Partida Rol por web

Tras ella llegó Vicky. No parecía tener ninguna prisa y tampoco se disculpó. Simplemente se situó junto al resto con los brazos en posición de jarra y la cara de un niño pequeño que está a punto de ser regañado sin razón.

—Hoy han pasado cosas terribles en el Annika, en la compañía. Una la hubiera ignorado, pero cuando ha sido más de una significa que hay gente queriéndome joder y que puede hacerlo gracias a que al parecer, no puedo contar con nosotros —empezó explicando en voz alta mientras caminaba en círculos recorriendo a todos los presentes, en ese momento tomó el arma vintage y la sopesó en sus manos por si alguien intentaba reaccionar violentamente—. Tanya se ha explicado y me ha contado toda su parte, y se lo agradezco. En cambio...

Dimitri supo que el otro que estaba en cuestión era él mismo.

—Tú has desaparecido sin decirme nada, y durante su desaparición han venido a joderme un perro del gobierno hasta las cejas de Trank, y después un idiota de algún tipo de corporación o mafia que no sé ni cuándo va a volver. Tenías que haber estado de barrera, sin embargo, desapareciste sin decírmelo. Y es precisamente durante tu turno y tu ausencia, que los que no deberían haber entrado, lo hicieron. ¿Por qué no me avisaste?

—Yo, se lo dije a Natascha

KoperniK se fingió sorprendido ante confesión que ya conocía.

—¿Entonces cuando acabe la semana te va a pagar Natascha? Casualmente cuando pudo decírmelo era cuando tenía a ese cabrón encima... Entonces... ¿Natascha no ha sido diligente retrasándose en el aviso? ¿O te piraste con la esperanza de que no me enterase y ella debería cubrirte en caso de que me diese cuenta?

Todos parecían algo más relajados al ver que el foco estaba entre esas dos personas.

—No puedo llevar esta empresa en medio de la mafia, la corrupción y el crimen si no confío en vosotros... Dadme una razón para hacerlo.

Lo de la indisposición estomacal de Dimitri no se lo cree nadie. El tío otras veces se ha estado muriendo y ha aguantado el tipo sin irse del curro. Aquí hay gato encerrado, te lo aseguro.

Si no haces nada la cosa irá a más. Vas a tener que ponerlo en si sitio y afianzar tu liderazgo...

Todos callaron en respuesta, lo que no gustó nada a KoperniK quién esperaba una retahíla de excusas y razones.

–Silencio… –subrayó en voz alta–. Demando explicaciones y tengo el silencio en cambio.

Con dos pasos salvó la distancia que le separaba hacia donde estaba Dimitri y amartilló su arma para colocarla a escasos palmos de aquel desgraciado.

–Maldito desgraciado, otros días te he visto currar como un jabato mientras estabas hecho mierda, sin embargo, ¿me estás fallando esta vez y callas como una puta rata? ¿A quién me has traicionado esta noche? –inquirió nuevamente mientras disparaba su arma tras bajarlo un palmo y apuntar al hombro.

¡Joder Kopernik! ¡Cálmate y baja el arma, porfavor! —gritó Vicky. Estaba muy nerviosa ante aquella situación.

Dimitri se sentía impotente teniendo un arma apuntandole a dos palmos de su puta cara. El sudor resbalaba por su frente y empapaba la camisa de algodón que llevaba debajo de la chaqueta. Aún así, no dijo nada. Mantuvo el tipo como pudo y en ese momento fue casi imposible adivinar si acabaría quebrándose o no...

—Vale vale vale vale... —se apresuró a decir mientras levantaba ambas manos. —Tranki, ¿vale?. Tranki—. El bocajarro de un arma era un método de persuasión que raras veces fallaba. Kopernik lo sabía.

—Fue por mi hermana, Kop —usar la abreviatura del nombre del jefe en aquel momento fue un error causado por una mezcla de nerviosismo y costumbre. —Me llamó. Estaba jodida. Llorando. Ayer unos cerdos del gobierno entraron en su garito y le dieron una paliza —explicó como pudo mientras el cañón de la pistola le seguía apuntando—. Algo chungo, ¿sabes?. Algo relacionado con unos sintéticos. —Se encogió de hombros. Era evidente que no tenía muy claro de que iba toda aquella movida que estaba intentando relatar.

