Partida Rol por web

Cuando te acercas de nuevo ya no escuchas sonido alguno. Te parapetas otra vez tras el saliente rocoso que hay antes de entrar a la sala y observas. La sala aún tiene las antorchas encendidas, pero ahora está vacía. No ves a nadie. Tampoco hay rastro de la doctora.

Ayudados con las linternas, ambos exploradores introducen los datos de las losas del suelo y los de la roca del fondo. La estrechez del lugar es incómoda, así como la escasa iluminación, pero confían en el software. Los dedos ametrallan las teclas del ordenador para introducir los datos mientras las gotas de sudor caen de sus frentes ante el calor que empieza a ser sofocante. Mientras el ordenador establece patrones y analiza los datos introducidos, y la barra de progreso avanza, aprovechan para hidratarse un poco. La barra alcanza el 100% y las miradas se posan sobre la pantalla:

2	0
3	10
7	6
1	3
4	0
10	2

Al parecer, los símbolos sobre las losas del suelo se traducen como números. Hacéis scroll hacia abajo para ver la siguiente traducción, la de la roca del fondo, de la que sale un contorno de luz:

ES TU TURNO/VEZ. MUEVE Y COSECHA GANANCIAS.

El nuevo acertijo era si cabe más críptico que el resto. Debíamos seguir los números en una secuencia que haría que no se activara la trampa que nos esperaba.

Me situé de pie delante de los números y comencé a estudiarlos. En nuestra anterior aventura con el matemático habia aprendido alguna cosa sobre los números.

No veo ni una secuencia de Fibonacci, ni números primos. Lo único que me induce a pensar el mensaje es que debamos seguir el camino que marca el número superior de cada fila. 10, 4, 3, 7, 10, 2, pero no puede ser tan sencillo. No veo tampoco una secuencia de sumas de impares o pares. Es extraño. ¿Alguna idea señor Nox?

Y el ángel, ¿a donde se va?

-Esto se pone cada más complicado -comenté, con una sonrisa amarga.

Había visto una secuencia que podíamos seguir, aunque denominarlo secuencia era quizá un tanto excesivo.

-He realizado una suma entre los números que podría indicarnos el camino correcto que tenemos que tomar o, al menos, es el único camino posible que veo -indiqué, pensativo-. Fíjese tanto en la fila inicial como en las dos finales. Por un lado, 10 y 2. Por el otro 10 y 2. Ambas suman doce. Inmediatamente ahí tenemos un 4, el cual, sumado al 3 que tenemos delante nos proporcionaría un 7. Y en la baldosa que está justo delante tenemos un 7. En definitiva, nuestras pisadas sumarían un 12, 7, 7, 12. -Señalando con la mano a las distintas baldosas, indiqué el que suponía que sería el recorrido-: 2, 10, 4, 3, 7, 10 y 2. Tendríamos un camino perfecto para avanzar. Solo tendría especial cuidado en no pisar esos restantes 1, 6 y 3, que podrían suponer la activación de una trampa. Ahora mismo es la única posibilidad que veo. ¿Se le ocurre alguna otra opción?

- ¡Tú callar! - Grita la chica, zarandeando el arma para recordarte que la tiene colgando.

La Dra. Sharada le explica, en actitud cooperativa.

No veníamos con ninguna mala intención.  Somos respetuosos de toda cultura.  Por favor, no le hagan daño a mis compañeros, no somos culpables de nada.  

¿Que quieren? ¿Que nos vayamos?  Con gusto lo haremos. 

Sin mediar palabra, la chica y el tipo que acaba de terminar de encender todas las antorchas salen por el hueco donde hace una shoras estaba el cadáver. Te han dejado allí dentro, confinada en el interior de aquel lugar de culto como si fuera una prisión, mientras la chica y el resto de tipos intercambian algunas palabras fuera, guardando la entrada.

Por suerte o por desgracia, el camino se había despejado, pero aquello sólo planteaba más incógnitas. ¿Donde habían ido? ¿Qué había sido de la Dra. Sharada? La verdad es que me sentía un poco culpable por no intentar nada para salvarla, pero jugar al héroe sólo podía terminar conmigo atrapado también.

Observé la sala con cuidado, buscando cualquier salida posible a parte de por la que había entrado. Además, quizás ahora que estaba vacía podía ver algo que antes no viera. Curioso, me acerqué al círculo del centro, donde se llevaba a cabo el ritual, examinando alguna pista que contuviera.

