Partida Rol por web

Viendo que el fuego afectaba a aquellas criaturas, Remiel ya se disponía a lanzar unas cuantas lanzas de fuego a los arbóreos enemigos... cuando una lluvia de pétalos puso fin al maligno asalto.

Vaya vaya, parece que Excelsius ha dado con la llave para derrotar a los árboles gigantes; lástima que nadie más haya pensado en esto, podríamos haber terminado con ellos antes de que se llevaran a varios grogs por delante.

Por desgracia, Remiel poco sabía del arte de manipular las plantas, y dudaba mucho que hubiera sido capaz de conjurar nada parecido a lo que había hecho Excelsius.

En cualquier caso, gracias por salvarnos. 

El mago Criamon apenas había prestado atención a la transformación de Oskari. Su nueva forma se parecía a alguno de los seres diabólicos con los que había tratado, pero había aprendido a no juzgar a los enemigos por su apariencia.

Los árboles pueden ser enemigos, y las bestias con pinta infernal pueden ser nuestros aliados; no juzguemos las formas, sino los fondos.

El bosque de repente se comenzaba a transformar en una carnicería, así que aprovecho la maestría que he adquirido con mis hechizos hasta el momento y prácticamente enredo a uno de ellos con telas de araña gruesas como puños, duras como hierro. Los otro magi, al tiempo, hacen diversas co... ¡cojones!¿¡Qué leches es ese bicho en el que se ha transformado Oskari!?¿¡Pies grandes*!?

En cualquier caso, despachamos a esos seres considerablemente rápido, justo a tiempo para... que vengan otros 5. El fuego había sido efectivo y miraba los rescoldos con el rostro pálido. La férrea determinación de los grogs... Yo podría... Los árboles se acercaban poco a poco y retrocedí medio paso. Podría hacerlo... Los salvaría... Me digo, y consigo poner las manos en posición para comenzar el conjuro mientras se seguían acercando con presteza. Podría ayudarlos a todos... Me digo con un nudo en la garganta mientras unos violentos temblores hacían presa de mí.

- Yo... -digo con voz temblorosa, pero entonces veo las llamas devorando el bosque.

A fin de cuentas no era más que madera, como era mi casa. Veo a todos perdiendo la carne de los huesos, a Papagena sollozando con las llamas acercándose inexorables, a la bestia en la que se había transformado Oskari buscando sin éxito una salida entre las llamas que se propagaban en mil direcciones. Casi sentía el olor a pelo quemado.

Es entonces Excelsius el que recita un conjuro espontáneo que deshace los árboles en mil flores, de las que no se si son bellas o no, pues mi cabeza procesaba lo que estaba viendo sin apenas analizarlo, y luego mil astillas oscuras que caen al suelo.

Entonces apoyo la mano en el árbol más cercano y, doblándome sobre mí mismo, vomito simple bilis sobre el suelo tan seco como los árboles. Aprieto la mortecina madera con tal fuerza que siento una astilla hundirse bajo una de mis uñas, pero no siento dolor ni molestia a pesar de todo. Apoyo una rodilla en tierra ante el ínfimo rincón húmedo que había formado en el suelo y quedo ahí pálido, sudoroso, con una mano en la cabeza intentando liberarme de las espantosas visiones que se habían adueñado de mi cabeza. Lágrimas de frustración y dolor resbalaban poco a poco por mis mejillas mientras repetía en un susurro como si de una letanía se tratase:

- Dejadme, dejadme, dejadme... -al borde del pánico.

¡Si supiesen...!¡Si me vieran...! No soy más que un vil asesino. El peor de todos.

No llegó siquiera a gritar. Algo había salido mal, tremendamente mal y el ramalazo de pánico hizo que la bilis ascendiera por su garganta cuando las energía desplegadas se giraron y cayeron sobre él con la fuerza de toda su magia. Armand supo lo que pasaba, en un instante.... pero luego todos esos pensamientos se difuminaron. Una agradable sensación de paz le atravesó llenándolo, y todas las preocupaciones desaparecieron. Casi al instante se dejó caer al suelo, sentándose de culo, y mirando a su alrededor con ojos ilusionados, impresionados, y en absoluto temerosos, como si no comprendiera ni asumiera peligro alguno. 

Entonces alzó la voz mirando a los árboles convertidos, al mono y al mago que lloraba

- Ala.... que cosas mas raras haceis. ¿Como lo habeis hecho? - dijo con una enorme y beatífica sonrisa

A cada minuto que pasa, me voy asegurando más de que el peligro había pasado, pero siempre desconfiando. Esta batida a territorio enemigo no es precisamente un paseo por el bosque y no termina de olerme bien.

