Partida Rol por web

"mmm con que el diario de Magnus ¿eh?" pensó el Criamon mientras se mesaba la imberbe barbilla

¿Un diario? ¿Quien maaria a alguien por un diario? Siempre hay intrigas y demas al respecto, pero no le parecia que...

Magnus era un mago Bonisagus perteneciente al Tribunal Normando hace 100 años, ya desde aprendiz mostró un increíble poder para todas las Artes Mágicas, llegando a superar a su maestro en solo diez años de entrenamiento y a todos los de su Tribunal en otros cinco. Buscando la manera de romper los límites de la magia Hermética, entro en contacto con feéricos y otras criaturas mágicas para entender las diferencias entre tipos de magia y la mejor manera de combinarlas. Se hizo muy popular gracias a que después de sus viajes informaba de nuevas fuentes de vis que encontraba así como elementos necesarios para realizar encantamientos, criaturas interesantes para ser familiares, etc.

Sin embargo parece que de tanto rondar por poderosos regios mágicos y feéricos le arrebato la razón y un día sin previo aviso mato a diez de sus compañeros que pasaban delante de su Sancta e hiriendo a otros tantos mientras trataba de huir. A pesar de que se declaró una Marcha de Magos que duro 20 años, jamás llegaron a encontrarlo.

El diario de Magnus... Magnus... Magnus... Vaya, ni idea, debería socializar más con los magos y menos con los grogs...

¿Qué demonios tendrá ese diario para que todo el mundo se lleve las manos a la cabeza? Me mantengo de brazos cruzados en mi asiento, a la espera de alguna otra revelación por parte de los ancianos magos.

Magnus, ummm. ¿Pues no me suena a un rey? ¿De Noruega o de Suecia? Bueno, es igual, seguro que el asesino no es un rey mundano... ¿Verdad? No, no, imposible

Las elucubraciones de Excelsius rayaban en alucinación, pues desconocía demasiados datos para que éstos formaran una línea de pensamiento coherente que perseguir. Así, su mente daba saltos de aquí para allí, incapaz de hilar una explicación válida que poder compartir con los otros magi.

Alrededor de Septimus se escuchaban murmullos, y no era para menos -así que el diario de uno peligroso archimago, no es para menos ... y con razón estaba a buen recaudo, a saber que secretos guardará ...-su mente viajo por un sin fin de posibilidades a cada cuál más descabellada.

-Ilustre primus,¿de verás creeis que el mismo ha venido hasta aquí para recuperar lo suyo?,lo dudo- añadió negando con la cabeza -más bien parece que alguien le hizo el trabajo sucio, alguien con suficiente animadversión hacía vuestro bibliotecario como para apuñalarlo hasta veinte veces- dijo levantando las manos aún cubiertas de sangre.

-Tal vez se trate de un mundano con la ayuda de un artefacto que lo volvió invisible- continuo -ahí sí pudo haber participado Magnus o sin duda alguien con suficientes medios- dijo sin descartar a nadie -hasta donde sé, ese archimago mató a diez de sus compañeros e hirió a muchos otros, la marcha de magos que se convoco para darle muerte duró veinte años y sin éxito alguno- dijo para aquellos que no sabían de lo que se hablaba.

-Perseguir a tal sujeto, sin un mínimo de preparación es cuanto menos una invitación a la muerte, antes que nada debemos saber hacía donde buscar y en eso vuestro praeco y el resto de quaesitores tienen mucho que decir- dijo señalando con la palma de la mano hacia arriba y moviendo el brazo abarcando al grupo de quaesitores -en nombre de la casa Tremere, me pongo a vuestro servicio para investigar y dar castigo al culpable de este terrible crimen- dijo mirando a Tortious y a Atalantios.

Los recuerdos sobre la historia de Magnus van apareciendo en mi mente y que aquel mago los fuera narrando junto con sus propias elucubraciones me hizo comprender porque no acudía a eventos como este, aunque no se puede negar que este se había puesto bastante interesante. Ante la retahíla del mago, no puedo evitar un bostezo, acompañado con algunos parpadeos y una lagrimilla que asoma. Esto se estaba convirtiendo en algo parecido a una clase de historia, como las odiaba.

