Partida Rol por web

El científico decidió que lo mejor era llegar cuanto antes al aserradero y, así, poder parapetarse en caso de que la salida no estuviese allí. Así que avanzó por el camino mientras escrutaba la noche en busca de algún peligro... Aunque, la verdad, en esa noche tan cerrada era plenamente consciente de que no vería un pimiento más allá del camino y las luces del aserradero a lo lejos.

Isaías quedó un momento mirando a Todd como si le hubiera preguntado por una cápsula espacial.

- No... es decir: estos caminos no suelen ser tan peligrosos. Y aún siéndolo créame que lo mejor que se puede hacer frente a unos asaltantes es rendirse y dejar que roben lo que buenamente puedan. Mi tío Phinn...

Se interrumpió cuando el grupo comenzó a avanzar por el camino, ajeno a su conversación. Luego se encogió de hombros y se apresuró a seguirlos.

El camino era amplio y estaba cubierto por una gruesa gravilla que facilitaría sin duda el movimiento de los carros durante el invierno. Ahora el cuarteto de hombres avanzaba a buen ritmo en dirección al aserradero. A medida que se acercaban les pareció escuchar ruidos, así que se desplazaron en el último tramo a la zona de los arbustos. Desde esa cobertura podían ver ahora el aserradero ante ellos.

Era una construcción de madera abierta, grande, levantada sobre media docena de pilares altos sobre los que reposaba una techumbre que durante el invierno sin duda cubriría a los trabajadores de parte de la inclemencia del tiempo. Había mucha madera apilada: troncos de árboles a la espera de ser tratados. Y unas enormes sierras radiales que se accionaban mediante ruedas de madera que se movían gracias al paso de un riachuelo que cruzaba aquel escenario. Había un gran cobertizo principal, seguramente un almacén de madera tratada, cuyas puertas estaban cerradas.

Y frente a él cuatro individuos de aspecto rudo, vestidos con pesados abrigos de piel, que se calentaban alrededor de una fogata. Los recién llegados se fijaron en dos escopetas que descansaban en la puerta del cobertizo, junto a los leñadores, así como varias hachas que apoyadas en tocón cercano.

Habría posibilidades de aproximarse de forma sigilosa saliendo de la cobertura del bosque hacia la zona de los troncos, pero si eran vistos los leñadores tendrían tiempo de sobra de tomar sus armas y prepararse.

¿Y si ahuyentaban a los centinelas en lugar de enfrentarse a ellos u optar por la vía del subterfugio? Egdar hizo un gesto a los demás para que se detuviesen y le dejasen pensar, en una postura algo petulante a la que ya empezaban a acostumbrarse. 

El buen doctor rememoró las horas de estudio que había empleado para la creación de Victoriana. Se había empleado a conciencia, investigando sobre folclore y supersticiones. Quizá pudiese valerse de alguno de esos conocimientos para crear un ardid y liberar la entrada al aserradero. Solo esperaba que ninguno de sus acompañantes decidiese precipitarse contra aquellos hombres a modo de guerrero berserker —cosa que tampoco le sorprendería a aquellas alturas—.

Todd valoró las opciones que tenían ante ellos y miró a sus dos acompañantes del mundo exterior.

- Lemmington forma parte de todo esto y tiene una base creíble para acercarse a pedir ayuda con su carromato. - sugirió a sus compañeros. - Puede suponer una distracción suficiente para que podamos acercarnos a ellos sigilosamente.

Chris sacó un cocktel molotov. -También podemos distraerlos con un fuego...- susurró.

La sonrisa que apareció en el rostro de Todd cuando Chris pronunció aquellas palabras era algo indescriptible, mezcla de locura y alegría, pero dejaba claro que el plan le parecía adecuado.

El doctor miró el "combinado" de Chris con una mezcla de miedo e interés.

—Em… si vas a lanzar eso, será mejor que lo hagas lejos de la madera. Y más nos vale darnos prisa en entrar en el aserradero.

El plan le parecía una salvajada¹, pero le parecía mejor que ofrecer al pobre Lemmington (o a sí mismo) como cebo.

Chris negó con la cabeza. -Nah, lo tiramos por allí- dijo señalando unos árboles a la derecha y cuando salgan corriendo nos colamos dentro. Con un poco de suerte hasta se dejarán las escopetas.

Todd sentía que algo le llamaba desde el interior del cobertizo. La presencia de varios guardias en su puerta era algo a tener en cuenta también.

- No perdamos el tiempo. - dijo Todd haciendo un gesto con la cabeza hacia el sitio que Chris había sugerido como punto para lanzar el cóctel molotov.

Sin esperar respuesta, se agachó y comenzó a acercarse hacia el aserradero con la escopeta por delante.

Chris encendió el trapo con mucho cuidado y lanzó la botella hacia el lugar indicado. Pero fue evidente desde el momento en que salió de su mano que no iba a caer allí...

Chris no era un gran lanzador. Nunca lo había sido. Pese a su porte atlético era de los que se quedaban siempre en clase haciendo 'cosas de geeks' en vez de jugar al beisbol. Así que no fue demasiado sorprendente ver como el ángulo del cóctel molotov iba totalmente errado y en lugar de caer en medio de los matorrales se estrellaba en medio del camino de guijarros, haciendo una bonita explosión luminosa que, sin embargo, no terminó de prender en nada.

