Partida Rol por web

Aigor seguia a su señora acostumbrado al paso del Huargo por lo que no le costo casi esfuerzo subir las escaleras, luego ve como Jax levanta la cabeza y aulla. Se queda pensativo y se sube a lomos del Huargo tras su señora y la susurra.

- ¿Que pena no saber volar, no? Habia un hombre en mi villa, Leopoldo... o algo parecido, decia que estaba diseñando un pajaro que surcaria los cielos. Nadie le tomaba en serio claro, pero el chicos soñaba. Era un soñador -se sonrie- como yo.

Me había unido al resto del grupo siguiendo al lobo huargo, subiendo los incontables escalones hasta llevarme de vuelta a la biblioteca, donde me había encontrado con ese extraño ser que ahora estaba muerto.

-Volar siempre ha sido el anhelo de todo hombre ajeno a la magia -respondo a las palabras del poco agraciado grog-. Iré a echar un vistazo allí arriba.

Navego por mi mente buscando la letanía adecuada, dejando a un lado las que no me servían en este momento. Finalmente me decanto por algo sencillo para cumplir el objetivo. Comienzo a recitar, como si de un salmo se tratase, y acompañando las palabras con varios gestos manuales.

Al pronunciar la última palabra del conjuro, mis pies se van despegando lentamente del suelo y comienzo a ascender hacia la abertura en el techo. Mientras iba subiendo, pensé en la posibilidad de que el asesino hubiera utilizado aquello para entrar y para salir sin ser visto, ya que estaba bastante cerca de la biblioteca. Pero los Flambeaus habrían pensado en ello y estaría protegida por si acaso.

Sin dificultades llegas hasta la abertura natural, por donde entra una ligera corriente de aire fresco y puro que hace ondear tus ropas y tu cabello. Para tus ojos no hay nada que captar salvo la luz del exterior, pero también notas algo similar al hechizo de inmovilización que sufriste cuando entraste en la biblioteca por primera vez...sin embargo esta vez es mucho mas débil, ni siquiera precisas de magia para romperlo pues solo entorpece ligeramente tus movimientos.

El hueco es lo bastante grande como para dejar entrar a un par de personas delgadas, de modo que es perfectamente posible que el asesino pudiera entrar y huir por este sitio.

En el agujero del techo puedes ver el mismo hechizo de inmovilización de la biblioteca, sin duda una versión mas fuerte del mismo, ya que aunque esta destrozada todavía parece funcionar en parte. Cuando se acerca Oskari, los zacillos lo rodean y aprisionan.

Parece que hace no mucho hubo mas hechizos activos en esa zona, por la concentración de energía mágica que se observa, pero ahora no queda ni rastro de ellos.

Está claro que el Huargo nota algo... Pienso mientras miro a mi alrededor. La verdad es que me siento cómodo con la situación, al menos más de lo que esperaba. Esto se puede ver como una oportunidad. Cogiendo al asesino y descubriendo sus motivos y sus objetivos esta Domus estaría en deuda con todo este grupo... Observo como Oskari comienza a levitar. Con tranquilidad me dedico a buscar algo que me llame la atención por la enorme sala. Soladis, deberíamos hechar una ojeada por aquí. Si la mascota de Papagena nos ha traído será por algo. Suspiro. Es una lástima ahora mismo el ser un experto en Mentem y Corpus... Me temo que eso no me valdrá de mucho para buscar algún indicio de lo que ha pasado aquí. Sin embargo estoy más que seguro que alguno de los aquí presentes podría encontrar algo interesante. Sin más dilación examino el lugar donde fue asesinada la víctima y voy ampliando el círculo de búsqueda.

-Yo he visto que en ese agujero del techo se encuentra el mismo conjuro que había en la biblioteca, pero lo que mas me llama la atención el hecho que se hayan lanzado hechizos antes de que llegaramos- dijo Remiel mientras movía sus ojos de un lado para otro identificando los dobleces de la magia- ¿Alguien puede desenmascarar ilusiones?

Tu escrutinio no revela nada que no hubieses visto antes, el cadáver permanece intacto aunque el charco de sangre ya casi se ha coagulado completamente formando una mancha marrón. El resto de la biblioteca permanece intacto y la sala que contenía el libro no tiene nada de particular, solamente un atril de madera donde puedes suponer que estaba el libro antes de ser robado.

-Bueno, no es que sea un experto, pero dame un diámetro(1) que lo intente... A veeeer. -el mago comenzó a preparar un sortilegio, a trazar los gestos y concentrar las energías místicas. 

La curiosidad mató al gato, dicen algunos, pero este no sería el caso, porque básicamente Septimus no tenía intenciones de morir hasta dentro de mucho, mucho tiempo. Aún así, sentía una profunda curiosidad por el comportamiento de aquel bestial animal, y su relación con la putilla de la Orden. ¿Qué clase de hechizo habría usado para tenerlo tan controlado? ¿Acaso podría ser verdadero respeto? ¿Compañerismo quizás? No lo sabía, pero pronto esperaba descubrirlo. 

