Partida Rol por web

...Después de EXPERIENCIA SIMESTIM y LA TECLA ADECUADA

^{Edificio abandonado del distrito Butyrsky. Territorio de los Cromados.}

Petrushka lo había vuelto a hacer. Otro disparo imposible; una proeza olímpica únicamente al alcance de una mano sintética como la suya. El pulso perfecto guiado por un cerebro artificial capaz de calcular todas las variables capaces de afectar la trayectoria de la bala. Cálculos resueltos en cuestión de nanosegundos. Contra una máquina como ella, un humano medio no tenía ninguna posibilidad.

Cuando el francotirador se desplomó, el cuerpo del aparato se movió con la intención de abandonar la cobertura. Pero no lo hizo. Se detuvo en el último momento de manera casi inconsciente cuando una nueva variable entró en la ecuación: Seis individuos salidos de la nada habían entrado en escena. No eran cromados. Petrushka descartó esa idea cuando comprobó que en sus cuerpos no había sobre exceso de metal. Tampoco eran miembros de las fuerzas del gobierno. Parecían indisciplinados y carecían de equipo de alta calidad. Compartían rasgos rusos en su mayoría, eso descartaba también a la Yakuza. El aparato no tardó en fijar su atención en el sujeto de la barba. Vestía mejor que el resto y gesticulaba como quien está acostumbrado a ser obedecido. No había duda. Era el cabecilla.

Cuando la nueva amenaza se internó en el edificio, la I.A. recalculó la situación. Arriba, en el piso doce, Sabaka escuchó el sonido de los disparos que venían de abajo...

Tres hombres se desplegaron rápidamente y cubriéndose con lo que tenían más a mano: un contenedor, un par de muebles. Trataban de emular algún tipo de patrulla de élite con escaso éxito, sin embargo, a esos tres les siguieron otros tres. Seis hombres se repartieron por aquel lugar en el que se veía un gran destrozo y las muescas de una variedad de armas diferentes, algunas de ellas llevaban tanto tiempo incrustadas en el hormigón que parecían fósiles en ámbar.

–¿Cómo que no hay nadie? – Se escuchó protestar al que fácilmente se identificaba como la voz pensante de aquella especie de patrulla–. Se han escuchado varios disparos por aquí cerca así que dos de vosotros id a echar un vistazo y el resto cubridles desde aquí. Recordad que estamos buscando a Maik, localizad a uno que esté vivo y le sacaremos la verdad.

Los cuatro que trajo su portero se echaron un vistazo y rápidamente decidieron a suertes quiénes serían los dos que irían de avanzadilla mientras tanto KoperniK se sacó el último tabaco liado a mano que le quedaba.

–Qué rápido se acaba lo bueno joder –susurró antes de exhalar una bocanada. Tiempo atrás había leído que aquello era cancerígeno y las autoridades habían estado persiguiéndolo y sustituyéndolo por alternativas cada vez más sintéticas. Sin embargo, aquella bocanada de diferentes tóxicos resultaba saludable en comparación con el smog que cubría la ciudad la mitad del año.

–Austin, vamos para allá. Les vamos a seguir–. añadió una vez pasó medio minuto y levantando su arma–. Si esos idiotas cromados creen que van a emboscar a alguien, menuda sorpresa se van a llevar en cuanto nos vean rodearles.

Escupió parte del tabaco que se le había quedado adherido a los labios y mandó retomar la marcha en el mismo orden que habían hecho el ascenso: con dos de los hombres de Maik en vanguardia.

Kopernik y sus hombres ascendieron por las escaleras de hormigón opaco y manchado. Pasaron sobre el cuerpo del cromado que había eliminado su avanzadilla. Después encontraron otro cadaver: Un cuerpo torcido y empotrado en una posición imposible contra la pared del rellano del séptimo piso. A ese parecían haberlo matado a golpes. Su cuerpo sin vida, junto a los otros que Kopernik vió en el exterior del edificio, eran mudos testigos de que allí había alguien más. Alguien se había adelantado al mnemólogo y estaba acabando con todos los cromados de aquel lugar...

