cruzar el puente, perdiéndose en la profundidad del estanque. El puente es, efectivamente, inofensivo y nigún daño reciben los pequeños cuando caminan a través de él, viendo como los pinchos se apartan a su paso.

Al otro lado les espera un largo pasillo aparentemente vacío...

Y tras este el camino se bifurca brevemente, dando a ver una pequeña salita con una especie de... ¿altar?, rodeada por un par de pequeñas fuentes decorativas. El camino sigue por otro lado entre pequeños montones de hojas rojas, que transmiten una extraña sensación de nostalgia...

Y avanza más y más, entre antiguas salas en las que el polvo parece ser el único y perenne habitante, no muy dispuesto a dar un tour u ofrecer conversación a los chicos. Los muros de piedra morada enclaustran este espacio siempre iluminado con la tenue luz de algunas antorchas dispuestas por los techos, que arden de manera constante sin apenas crepitar. 

Salas y más salas... el lugar parece interminable... En algunas el suelo parece quebradizo, pero tras posar el pie sobre él parece que aún le quedan unos años para ser tan frágil como para hundirse bajo el peso de uno solo de los niños. En otras hay barreras de pinchos, pero todos los interruptores requeridos para bajarlas han sido activados y los niños pueden pasar sin daño ni mácula, ni esfuerzo dicho sea de paso.

Tras andar y andar los chicos encontrarían una sala con una pequeña mesita y un quesito. No es el final del camino, pero demonios, el final parece no llegar nunca. Esta salita parece algún modo hecha para el descanso. Un agujero en la pared parece ser la morada de algún ratón u animal similar, y frente a ellos, continuando el camino, otro colchón de hojas rojas.

"Esa rana malvada... ¡Nos ha ignorado por completo!" pensó Liv. Aquel encuentro le había dejado un regusto amargo. "No te puedes fiar de los monstruos" decidió.

Siempre andando cerca de sus compañeros, Liv observó las paredes, las hojas, las antorchas azules... Durante el camino se adelantó en algunas ocasiones, aunque no mucho, para observar con más detenimiento las cosas que le parecían curiosas. Pisoteó un poco las hojas rojas para deleitarse con su sonido, y luego se adentró en la sala con el altar.

- ¿Qué es esto? - preguntó en un susurro, más bien para sí, mientras se acercaba a examinarlo.

El chico avanzaba con calma, aunque viera algún interruptor o cualquier cosa, preferiría no tocarlo, después de todo si Toriel había pasado, estaría presionado lo que debiera estarlo.

[Imagen 1]: se paró un momento a mirar la columna casi al final de la sala, por si pudiera ver algo raro, y tras una inspección rápida, siguió caminado.

[Imagen 2]: Después caminó detrás de Liv hasta aquel altar, no sabía a que tipo de dioses debían rendir culto en ese lugar, así que estuvo mirando alrededor, para conocer más de ese lugar.

Su primer impulso fue visitar el altar, pero Liv y Miki ya se estaban encargando de ello. En su camino todo le había parecido preocupantemente normal, pero una cosa había llamado su atención: una mesa con un trozo de queso encima.
Se dirigió hacia ella y recogió el queso. Una vez lo tuvo en la mano observó su entorno y... ¡descubrió un pequeño agujero en la pared! Igual que en aquellos dibujos animados del gato y el ratón. A lo mejor había un rató dentro...

Depositó el trozo de queso en la entrada del agujero y esperó para ver si salía algo.

"No se yo... Ahora no podemos fiarnos ni de nada, ni de nadie"

San se dedica a registrar con cuidado el pasillo, mirando bien si las paredes son huecas o hay algo o alguien escondido tras las columnas

"¿Sabeis? Tras lo de Froggie, me apetece un trago más que nunca ¿y a vosotros?" en mi garganta, el dulce sabor del zumo de naranja se repite

El "altar", aunque a primera vista parece tal, no es si no una pequeña columna sobre la que reposa un plato con... Galletas. Así es, galletitas con migas de chocolate. Tienen una pinta deliciosa. Junto al plato una pequeña nota reza con letra pulcra y elegante:

Coge una y solo una si tienes hambre

Tras la columna no parece haber nada, aunque sería un sitio genial para ocultarse de estar jugando al escondite... Tampoco parece haber nada relevante en la sala.

Fancoz, que algo sabe de cocina, se percata rápidamente de que el queso es bastante bueno. Al acercarse al hueco en la pared escucha un ruidito agudo, el chripchrip de un pequeño ratoncito. Pensar que el animalito algún día superará su timidez y saldrá a coger el queso llena el corazón del chico de Amabilidad.

Ya que les daban permiso, Miki dudo en coger una o no, prefería reservarse para el pastel de Toriel, pero en efecto tenía hambre, y posiblemente todos tendrían hambre, no quería faltar al respeto al resto, pero es sabido que con hambre y comida delante, esta aumenta. Sonó su estómago en leonado, Miki hizo una reverencia agradeciendo la galleta a quien fuera y se la comió, acto seguido juntando sus manos y como le habían dicho sus padres alguna vez, fue a por un poco de agua y limpió lo que su falta de utensilios le permitió.

