Partida Rol por web

Tras el desayuno lady Odessa fue animada por Kailyn para pasear un poco, pues en el fondo sabía que la joven Caron había pasado demasiado tiempo en aquella habitación. La fortaleza ofrecía muchos recovecos si alguien gustaba de mayor privacidad, o también se contaba con algunos jardines muy agradables a la hora de relajarse, o tal vez para encontrarse con otros nobles de la Fortaleza. 

En principio la idea era dar un paseo tranquilo, una forma de relajarse y tal vez captar algo de inspiración en el entorno o evocar un recuerdo que con maestría la joven Odessa convertiría en una pieza exquisita. Sin embargo, escucharon varias voces acercarse, discutiendo animadamente sobre algo que no alcanzaban a entender. Por los tonos y la energía debía tratarse de muchachos jóvenes, y así lo confirmaron cuando vieron aparecer a cuatro chicos de la corte tras doblar una esquina y aparecer ante vosotras. Los cuatro se quedaron sorprendidos al ver a ambas allí, especialmente por lady Odessa ya que llevaba tiempo sin aparecer en público. Uno de ellos pareció disculparse con sus compañeros y dio media vuelta mientras los otros tres se acercaron a saludar a las mujeres. 

-Buenos días, Lady Odessa. Buenos días, señorita Kailyn. Nos alegra mucho verlas. Aquellos muchachos suponían un estorbo, no por haber interrumpido la conversación si no porque el cuarto integrante del grupo era Robert Frey. Ahora esos chicos suponían una barrera si las muchachas se proponían alcanzarlo de nuevo.

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Aunque hubiese preferido quedarse en su alcoba, la insistencia de Kailyn sumada a el deber de juntarse en los jardines con quién requería de su talento la obligaron a salir. Aún era temprano para la reunión, por lo que era un plan perfecto el dar un paseo tranquilo, buscar inspiración quizás, encontrarse con algún sonido que se fijara en su mente y la trastornara lo suficiente para convertirlo en las notas que dominarían su próxima composición. Pero antes de que pudieran llegar a la libertad y al aire fresco, unas voces animadas delataron la posición de hombres jóvenes aproximándose.

Sin importar lo fría que fuera, parte de ella siempre se sentiría intranquila cuando se encontraba en minoría frente al sexo opuesto. Especialmente cuando ese miedo se veía reafirmado por un hombre de la casa Frey en el grupo.

Buenos días, caballeros. – saludó con una reverencia, mirando de reojo hacia dónde él se había ido. Si quería hablar con ella no habría huido, solo se habría ocultado cerca para llamar la atención. Y a diferencia de cuando Walden la hubo ultrajado, ahora iba armada para prevenir actos de tal bajeza, así que era un riesgo que podía tomar. – Es muy amable. – agradeció a sus últimas palabras, mirándolo a los ojos. ¿Cómo se iba a librar de ellos sin que se ofendieran para salir tras Robert Frey? Preocupada porque se escape de nuevo, mira a Kailyn. No quería mandarla a ella. Hasta dónde sabía, podría estar traicionándola con la Reina. Si no, ¿Cómo se explicaba que se hubiera filtrado el contenido de la nota? Quizás lo mejor sería dejarlo ir por ahora. Quizás, cuando Frey huía, no era porque fueran dos. Sino porque reconocía un peligro en su acompañante. 

- Me preguntaba si esta noche nos brindaréis con vuestra presencia en la cena, lady Odessa -Por el emblema se trata de un Lannister, un tal Arving o Irvan. A su lado otro joven de la casa Lannister del que aunque has visto ni te has molestado en recordar su nombre. Las idas y venidas de jóvenes nobles enviados a la Fortaleza para forjar alianzas, o mera presencia, es de lo más habitual-. Y si así fuera, mi bella Odessa, escuchar una de vuestras piezas sería un honor antes de mi pronta partida -Continúa el tercer chico luciendo el emblema de la Casa Tyrell. Dercyn, Daras, Darvin... No lo recuerdas pero ahí está, sonriente y espectante.

Por otro lado, ya casi un borrón a tu vista, el joven Frey parece poseer el don de escabullirse, más precisamente hacia la Torre de la Mano, con lo que es probable que tenga asuntos por esa zona (demasiado joven para tratar con La Mano) o pretende salir de la Fortaleza.

Me halagan con sus cumplidos, caballeros. Por supuesto, estaré encantada de compartir mi música con ustedes si así lo desean. - contesta con una sonrisa cordial que pretendía encantar a su compañía masculina. El rechazo llevaba a la insistencia, y aquello a una mayor pérdida de tiempo que no se podía permitir, por lo que satisfacerlos con un "sí" era la opción más expedita. Fueran Lannister, Tyrell o Baratheon, todos quedaban atrás cuando otro apellido ondeaba su bandera cerca de ella. Los Frey. - Si me disculpan, caballeros, tengo asuntos que atender. No más importantes, pero sí más urgentes. - su sonrisa se torna en una de disculpa, buscando salir de ahí lo más rápido que pudiera - ¿Confío en que los veré más tarde? - confirma su asistencia.