Y los pasos del huargo los llevaron de vuelta a la biblioteca. Cuando llegaron estaba ligeramente fatigado por la carrera. Ese bicho corre un montón, demonios. Pero nada mermaba ni su curiosidad por la extraña relación entre Papagena y su lobo, ni tampoco por qué había pasado en ese sitio. Era muy extraño, porque las defensas de la biblioteca habían sido potentes, pero totalmente destrozadas. Se enfrentaban a alguien de mucho poder... Que había robado un objeto muy importante. Secretos que no debían ser descubiertos estaban ahora en manos de cualquiera, bueno, cualquiera no. Estaban en manos de alguien que podía hacer uso de ellos, y podría ser destructivo para la sociedad que él y los demás conocían. 

Observándolo todo con atención e interés, comenzó a susurrar con voz tétrica los versos de un hechizo. 

Papagena no estaba acostumbrada a este tipo de trabajo de investigacion, lo suyo era el trabajo de campo, sin embargo pronto comenzo a moverse.

- ¡Aigor!

- ¿Si? -dice con un tono condescendite "Ya me ha tocado la china"

- Hazme el favor y buscame el registro de los libros que se han sacado de esta biblioteca y quien los ha cogido.

Luego se agacha sobre Jax y le dice en tono amable.

- ¿Podrias oler a ver si hueles algo distinto cerca del cuerpo del bibliotecario?

Te sientes algo cansado después de entregar tu aliento vital para realizar el sortilegio, pero puedes sentirte satisfecho ya que se lleva a cabo de manera perfecta. Pero no parece que haya servido de nada, al menos que puedas ver. Todo sigue en su sitio y nada ha cambiado.

A pesar de tu empeño y del aura mágica que reina en el lugar, te das cuenta de que tu hechizo es demasiado débil como para desvelar algo mas que conjuros de baja magnitud. 

Con una mirada que denota inteligencia, Jax entra en la biblioteca y husmea el cadáver y casi al instante salta para atrás y se frota el hocico con la pata, como si hubiese olido algo muy molesto. Con todo, vuelve a acercarse y aunque arruga el hocico en extremo vuelve a gruñir, esta vez mas fuerte, indicando que el olor que seguía es mas fuerte ahí.

-Joder... - susurró. Miró a su alrededor, mientras escuchaba un nuevo gruñido del lobo de dentro. Sonrió irónicamente. La mala bestia va a terminar siendo más útil que todos nosotros juntos. - Yo no encuentro nada significante.- bufó mirando hacia el feo hombre que había preguntado por si alguien podía descubrir ilusiones o en su caso, hechizos. No le daba buena espina ese Remiel. Y no le gustaba trabajar en su compañía. 

Se acercó a la puerta de la biblioteca, y con una mirada crítica contempló lo que sucedía dentro. El huargo estaba olisqueando el cadáver y gruñendo, como queriendo decirle algo a su ama. Se acercó con una sonrisa cínica.- ¿Habéis descubierto algo por aquí? - preguntó con cierta curiosidad, pero sin fiarse del todo de la extraña pareja (siempre seguidos por el deforme grog).

Tras asomar la cabeza por el agujero del techo, mis sospechas se confirman cuando encuentro unas huellas marcadas en la tierra, que vienen y van en torno al agujero. Ajeno a todo lo que estaba ocurriendo con el resto del grupo, empiezo a descender lentamente, a la misma velocidad que había ascendido hasta la cavidad.

-No me aventuraría a realizar un juicio tan precipitadamente, pero las huellas que había en el techo apuntan a que alguien ha estado por ahí arriba recientemente. Quizás -no me quería pillar los dedos con nada- se haya usado para entrar y salir, es la forma más rápida de llegar a la biblioteca.

Mis palabras iban para los que se habían quedado fuera de la habitación donde se había encontrado el cadáver de aquél ser barbudo y retorcido. Prefería no volver a entrar allí sino fuera necesario.

-¡Buen trabajo, ummm, ¿Oskari? Si hay huellas y logramos que ese familiar -dijo Excelsius señalando al huargo- llegue hasta ahí arriba, podría conseguir reconocer más claramente el olor y llevarnos hasta la habitación del mago. Porque seguro que es un mago. O eso o un demonio, por cómo ha arrugado el hocico bien podría haber olido azufre... Y bueno, en otro orden de cosas, o se ha lanzado un ritual de Imaginem, cosa poco probable por el tiempo de que disponían, o no hay más ilusiones en la sala de las que hubieran puesto los magos de la Alianza. A menos, claro está, de que el hechizo superara una 7ª magnitud, o al menos una 6ª...