Partida Rol por web

No estoy demasiado seguro. La inscripción es clara. Ha de ser la mitad exacta.

Miro a mi alrededor por la sala.

Deberíamos inspeccionar mejor la sala. A parte de la inscirpción y el mecanismo no hemos mirado si hay nada más.

Camino por la sala palpando las paredes y buscando por los rincones entre las piedras si encontrara alguna otra inscripción o dibujo o seña de algo que pueda darnos luz sobre aquello. Si no encontraba nada, tendríamos que accionar la palanca para continuar y, aunque sea  yo quien lo diga, rezar.

No encuentras nada más en la sala que te pueda ayudar.

La Dra. Srinivasan sabía que estaba siendo arriesgada, así que midió cada paso que daba con mucho cuidado, como un camaleón moviéndose sobre una rama. 

Que me perciban cómo una sombra más, una suya, producto de las flamas en movimiento. 

Pensó en que las escrituras eran como un programa.  Como para "desbloquear" el cerebro.  Una serie de instrucciones sobre qué decir, y cómo moverse, para que el "ángel" del cerebro pudiera saltar, evolucionar, salir. 

Un especie de auto-hackeo de nuestro "verdadero" potencial.

El porqué tenían que hacerlo así, a ocultas, la hacía dudar. 

Pero en fin, sociedades secretas religiosas ha habido por toda la historia, así que no me debería sorprender que hubiera una mucho más antigua que todas las que nos imaginábamos y aquí siguiera sin nosotros siquiera conocerla. 

Fotografió y grabó lo que pudo.  Obvio evitando que su cámara digital hiciera el menor ruido o flash.  Después de un rato de escuchar y observar el ritual, decidió que era momento de regresar, a reportar al Dr. Romij. 

Como camaleón. ...

Estaba totalmente encallado en aquel punto. La idea de la foto y el diseño fotográfico era lo único que se nos había ocurrido, pero aquello debía estar preparado para solucionarlo sin usar instrumentos de ningún tipo.

Algo se nos escapaba. Determinar el volumen del recipiente no era difícil. Era física elemental. PI*r*r*h el problema era determinar los valores del radio de la circunferencia y la altura sin un elemento de medida.

-Hay algo que se nos escapa en todo esto -dije, dejando escapar un resoplido.

Comencé a deambular por toda la sala con las manos apoyadas en la nuca, respirando hondo mientras trataba de buscar un segundo método que nos sirviera para obtener un resultado que coincidiera con el primero. Al fin y al cabo, si fallábamos, eran nuestras vidas lo que perderíamos.

-Piensa, Nate, piensa... -comencé a murmurar, sintiéndome cada vez más desesperanzado-. Señor Ohrin, ¿y si hablamos con nuestros compañeros por el walkie? Puede que ellos nos sugieran utilizar algún método en el que no hemos pensado. Cuatro mentes siempre piensan más que dos.

Uno de los tipos con túnica señala hacia ti, y los que le rodean giran la cabeza hacia tu posción. Has sido descubierta, y dos personas cubiertas con túnica aparecen de ambos lados de la entrada a la sala y corren hacia ti portando unas antocrchas en la mano. Era imposible verlas desde tu ubicación, pero alertadas, te alcanzan. Pretendes huir, pero se conocen cada piedra y cada hoyo del entramado subterráneo. Cuando te ponen la mano encima, descubres que son dos mujeres, que con semblante serio te agarran de los brazos y te llevan hacia la sala donde ahora, el círculo de tipos con túnica observan curiosos pero sin dejar de entonar sus cánticos, y el del centro ni siquiera parece haberse percatado de lo sucedido, pues sigue danzando en medio de su éxtasis.

Sharada se deja conducir al centro de la sala.  Observa todo con cuidado mientras pondera lo que debe hacer a continuación. 

Vengo en son de paz, les dice, en inglés, por si ese idioma lo manejaran ellas también. 

Buena idea. Contacte con ellos a ver si pueden echar luz sobre el tema

-El problema es que ellos no están viendo el tonel -indiqué, pensativo-. Por más que contactemos con nuestros compañeros, de poco nos servirá. Pueden errar en su cálculo del mismo modo que lo haríamos nosotros... Aunque si quiere contactarlos, puede hacerlo. Apuesto a que al menos pueden tener alguna idea más.

Usando la taza metálica, procedo a llenar el tonel hasta la mitad que indicaba el programa informático tras haber realizado la fotografía. Aún no iba a accionar la palanca, pero necesitaba que mis ojos comprobaran a qué altura con respecto a la varilla se quedaría la cantidad de agua que había vertido.