Una vez los hombres han respondido, Lady Odessa se despide con una reverencia y abandona el lugar siguiendo los pasos del objeto de su atención.

Los muchachos aceptaron con gusto las palabras de Odessa y en ningún momento tuvieron ninguna duda de que aquella noche la noble dama les deleitaría con su presencia y con algún canto o melodía que haría las delicias de todos, por eso ni siquiera insistieron cuando pretendió marcharse por miedo a contrariarla y que cambiara de opinión pues era una muchacha muy especial y suya, como casi cualquier artista que se preciara.
La que no parecía demasiado convencida era Kailyn, pues estaba segura que se los había quitado de encima diciendo lo primero que se le ocurrió, pero no dijo nada, tan solo sonrió a los muchachos y acompañó a su señora en post del escurridizo Frey.
Cabía la posibilidad de que su objetivo saliera de la fortaleza así que se dieron prisa para que no se les volviera a escapar, pero eran demasiados los pasillos, escaleras y caminos que uno podía coger en la Fortaleza Roja para ir a un mismo lugar, así que llegando a la Torre de la Mano comenzaron a darse por vencidas, parecía que se les había vuelto a escapar. Fue entonces cuando escucharon un lamento no muy lejos y aceleraron el paso pues estaban seguras que era él.

-¡AY! !AY! ¡Me rindo!

Las tres muchachas llegaron al mismo tiempo, Lady Odessa acompañada de Kailyn parecían venir del interior de la fortaleza y Alyssa salía con prisa de la torre de la mano, todas parecían haber acudido al lugar en busca del origen de aquellos lamentos.
Encontraron al joven Robert Frey rodeado de limones estrellados, varios de los cuales parecían haber impactado en él con fuerza y ahora se encontraba sentado en el suelo mientras se acariciaba la cabeza y se apartaba del pelo restos de limón, parecía algo confuso y aturdido mientras cambiaba su mirada entre las muchachas que venían de la fortaleza y la que salía de la torre mientras le acorralaban. Levantó las manos como para defenderse.

-¡Me rindo! ¡Me rindo! No me hagáis nada!

Lady Odessa aceleró el paso para encontrar a quien seguía, aunque sus esperanzas flaqueaban con respecto a conseguirlo. Tras un rato, cuando llegaban a la Torre de la Mano, frunció el ceño molesta al pensar que lo había perdido. Pero un grito distintivo la corregiría en cosa de segundos, volviendo a apurarla en dirección al joven.

Aunque confundida por el nuevo aderezo que vestía el chico, se acerca a él aprovechando que otra mujer lo rodea. - Lo he estado buscando, joven Frey. ¿Acaso no le han enseñado que es señal de una pobre educación el hacer esperar a una dama? - le ofrece una mano para que se levante, con voz amable. No tenía idea de qué había hecho para enojar tanto a los que lanzaban los limones, pero estaba segura de que podía solucionarse. De cualquier manera, lo que ella podía sacar de él era más importante.

Robert miró desconfiado a Lady Odessa, seguía sintiéndose como un ratón atrapado por tres gatas a la espera de que le soltaran algún zarpazo. Estaba claro que le habían tendido una trampa y que él había caído como un tonto, debían haberlo reconocido la noche anterior a pesar de sus precauciones.

Maldita sea... me metí en un buen lío.

Miró a un lado y a otro, esta vez no tenía escapatoria y estaba a merced de la dama y las criadas. Aunque hubiera sido valiente nada podía hacer contra unas mujeres y pedir ayuda le dejaría en ridículo frente a toda la fortaleza, como si ya no se rieran de él lo suficiente.
Lo que se encontró fue una voz amable y la mano de la dama.

Seguro que es un truco... pero... no me queda otro remedio.

Estiró la mano con desconfianza hasta tocar suavemente los finos dedos de Lady Odessa mientras apoyaba la otra en el suelo y empujaba para levantarse.

-Gra... Gracias.

Seguía sosteniendo la mano de Lady Odessa mientras que con la otra se intentaba quitar los restos de limón del pelo y la ropa y bajaba la mirada rehuyendo la de las muchachas, sobre todo la de la dama.

Alyssa salió de la torre faldón en mano, faldón que no tardó en soltar y fingió a alisar tan pronto la confusión por lo que había encontrado dio paso a una sonrisa que pugnaba por transformarse en carcajada. Aunque le costó, consiguió hacerlo, y para cuando Odessa tendía la mano al Frey, la sirvienta ya estaba lista para prestar ayuda al joven cubierto de zumo.