-Seré breve -comienzo poniéndome en pie cuando el mago cesa en su monólogo-. Poco después de la llegada a Val-Negra, me encontraba deambulando por la infinidad de pasillos de este edificio. Tuve la suerte de encontrarme con un mago que acabó guiándome hacia la biblioteca -constantemente voy eludiendo detalles que no son de interés ni para mí, ni para el resto de los presentes-. Una vez dentro, una fuerza atenazó nuestros músculos y era imposible moverse. De entre las sombras, apareció el difunto, diciéndonos que no debíamos estar allí. Cuando él desapareció, lo hizo aquella fuerza.

Desconozco si es un encantamiento que formuló el guardián o es una defensa de la biblioteca, pero quien sea que entró, lo conocía y sabía como evitarlo. Por no hablar de que supo encontrar lo que buscaba.

Sin más que añadir, hago una leve inclinación de cabeza y vuelvo a ocupar mi asiento.

Armand observa en silencio todo lo que va ocurriendo. Asiente, levemente, a las palabras de Septimus, y luego parece quedarse pensando

- Es cierto que el asesinato parece tener una animadversión especial, aunque tratándose de alguien tan poderoso, y tan obviamente fuera de las reglas de nuestra sociedad, no me atrevería a pensar en el caso que esté implicado directamente, si pretende causar confusión - tras esas palabras vuelve a ocupar su puesto secundario, aunque en un momento determinado se acerca a dos de los flambeau, Marco Antonio y Miranda, y les susurra

- Siento lo ocurrido. Si necesitais algo cualquiera de los dos.. hablar, o lo que sea, se que poco nos conocemos, pero estoy a vuestra disposición

Es cierto-interviene antes de que nadie pueda lanzar acusaciones sobre Oskari-yo fui quien lo acompaño y corroboro sus palabras. Si alguien cree que mi veracidad o la de este sodalis está en entredicho, que hable ahora.

Reina el silencio. Hay algo especial, en su tono o sus palabras, que simplemente provoca una instantánea confianza en él, demostrando que su fama de experto diplomático no es solo pura habladuría. Si hay algún sodalis que aun pudiera dudar, guarda para si mismo sus palabras.

Dirigido a Armand

Pendientes de cada palabra que se dice en la reunión, tu llegada les pilla por sorpresa. No parecen demasiado proclives a charlar en estos momentos,sobre todo Marco Antonio, así que Miranda toma el relevo.

Agradezco vuestras palabras, quaesitor Armand, mas ahora es tiempo de escuchar y pensar en todo lo ocurrido. Los lamentos y los lloros pueden esperar hasta que este oscuro suceso se haya solucionado-habla con firmeza y sin demostrar un ápice de emotividad, aunque sus ojos la delatan.

Las palabras que se están diciendo parecen caer como losas sobre el anciano Pareco, ensombreciendo su rostro. Se incorpora pesadamente y dirige una mirada a los magos de la sala con tristeza, antes de declamar.

Sodales...entiendo que mis decisiones han podido parecer impulsivas y sin sentido, pero todo lo que se ha dicho aquí y lo que hemos visto arriba, cada vez me hace estar mas seguro de que mi idea es la correcta; hay uno o varios traidores que entre nosotros, que revelaron el paradero de ese diario, que indicaron el mejor momento para realizar su robo y que ayudaron al intruso a traspasar el Aegis-hace una pequeña pausa y se nota a todas luces que la idea le resulta aterradora y repugnante-Como comprenderéis, sabiendo esto no puedo permitir que nadie realice hechizo alguno sobre ese cadáver, por mucho que sus intenciones sean nobles-mira a Septimus-y, aunque me duela reconocerlo, nadie esta libre de culpa. Ni siquiera yo.

