Partida Rol por web

Cuando os asomáis por el Jet, observáis con total claridad como "Dan" esta andando tranquilamente por el exterior del aeropuerto cargando a cuestas con Doukas, parece que su intención era huir con el, sin embargo no contó con el hecho de que vosotros ibais a conseguir escapar de vuestra prisión en el almacén.

Dan giró la cabeza y frunció el ceño de manera furiosa, no dudó en dejar caer a Doukas al suelo ante la impresión de lo que se le venía encima.

Sin dudar ni un ápice, Ricardo corre veloz con su espada desenvainada hasta los enemigos. Una vez alcanzados, trata de asestar un tajo vertical sobre uno de ellos.

"Dan" recibió un violento corte en el pecho por parte de Ricardo, en términos normales aquel tipo de corte habría provocado una herida fatal a un ser humano, pero lo que ocurrió a continuación fue de todos menos "natural".

El cuerpo de Dan a raíz del corte se desgarró a jirones, como si se tratara del envoltorio de un huevo de pascua, a raíz de la carne que se rompía con crujidos y chasquidos surgió una criatura endiablada, cuya piel verdosa mostraba un cuerpo sacado de las pesadillas. Se trataba de un demonio que había adoptado la apariencia de Dan, y quién sabe si de muchos otros ¿qué relación tendría él con Doukas?

La criatura tenía unas pequeñas pero fuertes alas detrás de sus brazos, que posiblemente le permitirían adoptar el vuelo de una manera básica, pero lo que más os llamaba a la atención eran sus afiladas garras que parecían cuchillas.

Miró con enojo a Ricardo, el cual aún blandía su espada. Una extraña concentración de llamaradas rojas comenzaron a proyectarse de la boca de la criatura, la cual en un solo instante no dudó en liberar una llamarada de fuego sobre la zona donde estaba Ricardo y el Jet.

Jenell no se había asomado afuera demasiado, pero cuando lo hizo y vió al monstruo y una llamarada de fuego venir, casi cae de espaldas de forma literal. Siempre se había sentido "especial" en su entorno, pero ahora que tenía tantas aberraciones anti-naturales a su alrededor le costaba asimilarlas como algo corriente. Por acto reflejo, intentó alejarse de la entrada.

Se asomó por la puerta del jet intentando buscar un ángulo que le permitiese disparar sin verse demasiado expuesto. De repente Ricardo pasó a su lado como una exhalación, el hombre se movía realmente rápido, demasiado para ser un hombre común, quizás esa fuera otra de las virtudes de los inmortales. Ricardo hizo un lance descendente con su espada y la criatura reveló su verdadera forma, abrió sus fauces y en ese momento todo pareció volverse lento. Kiandra pudo ver el fuego que salía de la boca de la criatura al tiempo que Jannel aparecía por la puerta del avión. No tuvo dudas, la mujer sería abrazada por el aliento ígneo de la criatura. Impulsado por una reacción instintiva se abalanzó sobre la mujer con toda la velocidad de la que fue capaz.

En el momento que Kiandra recobró la compostura tras salvar a Jenell, pudo disparar su arma tal y como quiso hacer anteriormente, tenía la confianza que el ataque aturdidor pudiera neutralizar a vuestro enemigo, sin embargo el disparo que saltó como una ráfaga electrizante fue esquivada con dureza por la endemoniada criatura en un simple giro de su torso.

- Vuestras almas serán mías, poco a poco consumiremos el mundo -

Aquella voz resonó por vuestras cabezas

Jenell abrió mucho los ojos, todo fue cuestión de un segundo. Vió el fuego acercarse, y supo que no iba a reaccionar a tiempo. Producto de una parálisis por el miedo mismo, sus movimientos se habían detenido. Por primera vez, estaba en una situación que realmente no podía controlar.

¡Muevete!

Sin embargo, ni siquiera aquel intento por hacerle reaccionar sirvió. Fue entonces que sintió un empujón.

¿Que...?

El fuego pasó rozandole el cerquillo. Algo le había hecho desplazarse bruscamente fuera el alcance de las llamas, y caer al suelo. Miró, comenzando a salir de su aturdimiento. Era Kiandra.

¿Este tipo me ha...?

-¿Me has salvado? -pensó en voz alta, desconcertada. Simplemente se le escapaba de lógica. No había motivo, incluso estaba segura de que le caía mal.

Escuchó a un tercero en la discordia en su mente en ese momento.

Dime que has sido tu.

No, y tres ya son multitud pequeña.

De soslayo vio aquella monstruosidad de nuevo, recordando...