Partida Rol por web

Mirando aquellas escrituras en la pared, me perdí en divagaciones.

Ahora mismo mi pregunta sobre la vida tras la muerte, continuaba sin tener una respuesta clara y segura. Pero ahora tenía un dato más a tener en cuenta que decantaba la balanza hacia el sí. El problema venía dado ahora a determinar como era esa vida post-mortem. ¿El ángel absorbía tu alma y se la llevaba? ¿Se llevaba tu cuerpo inerte hacia su "mundo"? Es más. ¿Donde estaba ese otro "mundo"?

Preguntas y más preguntas, pero el hecho más claro de todos es que esa criatura había salido de algún lugar, ya fuera terrenal, extraterrenal o metafísico. Si en verdad era un ángel, ese lugar estaba claro que existía y que de alguna manera estaba conectado con nuestro mundo aquí en la Tierra.

La gente que había tenido experiencias cercanas a la muerte quizás hubieran visto ese lugar. Quizás hubieran visto a esos seres y las historias que contaban fueran ciertas. Esta era la pista más clara que había encontrado en toda mi carrera. Toda la documentación que tenía de esos casos, cobraba ahora sentido y se transformaba en realidad. Aquella criatura les daba verosimilitud. Su aspecto se correspondía con la imagen que esas personas habían visto en sus experiencias y coincidían en el aspecto básico.

No había podido establecer ningún tipo de comunicación con la criatura y esas nuevas preguntas quedarían en el aire, pero ahora tenía un propósito. Buscar más indicios sobre esos ángeles y lograr que uno de ellos me llevara a ese "extramundo". ¿Tendría que morir obligatoriamente para llegar? Buena pregunta.

Además. Ese miedo que siente todo ser humano a la muerte, se desvaneció un poco en aquel momento. Sabía que la muerte no era el final del viaje. Era un estado más en la vida que nos había tocado vivir.

La Dra. Srinivasan y el Sr. Romijnsen bajan las escaleras, con grandes esfuerzos por parte del historiador. Ya en los últimos peldaños, que terminan en la gran sala abovedada, se quedan paralizados al encontrar a sus compañeros, Threkor Ohrin y Nathaniel Nox, sentados en el centro de la sala, sobre la superficie de madera, con el ordenador portátil encendido y escudriñando la pantalla, esperando encontrar una solución a algo que les ronda la cabeza.

Al ver aparecer a Srinivasan y a Romijnsen, me dirijo hacia ellos de inmediato, con una sonrisa, satisfecho de que hubiéramos logrado reunirnos los cuatro de nuevo. A juzgar por sus últimos mensajes por walkie-talkie, debían de haber estado en serio peligro, aunque a simple vista parecía que ya volvían a estar a salvo.

-¡Compañeros, no se van a creer lo que el señor Ohrin y yo hemos visto! -exclamé, en tono enérgico-. Encontramos una sala en la que había un ángel encadenado... ¡Un ángel! ¿Pueden creerlo? Alguien ha estado manteniendo prisionero en este lugar a un ángel, quien sabe por cuanto tiempo... Esa criatura... No era de este mundo. Las leyes de la física no se aplicaban con ella del mismo modo que con nosotros.

Pasamos la puerta como una exhalación y bajamos las escaleras lo más rápido que pudimos (dada mi condición) para encontrarnos ni más ni menos que con el resto de nuestros compañeros. Sudando por el esfuerzo, pero con la alegría del que sale victorioso de la dificultad, les sonreí abiertamente.

-¡No sabéis cuanto me alegra veros muchachos! Nosotros nos hemos encontrado con parte de la tribu que todavía habita por aquí. Tras observar un extraño ritual nos capturaron, es por eso que las conversaciones habían sido tan raras. Menos mal que no habéis venido a por nosotros, pues os querían tender una emboscada. Hemos conseguido escapar de puro milagro, pero gracias a nuestro ingenio, ¡aquí estamos! Esas escaleras llevan al templo que inspeccionamos desde la superficie. Pudimos escapar descifrando el mecanismo de la puerta sellada, pero desgraciadamente no hemos podido recuperar nuestras mochilas. Nuestro equipo sigue allí arriba -dije señalando las escaleras por las que veníamos-.