Doy un par de golpes, con las manos, al suelo y vuelvo a ponerme erguido un momento. Echando el último vistazo antes de revertir el cambio por completo. De vuelta con las cuatro extremidades en el suelo, el pelo comienza a desaparecer y, poco a poco, voy recuperando mi forma humana. La espalda vuelve a su sitio, así como la longitud de mis brazos. Reconfortante volver a mi forma humana.

Aunque al resto parece haberle afectado el combate, al menos a algunos. Ver a Barry vomitando junto a un árbol no era demasiado alentador. Si era por haber visto un cuerpo muerto, más vale que se fuera acostumbrando, pronto habría más. 

-¿Estáis todos bien? -o los que quedáis, pregunto a los grogs en primer lugar-. ¿Y vosotros? -tras recibir la respuesta de la pequeña milicia, pasaba a preguntar a los magos que, de lejos, tendrían más recursos que los pobres mundanos-.

Oskari no responde inicialmente, pero el monstruo peludo tampoco ataca a magos o grogs, aunque sus palmetazos en el suelo sobresaltaron un poco a Excelsius. Cuando finalmente recobra su forma humana, respira aliviado, aunque más pesadamente que si se encontrara fresco, sin duda los hechizos han hecho mella en su resistencia física.

-Arf, arf, jolines, estoy agotado. Bueno, y con esto, jóvenes magos, acaba la lección sobre Muto Herbam -dijo el Jerbiton agitando un dedo índice en alto e imitando una voz vieja y cascada que bien podría ser la de un mago ya bien entrado en años- Siempre usad el cambio más sutil, con la misma forma y dejad que la situación se haga cargo de sí misma. ¡Economía mágica! ¡Es un clásico! ¿No la leísteis en vuestras alianzas de origen? Demonios, me encantaba ese libro de Teoría Mágica...

El cansancio de la batalla no hacia mucha mella en ella, sin embargo entro durante unos segundos en estado de shock. Su cabeza estaba procesando demasiada informacion en muy poco tiempo.

1 - ¿Que bicho es ese? Parece un hombre... si es que se parece a algo, aunque luego se vuelve Oskari nuevamente.

2 - ¿Que rayos le pasaba a Armand? Algo en su cabeza le hacia señales de almenara indicandole la posibilidad de un hechizo fallido... esperaba que no fuera eso...

3 - ¿Por que llora Barry?

Tanta cosa comienza a apretar su cabeza hasta que logra serenarse un poco.

- ¡Aigor! -grita imperiosa

- ¿Si, mi señora? -aparece de la nada, como si nunca hubiera estado ahi

- En primer lugar, tu y el sodal Oskari reunid a los heridos y atendedlos, lo que tu quirurgia no pueda hacer seguro que el sodal encuentra solucion.

- En seguida, mi señora Papagena.

Resoluta se gira hacia Oskari.

- Por favor atended a los grogs, no podemos permitirnos la perdida de un hombre mas. -antes de darle tiempo a contestar lanza un ultimo grito a Aigor- ¡Y cuando termineis traeme algo de vino! _{Necesito un trago...} -comenta esto ultimo mas en susurro.

Se gira hacia Excelsius

- Sodal, atiende a Armand... le pasa algo raro y creo que le ha afectado algo a la cabeza. Tu dijistes que se te daban bien los artificios mentales ¿No? Prueba con Intellego

Comienza a andar hacia Barry y ve que se le han quedado mirando sorprendidos. Se pone en jaras.

- ¡Venga, vamos! ¡No tenemos todo el dia! ¡Creo que me he expresado con claridad meridiana! El resto deberiais asegurar el perimetro para evitar que vengan mas de esas cosas.

Se vuelve a girar una vez repartidas las instrucciones y se acerca a Barry colocandole una mano en el hombro.

- ¿Barry?

Armand miraba a todos sentando como estaba con una sonrisa en los labios

- ¡Ala! ¿eres mago? - preguntó mirando a Oskari con los ojos abiertos de par en par- ¿Me enseñas a hacer eso? ¿cómo lo has logrado? - luego miró a Papagena- Eres muy bonita - le dijo con una gran sonrisa exenta de toda preocupación- Estoy bien. Tengo hambre

-Estoy agotado de los otros hechizos, así que esperaremos unos minutos. Si en un par de minutos, vamos, un Diámetro, no se le pasa, alguien con Intellego se lo podría hacer. Yo necesito algo más que unos minutos...