—La cagué, lo sé. Debí habertelo contado directamente —sus expresión comenzó a relajarse. Sus brazos también lo hicieron.

—Pero me puse nervioso, ¿sabes?. Tenía que largarme cagando leches y eso fué lo primero que se me ocurrió—. se encogió de hombros y miró a Natascha. —No la tomes con ella. No sabía nada. También le mentí...

La hermana de Dimitri era Cable. Kopernik la conocía de oídas: Una jóven emprendedora como fué en su día el ahora dueño del Annika. Como él, Cable también tenía su propio negocio tapadera que ofrecía un servicio clandestino en la parte de atrás. En lugar de experiencias simestim, ella comerciaba con acceso al velo y al digizonte a través de un locutorio seguro.

—Eso es todo —dijo deseando que el jefe bajara de una vez el arma.

Aquella parecía ser una noche de llantos y revelaciones para Kopernik. Y si los sintéticos de Dimitri eran los mismos que los de Tanya, estaban abarcando todo el protagonismo por momentos...

—No es suficiente, no me has contado una puta mierda Dimitris... —añadió encarándole mientras le colocaba el cañón en la sien. Sus ojos eran la personificación de la ira a la que no ayudaban su aspecto brillante y rojizo— ¿Cómo la cagaste? ¿El hijoputa del gobierno está aquí por tu maldita culpa? Cuéntame algo si no quieres que te pegue un puto tiro a ti y a tu hermana para después echaros a los perros. ¿Es que eres retrasado y no has entendido mi maldita explicación?

Vicky se adelantó un par de pasos para intentar mediar en la conversación pero al escucharla KoperniK se giró.

—Vicky, ahora no joder. ¿Es que no entiendes lo que ha pasado aquí hoy? —replicó sin paciencia alguna, entonces devolvió su atención a Dimitri—. Dimitri te lo va a explicar. ¡Venga, cuéntaselo!

—Eh, pero cálmate tío —cuando el segurata del Annika escuchó a Kopernik amenazar de muerte a su hermana adoptó una postura más defensiva. Retrasó ligeramente la pierna derecha ganando estabilidad y mantuvo las manos a la altura del esternón con ambas palmas apuntando hacia Kopernik. Su lenguaje corporal emitía un mensaje que decía 'me estoy preparando para lo peor y sé cómo defenderme'.

—La cagué largándome del curro con una mentira —explicó—. Símplemente eso. No tengo ni puta idea de quién cojones es ese tío del gobierno que dices porque ese tema no va conmigo. No sé que mierdas te pasa hoy pero, ¿sabes qué?. Me importa un carajo. Por mi te puedes ir a tomar por culo, tú y tus aires de grandeza. Me busco otro curro y que te den. Paso de aguantar este tipo de mierdas. No sé quién cojones te has creído que eres para amenazar a mi hermana y a mi de muerte por faltar un par de horas al trabajo.

Soltó un bufido cuando terminó de hablar. Ninguno de los presentes dijo nada. Sólo habían unas cuantas caras de estupefacción. La tensión que había en el aire podía cortarse con un cuchillo.

Dimitri está a punto de darse media vuelta y largarse.

Te ha contado todo lo que sabe y ahora parece que tiene claro que deja el curro en el Annika.

¿Qué haces?.

—Está bien... Lárgate —le animó bajando el arma—. No quiero a un tarado en el que no puedo confiar y que no entiende lo que hacemos aquí, al resto supongo que os espero mañana —añadió dando la reunión por terminada.

Sin embargo, el corro permaneció sin perder la forma varios segundos como si nadie creyera las palabras de KoperniK, fue éste el primero en moverse dirigiéndose precisamente a la salida para llamar a Sergei, seguía llevando su arma. Fue precisamente el momento en el que se llevó la terminal al oído para mantener la conversación discreta, cuando finalmente Tanya se animó a moverse después la siguieron los demás quienes se dirigieron a sus vestuarios para recoger todo, otros directamente se marcharon a la salida.

