Partida Rol por web

¡Basta!-grita ante el escándalo que se está formando entre los murmullos de unos y las ideas de otros-Mientras yo sea el Praeco de este Tribunal, obedeceréis mis órdenes, sin excepciones-dice clavando su mirada en Tortious-Os he dejado actuar hasta ahora como Primus y anfitrión, pero este asunto sobrepasa vuestras manos y ahora quedara a mi cargo.

De momento este cadáver permanecerá aquí, no se lo moverá ni se lanzarán hechizos sobre él, ¿queda claro? Bajemos a la sala de reuniones y allí arrojaremos luz sobre este asunto, pero no antes. Ordenad a los grogs que vigilen también este lugar, pero que no se les ocurra entrar bajo ninguna circunstancia.

Unos y otros hablaban sobre que hacer, algunos con más tino que otro, otros simplemente murmuraban por lo bajo.Una voz se alzó sobre el murmullo, la de Atalantios, praeco de Val-Negra

 -Ya era hora de que apareciese las rencillas personales ... tal vez el mio no sea el único duelo de magos- pensó para si -no lanzar ningún hechizo sobre el cadáver,¿en que piensa el praeco? ... el muchacho estará borracho pero no ha perdido el juicio, alguien debería hablar con el muerto, aunque muy posiblemente este desconociese al atacante o fuese esbozado, pero no estaría de más asegurarse ... viejo chocho, debe haber perdido la cabeza-​negó girando levemente la cabeza mirando el cadáver

-¡Felismarte!- llamó más alto -¿Felismarte?-dijo mirando hacia la turba de magos -ha desaparecido, esto no me gusta nada ... espero que él, no- pensó mientras echaba otra ojeada de soslayo al cadáver.

Tras el rápido examen se levantó resignado -no he podido averiguar gran cosa del cadáver, las heridas de la espalda aunque profundas, no fueron las que le causaron la muerte, sino un corte limpio en la yugular- dijo retirándose del cadáver -apostaría a que muchas de las heridas de la espalda son debido a una persecusion, allí cayo al suelo- dijo señalado donde comenzaba la marca de sangre con el dedo -ya en el suelo su atacante aprovecharía para cortarle la yugular, murió en cuestión de minutos desangrado pero aún así se arrastró hasta aquí, sin duda era un hombre tenaz- dijo haciendo un saludo en señal de respeto al muerto.

Allí en el umbral de una puerta secreta estaba el primus de la alianza, ¿qué haría ahora?,le habían robado algo muy valioso o peligroso, delante de sus narices.

Resignado y poco convencido siguió al resto de magos hacía la sala de reuniones, ya fuera de la biblioteca, busco a Karisk, llamando su atención tirándole de la manga para llamar su atención.

A Karisk

-Ese imbécil de Felismarte no aparece- susurro con evidente enfado -¿tenemos un problema?- enarco una ceja -algo que debiera saber antes de entrar en esa sala-dijo mirándole directamente a los ojos.

Papagena puso los ojos enblanco al escuchar la teoria de Aigor, bueno, el vino nunca le habia sentado del todo bien. En ese momento se acerco a Atalantios. 

- Perdone, Praeco, ¿Quisiera que sellara esta puerta para que nadie entrara en ella? es un sencillo hechizo de REHE, que bueno, en caso de que alguien se quedara dentro no lo dejaria salir y en caso de que alguien trate de volver a entrar no lo va a tener facil...

Armand estaba en silencio y no decía nada. En realidad aprovechaba la presencia de los magos para observar los rostros, expresiones y reacciones de cada uno de ellos. Su empatía natural le permitía notar reacciones que en ocasiones quedaban fuera de la percepción de otros, y aun cuando lo más importante, en su momento, serían los hechizos que podrían determinar algo más, intentaba aprovechar la presencia de los magos para descubrir quién podía haber cometido algo así.

