Partida Rol por web

Viento Divino - Preludio: La llamada

1. Viejos conocidos (Terminada)

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21/10/2015, 00:55
Narrador

La oscuridad se cierne sobre la aldea cuando Amateratsu deja caer sus últimos rayos de luz.

Tras una dura jornada de trabajo, los campesinos guardan las herramientas del campo y se retiran al calor de sus hogares, los primeros fuegos no tardan en aparecer. Refresca, hay que mantener a los enfermos calientes. Hoy no ha habido suerte, no hay nada digno que llevarse a la boca. Un socorrido caldo hecho con unos reutilizados huesos de la última pieza de caza es lo único que tendrán para cenar esta noche, en esta casa, y en la de al lado, y en la otra, y en la otra…

Las tripas rugen, el hambre no deja conciliar el sueño.

Al alba los cuerpos amanecen débiles y pesados, se apañan con una infusión de hierbas, cogen los bártulos, y vuelta a trabajar. Labran la tierra con el agua por encima de los tobillos, con las espigas a la altura del pecho y recociéndose al sol. Un pequeño alto para comer alguno de los pocos alimentos que tienen en la despensa, a reunir fuerzas y vuelta a trabajar hasta la puesta de sol.

El día a día de Numatori.

Las luciérnagas pululan entre el bosque y los arrozales cuando un par de luces más intensas se aproximan. Dos individuos con antorchas caminan hasta la entrada de la aldea, donde despertando a todo el mundo, empiezan a gritar con agresividad.

“¡Shiiiintaa! ¡Shiiinta!”

El tiempo pasa y las voces no hayan respuesta.

“¡Bastardo! ¡Sal de tu madriguera maldita rata!”

Se escucha como patean una cesta de mimbre, que acaba cayendo al poco rebotando un par de veces en el suelo.

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22/10/2015, 15:18
Narrador

Hace frío, y por instinto llevas la mano sobre el hombro de tu esposo. Lo amas, buscas su nuca para darle un beso, sientes su aroma, su calor, y tratas de abrazarte a él. Al hacerlo sientes como tu cuerpo se vence poco a poco, acabando con la nariz contra el futón. Una lágrima… frustración… otra vez soñando con él.

Girándote, observas tu pequeña casa, vacía y silenciosa. Solo el roce de tus ropas, tu respiración y el viento perturban la paz de la noche... salvo por un par de energúmenos que se han puesto a gritar en mitad de la aldea.

Tentada, observas la ventana de reojo.

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22/10/2015, 15:20
Narrador

Somnoliento, despatarrado sobre el tatami, te rascas los huevos con la calma. Miras a tu vera y ves tu futón abierto, calentito, blando y “suave” invitándote a que vuelvas con él. Si no te movieras tanto por la noche, probablemente ni te hubieras despertado. Refresca, escuchas a tu madre dormir profundamente al otro lado de la habitación, profundamente, tan profundamente que ni con temblores importantes se despierta. Ni con temblores ni con el mercado de la ciudad al lado de casa, que es lo que parece la aldea ahora mismo. ¿Quién se pone a dar gritos a estas horas?

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22/10/2015, 15:20
Narrador

Agotado tras un largo día de trabajo, te encuentras arrodillado ante tu madre que descansa sobre su futón. Sudores fríos, la frente le arde y le sube la fiebre, le pones un paño húmedo en la frente y esperas que mejore. Al lado vislumbras a tu padre, dormido como un tronco. No te llevabas especialmente bien con él, pero lo quieres, y aunque era un viejo cascarrabias sabes que también te quería. Intuyes que de seguir entre vosotros, pero con lo terco que era, probablemente no habría enfermado, o que lo habría hecho de manera más suave que tu madre, aunque tampoco habría dicho nada.

Escuchas alboroto fuera y ves a Hana agitarse.

Cansado, no estás para tonterías. Te dispones a coger el viejo kumade de tu padre y a callar a los alborotadores por las buenas, o por las malas.

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22/10/2015, 15:21
Anciano

Del fondo de la aldea, junto al almacén, el anciano corre a un lado la puerta de su casa y se escucha su tos bronca. Cuando se le pasa el ataque, pasa el marco y se aventura a quejarse agitando el bastón. La voz de recién despertado resulta desagradable y chillona.

- ¡¿Pero qué alboroto es este?!

Le sigue una tos profunda mientras camina hacia ellos.

- ¡La gente quiere dormir!

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22/10/2015, 15:21
Narrador

Se escucha un cuchicheo antes de que vuelvan a alzar la voz.

“Eh, viejo. ¿Tú eres Shinta? ¿No? Pues lárgate a tu cueva.”

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22/10/2015, 15:22
Narrador

Observas el rostro de Kurumi subir y bajar lentamente ante ti. Le das calor cubriéndola con tu cuerpo, regocijándote del roce de tus dedos por su mejilla al retirarle un mechón rostro, del roce de sus mulos con tus caderas y del sabor de sus labios, de su voz queda, melodiosa y dulce suspirando tu nombre, que poco a poco se va tornando grave y agresiva.