Septimus no dijo palabra, tan solo se limitó a asentir con un gesto de cabeza las palabras del viejo praeco -parece como si hubiese adivinado mis intenciones- pensó frotándose las manos aún manchadas con la sangre del cadáver.

La sombra de la sospecha se cernía sobre todos, sin que nadie lo esperase el joven Bjornaer tuvo el valor de dar un paso al frente relatando algo sumamente incomodo, a fin de cuentas a nadie le gusta estar momentos antes en un lugar donde se ha cometido un crimen -idiota- pensó Septimus, por suerte para él Arcturus dio un paso al frente corraborando sus palabras -el viejo será un mago mediocre pero su reputación está más allá de toda duda- pensó viendo como la duda de algunos se difuminaba con tan simples afirmaciones -idiota con suerte ...- volvió a pensar.

-Tenéis razón praeco, os pido disculpas, pues por momentos pensé que vuestras palabras carecián de sentido- dijo contrito llevándose la mano al pecho -aún con todo hay mucho que hacer, y el desanimo y la sospecha no debe hacer mella en nosotros- animó mirándo a uno y otros -tal vez con un simple hechizo podamos discernir la verdad,me ofrezco para ser interrogado por vos o cualquier otro quaesitor, cuanto antes acabemos con esto antes podremos ponernos en marcha, hay mucho que hacer ... - añadió no dejándose amilanar por las circunstancias.

Papagena observo ya toda la escena fuera de las brumas del alcohol finalmente, traidores... la peor calaña entre las calañas, todas y sabia que lamentablemente estando en la domus de los flambeau y siendo descendiente de duendes le tocaria su parte de sospecha, debia ser valiente pues y dar un paso al frente.

- Mi praeco, me disculpo yo tambien por la osadia de querer lanzar un hechizo a la biblioteca antes de tiempo, por ello, al igual que mi sodalis, me pongo en manos de los quaesitores.

-Yo tambien me someto a su autoridad Praeco y a la de los Quaesitores- dijo Remiel con un tono neutro- Y debo decir que sospecho que el asesino no era un conocido del bibliotecario, pues las defensas mágicas no estaban desactivadas sino destruidas y hechas jirones.- terminó intentando aportar algo de información. 

"Someterme a la autoridad de los Quaesitores, pufff esto no marcha bien, mejor colaborar con ellos o si no acabarán sospechando de mí como siempre. En nombre de Jesucristo, que arrebato de locura me llevó a pensar que venir a este Tribunal sería buena idea" pensó el Criamon mientras daba un largo y resignado suspiro.

Praeco, desde luego usted debe tomar las medidas que su autoridad considere más oportunas. Digo. Sin embargo, si el robo se ha producido mientras cenabamos, el objeto en cuestión puede estar a varias millas de aquí. Sin duda ha tenido que ser un mago poderoso el que "rasgó" las protecciones en las que esta Domus tuvo a bien escudarlo. Pero, en caso de tener un cómplice, ese ya ha tenido tiempo de marcharse, y, probablemente sin dejar pistas... Tienen ustedes aquí un problema cuanto menos, peliagudo. Suspiro. Ya saben que me tienen a su disposición para cualquier cosa que necesiten.

Desde luego, nefasta suerte la mia. Vengo como representante de la Alianza por una vez y me encuentro robo y asesinato...

Me mantuve sereno durante todo el tiempo que siguieron las conversaciones, tanto por parte del Praeco como por parte del resto. Con las palabras de Arcturus, ya que si hubieran sido sólo las mías la cosa habría cambiado, se demostraba que mi estancia en la biblioteca antes del crimen no me relacionaba con el mismo. No tenía nada que temer por el momento, pero tenía claro que llegaría a un punto donde podría peligrar.

Ya me había metido en este asunto hasta la cintura, meterme un poco más no cambiaría nada. No soy nadie aquí, uno más entre una multitud, pero aportaría todo lo que estuviera en mi mano.

No creí conveniente añadir lo que ya había resonado más de una vez tras las palabras del Praeco. Si los Quaesitores necesitaban algo, sólo tendrían que decirlo.