O tal vez sería mejor decidir que intentaba dilucidar, aun mentalmente, si alguna de las caras de los magos era de alivio, o no mostraba sorpresa, o mostraba algún tipo de alegría al ver el cuerpo del bibliotecario muerto. Cierto, ninguna de esas cosas por si solas servirían para saber quien le había matado

Pero serían un principio, eso es indiscutible , pensó el joven mago que asintió a las palabras del praeco, que le parecieron atinadas, al menos en un principio. Se acercó a él, quedándose en un discreto segundo plano y habló en tono quedo

- Armand de Bouvines, praeco. De la alianza quid pro quo, quaesitor de la casa Guernicus. Me pongo a sus órdenes por si precisara de mis habilidades como ayuda para solventar este terrible acontecimiento

-Bueeeeno, pues a la sala de reuniones, ningún problema. No para mi, al menos. Si el praeco dice que no hay hechizos, pues no hay hechizos. Total, es su Alianza también, ¿no? Seguro que es el más afectado. El Tribunal dirá lo que tenga que decir y ya está. Mientras no nos corten el grifo del vino todo irá bien. Sigo pensando que un poco de magia arreglaría todo el asunto. Porque seguro que tienen el ritual para ver el pasado en la biblioteca, así que ya lo lanzarán, el pasado no se va a mover del sitio. Pero me preocupa que muera alguien más... -dice el dicharachero Jerbiton a cualquiera que lo quiera oir, su soberbio sentido común haciéndole que el comentario sea bastante bajo a pesar del exceso de alcohol; por otro lado, si algo había hecho el alcohol no era volverle más sensible a la muerte violenta de un hombre, si iba a las letrinas no iba a ser a vomitar, bueno, al menos no a vomitar a causa del muerto. ¿Cómo podía un hombre tan joven ser tan poco impresionable? Desde luego tiene una mente especial, eso está claro.

Gracias a Tremere no, aunque comprendo que lo hayas pensado, no se si te fijaste que durante la cena le entregaron una carta y ha partido a saber a cual misión, yo mismo lo vi salir por las puertas con todas sus cosas y su grog siguiéndole. Y una vez que se sale de aquí, necesita de nuevo el permiso para traspasar el Aegis.

La mirada que dirige Atalantios a Papagena deja claro a todos los presentes que lanzar hechizos, independientemente de la intención, no será tolerado, aunque agradece las buenas intenciones de aquellos que ofrecen su ayuda, como Armand. La mayor parte no entiende estas ordenes y se muestra indignada a la par que confusa, pero el mandato es claro y no pueden hacer mas que dirigirse al salón, dejando el cuerpo del bibliotecario allí tendido.

Siguiendo el estilo de la Domus la sala es un teatro en miniatura, con un estrado en el centro desde el que poder dirigirse a los presentes o visto desde otro punto, ser observado implacablemente por todos ellos. Una vez están ocupados los asientos, el Praeco manda llamar al grog que encontró el cadáver en primer lugar y le pide detalles de lo ocurrido.

El muchacho, intimidado a todas luces por la presencia de tantos magos, tartamuedea un poco antes de poder responder-Mis señores, yo solo...había salido de la fiesta, para despejarme un poco...oí unos ruidos que venían de arriba, se que no debí subir a las plantas superiores-agacha la cabeza, temeroso del castigo que puedan imponerle-sentí curiosidad y entonces escuche gritos de dolor...corrí hasta llegar allí, pero el bibliotecario ya estaba muerto. No vi a nadie más pero...sentí un escalofrío, como si...yo fuera un ratón y un águila me estuviese mirando.

A karisk

-Bueno es saberlo- suspiró aliviado -bien, reunámonos con el resto, tal vez podamos sacar provecho de este trágico suceso- sonrió con cierta malicia.

Tranquilo siguió adelante en pos del resto de magos, su atención se fijó en el grog jorobado de la mercere "fogosa" -un bufón, y flambeau esto va a acabar mal ... -.

Antes de entrar en la sala se acercó a la mercere conocida como Papagena, dándole un par de toquecitos sobre el hombro para llamar su atención.

A Papagena

-Te aconsejo que saques a tu grog de aquí- susurro mirando al jorobado -no es conveniente tentar a la suerte y menos con Flambeau de cáracter explosivo como lo es Tortious, por hoy ya habéis llamado la atención demasiado ... los dos- añade con tono serio.

Dicho lo que quería decir, saluda con un gesto de cabeza y se marcha para unirse al resto de magos en la sala.

"Esto es lo que pasa cuando le das poder a un hombre que ha visto demasiado. Se olvida de lo realmente importante y se vuelve paranoico" pensó Remiel ante las actuaciones de Tortius y de Atalantios.

Sin embargo el no era mas que un invitado y pensaba permanecer en esa posición. Si se requería su ayuda, ya estaba ofrecida, hasta entonces se limitaría a observar, puesto que sabía lo que implicaría abrir la boca de más... y mas con Quaesiores en la zona.