Apartada en un lado, con las dos guardianas flanqueándote, el resto sigue sus monótonos cánticos a la vez que el tipo del centro sigue su danza ritual y griterío. En un rápido vistazo, descubres que las dos mujeres a tu lado van armadas con ametralladoras que sobresalen de sus túnicas. El dedo lo tienen descansando sobre el gatillo. No hacen caso a tus palabras en inglés, y el resto de individuos ni siquiera las escucha, pues los cánticos van incrementando de volumen y el ambiente que se respira es de expectación. Te percatas, también, cómo los relieves dorados adquieren un brillo propio a medida que el tipo danzante los va mencionando. De hecho, casi el noventa por ciento de los relieves ya despiden una luz difusa que dota de un aura mágica a todo lo que se encuentra bajo la bóveda. El tipo del centro sigue con su tarea ajeno a todo y ahora empieza a quitarse la poca ropa que porta hasta quedarse completamente desnudo. Los cánticos siguen subiendo de volumen sin cesar.

Es entonces cuando se te encoge el alma ante lo que presencias...

El tipo desnudo finaliza la lectura de los símbolos de la bóveda y expresa una frase final ininteligible tras la cual el pirograbado de la madera bajo él también se ilumina. Acto seguido, una intensa luz sale de sus orificios craneales, ojos, boca, nariz y orejas, y su cabeza, que tiene una mueca de dolor desgarrador congelada, se abre en dos como una crisálida en medio de un ahogado grito de dolor inmenso. En su interior, una masa brillante e incandescente del tamaño de un gato o un conejo cae al suelo, en el que sigue retorciéndose humeante. El cuerpo con la cabeza abierta cae al suelo, inerte, como una vaina abierta. Alrededor, todos vitorean lo sucedido.

Cuando la nube humeante se disipa un poco, puedes ver de qué se trata. Es una figura humanoide alada, envuelta en llamas.

Extendiendo sus alas, se incorpora y se eleva un par de metros sobre el suelo, proyectando su luz en cada rincón de la sala mientras la algarabía aumenta.

Esperas algún aviso o señal de tu compañera Sharada, pero tras un buen rato, la oscuridad se hace más atenazante. El dolor del golpe es un mal compañero en estos momentos de soledad, así que ves como un rayo de esperanza cuando un extraño resplandor dorado parece llegar tímidamente hasta donde tú estás, proveniente de la dirección que tomó la doctora hace ya un buen rato.

Parece que el nivel del agua está próximo al eje de la varilla, aunque es difícil saberlo con exactitud pues la masa de agua se niega a quedarse quieta y forma pequeñas ondulaciones en un lado y otro.

Tras un buen rato sin señales de la doctora, por fin se veia una luz dorada proviniendo de la parte por donde se había ido. Aliviado y suponiendo que debe tratarse de la luz de su linterna, me acerco a ella, cojeando.

¿Quien eres?  -le dice, impulsivamente la doctora.

¿Que buscas en nuestro planeta? 

¿Cómo podemos estar en armonía?  ¿Aprender juntos? 

Quizás el otro grupo pudiera darnos alguna opción sobre el puzzle que teniamos delante, asi que encendi el walkie-talkie.

Doctora, profesor. Necesitamos algo de luz. ¿Sabe alguno de ustedes como podríamos calcular el volumen de un recipiente sin tener ningún elemento de medida?

Había sido algo brusco, pero necesitábamos una respuesta rápida.

Mientras el walkie crepita y la voz de tu compañero Threkor Ohrin suena, el ángel luminosos se eleva y desaparece atravesando el techo abovedado como si fuese un holograma, haciendo caso omiso a todos los que en la sala os encontráis. Una de las chicas armadas de tu lado escucha también el walkie y te lo arrebata. Lo enseña a sus compañeros, ante lo cual, un grupo de cinco o seis tipos dejan la celebración que están teniendo y salen corriendo por una de las puertas de la sala.

La chica armada y con tu walkie intercambia unas palabras con la otra, y entonces te acerca el walkie y te habla en un burdo inglés cargado de errores de pronunciación:

- Tú habla tus amigos todo bien, ¿ok? Esperen tú, ir para allá en pocos minutos, ¿ok? ¡Habla! - Su rostro muestra furia.

Mientras caminas, la luz del final desaparece súbitamente, pero sí escuchas una algarabía de voces y palmas al fondo del túnel. Tu walkie crepita con la voz de Threkor Ohrin.