Un sodal afectado por un hechizo propio de forma accidental. Eso era malo. Pero la mayoría de las veces suele ser un efecto pasajero, así que tampoco había que alarmarse.

Un momento, Papagena; no podemos continuar hasta que Armand se recupere.

Remiel se acerca al sodal, que parece haber sufrido algún tipo de sobrecarga mágica. Él, como avanzado estudiante del Enigma, algo entendía de magias desbocadas, pero no estaba seguro de cuál sería el mejor curso de acción.

Hagamos lo que dice Excelsius; si no, podemos tratar de disipar el conjuro que sea que le esté afectando.

Remiel no había sido capaz de deshacer el hechizo que animaba a los árboles, pero quizás sí podría librar a Armand de su propio encantamiento, si fuera menester.

Demasiadas conversaciones abiertas directamente. Por su lado, Papagena, me pide que haga de galeno, cuando estoy lejos de servir a un propósito como ese, puedo intentarlo, pero no soy un experto en estos temas. Suelto el aire de golpe, por los ollares de la nariz, como única respuesta a su propuesta. Empiezo a pensar que es esto a lo que se refieren algunos hombres cuando hablan del poder femenino...

Pero justo antes de ponerme en marcha con el deforme asistente de la sodal, aparece Armand con esa tontuna encima, haciéndome sentir incómodo, aunque creo que no lo hace a propósito, si fuera así... se estaba buscando un bofetón. Evito entrar en la conversación apartándome sin discreción alguna.

-Vamos a echar un vistazo a esas heridas -digo en parte para Aigor, en parte para el resto de grogs-.

Podría haber sido peor, mucho peor. Varios grogs tienen heridas en cara, brazos y muslos, largos cortes donde las afiladas ramas han logrado acertar o incluso han roto las protecciones de cuero o atravesado los anillos de la malla. Los dos más graves se han tumbado en el suelo y se sujetan el costado con la cara enrojecida por el dolor. El capitán es el que ha salido mejor parado y ya está vendando la herida de uno de sus hombres cuando llegáis vosotros.

-Deberíais marcharos de inmediato, falta poco para la puesta de sol. No se como serán vuestros adversarios, pero si son la mitad que estos engendros corréis grave peligro-afirma con expresión severa.

-¡Silencio! -pocos de los aquí presentes, por no decir ninguno, me habían escuchado hablar con esa voz tan grave y, en parte, imponente. No soporto que alguien me diga lo que tengo que hacer y menos aún cuando hay vidas en juego-. Aparta a un lado. Una vida es tan valiosa como cualquier otra.

Me crujo los dedos en un exagerado movimiento y me centro en las heridas del soldado que tengo delante.

Ajeno al movimiento del grupo, en mi propio mundo, la mano en el hombro me arranca un pequeño grito mientras me aparto de quien fuese el propietario de la misma.

- ¡Ahhh!¡¡Atrás!! -digo, retrocediendo ante el contacto hasta "abrazar" el árbol por el otro lado, como si temiese caerme de no hacerlo. Lo cual era perfectamente factible.

Mis ojos se enfocan un poco y reconozco la forma de Papagena, pero notal y como es, sino tal como estaba en mi mente.

- ¡Huye!¡Escapa del incendio!¡Yo...!¡Otra vez...! -respondo, finalmente "teniéndome en mis pies", pero no en mis cabales, pues retrocedía poco a poco de ella.

Remiel observó con ojo crítico a Armand, tratando de identificar las auras que le rodeaban y a partir de aquí deducir qué misterioso conjuro le estaba haciendo comportarse de esta forma.

Hm... - fue lo único que acertó a decir.

Papagena se desconcerto cuando Barry se aparto de ella tan bruscamente. Papagena se sienta en un arbol frente a el y trata de calmarle con una cancion, sin embargo puede que debido a la intensidad del miedo de Barry o puede que por culpa del combate, pero la magia de Papagena no fluye como deberia.

Entierra el rostro en sus rodillas, no le gustaba fallar de esa manera.

Las heridas son aparatosas, pero nada de lo que preocuparse, por lo menos si no se infectan. Lástima no tener un hierro al rojo por aquí, no os queda mas remedio que lavar las heridas con vino mientras vuestros "pacientes" pegan algún respingo ocasional al notar el escozor y después coser con hilo de tripa. Los dos que estaban en el suelo tienen varias costillas rotas, pero no parece que hayan perforado los pulmones. Excepto por ellos, que no pueden moverse muy deprisa, habéis logrado un trabajo excelente.

Al parecer estáis al mismo nivel en cuanto a tratamientos, ninguno de los dos puede advertir que el otro sea más torpe o posea menos conocimientos.