Escucho impertérrito el testimonio del grog, ya que no se podía sacar nada o casi nada de allí. Este lío tenía fácil solución y pasaba por unos lanzamientos de conjuros algo a lo que, aparentemente, un Primus Flambeau se estaba negando. 

"Que perdida de tiempo" pensó Remiel

Atento escucho el relato del muchacho, sin duda quedaban muchas lagunas y lo más importante, hasta donde él sabia solo había un modo de llegar a la biblioteca y salir de ella -en algún momento debió de haberse cruzado con el asesino- pensó rascándose el mentón -tal vez un mundano con hechizo de invisibilidad ... o un objeto encantando con tal fin-.

Nada dijo, hasta que el joven se marchase, la idea en si no sería descabellada ... era lógico, eso o un fantasma pero hasta donde se sabe, un fantasma no abre puertas ocultas y roba libros.

Atento se fijo en las caras del resto de magos, algunos demasiado borrachos como para sumar dos y dos, pero la mayoría prestaba atención, en algunos aparecía ya el primer atisbo de comprensión ... o al menos eso pensaba.

Miro al mago que le aconsejo.

- Gracias, mi grog ya sabe que ha de hacer, pero tendre tu opinion en cuenta.

Le dice seria, sabia la opinion de algunos magos a ese respecto, pero tambien muchos de los alli presentes sabian la opinion de la joven al respecto.

¿Un mago que prohíbe el uso de la magia? Que ironía. Si de mi dependiera al grog ya se le hubiera leído la mente para ver lo que vio exactamente, el muerto ya habría "cantado" y un Guernicus, probablemente el Quaesitor del Tribunal, estaría lanzando el ritual protegido por un par de Hoplitas y algunos grogs. Cerraría la Domus a cal y canto y esperaría a que se acabase el ritual. O directamente haría leer todas las mentes de los presentes, magos y mundanos, y así descartaría a un montón de gente para seguir con la búsqueda. Ese hombre no hace más que retrasar la captura del asesino. ¿En qué estará pensando? ¿De qué tendrá miedo? ¿El Primus de Flambeau tiene miedo de algo? ¿Qué contendría ese libro? Ummmmm

Excelsius no está prestando apenas atención a nada, centrado como está en sus propios pensamientos, poniendo caras raras mientras hace elucubraciones, pero escuchaba el relato del grog entre pensamiento y pensamiento, y ya hacía un rato que había dejado de beber. Su prodigiosa mente se iba aclarando poco a poco.

De nuevo a bajar las escaleras, llegando a otra sala recargada y aislada del mundo exterior, si esto era algún tipo de demostración para contemplar la magnificencia de este lugar, por mí podrían parar ya de hacerlo.

Ocupé un asiento y atendí a las palabras del grog, realmente no aportaba nada que desvelara el misterio, sólo que corrió a la biblioteca al escuchar los gritos de dolor. Claro que iba a gritar, si le han apuñalado una veintena de veces y le han rajado la garganta, lo grandioso hubiera sido que no chillara como un cerdo al recibir las heridas.

Atusandome la barba mientras me sumía en mis propias cavilaciones sobre este asunto, no paraba de darle vueltas a la saña que el asesino había tenido con la víctima. Si iba a rajarle el cuello, ¿porqué tantas puñaladas?

Bien, puedes retirarte por el momento-dice tras escuchar las explicaciones del grog, el cual se apresura a abandonar la sala bastante aliviado. Ahora la atención de Atalantios recae sobre el primus Flamebau.

Estimado Tortious, si fueseis tan amable estoy seguro de que a todos los presentes nos encantaría saber que ha sido sustraído de la biblioteca.

La cara de Tortious es todo un poema, parece estar enfrentado entre salir en busca del objeto robado o lanzarle una bola de fuego al que está usurpando su posición. Finalmente la sensatez se impone a su carácter y lo mas tranquilamente que puede se pronuncia:

-El diario de Magnus, ese maldito traidor. Y ahora que ya lo sabe, ¿podemos salir en busca de ese hijo de puta inmediatamente?

Ante la mención de ese nombre, los magos de cierta edad se ponen blancos como la leche como si de repente tuvieran ante si un fiero dragón, contrastando bastante con los jóvenes que están a un más desconcertados que al principio.