- ¿Os encontráis bien? - preguntó, apartando una de las cáscaras de limón junto al muchacho.- ¿Necesitáis algo, mi señor?

Alzó la vista intentando ver de dónde podían haber salido los certeros proyectiles que habían hecho rendirse a tan valiente Frey, pero se ahorró preguntar qué había ocurrido. Ella no necesitaba respuesta alguna, además tampoco iban a responder a una sirvienta.

- ¿Algo con lo que limpiaros?- dijo, tendiéndole el mandil tras desatárselo de la cintura. Era lo único que en esos momentos tenía a mano.

De nada, caballero - sonrió, sosteniendo su mano con suavidad antes de soltarlo, como gesto amistoso. Convenientemente apareció una sirvienta relativamente nueva, una que si no se equivocaba estaba a cargo de los Arryn. 

Tuvo que contenerse de no alzar una ceja y mirar con desprecio el paño que la chica le ofrecía al joven Frey, por lo que solo suspiró y dibujó una sonrisa amable en su rostro que bastante fuerza de voluntad le costó para no demostrar su verdadera opinión de esa falta de respeto - Por favor, ¿Serías tan amable de traer un paño húmedo limpio con el que atender al joven? - preguntó con un tono de voz suave y melodioso, casi cantado. 

La actitud de Alyssa hizo dudar al joven Frey. En un principio al verla salir de la torre de la Mano había pensado que había sido ella, compinchada con las otras dos, la que le había arrojado los limones con muy mala saña, pero parecía sorprendida por lo que había ocurrido y quizás se había equivocado, además estaba siendo muy amable con él, claro que era una sirvienta, incluso él podía considerarse superior a ella y reclamar servilismo, al fin y al cabo era un Frey.

-Estoy un poco mareado y me duele la cabeza, pero estaré bien.

Se disponía a aceptar el mandil que tan amablemente Alyssa le ofrecía para limpiarse pero la intervención de Lady Odessa hizo que retirara la mano, no quería contradecir las palabras de la jóven noble.

-No... no os preocupéis, ya estoy mejor. Iré a cambiarme a mi habitación, ya... ya nos veremos más tarde.

Hizo un amago de marcharse, pero tenía miedo que Lady Odessa hiciera algo o le cayeran más limones de algún sitio.
Unas voces parecían acercarse, se sentiría más seguro con algún testigo de lo que pudiera pasar, no se fiaba de ninguna de ellas, solo esperaba que no torcieran en algún otro lado y se dirigieran a otra parte de la fortaleza volviendo a dejarlo solo allí.

¡Perfecto momento! Justo ahora debía encontrarme con Marton Arryn en los jardines, estoy segura de que un caballero como usted no tendrá problemas en brindarme su escolta hasta encontrarme con él. - respondió, entrelazando su brazo con el del joven de la casa Frey. 

A menos que se le ocurriera una excusa muy buena, tendría que acompañarla, y eso le daba la excusa perfecta para un tiempo a solas para hablar con él.

Alyssa retiró el mandil que le ofrecía al muchacho, no sin antes sonreírle y dedicarle una inclinación de cabeza. Inclinación que repitió ante la noble que consideraba que su mandil, lo único que tenía a mano para que el muchacho se limpiara y secara un poco mientras iba en busca de una mejor solución. Iría a por ese trapo húmedo mientras el jugo de limón se secaba y el Frey se sentía pringoso.

- Ahora mismo.

Ya había dado media vuelta para cumplir lo que se le había ordenado cuando el Frey dijo que se cambiaría en su habitación y, un instante después, Odessa desechaba toda idea de limpieza, con paño húmedo limpio o sin él, para engarrucharse del brazo del joven pidiéndole que, bañado en limón, la acompañara. Alyssa no se encogió de hombros, aunque seguramente eso era lo que habría hecho la mayoría ante tal tipo de veleidades.

- Me encargaré de llevar agua y uno paños limpios a su habitación, mi señor Frey- añadió antes de seguir su camino.

Que los usase o no dependía de él y de la noble Odessa que ahora se le pegaba como el jugo de limón que antes quería limpiar con un paño limpio y que ahora no le importaba.

Sin esperárselo el joven Robert se vio agarrado por el brazo de la dama. No sabía si era por el efecto de los golpes de los limones pero no entendía muy bien lo que estaba pasando allí.

-Pero yo... estoy... Balbuceó en un intento de excusa, aunque pareció rendirse finalmente pues la dama no parecía abiertamente hostil. Me preocupa que se pueda ensuciar Lady Odessa, pero la acompañaré si insiste. Dijo finalmente con algo de resignación. Se volvió hacia Alyssa antes de marcharse. Te lo agradezco pero no hace falta que te molestes, además seguramente los Arryn te estarán esperando.