Despiertas sobresaltado con la cabeza contra el tatami, abrazando la almohada, maldiciendo a los elementos. Miras a tu alrededor, estás solo, no hay rastro de Kurumi, y tus padres hace tiempo que se fueron. Normalmente darías media vuelta y te dispondrías a dormir, agotado aún del trabajo del campo. Pero escuchas ajetreo fuera, estás adormilado, no sabes quién, pero alguien te reclama.

Notas de juego

Cuando tengas la descripción física y mental, te habilitaré el post.

Cedemos un poco de margen a que los otros jugadores postéen, y ya le podrás dar.

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22/10/2015, 17:00
Mai

Era algo sumamente angustioso, el despertar tras un sueño tan ligero. La tos del hijo de su hermano, debil, apunto de cruzar al otro lado, el quejido de su padre en la sala del otro lado, los susurros de su madre intentando consolarle. Pocos habian podido labrar el campo, fue Mai quien intento revisar que todos los cultivos fuesen bien. Aun no estaban listos, pero con suerte, a final de mes, podrian estarlo. Pagarian el tributo y tendrian arroz para unos meses, bien estirado. No habia habido descanso para ella, puesto que tan pronto la luz se desvanecio como para trabajar fuera, ella encendio las velas dentro, continuando con el trabajo del telar. Intentaria vender las telas y mantas cuando fueran al mercado de la ciudad, junto con algunas pieles curtidas de caza para conseguir algo de dinero y comprar comida, pero cada vez era mas dificil. 

Si apenas habia podido dormir dos o tres horas sin despertarse, era un logro. Y siempre quedaba aquella angustia de lo que no estaba, de lo que tu corazon te pedia y aun en ciertos momentos de bruma, no eras consciente de que faltaba. Se levantó despacio, ajustandose bien el Yukata para cubrirse mas, con la larga melena colgandole por la espalda al abrir la ventana. Conocia vagamente ese nombre, pero no era su problema que le buscaran. Cada cual tenia sus propios demonios anclados al pasado. Pero no le gustó ver como trataban al anciano, era de los pocos amigos que aun poseia su padre, y no le gustaria ver que le dañaran de alguna manera. Alcanzó un kimono mas oscuro para ponerselo por encima, sin detenerse mucho en colocarse el obi correctamente, lo justo para estar cubierta si debia salir al exterior. 

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22/10/2015, 19:41
Jiro

Jiro se levantó lentamente y con paso aún tambaleante por el sueño y la falta de energía, corrió la puerta que daba al exterior. Se asomó para ver quién estaba armando tanto jaleo y porqué.

Dentro en la casa, su madre dormía pesadamente pese al ruido y a los dolores de su enfermedad. Pero si seguía el alboroto quizá se despertase, y perder una noche de sueño no era lo que mejor le iba a venir. Llevaban varios días comiendo mal, y su estado de salud no mejoraba. Jiro había tenido que prescindir de salir de caza para poder atenderla, y eso les estaba pasando factura a nivel nutricional. Además, apenas quedaba arroz en el pueblo, lo cual tampoco ayudaba mucho.

De momento observó a los dos individuos, pero no hizo ni dijo nada. No era asunto suyo y estaba medio dormido. A ver qué demonios pasaba con Shinta...

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22/10/2015, 22:25
Nobu

Nobu apretó los labios, y miró en dirección a la puerta. Tratándose de la que había sido la casa del respetado artesano de la aldea, su elaboración estaba, aunque no mucho, por encima de la del resto. Como todo en esa aldea, con el tiempo había ido a menos, y si a duras penas bastaba para mantener la cabaña caliente, que mantuviera fuera del hogar las voces de esos borrachos habría sido mucho pedir. 

¿Quiénes eran aquellos alborotadores? Mientras se levantaba, maldijo su suerte y la de toda esa aldea. Si aquel lugar no había sido embrujado, compadecía el que sí lo estuviera. Lo que Numatori menos necesitaba a las puertas del invierno eran criminales persiguiendo a granujas como ese Shinta. Él y sus amigos necesitaban que les dieran una lección. Si tenía que ser él, que no contaba con la simpatía de nadie en aquella aldea, quien echara a esa chusma del pueblo, lo haría encantado. 

Cuando asomó por el umbral, el anciano ya estaba caminando en dirección a ellos. Nobu llevaba un kosode cerrado de confección tan burda como su hakama, que terminaba un palmo por debajo de las rodillas. En la cintura, un trozo de tela áspera anudada a modo de obi sostenía su parangu, la hoja de la que el veterano se valía durante sus batidas. Como si aquello no bastara para dejar claras sus intenciones, Nobu avanzaba a paso lento apoyándose en el viejo kumade que su padres antes que él había usado para la labranza. 

Notas de juego

Kosode: una especie de kimono que queda entre la cintura y las rodillas y que es de manga corta. 

Hakama: pantalones acampanados, como los que usan los budokas, solo que tirando a mierderos en el caso de Nobu. 

Obi: una faja o cinturón de los de toda la vida. 

Parangu: un machete (podéis verlo entre las armas listadas en el libro de reglas). 

