El problema, es que a esta gente no se la puede meter presa. Vuelve la sonrisa a su boca, no sólo está calmada: los dos chamos en la puerta, y hasta tu mismo se sienten más tranquilos cuando sonríe Ya habrá tiempo de explicarlo, pero me alegra que colabore... suéltalo Raí, no van a hacer más falta las esposas.
Sientes el traqueteo de las llaves soltando las esposas, y la mano gruesa de Aristimuño dándote palmaditas en la espalda Que bien colega... muy bueno todo.
Justo cuando se liberan tus muñecas, ves por el rabillo del ojo el rostro del abogado ponerse rígido sobre tu hombro. Está absorto observando el hilo de sangre que se te escurre junto al sudor por un lado del rostro.
La sonrisa de Gladys se desdibuja de repente, y los dos chamos se abalanzan hacía adelante lo más rápido que pueden. Pero es demasiado tarde, para cuando Gladys te quita a Aristimuño e encima, el dolor que explotó en tu cuello se está mezclando con un frío que las pocas salpicaduras de sangre tibia no logran escapar. Oyes gritos de coño, coño y un ñelda la embarramo y la muchacha diciéndole al abogado "que se hiciera cargo de su metida de pata"