Los tipos de la puerta se sorprendieron por el ruido de cristales rotos y cogieron sus armas. Dos de ellos tomaron sendas escopetas mientras que los otros dos aferraron sus hachas. Uno de ellos señaló el lugar en el que se ocultaban Chris, Edgard e Isaías¹.

Pero mientras esto sucedía Todd se había deslizado silenciosamente entre los troncos y ahora se encontraba oculto entre la maquinaria del aserradero, por un lado de los vigilantes.

Todo pasó demasiado deprisa. Al ver a Chris encendiendo el cóctel, comenzó a imaginar las posibles consecuencias que podría tener un mal lanzamiento. Por su cabeza pasó una pregunta que siempre se hacía en sus reuniones de los sábados con los aficionados a Sherlock Holmes:

¿Y qué rayos haría ahora el mayor detective de la historia de la literatura?

El vidrio estalló. Sin pensárselo mucho, Edgar comenzó a despeinarse y a desabotonarse la chaqueta. Mientras se sacaba la camisa por fuera del pantalón, procedía a mancharse el rostro y parte de la chaqueta con tierra. Después, se frotó las mejillas y la nariz con saña. No era el disfraz perfecto, pero serviría con la poca luz que había. Solo quedaba una cosa por hacer:

—Sheñiores, shocorro. Eshtaba echando un truago en la taberrrna de Jim*, ¡Y me ashaltaron! —explicó, fingiendo su mejor acento de borrachín mientras acompañaba la actuación con un leve balanceo —Corrri detrásh de los malandrinesh, pero she me hiso de nosheee y losh he perdío.

Escondido entre la maleza, viendo a aquellos hombres ajenos a su presencia, desprevenidos, Todd rememoró todo el tiempo que había pasado en los Parques Nacionales buscando la verdad.

Y por fin la había encontrado allí dentro.

Pero ahora Knight y Feelgood parecían estar poniendo todo su empeño en acabar con aquello, uno casi inmolándose con aquel cóctel molotov y el otro tratando de montar un numerito peliculero que no engañaba a nadie.

Suspirando, se irguió y, dejando escapar un suspiro, disparó a uno de los hombres que llevaban escopetas.

Chris descerrajó un tiro al leñador más cercano en cuanto uno de los tipos señaló hacia su posición. Luego cayó en la cuenta. -Esto se va a oír muy lejos- dijo justo cuando Todd disparaba su arma...

Nunca se sabría si las dotes de actor de Feelgood hubieran convencido a los atacantes¹ pero aquello poco importaba porque Todd salió de un lateral como si se tratase del ángel exterminador. La escopeta atronó en la noche y uno de los tíos cayó al suelo fulminado sin saber siquiera quien le había disparado².

Otro de los que iban armados con escopeta recibió un disparo de Chris en el hombro³. Uno de sus acompañantes con el hacha se abalanzó sobre el informático y aunque no le dio con el filo fue capaz de golpearlo duramente con el mango, aturdiéndolo momentáneamente⁴. La cosa se complicaba porque el tipo de la escopeta decidió ignorar su herida en el hombro y descerrajarle un disparo en la pierna⁵ antes de que se pudiera recuperar.

El tercer leñador que quedaba en pie se había percatado del peligro que suponía Todd e intento abrirle la cabeza con su hacha⁶. No fue la cabeza pero el hachazo en el hombro se sintió como una dolorosa mordida que hizo que al joven se le nublase la vista⁷.

¿E Isaías? El conductor, al ver la situación, había salido huyendo de la escena por el bosque. ¿Quién podría culparlo?

Edgar vio peligrar la misión. ¡Se suponía que había ido allí a rescatar a los sujetos de prueba y ahora un grupo de NPCs de relleno —a los que él mismo había diseñado las boinas— los dejaban para el arrastre! Respiró hondo y no se lo pensó dos veces. Por suerte, resolver puzzles y discutir durante horas acerca de un personaje ficticio delante de un té humeante, no era la única actividad de su club de fans de Sherlock Holmes. El propio Holmes había sido un campeón de peso pluma. Ellos, por supuesto, estaban encantados de emularlo y entrenaban a diario para comprobar los resultados cada sábado. ¡Una mente en un cuerpo sano y capaz de arrear un buen soplamocos!

El doctor saltó y se abalanzó contra el leñador que estaba atacando a Chris* para asestarle un espectacular gancho de derecha.

- ¡¿Pero qué demonios?! - exclamó cuando presintió que el hacha iba a clavarse en su hombro y consiguió apartarse a tiempo, dejándo el ataque en un simple roce.

Viendo que no podría mover bien la escopeta para descerrajar el segundo tiro a aquel hombre, soltó la escopeta y sacó el cuchillo, un arma con el que estaba más acostumbrado a trabajar y con el que había abierto más de una tripa pero no le dio tiempo a acertar a aquel leñador.

Todd lanzó un tajo que no llegó a alcanzar a su oponente. Chris, que estaba todavía recuperándose de sus heridas, vio como su oponente caía derribado cuando su impulsivo amigo le descerrajaba un tiro por error por la espalda. ¡Eso sí que era suerte! Pero quizás lo más sorprende de todo fue ver como el doctor Feelgood se lanzaba sobre el paisano de la escopeta para largarle un gancho de derecha. Por desgracia la técnica del doctor era mucho mayor que su fuerza por lo que el golpe, aunque doloroso, no logró derribar al leñador.

Quedaban por tanto un leñador con escopeta enzarzado en una meleé con Feelgood y otro que intentaba, con su hacha, defenderse de las cuchilladas de Todd.