- que aproveche - dijo sonriente antes de comerse esa galleta, y al altar cuando le daba un poco de agua.

Liv, al descubrir la agradable sorpresa que les esperaba en el altar, se puso bastante contenta. Las galletas no eran su comida favorita en el mundo, pero agradeció que estuviesen allí. 

Al ver que Miki cogía una Liv hizo lo propio. Tomó una de las galletas con sus manitas, no convenía enfadar a quien fuese que las había dejado allí. Se aguantó las ganas de mordisquearla, quería guardársela por si acaso.

Siguió a su compañero cuando éste salió de la sala. Parecía empeñado en examinar los mecanismos que se iba encontrando. A Liv aquellas trampas falsas le parecieron aburridas, así que simplemente avanzó y avanzó hasta llegar a donde se encontraba Fancoz.

Cuando los chicos se reunen en la sala del queso ven que Fancoz ha depositado el mismo frente a un agujero en la pared que hace las veces de entrada a una pequeña ratonera. De la misma se pueden incluso escuchar los agudos ruiditos del animal que la habita, pero parece que no va a salir.

Pronto los chicos se dan cuenta de que no les queda otra que seguir avanzando.

En la sala 3 Miki no encuentra nada particularmente interesante. Por un momento le parece que una de las piedras del final de la sala le guiña un ojo pero... ¿una piedra guiñando un ojo? Cuando vuelve a mirar se cerciora de que no es más que una piedra corriente. Solo eso. Una piedra. Si.

Sin embargo cuando los niños pasan sobre el manto de hojas rojas...

- ¡Au!

Una figura semitranslúcida se levanta del suelo bruscamente con un tétrico lamento. Antes de que los chicos puedan darse cuanta de qué está ocurriendo o decirle que no le pueden haber pisado siquiera porque es incorpoóreo... ¡Notan que sus ALMAs van a ser atacadas, pues el fantasma se abalanza sobre ellas!

El fantasma... ¡parece que va a llorar! ¿Será porque nadie puede ver en su interior? ... ¡Qué tontería, si es transparente!

[[HP actual de Alex: 15/25]]
[[HP actual de Liv: 8/20]]
[[HP actual de Fancoz: 25/25]]
[[HP actual de Susi: 12/20]]
[[HP actual de Miki: 18/18]]
[[HP actual de Uve: 10/18]]

[Atacar] [Interactuar] [Usar un objeto] [Clemencia]

[Interactuar]: [Examinar] [Amenazar] [Broma] [Animar]
[Usar un objeto]: (Depende del inventario)
[Clemencia]: [Perdonar] ó [Huir]

Liv sacó su pequeña daga de juguete cuando el fantasma se les plantó delante. ¡Otro monstruo! ¡Aquel sitio estaba lleno de enemigos terribles y malvados! Liv era consciente de que no se encontraba en las mejores condiciones, pero quizá con el apoyo de sus compañeros podrían derrotar a su nuevo enemigo. 

¡No se dejaría amedrentar! ¡Lucharía valientemente!

- A... ¡A-apártate fantasma! O me o-obligarás a... ¡A pincharte!

O lo intentaría...

Cuando veo al fantasma, el susto hace que en un visto y no visto, el revolver de 'pá' esté en mi mano.

H&K USP. Hecha en Alemania. Munición de nueve milimetros. Una sola de esas balas te hace pedazos. Un disparo en la cara y tendrán que reconocerte por lo que lleves en los bolsillos. Y el tirador jamás olvidará la imagen. Le perseguirá cada noche. Le perseguirá a cada esquina.

Hemos tenido en casa a este -y otros- monstruos. Y ahora está conmigo. Acompañandome como la misma culpa.

Entonces me fijo. El fantasma, ese ser pálido... esta ¿Triste? ¿ASUSTADO?

"E... Esto... ¿Estas bien?"
"Venga hombre, no llores. Eres un hombre ¿No? ¡Tu vales más que esto! ¡Vales más que para echarte a llorar!"

Bajo el arma, y me acerco con intención de animarle. Ya he llorado yo demasiado, y no quiero que los demás tengan que hacerlo

El pequeño Miki casi cae de culo, ¿un fantasma? Puede con monstruos, ¡puede tocarlos! ¿pero un fantasma? Dio unos pasos atrás asustado, intentando no salir corriendo y suelta una gracia tonta intentando darse valor a si mismo.

- el baile del fantasmaaaaaa - dice moviendo los brazos en alto.y haciendo temblar sus rodillas.

Recuperado de la impresión inicial, Fanconz se acercó un poco más al fantasma, lo suficientemente lejos para ver algún detalle más, pero lo bastante retirado para evitar ser atacado. O al menos eso pensaba.

Le gustaba saber a que se enfrentaba si era posible. Siempre había sido muy observador.

Parecía triste o dolorido, porque tenía toda la pinta de que se iba a poner a llorar.