KoperniK estaba pendiente no sólo de la llamada, si no de los movimientos de Dimitri. Por lo que a él respectaba, estaba muerto, simplemente no quería hacerlo en aquel momento delante de los demás por si pecaban de excesivamente aprensivos. Vio que un par de ellos se despedían de él, quién se quedó incómodamente un tiempo en el lugar sin estar muy seguro acerca de qué hacer. Entonces aquel maldito parecía que finalmente iba a salir.

—Un segundo, sí Sergei podéis traerla¹. Hasta ahora— se despidió de su interlocutor dándole aviso para hacer aquel trabajo privado. Por sus particularidades prefería hacerlo discretamente sin ojos indiscretos. En ese momento al cadáver le quedaban dos pasos. Entonces levantó el arma y sin dudarlo disparó su revólver aullante².

—Considera esto tu finiquito maldito dupek³ —añadió escupiendo al cuerpo y disparando una segunda vez entonces levantó la mirada y miró a los dos que quedaron atrás y vieron aquello⁴.

—Ese es el precio que pagan las ratas, Dimitri se creía demasiado listo... Mañana os mostraré a qué me refiero—. Explicó guardándose el revólver.

Un sólo disparo le bastó para acabar con aquel desgraciado. Una sola bala. Por la espalda. A sangre fría. Vicky aún estaba allí y contempló horrorizada la escena. Se llevó ambas manos a la boca y estas la taparon evitando que de allí escapara ningún sonido. Kopernik vió el miedo en sus ojos y eso lo reconfortó. Si eran ciertas sus sospechas y la subida de honorarios de Vicky le estaban haciendo perder dinero por otro lado, acababa de dejarle claro a la bailarina lo que le sucedería si se le ocurría jugársela en el futuro.

Después sonó otro disparo y la música del Annika se lo tragó. El hilo musical aún sonaba así que no había que preocuparse por el ruido. El segundo proyectil impactó de lleno en la cara del cadáver desfigurándola burdamente. ¿Tenía ese acto algún significado para Kopernik?. Era posible. Cosas de su tiempo en la mafia tal vez.

Allí también estaba Austin, otro de sus chicos de seguridad. Este se quedó paralizado por el miedo cuanto vio en los ojos de Kopernik el reflejo de la ira a punto de salir en estampida como un caballo desbocado. No dijo una sola palabra y tampoco se movió. Lo que vino a confirmar que a él también le había quedado claro lo que le esperaba si le tocaba las pelotas al jefe...

Vale. Una nómina menos que pagar a final de mes.

¿Y ahora qué?.

Dime: ¿Qué piensas hacer con el cadáver?. ¿Cómo vas a deshacerte de él?.

—Austin... Acabas de ganarte el ascenso. Si lo quieres claro —le preguntó señalándole el cadáver. El mensaje era doble: por un lado necesitaba un nuevo jefe de seguridad y por el otro, así le encalomaba el marrón de deshacerse del cuerpo.

En otras circunstancias habría querido estar pendiente del proceso, por precaución, sin embargo, estaba a punto de encontrarse con su ex-jefe. Cosa que siempre le ponía nervioso aunque hacía tiempo que se había salido.

Hay cosas de las que aunque uno cree estar fuera, nunca lo hace.

—¿Sabes lo que hay que hacer? ¿Necesitas ayuda? —inquirió de pronto, como si temiera que al subestimar aquello le fuese a estallar en la cara. La naturalidad con la que había estado hablando era como si hablase de un recado mundano y no de un cadáver.

—No le defraudare —dijo aceptando el ascenso como jefe de seguridad del Annika, y la primera y desagradecida tarea que ese nuevo cargo requería.

Después tendió la mano abierta hacia el dueño del Annika: —Deme la pistola señor Kopernik. Debemos deshacernos de ella al igual que del cuerpo —Austin parecía tenerlo todo planeado. Daba la impresión que ya tenía en mente un sitio cojonudo para el cadaver de Dimitri. Desde luego mostraba más iniciativa y se le veía mucho más resolutivo que el anterior jefe de seguridad. Eso agradó a Kopernik.

