Partida Rol por web

Ya divisabas el comienzo de la aldea donde reside el Jarl.El viaje había sido duro y el frío inusual para esta época no ayudaba para terminar el viaje pero al fin allí estabas.La aldea era mucho más grande que el resto de la zona.Lujosa dentro de lo posible y con numerosas casas colocadas en torno a una pequeña plaza que usaban para grandes celebraciones al aire libre.

La gente no paraba de ir de un lado para el otro,era un gran día y todo el mundo estaba preparándose para el festín con el Jarl y buscaban poder aportar algo a la fiesta y ponerse sus mejores galas.

Cuando mirabas a tu alrededor una mujer rubia,esbelta y con cara muy bonita se acercó a ti.Su cara te resultaba familiar.

- Hola viajera,¿no eres de por aquí verdad? ¿Buscas alojamiento o estás por el festín de esta noche?

La mujer hablaba firmemente pero con una voz cálida y agradable.

Helga por fin había llegado a su destino. Al principio se vio abrumada, no estaba acostumbrada a ver a tanta gente en un mismo lugar. Además no paraban de ir de un sitio a otro, al contrario que en su poblado, donde parecía que el tiempo se había detenido.

Una chica la saludó y Helga lo devolvió con un simple gesto de la cabeza. Había algo en ella que le era familiar, aunque no sabía el que.

Acabo de llegar y no sabía que estabais de celebración. ¿A que se debe el festín? ¿Habéis ganado alguna batalla?

Helga sonrió amistosamente a aquella rubia mujer

Su cara soltó una leve mueca en forma de sonrisa y tras eso sonriendo contestó:

- No hemos ganado ninguna batalla,por ahora,pero eso durante el verano cambiará.Celebramos el gran banquete previo a la elección de los guerreros que acompañarán al Jarl a sus pillajes de verano.Parece mentira que no lo sepáis joven.

Cuando hablaba contigo una mujer se acercó a ella y tras entregarle una cesta con fruta se marchó.

- Como te decía,es raro que no sepáis de esto.¿Venís de muy lejos?.

Helga asintió mientras miraba con hambre la fruta y su estómago la traicionaba con un sonoro rugido.

De una pequeña aldea de las montañas. Llevo varias jornadas de camino para llegar hasta aquí. Y esa elección... ¿cómo se lleva a cabo?

La simple idea de atravesar las tierras o surcar los mares en busca de aventuras hizo que a Helga se le olvidaran todas las penurias pasadas para llegar hasta allí. 

- Debéis ser de muy lejos para no saber de que se trata todo esto.¿En tu territorio no hay un Jarl que gobierne?Que raro...Pues bien,el Jarl elige cada año a sus mejores guerreros para acompañarlo en pillajes en búsqueda de fortuna y gloria para la aldea.Debéis presentaros ante el Jarl y que una asamblea os acepte como miembro de la aldea para poder ser elegida.

Jugó un poco con las manos o cogió una manzana con no el mejor aspecto del mundo pero comestible.Le pegó un bocado y te acercó la cesta.

- ¿Queréis una?Pero no lo digas a nadie,se supone que es una ofrenda al Jarl.

Una pequeña sonrisilla asomó por sus labios.

Helga aceptó gustosa el ofrecimiento de la chica. Sin andar eligiendo agarró la manzana más cercana pero se aguantó las ganas de pegarle un gran mordisco.

Gracias, llevo días alimentándome de frutos del bosque.

Mi pueblo era tan pequeño y tan alejado que nuestro Jarl nunca apareció por allí, o por lo menos en mis 18 años de vida nunca lo vi. Había un anciano al que acudíamos en caso de disputa.

Helga sonrió a la chica mientras le contaba la historia de su pueblo, le caía bien aquella rubia.

Supongo que la casa del Jarl es aquella de allí.... Helga señaló la casa más grande, la que sobresalía por encima de las demás.

¿Allí es donde debo presentarme en caso de que decidiera unirme a los guerreros?

- Sí,es esa casa pero aun no se puede acudir a ella,antes están todos los preparativos,además,hay que esperar a que acudan los Dioses a la fiesta.Llegar antes que ellos y no esperarlos nunca traen buenas cosas.

Las palabras de Astrid sonaban serenas y tranquilas pero cuando comentaba el tema de los dioses su voz se hacía más indecisa.

- Además,convencer a el Jarl para que formes parte de sus guerreros no será nada fácil y menos siendo tan joven y bueno,ya sabes,mujer.Pero inténtalo,sino te pudrirás del asco en la aldea mientras ellos van a sus pillajes.

Una mujer a lo lejos llamó la atención de tu compañera y esta asintió.

- Debo marcharme,toma son tuyas todas las que quieras y luego en el gran banquete diles que vas de parte de Astrid Thorssteinson y no habrá problemas para que estés allí,mientras puedes dar una vuelta por la aldea.Encantada de conocerte.

Una leve sonrisa asomó por sus labios y tras entregarte la cesta con fruta se alejó en dirección a la otra mujer.

Gracias de nuevo.- Helga vio como la chica se alejaba después de darle la cesta de frutas.

Por sus palabras dedujo que algo parecido le había podido pasar a ella. Pues eso no le pasaría a Helga. Estaba decidida a enfrentarse a cualquier prueba que pudiera pasar cualquier hombre, y no sólo eso, sino a superarlos.

Buscó un sitio tranquilo donde poder observar el ajetreo que allí se estaba organizando. Observó a los habitantes de aquel lugar mientras degustaba aquellas manzanas que a Helga le sabían a gloria.

