Partida Rol por web

-Podrá tener toda la razón que quiera -espeto a Remiel con desdén, ¿cómo se ponía de parte del enemigo?- pero eso no quita que deje que un monstruo deforme me insulte en la cara. 

Estaba claro que las palabras de aquella criatura, por muy superior que pudiera ser, había conseguido tocarme las narices. Ni siquiera tuve tiempo de pensar si lo que quería era provocarme, pero lo había conseguido y el cambio ya se estaba realizando. Cubriéndose los brazos de un pelaje negro a la vez que se iban haciendo más grandes, que el pecho se ensanchara y la mandíbula creciera dejando ver unos pronunciados y blancos colmillos que podrían ser envidiados por los de un depredador.

Una vez hecho el cambio, cargo contra aquel ser, cegado por la rabia que había despertado sus palabras. Mi único objetivo ahora era troncharlo como un tronco seco y acabar con él. Alzando los dos puños por encima de la cabeza y dejándolos caer con toda la fuerza que la bestia me permitía.

Dejo a Remiel mirando a Papagena mientras que yo vuelvo a atender a la conversación y viendo el repentino cambio de Oskari resoplo y suelto:

- Oh, ¡no me jodas tú también! -digo exasperado mientras su forma se completa- ¿¡Podrías hacer el favor de irte a tu Alianza!? -pregunto ya harto de la escenita- Ahora te seguiremos, pero por Dios, ¡déjanos un rato!

Estaba ya hasta el escroto de que se liase a cada minuto. ¡Si al menos no tuviese esta maldita restricción!¡Si no hubiera incen...! Para, para, cálmate, Barry, déjate de eso ahora, hay cosas más urgentes...

Remiel lanza una mirada llena de resignación, comprensión, frustración y otros muchos sentimientos negativos hacia Barry; ambos hermanos en la impotencia ante el comportamiento de sus compañeros camaradas aquellos que viajan a su lado.

Pero si no es él quien no quiere dejarnos, ¡somos nosotros quienes nos lanzamos a por él! Ni que nos estuviera retando...

Con un encogimiento de hombros, Remiel espera a ver cómo termina la pelea entre Orestes y el bicho peludo.

Se admiten apuestas.

Excelsius, para su desgracia, sí podía creer lo que veía: individualidades mágicas actuando sin ton ni son, absolutamente faltas de coordinación y sólo formando un grupo por el hecho de viajar en una misma dirección. Era difícil actuar de manera más dispar. Pero no imposible. Así que allí estaba él, afrontando el reto que se habían auto-impuesto a fuerza de ignorar el espectáculo y buscando con la vista por alrededor, con algo más que simple curiosidad, con ansiedad.

El vampiro mira los conflictos que van surgiendo entre vuestro grupo con desaprobación (la cual no podéis captar al estar oculto por su capucha). No tienen el menor compañerismo ni un liderazgo firme. ¿Tanto ha decaído la Orden en estos últimos años o es solamente este grupo? No me extraña que Marius los desprecie más de lo normal.

De igual manera que con la mujer, no se arredra cuando el Bjornaer se transforma y se lanza contra él en toda su ira animal. En esta ocasión llegáis a atisbar como traza gestos arcanos y el destello no os impide ver como un rayo de luz verde sale de sus palmas para impactar contra Oskari. Al contrario que Papagena, el gorila permanece en pie unos instantes antes de caer con la pesadez de un ancla encima de Orestes. Y a pesar de su enorme tamaño, solo necesita de una mano para sostenerlo y apartarlo de sí, con delicadeza. Si no aprenden de los hechos, no perderé mas tiempo.

Nuevamente cruza las manos, esta vez formando un trazo distinto que podéis reconocer; un hechizo de Rego Mentem. Inmediatamente empezáis a sentir un sopor que se extiende poco a poco por vuestras extremidades, dejandoos sin fuerzas y finalmente nublando la mente. Vuestros ojos os pesan de sueño y los demás deseos se apagan comparados con el deseo de descansar.

No, eso no...

Remiel odiaba cuando alguien más jugaba con su mente. Ya le costaba bastante controlarla él mismo por su cuenta como para encima tener a otro metiendo mano ajena en sus pensamientos. Además, después de verse afectado por un conjuro de Mentem siempre se levantaba con una migraña de mil demonios.

Tratando de mantenerse despierto para, al menos, no caerse sobre una roca o en alguna postura incómoda, buscó un trozo de hierba que pareciera mullida, donde se tumbó a descansar hasta que se viera con ánimos para hacer algo más.

Bueno, al menos estoy seguro de que de este sueño voy a despert... zZzZzzzz...

FIN DE ESCENA