—Tendrá que deshacerse de los testigos —Dijo señalando hacia la puerta por la que acababa de marcharse Vicky—. No conviene dejar cabos sueltos. ¿Quiere que me encargue yo?.

Austin miraba a Kopernik impaciente, como si tuviera ganas de hacerlo él mismo.

—No es necesario Austin... Valoro tu iniciativa pero no creo que se viese muy bien si palmo la mitad de la plantilla en una noche. Creo... creo que ha pillado el mensaje —contestó KoperniK, pero la mención a su arma le hizo ponerse en guardia. Valoraba la actitud pero no por ello le iba a poner todo en bandeja dándole pie a una posible traición. Se aproximó al cuerpo y retiró de éste los dos casquillos de bala— Asegúrate de que el cadáver no aparece nunca y déjame a mí que me preocupe del arma.

Se alejó del cuerpo un par de pasos mientras guardaba en su propio puño los casquillos de bala.

—¡Avísame cuando esté hecho! —le indicó volviendo al interior de su oficina

Había quedado con el ruso en que le iban a traer al sintético a su local para que extrajera los datos y los metiera en tarjetas sensoriales para poder beneficiarse de ellas en forma de experiencias simestim¹.

Kopernik volvió a la tranquilidad de su oficina. A esas horas ya no se escuchaba de fondo la sempiterna y martilleante música del local, cosa que agradeció enormemente. Miró la botella de licor medio vacía que reposaba sobre la mesa y por un momento pensó en ponerse otra copa. Un repentino bostezo descartó esa idea. Era tarde y estaba cansado. Había sido una noche larga y bastante movidita, así que si quería mantenerse despierto un par de horas más, seguir bebiendo no era una buena opción.

Mientras esperaba por el aviso del ruso, su nuevo jefe de seguridad ya se estaba encargando del cadaver de Dimitri. Aunque Austin era un tipo resoluto que parecía entender a grandes rasgos como funcionaban las cosas en el submundo criminal, era demasiado jóven para el gusto de Kopernik. Él si era de la vieja escuela: Un tipo que se tomaba las cosas con la calma y la sangre fría necesarias, el mismo tipo de criminal que eran Iosef Odonov y Sergei Vólkov. «Dinosaurios casi extintos...», pensó. El statu quo de los bajos fondos de Moscú estaba cambiando. Kopernik lo sabía y casi podía sentirlo en sus huesos. La nueva generación de criminales, más jóvenes e impulsivos, empujaba con fuerza a los viejos hacia una jubilación anticipada. Natasha Odonov era un claro ejemplo de ello, al igual que lo era la nueva banda de los cromados que parecían haber surgido repentinamente de la nada. Por un momento, Kopernik se sintió viejo, aunque al mismo tiempo se supo aliviado por haber salido de la partida de ajedrez mortal que la organización jugaba eternamente contra el resto de mafias de la Moscú...

—NO CONSEGUIMOS ENCONTRAR AL APARATO. ES COMO SI LA PUTA CIUDAD SE LO HUBIERA TRAGADO.

Su anterior línea de pensamientos se disipó cuando el mensaje de la Bravtá entró a trompicones y en mayúsculas a través de su neurochip.

Aún seguía asimilando el mensaje anterior cuando recibió otro aviso. Esta vez era una llamada de Igor.

—Esto está delicioso —la imagen proyectada reveló un puesto de comida hubicado en algúna de las viejas calles de Moscú. A través de la imagen digital casi podía percibirse el olor de la comida rápida—. ¿Has probado alguna vez esto? —preguntó.

Estaba diseccionando un cangrejo con alarmante facilidad.

La forma de su rostro se agrandó en un intento de escrutar la imagen que había tras Kopernik: —¿Todavía estás en el Annika?. Joder... Ese trabajo va a acabar contigo —dijo—. Deberías disfrutar un poco más de lo que hay fuera de esas cuatro paredes.

Eso último lo dijo chupándo de sus arrugados dedos los restos jugosos que el crustáceo había dejado impregnados en ellos.

Aún tengo que hacer un par de cosas esta noche y no me sobra tiempo como para desviarme hacia el Annika, pero quizá podrías venirte tú un rato y pruebas esta delicia.

