Partida Rol por web

—¡Alto, déjala hablar! —gritó KoperniK abalanzándose sobre el brazo de la ejecutora sin soltar su propia arma. En el momento en el que terminaba su movimiento, cayó en la cuenta de que no sabía si la cromada estaría agradecida por su movimiento, o no. Sea como fuera, no podía dejar que la información desapareciera así como así. 

Petrushka ni si quiera oía las palabras que decía Sabaka. Solamente veía, como a cámara lenta, los labios del mensajero moverse al ritmo de la imposible intención de hacer entrar en razón a la cromada. Y no había tiempo para eso. Ni si quiera existía garantía alguna de sus palabras funcionaran. Súbitamente, como un resorte, cálculos matemáticos precisos impulsaron sus extremidades metálicas. Se movieron con potencia, pero antes de que la fuerza de la inercia la llevara al punto en que su carrera se haría imparable, el cuerpo intruso de Kopernik se abalanzo sobre ella bloqueando su camino.

Ese fue el instante en que Eva apretó el gatillo. Después, el sonido subsónico del neumático vacío precedió la lluvia de agujas. Un centenar de filos moleculares que impactaron contra el cuerpo del aparato. Otros derivaron para clavarse en la espalda de Kopernik. El dueño del Annika apretó los dientes al sentir el dolor que producían aquellas punzadas lacerantes, pero eso no era nada comparado con la fría e inerte mirada que el aparato que tenia delante le estaba dedicando.

Entonces Sabaka vio como Eva estaba intentando recargar el arma...

Ese tipo había vuelto a inmiscuirse. Ya era suficiente. Sabaka estaba decidido a acabar con el problema de una vez por todas. Y si el ruso sabía lo que le convenía, no volvería a meterse en medio.

-No hay enemigos pequeños -pensó mientras se abalanzaba sobre la cromada...

En el mismo instante en el que un nuevo cargador entraba en el cuerpo del arma, el golpe de Sabaka la alcanzó. Murió en el acto. El cuello fracturado se dobló hacia abajo como una planta sin vida y el cromo de su cuerpo se desplomó tras él. Allí iba la información de Kopernik: directa al oscuro sumidero de la muerte cerebral. Allí moría la posibilidad de adelantarse al resto. La posibilidad de ser el primero en encontrar al N4D-3SH-1K0.

Entonces la duda brotó en la mente del mnemólogo: ¿Sería posible rescatar la información cerebral de un sujeto muerto?. Si eso era remotamente posible, tenía claro que mientras menos tiempo transcurriera tras la muerte, más probabilidades de éxito tendría...

¿Es eso posible Kopernik?. ¿Es viable recuperar la información de un sujeto muerte vía simestim?.

Tu dirás. Aquí el mnemólogo eres tú...

Todo pasó demasiado rápido. Petrushka ya había procesado la información y las posibilidades de su ataque. Sabía que acertaría y acabaría con la vida de aquella cromada. Sabía que su cráneo cedería a la violencia del golpe y que saldría propulsada a una velocidad pasmosa hacia el suelo. Sin embargo, instantes antes de que éste se produjera, el hombre trajeado se interpuso en su camino.

Tuvo que abortar su ataque en seco... pues si lo llevaba a cabo, mataría al hombre que ahora tenía frente a ella. Fue una acción que estaba fuera de sus planes y que le hizo perder valiosos instantes que la cromada aprovechó para disparar. Una vez más, Petrushka notó cómo los fragmentos de bala penetraban su maltrecho cuerpo. En ese momento, una ventana roja de emergencia apareció frente a ella.

PELIGRO. DAÑO CRÍTICO.

Estaba jodida. Ella lo sabía. Pero no sentía miedo, ni dolor. Lo que sentía era ira y odio... si a Luka le pasaba algo por culpa del hombre trajeado, el objetivo a asesinar cambiaría. Por fortuna, Sabaka completó la misión antes de que ella pudiera sobreponerse. Entonces, buscó con la mirada al chico...

—Luka, ¿estás... bien?

Su voz sonaba extraña... obviamente, producto del daño. Ya no era una voz humanoide, sino que por momentos se distorsionaba, sonando a fría y mecanóide... mostrando, sin lugar a duda, su verdadera naturaleza.

Ratón se deshizo del agarre sin vida de la mujer y corrió hacia Sabaka. Aquello respondía la pregunta del aparato: el muchacho estaba bien. Cuando alcanzó al mensajero, sus pequeños brazos se aferraron con fuerza a su cuerpo. El rostro del chico lo miró desde abajo. Ninguno de los dos dijo nada. No hacía falta. Los vidriosos ojos del muchacho fueron los transmisores silenciosos de un sentimiento imposible de describir con palabras...

-Vámonos a casa -dijo mirando a Petrushka. Ratón asintió, contento de escuchar por fin esas palabras.