Petrushka no esperaba la llegada de un nuevo grupo al lugar. Ya no sólo era una batalla a dos bandos: Sabaka y ella contra los cromados; sino que se unía un nuevo grupo. Al parecer, también venían por un ajuste de cuentas, o algo similar, con los cromados. Pudo comprobarlo cuando acribillaron a balas a uno de ellos. Aun así, eso no suponía que fueran aliados. No había visto a Sabaka comunicarse con nadie para pedir ayuda, ni nos hacía falta. El motivo por el que habían venido, lo desconocía... pero preferiría no tener que toparse con ellos para averiguarlo.

Entre todos aquellos hombres, Petrushka se fijó principalmente en el hombre trajeado y con barba. Parecía ser el líder de aquel grupo. Pese a todo, veía cierto desorden en la forma en la que se movían y las tácticas que parecían querer ejecutar. No le hizo falta observarles demasiado para llegar al veredicto de que esos hombres no estaban acostumbrados a realizar un asalto. A decir verdad, no parecían acostumbrados ni siquiera a realizar maniobras grupales...

Cuando se internaron en el edificio, la aparato se relajó momentáneamente y probó a activar nuevamente el sistema de camuflaje. Si no fuera por el daño recibido por el rifle francotirador, no habría dudado ni un segundo en salir de su cobertura. Sin embargo, el sistema de camuflaje ya había fallado una vez, era probable que no se volviese a activar hasta que pudiera arreglarlo... cosa que sería un auténtico handicap teniendo en cuenta la situación en la que se encontraba.

Finalmente, decidió que lo mejor era entrar en el edificio, pudiera activarlo o no: en caso de que el sistema funcionase, siguiendo a aquellos hombres; en caso de que no, por una ruta alternativa que le permitiera ascender rápidamente para poder avisar a Sabaka... y... con suerte, liberar a Luka antes de que se encontraran con los recién llegados.

El cuerpo del aparato vistió otra vez el traje del camaleón. Parpadeó un par de veces. Interferencias visuales sin importancia aparente. Finalmente, el camuflaje pareció mantenerse en el tiempo. La I.A. intentó valorar el riesgo 

—Imposible de calcular —pensó.

El sistema podía volver a fallar en cualquier momento. Aún así, optó por internarse en el edificio tras los rusos...

Disparos. Los oyó tronar escaleras abajo. Alguien más se había unido a la fiesta y estaba claro que no eran más cromados. Miró la madera de la puerta. Tras ella estaba Ratón. Tan cerca pero tan lejos a la vez. El mensajero sopesó sus opciones; una mala decisión, un mal movimiento y estaba jodido. Ratón estaba jodido. Súbitamente el sonido de las pisadas de varios hombres lo devolvieron a la realidad. Ascendían escaleras arriba a toda velocidad. En un instante estarían allí...

Kopernik, tu avanzadilla va a toparse con Sabaka. Esto es inevitable y ocurrirá de manera inminente.
Son tus hombres, así que tú sabrás que ordenes les has dado. ¿Cómo reaccionarán cuando lo vean?.
Está claro que el mensajero no tiene aspecto de ser un cromado, así que no se que ocurrirá... Dime:
¿Lo atacarán sin más?. ¿Será daño letal o un intento de reducción?.
¿Es posible que al ver que no lleva armas no lo ataquen?.

¿Y en retaguardia?. ¿Qué pasará si descubrís al aparato siguiendo vuestros pasos?.

El encuentro sería inevitable. Petrushka lo intuyó cuando sus ojos multiespectros detectaron el calor que emanaba de una figura que permanecía ligeramente cerca de la posición en la que se encontraban. Por las características analizadas, era Sabaka. Aquello ponía las cosas más complicadas aún, por fortuna... Petrushka había logrado activar su sistema de camuflaje, fundiéndose nuevamente con el entorno.