Nathaniel habló, y su historia casi me deja sin respiración. ¡¡¡Un ángel!!! ¿Aquello era siquiera posible? 

-Pero... cómo... eso es... ¡un angel! -intentaba hablar, pero no podía salir de mi asombro.

Confiaba plenamente en la palabra de mis colegas, y si en algún sitio del mundo podría encontrarse un ángel, sería allí. Pero aun así la idea se me antojaba inverosímil. Me tomé unos segundos para volver a retomar el aliento y la compostura, y hablé de nuevo, esta vez de forma más coherente.

-Nosotros también tenemos un par de datos que compartir, pero parece que vuestra búsqueda ha sido mucho más fructífera. ¿Habéis encontrado algo más? ¿Podríamos ver nosotros dicho ángel, donde lo tienen atado? 

-Me temo que no podréis ver el ángel -comenté, encogiéndome de hombros.

Cada vez que veía una noticia sobre avistamientos ovnis o criaturas de fauna extraña, siempre me preugntaba cómo era posible que las personas que veían semejantes hallazgos no aprovecharan para echar una foto o tomar una grabación. En esos instantes, me sentía como una de esas personas, consciente de que tenía entre manos una historia que muy pocos creerían.

-Verán... El ángel estaba encadenado, prisionero, y vimos que era capaz de atravesar el suelo, como si la roca no fuera un objeto físico para ella -informé, ajustándome las gafas mientras recordaba los detalles de lo sucedido-. Llegamos a la conclusión de que lo único que la mantenía atada a este mundo eran las cadenas. Estábamos encerrados en la sala con ese ángel, sin posibilidad de salir y la puerta de piedra a nuestras espaldas se había cerrado, de modo que lo único que pudimos hacer fue liberarla rompiendo las cadenas. Entonces aparecieron algunos de esos hombres con túnicas rojas, armados con ametralladoras. Iban a matarnos, pero el ángel los desintegró y se marchó volando. Fue... increíble.

Sabía que resultaría un tanto decepcionante para nuestros compañeros. Habíamos tenido un ángel a nuestro alcance y lo habíamos dejado marchar.

-Ah, y también pasamos por unas salas donde tuvimos que resolver una serie de pruebas para llegar hasta el ángel. Perdí mi mochila con todo el equipo en una de ellas... -Sin duda, era la parte más vergonzante de todo el relato, aunque no iba a explicar las circunstancias en las que había perdido la mochila-. Así que ahora los cuatro dependemos del portátil de Threkor. Justo ahora íbamos a investigar las escrituras de esta sala. Es una suerte que hayan llegado justo ahora, así podremos trabajar todos juntos en la traducción.

¡Qué bien que hayais venido! Parece que todos tenemos cosas que explicarnos, pero antes tnemos que descifrar estos grabados. - les muestro la sala. - Creo que es el final de la investigación.

Nathaniel se me adelantó, explicando como un niño el día de Navidad al ver los regalos, nuestro encuentro con el ángel.

Ha sido espectacular. Desplegó las alas y salió volando. Un ángel, doctora, un ángel. Esto le da una vuelta a todas las creencias religiosas del mundo. Esto puede ser un punto de inflexión en el rumbo de la humanidad.

Miro a mi alrededor.

Creo que aquí encontraremos las respuestas a todo esto.
 

Las palabras de Nathaniel provocaron en  mi una decepción por otra parte esperada. Ese tipo de eventos tan extraños no solían quedarse esperando a ser vistos por cualquiera que pasara, y ya me imaginaba que ambos hubieran liberado a la pobre criatura. Aun así, me hubiera encantado poder ver a aquel ser místico. Sin duda nuestra aventura, aunque más peligrosa de lo que hubiera imaginado, estaba resultando increíblemente reveladora. Los hallazgos descubiertos sacudirían los pilares de la historia moderna. Habría que releer y reinterpretar muchísimas teorías y hallazgos, pero ahora era momento de volver a la realidad.

-Si así son las cosas, dejadme que os ayude -comenté con decisión, curioso y excitado por cuál sería nuestro siguiente descubrimiento-.