Kumade: un rastrillo (también aparece en el libro). 

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23/10/2015, 01:09
Yata

Elegante, con la pata atada por una fina cuerda, sale dando saltitos junto a Nobu, quedándose en el marco de la puerta. Se asoma ladeando la cabeza y pega un graznido.

No le gustan. Ahora mismo nadie le gusta, siquiera Nobu. Tiene mal despertar.

Se picotea por un momento las plumas del pecho, se agita y se queda mirando a los que dan voces, a ver que pasa.

 

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23/10/2015, 02:38
Mai

Mai no se mueve de la ventana, ajustandose aun la ropa, aun pese a ver a Nobu fuera. Ese era otro al que no importaba que los borrachos o liantes golpearan. Desde que fue el unico en volver, trayendo la agonia de todos los caidos a su espalda por haber sobrevivido, no era el mismo hombre ni ella le miraba con los mismos ojos. El habia vuelto y su amado marido no. Ojala verle caer le devolviera a su esposo, pero sabia que eso no pasaria. 

Vio de reojo su arco apostado al lado del shoji, dudosa de si necesitaria usarlo en un momento como ese.Temia pecar de imprudente, pero no podia tolerar que aquellos hombres golpearan al anciano que unicamente queria silencio, asi como tampoco respetaria que despertasen a los pequeños enfermos. Antes de actuar, analizo las ropas, con dificultad en la oscuridad de la noche. ¿Quienes eran, por Kami-sama? 

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23/10/2015, 10:34
Shinta

Shinta se levanta del tatami sobre el cual dormía, su cuerpo pegostoso por el calor. Soñaba... no lo recuerda, pero sabe que definitivamente era un buen sueño. Lo raro es por qué se despertó: alguien reclamaba su presencia. Su cabaña era sumamente pequeña, aunque para una sola persona (desde la muerte de sus padres) era bastante espaciosa.

No le da tiempo a desperezarse siquiera, pues oye al anciano saliendo al paso y siendo tratado a malos modos. No podía dejar que alguien que tenía algún asunto con él lastimase al viejo. Se amarra apresuradamente su kimono viejo y remendado, y coge su Bo, siempre puesto al lado de la entrada de la cabaña, de camino al salir. El frío aire del exterior de la cabaña le manda un recorrido de electricidad por el cuerpo, pero logra mantener su voz firme:

- Aquí estoy, ¿quiénes son ustedes? -reclama en voz alta en dirección a las siluetas.

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23/10/2015, 13:04
Narrador

Un dedo inquisidor señala a Shinta, y una voz truena de ira.

“¡Maldito insecto, por tu culpa mataron a Roy!“

El otro individuo se pone sutilmente en medio, bloqueando el camino de su compañero que parece echar espumarajos por la boca… cuando suena un golpe seco y se hace el más absoluto silencio por un momento.

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23/10/2015, 13:06
Anciano

El anciano se encuentra ante ellos, un par de palmos por debajo de sus cabezas. Encorvado y cheposo por la dura vida del campo, apenas llega al metro treinta de estatura. La piel que estuvo expuesta día a día al sol se encuentra ennegrecida y arrugada, moteada por machas algo más oscuras. De rostro y manos huesudas, se encuentra con el brazo extendido, dejando “reposar“el bastón sobre la cara de aquel hombre. Reprocha con voz baja, aunque seca y estridente.

- No grite.

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23/10/2015, 13:08
Bandidos

Parecen campesinos, al menos eso os dicen las ropas, aunque por los aires y su actitud parecen más bien bandidos. Ambos más o menos de la misma estatura, metro y medio aproximadamente, de cuerpos tirando a robustos y, por qué no decirlo, se ve que están bien comidos. Miran hacia abajo al abuelo, con cara de pocos amigos.

El de atrás se retira el bastón de la cara lentamente, notándose que hace un verdadero esfuerzo para no encararse al viejo.

- ¡Anciano! No vuelv-...

Otro sonido sordo. El bastón baja hasta el suelo de un manotazo…

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23/10/2015, 13:09
Anciano

De forma pausada e imperativa.

- Que-no-¡grite!

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23/10/2015, 13:11
Bandidos

- ¡Quiere dejar de-…!

… y sube como un resorte para acabar otra vez sobre aquella frente. Se escucha un gruñido de desesperación. Veis el bastón salir volando a unos matorrales.

- ¡¿Quiere parar?!

Veis al viejo soltarle una patada en la espinilla… seguida de un bufido, una mano plantarse sobre su cara, y al viejo salir entre rodando y volando tras el bastón.

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23/10/2015, 13:12
Narrador

Se escucha su tenue voz quejumbrosa de fondo.

"Ay..."

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23/10/2015, 13:17
Bandidos

El hombre resulta ser algo más corpulento de lo que parecía un principio, aparta a su compañero de en medio dando un paso al frente, sin demasiadas sutilezas, y señala de nuevo.

- ¡Mal nacido! ¡¿Es que no te acuerdas?!

Puede que sea por la rabia, o su propio tono de voz, pero finalmente se escucha el yanto de un crío en una de las casas.