Su camuflaje era infalible salvo, como ya había podido apreciar, por las mirillas multiespectro de algunas armas. Sin embargo, aquellos hombres no usaban mirillas de ese tipo. Estaba segura de que no notarían su movimiento y así fue. Avanzó con ellos, como una más, en la retaguardia analizando sus pasos, su armamento, sus posibles defensas y sus vulnerabilidades. Cuanto más aprendía de ellos, más afirmaba su teoría de que el hombre trajeado era el líder. Así que, cuando el encuentro fue inevitable, sacó su pistola en silencio y se colocó justo al lado del hombre... aún con su sistema de camuflaje activado. Un movimiento en falso, un posible gesto amenazador, y...

Jaque.

Sólo esperaba no tener que llegar a extremos ni terminar la partida antes de tiempo. Lo que menos quería Petrushka, y lo que menos necesitaba Luka, era que Sabaka y ella perdiesen importantes minutos en eliminar a nuevos enemigos. Menos en una situación como ésta...

—Joder, hay unos cuantos muertos por aquí —valoró mirando el cuerpo de alguno de los caídos mientras comprobaba que su arma estaba lista para abrir fuego ante la mínima—. ¡Prestad atención!

Sabaka salió al paso de la avanzadilla de los rusos. Cuando los primeros llegaron a su altura llevó el dedo índice de su mano a sus labios pidiendo silencio —Ahí dentro hay tres—. Dijo indicando con la otra mano la puerta del apartamento dónde tenían secuestrado a Ratón.

—No sé quienes sois ni qué buscáis aquí. Yo he venido a por un amigo que los cromados tienen secuestrado ahí dentro. Espero que vuestro negocio no interfiera con el mío.

Los cromados de la avanzadilla se detuvieron cuando llegaron a la altura de Sabaka. Escucharon las palabras del mensajero y se miraron unos a otros sin saber muy bien como actuar. Por suerte para ellos Kopernik no tardó en llegar. El jefe sabría que hacer a continuación...

Kopernik, tu neurochip está recibiendo una llamada entrante. Una llamada urgente hecha desde el Annika.

¿Aceptas la conexión ahora o devolverás la llamada más tarde?.

—Está bien... Ven con nosotros y te ayudaremos con esos hijos de puta —hizo una señal a uno de sus hombres quién asintió y se colocó al otro lado de KoperniK mientras el resto avanzaban hacia la puerta que les habían indicado—. ¿Cómo se llama tu amigo? ¿Sabes si uno de los que le tienen se llama Maik?

Antes de que Sabaka hubiera respondido, los hombres de KoperniK se abalanzaron sobre la entrada. El polaco sin embargo (tenía un acento marcado que denotaba que no era como los demás), pareció mirar para un punto perdido como si algo le distrajera.

En cuanto Petrushka escuchó aquellas palabras, bajó el arma. Por fortuna, no hacía falta volarle la tapa de los sesos. Aun así, no se deshizo de su camuflaje. Las palabras se las llevaba el viento, eran las acciones las que demostraban si alguien era de fiar o no. Si él o alguno de sus hombres intentaba cualquier cosa contra Sabaka o contra Luka, Petrushka se encargaría de ellos.

En silencio, permaneció quieta, cerca del hombre trajeado... Analizaba la situación hasta el más mínimo detalle en un preciso sigilo, como si no estuviera. Le venía bien el camuflaje no sólo para evitar cualquier posible ataque a traición contra Sabaka, sino también pare enfrentarse a los cromados. Después de todo, temía que si lo desactivaba, no podría volver a activarlo...

Necesitaba una reparación urgente, pero antes tenía que salvar a Luka.

Desde el otro lado de la línea la voz de Natascha golpeó de lleno el cerebro de Kopernik. Llegó a trompicones atropellándose por salir a través del neurochip del mnemólogo en estampida.

—¡Kop! ¡tienes que venir! ¡tienes que venir! —estaba fuera de si—. ¡Han matado a Vasíliev! —Ivan Vasíliev era uno de los de seguridad. Concretamente el desgraciado al que ese día le tocaba el turno en la puerta.

—¡Le han acribillado en la entrada! ¡Joder! —jadeaba—. La poli está aquí. Creen que han sido los japoneses.