¿Habrá sido tan solo la mala suerte? No parece que se hayan puesto de acuerdo para esto y no es la primera vez que el mocoso de los Arryn tira cosas por las ventanas. Ese niño está loco, un día le va a romper la crisma a alguien.

Tras sus palabras volvió a centrar su atención en Lady Odessa, se encontraba extraño con ella a su brazo pero dadas las circunstancias no podía marcharse sin el permiso de ella y no parecía dispuesta a soltarlo.

¿Lo sabrá? Seguro que algo sabe...

Kailyn siguió atenta toda la escena. Por un lado le hizo mucha gracia lo de los limones aunque tuvo mucho cuidado de no reirse y por otro sentía la tensión que allí había y temía por lo que podía pasarle a su señora si...
Pero lejos de cualquier temor Lady Odessa volvió a sorprenderla manejando la situación de una manera cuanto menos valiente.
Además estaba preocupada por su amiga Alyssa, no quería que pudieran culparla de lo que había pasado. Estaba segura que no había sido ella la que había tirado los limones pero a veces los señores echaban la culpa a la primera persona del servicio que veían. Se relajó cuando todo se saldó con una simple reprimenda por parte de Lady Odessa y se acercó a su amiga antes de seguir de cerca a su señora, ahora la necesitaba con ella y no iba a abandonarla a no ser que... no, no pensaba que se quisiera quedar a solas con Robert Frey.

-Cuidate Alyssa, ¿Nos vemos luego? A veces coincidían en las cocinas o en los pasillos y charlaban un rato, pero desde que una había comenzado a servir a los Arryn y la otra entrado en el servicio personal de Lady Odessa a penas habían coincidido. Hace mucho que no hablamos. Y cuando quieras salir a conocer Desembarco avísame.

Se despidió con un gesto de la mano antes de seguir en post de la extraña pareja que ahora formaban Lady Odessa y Robert Frey.

Oh, no es necesario ser tan humilde, por supuesto que necesita asearse. ¿Cómo podría usted ser una molestia? – la comisura de sus labios gira levemente hacia arriba - Y la señorita a cargo le llevará lo que sea necesario a sus aposentos – contestó sin darle espacio a quejas – Te agradeceré mucho que así hagas, Alyssa. Estoy segura de que los Arryn entenderán la importancia de mantener la imagen – sonríe educadamente.

En realidad, poco le importaban los Arryn o su servidumbre. Tan poco como le importaba establecer su poder (o falta de él) en el castillo. Pero habían cosas que simplemente eran correctas y protocolares, y ante una falta como una lluvia de limones por un niño malcriado, lo menos que podía ofrecer la familia era las atenciones de sus sirvientes para limpiar el desastre y sus disculpas.

Ahora, si me perdonas, debo apresurarme. Voy tarde a una reunión de suma importancia. – explicó – Que tengas un buen día. – se despide, dejando el lugar enganchada al muchacho. 

Una vez se aseguró de que Kailyn la hubiese alcanzado, aunque fuera un par de pasos detrás por etiqueta, fue cuando por primera vez hizo uso de su melodiosa voz para dirigirse al joven muchacho, aún sin soltarle el brazo por si intentaba escapar.

Dígame, ¿Qué era lo que debía decirme ayer con tanta urgencia y secretismo? – pregunta directamente – Lamento haberlo asustado al aparecer con Kailyn, pero es que una dama no puede pasearse sola a esas horas de la noche. - sonrió nuevamente, dejando  que su voz aterciopelada lo calmara. 

Robert se sentía extraño y algo incómodo, sobre todo con la presencia de Kailyn a la que miraba de reojo de vez en cuando, no parecía un muchacho muy hábil disimulando sus emociones.

-Pe... pensaba que si recibíais una carta a mi nombre nunca acudiríais. Recuerdo cuando estuvisteis en Los Gemelos con vuestra familia... Su voz parecía afectada, como si supiera algo, algo que le resultaba incómodo de decir. Seguía mirando de reojo a Kailyn. Yo... siento que...

No siguió hablando, simplemente miró al suelo y siguió caminando callado.

Que al joven le siguiera inquietando la presencia de Kailyn no le parecía en absoluto anormal luego de la noche pasada, pero no sería quién le ofreciera hablar sin ella. No al menos hasta que habló de su visita a Los Gemelos. En ese momento, sus musculos se tensaron y su mirada se endureció, y temió que aquel niño hubiese visto algo que no debía ver. Algo que pudiera mencionar frente a la sirvienta. A juzgar por el timbre de su voz, la posibilidad de que su temor se hiciera realidad aumentaba.

Kailyn, anda a ayudar a Alyssa – ordenó, con voz seca, casi severa – Hablaremos luego.