Cuando Petrushka vio a Luka abrazar a Sabaka, entendió que el muchacho estaba bien. En cierto modo, suspiró de alivio. Sin embargo, el hecho de que el muchacho no hubiera prestado la menor atención a que ella también estaba presente le creo un sentimiento contradictorio. Un sentimiento difícil de traducir al lenguaje algorítmico de su I.A.

Petrushka no entendía por qué Luka había prestado el 100% de su atención en Sabaka, y absolutamente nada a ella cuando era obvio que la que más había sufrido para salvarle había sido la aparato. Por alguna razón, la lógica de su I.A. había predicho que Luka se alegraría de verla. Después de todo, eran amigos... y las imágenes que había encontrado en su base de datos recién descargadas de amigos eran personas abrazándose y felices de verse el uno al otro. Es decir, como se veían Sabaka y Luka en aquellos momentos. Sin embargo, el hecho de que el resultado final no hubiera sido como había predicho para con ella hizo que parpadeara confusa. Algo en su interior parecía no cuadrar. Si bien es cierto que su razonamiento lógico le decía que debía ser por un simple hecho de proximidad: Sabaka estaba más cerca de Luka que ella, a quien el hombre trajeado se intermponía en su camino hasta el chico; Petrushka esparaba una simple palabra de agradecimiento para ella.

Le costó dejar de mirar a Luka, esperando a esa palabra que, por desgracia para ella... no llegó. Sin embargo, sí escuchó la voz de Sabaka...

—Sí... vámonos —dijo fríamente, con ese tono de voz robótico producto del daño.

Su cuerpo comenzaba a bañarse en un extraño líquido azul allá por donde los impactos de las balas habían atravesado el armazón. Con una mano, trató de taponar la fuga principal del último disparo. Luego, si ninguno de los hombres que servían al hombre trajeado se interponía, comenzaría a andar de vuelta a casa...

Te veo afectada Petrushka. ¿No te parece eso un poco extraño?.
Tu microprocesador está asimilando demasiado rápido y auto-incluyendo en tu I.A. una información
inquietantemente parecida a lo que deberían ser sentimientos humanos.

¿Eso es bueno o malo?.

Yo no sabría que decirte...

Estaba herido, habían matado a uno de los que le acompañaban, quienes se habían quedado paralizados al ver lo que aquel aparato había hecho con cada movimiento. El balance era negativo y la espalda dolía como mil demonios, y para encima pensaban largarse de allí como si no pasara nada.

Por un momento KoperniK pensó en incorporarse desafiante pero en su lugar se incorporó lentamente, lamiéndose las heridas y verificando que no había ningún daño. En cuanto parecía que los intrusos habían puesto tierra por medio, miró a los tres que quedaban y a Austin:

—Coged a las tres chicas, las dos cromadas y a Tanya. Nos las llevamos. Un momento, esta cromada está destrozada, llevaros a la última...

La orden sonó extraña y hueca en los tres anónimos matones, más Austin sabía cuando era el momento de replicar y ese no era de esos momentos. Al menos no lo era salvo que quisieran repetir lo que sucedió la noche anterior. Les gritó para que obedeciesen.

Mientras empezaban a incorporar los cuerpos lentamente, uno de ellos trató incluso de despertar a Tanya para que se moviese por su cuenta, el Mnemólogo de origen polaco miró a los tres que se alejaban.

"Tengo que contarle esto al viejo" pensó para sus adentros mientras los veía alejarse llevándose al crío.

Al salir del edificio, Sabaka que llevaba el brazo derecho encima del hombro de Ratón se acercó a Petrushka y le colocó el brazo izquierdo también sobre el hombro. Caminando así entre los dos apretó a Petrushka contra su costado. 

--Gracias amiga, ¡sin tí esto habría acabado mal!.

No te preocupes, Ratón y yo haremos lo que haga falta para que vuelvas a estar cien por cien en condiciones... y cuanto antes mejor... el trajeado ese no me gusta un pelo...

—Si, gracias Petrushka —no era lo que el aparato esperaba, pero era algo.

—Oye, Sabaka —Dijo como si acabara de recordar algo. Y es que antes de dejar el piso de los cromados, el muchacho se había preocupado de recuperar la mochila que le habían quitado. De ella extrajo algo. Un objeto mediano envuelto en un trapo color borgoña—. ¿Te acuerdas de lo que me pediste?. ¡Pues aquí lo tienes!.

El mensajero desenvolvió el paquete y allí estaba: la pistola de pulsos electromagnéticos.

Cuando Sabaka volvió a envolver el arma, el chico se acercó a él: —Está muy dañada —se refería al aparato—. No creo que pueda repararla. Una cosa era lo de antes, cuando sólo eran un par de malos golpes, pero ahora... buf.