Entras en la gran sala, admirando su belleza. El sonido de tus pasos retumban por toda ella y te recuerda cuando entras en la biblioteca de la universidad buscando un dato de algún libro y la suela de tus zapatos quiebran el sepulcral silencio de la misma. Justo cuando llegas al centro, te arrodillas, pero cuando tus dedos curiosos acarician los símbolos del suelo, varias manos te agarran violentamente de los brazos. Son cuatro tipos de raza negra y con túnicas rojas aterciopeladas. Te llevan en volandas hacia unas escaleras en un lado de la sala mientras intercambian entre ellos palabras en un idioma desconocido para ti. Caminan con decisión hasta las escaleras por las que te conminan a subir a empujones amenazantes. Asciendes con dos tipos delante y dos detras. Al final hay una puerta de madera cerrada. Uno de tus captores la golpea con la mano. Tras esperar un tiempo de aproximadamente dos minutos en el que oyes pasos durante un rato y el sonido de un encendedor, la puerta se abre con un sonido de desbloqueo similar a clac y entras a la sala.

Oyes unos golpes en la puerta de madera por la que has entrado hace un momento. Entonces, tu guardiana te pone una cinta negra en los ojos que llevaba colgando hace un momento en su cinto, impidiéndote la visión, mientras exclama algunas palabras en voz alta. Escuchas pasos por la sala, que parecen venir del agujero que da al exterior, como si alguien hubiera entrado. Los pasos continúan por el interior aproximadamente durante un minuto durante el cual un olor a humo va tomando intensidad. Entonces, al cabo de aproximadamente otro minuto, escuchas de nuevo el mismo encendedor que antes, varias veces espaciadas unos quince segundos. Es entonces cuando la chica te quita la venda.

La puerta se abre y Arcam Romijnsen entra a la misma sala ritual de la superficie donde estuvisteis hace unas horas.

En uno de los bancos está sentada la Dra. Srinivasan, con una mirada mostrando nerviosismo y una pose recta, y a su lado, una mujer con una túnica roja sobre ella y una ametralladora en sus manos. Sus ojos miran inquisitivamente a Arcam Romijnsen, y con voz autoritaria parece pedir explicaciones a los cuatro tipos que acompañan al explorador capturado, aunque es imposible saberlo con seguridad al desconocer la lengua. Un tipo, también ataviado con la túnica, está encendiendo las antorchas en sentido horario. Las dos del fondo (las dos de la izquierda de la imagen) y la que está junto a unos cascotes caídos (arriba en el centro) ya están ardiendo. En el exterior a través del hueco por el que entrasteis, más tipos hablan entre ellos fuera de vuestro rango de visión.

A empujones, sientan al Sr. Romijnsen junto a la doctora. Los cuatro tipos, junto con el que acaba de encender todas las antochas, salen fuera, y la chica armada se queda cerca vuestra, masticando una raíz.

Ante el silencio de mi compañero y a la vista de que no se planteaban más opciones, decidí descolgarme la mochila y la deposité en la primera baldosa, la que llevaba por número el 2, con intención de comprobar si situar un peso sobre aquella baldosa producía alguna consecuencia en la sala.

Dr. Romij, que bueno verlo de nuevo, ojalá fuera en circunstancias más agradables. 

Bajó la voz un poco. 

Creo, por lo que vi, es que lo que hay es una ceremonia de "elevación", a través de leer escritos en la bóveda donde me capturaron.  Como un software para liberar el "ángel interior" que potencialmente todos llevamos dentro.  Lo malo es que explota la cabeza.   Literalmente es un ángel dorado, que se eleva y desaparece como holograma en el mismo techo.

Ese sacerdote que vimos primero, por el temblor, quizá ya había explotado la cabeza, y fue luego que cayó el techo. 

Ignoró Sharada a propósito la mención cualquiera de sus otros dos compañeros, pero en la arena dibujó un par de líneas para que Romij pudiera irle haciendo alguna idea pictográfica de lo que supiera que estuviera pasando. 

Al dejar la mochila, el peso de a misma hizo que la losa se hundiera, cayendo por un agujero estrecho, oscuro y... letal, pues del mismo comienza a emanar un humo rojizo que produce un picor en gargante, nariz y ojos. Su olor es dulzón y picante, similar al óxido. Calculáis que aún tenéis unos minutos antes de que la estancia se llene. Esperáis que pese a haber descartado una baldosa falsa, los nervios de la cuenta atrás no os haga cometer más errores. El humo se condensa en algunos resquicios de la pared del habitáculo, produciendo gotas de color ocre. Es un gas espeso y, desde luego, no va a sentar bien a vuestros pulmones.

Jefe, creo que te has equivocado al etiquetarnos!