Su otra mano se estiró para alcanzar una cerveza grande en un vaso de cartón parafinado.

—¿Qué dices?. Vente. Hablaremos...

–Te estaba esperando, aproveché para sacar un poco la basura y esas cosas pero bueno… –contestó KoperniK mientras volvía a recordar cómo acababa de dar pasaporte a Dimitri.

–Creía que teníais bajo control al aparato ese… Da igual –dijo cortando el asunto, tampoco quería provocar a su antiguo jefe. Y por la invitación que le había mandado parecía una oferta para trabajar. De esas que si las rechazas luego es posible que acabe teniendo problemas.

–Estoy agotado –reconoció suspirando–, pero me vendrá bien cenar algo. Estaré allí en un cuarto de hora, ve pidiéndome algo para entonces porfa.

Una vez colgó la llamada de un rápido movimiento se dejó caer en su asiento durante un minuto mientras maldijo el momento que decidió llamar a su jefe horas atrás.

«Maldito cabrón, quería librarme de ti con este favor y ahora resulta que me vas a absorber a tu agujero de mierda en el peor momento» maldijo para sus adentros.

Para cuando se levantó se dio cuenta en que llevaba un rato mordiéndose el labio inferior. Miró entonces la hora, había perdido tres minutos valiosos y ya iba un poco apurado.

No le costó aparcar su coche cerca del mercado en el que había reconocido a su jefe, echó a andar mientras miraba todos los puestos tratando de reconocer el de cangrejo en el que había estado. En ese momento se le acercó un tipo de rostro adusto, un vistazo de KoperniK lo identificó como un ruso de la vieja escuela.

Parecía que le habían encontrado antes de que él le localizase. Siempre era así…

Cuando Kopernik llegó encontró frente a su antiguo jefe los restos de un plato de arenques encurtidos —Me alegro de verte—. saludó antes de pinchar con el cuchillo la grisácea lonja del último que quedaba.

A Kopernik le trajeron el cangrejo acompañado por un par de pinchos de yakitori. Estos últimos goteaban una espesa salsa marrón que eventualmente le caía en los nudillos. Pidió cerveza.

—Así que estás metido en el tema de ese aparato... —dijo sin rodeos—. Haces bien. Ahora mismo parece no haber nada más importante en toda la puta Moscú.

Dio un largo trago a su cerveza.

—Y no me extraña... ¿Sabes que ese aparato y lo que tiene almacenado en la "cabeza" está diréctamente relacionado con el proyecto inmortalidad?.

No esperó que Kopernik contestara antes de formular una nueva pregunta: —¿Tú qué opinas del proyecto de Ilyanin?—. El dueño del Annika sabía que ese era un tema controvertido. Había presenciado en varias ocasiones como puntos de vista opuestos acerca de la inmortalidad acababa generando acaloradas discusiones. No tenía ganas de eso.

—¿Estás a favor, o en contra?.

Pero al parecer esa noche tendría que mojarse con su antiguo jefe...

—Bueno, ha sido más bien una carambola lo del aparato. Una de mis chicas debe de tener algún tipo de parafilia con la cosa esa hablaba de rollo lésbico pero siendo un aparato... Ya me entiendes. El caso es que tenía miedo de que su novio, Maik la hubiera dado matarile. 

Dio un sorbo a la cerveza que le habían puesto al llegar.

—Por lo que me cuentas debe ser una cosa bastante dura así que mi chica estará bastante tranquila por ahora —agregó encogiéndose de hombros—. Pensé en utilizarla para tender una emboscada, pero parece que lo tiene difícil para contactar. Todo eso de inmortalidad, es la primera vez que lo escucho.

—El asunto ese de la inmortalidad es muy relativo —opinó al sentir que esperaban una respuesta de él—. No sé cómo va a ser el asunto ese y a qué precio se alcanza. Pero a falta de otra cosa creo que la verdadera inmortalidad está aquí.

Se golpeó la sien un par de veces. 

—Las memorias, los recuerdos, el legado... Hoy día se sigue hablando de Iosef Stalin, incluso de Julio César que lleva unos 2000 años muertos y ahí sigue, sacándose mierdas de él. Igor, esa es la verdadera inmortalidad...