Lo dijo en voz baja, para que su amiga metálica no lo escuchara. Lo que no sabía es que el amplificador auditivo del androide estaba intacto.

—Jefe; ¿y por qué no las decapitamos?. Así no tendremos que cargar esos cuerpos llenos de metal.

Austin resultó ser más espabilado y tener menos escrúpulos de lo que Kopernik creía. Había deducido, el solito, el motivo por el que su jefe quería llevarse los cuerpos.

—A fin de cuentas, lo importante es lo que tienen en la cabeza, ¿no es sí?.

Se agachó y de la mano muerta de la cromada arrancó el rifle de plasma. Lo levantó a la altura de sus ojos y tras sopesarlo unos segundos asintió para si mismo. Parecía que llevaba toda la vida haciendo aquello. No había duda de que el nuevo tenía madera...

–Si tenéis estómago para eso, adelante 

Cuando Sabaka agarró del hombro a Petrushka, ésta frunció ligeramente el ceño. Aunque finalmente aceptó sus palabras con un leve gesto de cabeza. De igual forma respondió a las palabras de agradecimiento de Ratón.

Petrushka se sentía extraña. Aquella era una sensación nueva y no estaba segura de hasta qué punto era normal que lo sintiera. Tal vez las heridas que había recibido habían dañado alguna parte de su sistema. Si no, ¿qué sentido tenía sentirse mal si había logrado su objetivo sin pérdidas? Habían salvado a Luka, y tanto Sabaka como ella seguían con vida.

Cuando estuvieron lejos del trajeado, miró a Sabaka.

—Tengo el presentimiento de que nos causará problemas —le dijo, tras escuchar su opinión sobre el trajeado—. Será mejor que tengamos cuidado de que no nos espíen y descubran donde vivís.

Presentimiento... era una palabra extraña proveniendo de un ser que medía todo por probabilidades. Quizás ese presentimiento era debido a que su sistema identicaba al extraño como un peligro potencial.

_{Taller de Boris y Nikolay. Vertedero.}

Sólo había un lugar en Vertedero en el que quizá, con suerte, había alguien capaz de reparar al aparato. Un lugar al que Sabaka no le apetecía visitar: El taller de Boris y Nikolay, los hermanos de Fiodor.

Desde el chanchullo del traslado del desguace y la venta de los terrenos familiares, decir que la relación entre Fiodor y sus dos hermanos era inexistente sería un eufemismo. La relación entre Sabaka y ellos tampoco era mejor, por eso le había costado tanto acudir allí. De no ser por lo útil que había demostrado ser Petrushka, y él cariño que Ratón le profesaba, Sabaka hubiera preferido dejarla "morir" antes que pedir ayuda a aquellos dos desgraciados.

—¡Vaya, vaya, vaya!. ¡Mira quién ha venido hermano! —ese era Nikolay. El hermano mayor. De los dos, el más parecido a Fiodor. Incluso había semejanzas en su estrafalaria manera de vestir. Él era el que tenía el don de gentes. Quién se encargaba además de la parte administrativa del negocio.

—Esto si que no me lo esperaba —dijo soltando sobre la mesa auxiliar el soldador de acetileno. Después se quitó las gafas de protección con un movimiento exagerado, como si quisiera comprobar que realmente estaba viendo lo que tenía ante sus ojos.

Boris era el manitas. El genio del metal candente y la electrónica.

—Si no lo veo no lo creo. Dime, Sabaka, ¿qué haces aquí?. Si te manda Fiodor ya puedes irte largando por dónde has venido.

El estado del aparato empeoraba conforme iba perdiendo más y más de aquel extraño líquido azul. No podía decirse que fuera como la sangre, pues... de ser un humano, haría tiempo que hubiera muerto desangrada. Aun así, sus extremidades dejaron de moverse de forma progresiva, y apenas podía andar si no fuera por la ayuda de Sabaka. De hecho, había dejado de hablar, pues incluso reproducir un simple sonido era una tarea extenuante en aquellas circunstancias.

Cuando llegarón, Petrushka se apoyó en la pared y esperó a que fuera Sabaka quien hablara con aquellos hombres. Supuestamente, serían capaces de ayudar a repararla. Pero... desde el punto de vista de Petrushka, aquello no era más que una chatarrería. Muy lejos a lo que hubiera esperado en un principio. Las posibilidades de que tuvieran el conocimiento y las herramientas necesarias para arreglar un aparato como ella eran muy limitadas, y eso hizo temer a Petrushka que... dejara desprotegidos a Luka y a Sabaka. No sería capaz de protegerles en aquel estado, de eso estaba segura.

Y, como era de esperar, cuando analizaron los daños de Petrushka, ésta vio en sus ojos asombro y duda. Era obvio que allí no había lo que necesitaban para repararla... Después de todo, era un aparato de alta tecnología que acababa de nacer... por dos veces consecutivas.