El bullicio en la aldea se acrecentaba a cada minuto que pasaba.Podías ver como la gente cada vez se daba más prisa en tenerlo todo a punto para agradar a su señor.

Algunos se te quedaban mirando al pasar a tu lado.No sólo eras una extraña sino que además eras inusualmente alta,incluso para ser nórdica.Ninguno se detenía al verte pero al alejarse si cuchicheaban algo que no alcanzabas a oír.

Estabas en mitad de la plaza,al sur,el camino por el que habías llegado,estaban las casas más pequeñas y de peor calidad de la aldea.Al este,un mercado adornaba la pintoresca plaza con algunos manjares que a tus ojos se te hacían eternamente apetecibles,pero sin dinero,poco ibas a poder hacer.Al oeste,más casas y alguna taberna se colocaban sin ningún rigor armónico,más bien parecían puestas al azar en mitad de la llanura.Y al norte se encontraban algunas casas que parecían mejor construidas y en el centro,en lo más alto la casa del Jarl.Detrás de su casa,hacia el este podías ver lo que parecía un embarcadero por los mástiles que asomaban de algún barco.

A lo lejos,subiendo un sendero podías divisar una casa del tamaño de la de el jarl pero no adivinabas a ver lo que era debido a la lejanía y la escasa visión desde tu ángulo.

Tras de ti escuchaste alguna voz dada en un tono demasiado alto pero no alcanzabas a ver quien o que los producía.

Cuando su hambre estuvo parcialmente aplacada por las manzanas del cesto, guardó en su bolsa las pocas que le habían sobrado y dejó el cesto en el mismo lugar donde había estado hablando con Astrid.

Después observó los alrededores. Dos cosas la llamaron la atención. Un gran edificio, tanto como el del mismo Jarl pero algo más la llamó la atención. Una voz a su espalda, el edificio tendría que esperar.

Helga prestó atención al lugar de donde provenía aquella voz

Tu objetivo era saber porque esas voces sonaban así,tan fuertes,casí parecían gritos pero menos desesperados.Aun así echaste un pequeño vistazo de reojo mientras te girabas al edificio de la montaña.No pudiste ver nada que puediese evidenciar de que edificio se trataba por lo que fuiste al lugar de las voces.

Al girarte,tras una de las casas pudiste ver como un hombre blandía una especie de cachiporra y que golpeaba algo que no alcanzabas a ver.Te moviste un poco de tu posición y al fin pudiste ver de que se trataba.Tres personas vestidas con cuantiosas pieles,dos hombres y una mujer,y con la cara pintada de rojo y negro (Visita el apartado aldea para la descripción física) aporreaban a dos muchachos que parecían sostener una cesta de pan entre sus brazos.Los gritos sin embargo no provenían de ellos,sino de los guardias acompañando las arremetidas de sus brazos.

Helga se acercó a aquel grupo. Ya había visto a los de la cara pintada con anterioridad y los asoció a la guardia de la ciudad.

Parecía que su cometido distanciaba de guardar y cuidar a los ciudadanos.

Fuese como fuese no era problema suyo. Lo último que necesitaba era enfrentarse con la guardia del Jarl.

Aún así Helga se acercó al grupo... Basta ya, dejad a esos críos en paz.- gritó

Helga miró desafiante a aquellos tres. Así que esta es la famosa guardia del Jarl, la que apalea a críos indefensos por las calles de la ciudad que deben proteger.

- Estos críos han robado las ofrendas a su Jarl y eso es un delito muy grave por lo que deben ser castigados.Además ¿quién eres tú y quién te ha pedido tu opinión,mujer?.

El hombre más grande te contestó y se acercó a ti con su cachiporra en la mano.Te fijaste en que sus dos compañeros cesaron en su cometido y colocaban sus manos en las empuñaduras de sus hachas.

- Lárgate y deja que cumplamos la ley del Jarl antes de que os apresemos.

¿Apresarme? Yo no he hecho nada. No he incumplido ninguna ley. Sólo os he pedido educadamente que dejéis marchar a los críos, parece que ya han aprendido la lección ¿verdad?

Helga lanzó la pregunta a los chavales. 

Por cierto, soy Helga, no soy de aquí y os aseguro que si intentáis algo contra mí, me defenderé y os prometo que no soy una cría que se asuste fácilmente. 

- Vaya...así que la mujercita no es de aquí...entonces...¿que hacéis dándole órdenes "educadas" a un guardia?¿Caso no queréis que la palabra del Jarl se cumpla?¿Es eso?.

La mirada del hombre se clavaba en tus ojos y a medida que avanzaba hacia ti acariciaba la empuñadura de su arma.

- Decidme ciudadanos libres,¡¿creéis que no cumplimos bien nuestro cometido?¿Qué no hacemos todo por vosotros como manda el Jarl?!

La voz del hombre se alzó para que todos la oyesen.El pueblo apenas contestaba y reinaba el mutis más absoluto pero alguna voz apagada contestaba que sí con miedo.

- ¿Ves pequeña niña? No se quejan,lo hacemos por ellos,por una buena vida antes del Valhalla y tú lo estás estropeando con tus finos modales de niña "educada".

La voz sonaba irónica y desafiante y cada palabra de su boca sonaba amenazadora.

- Y vaya,parece que tú estabas ayudando a estos niños a robar el pan,¡¿verdad ciudadanos libres?! por lo que tendremos...que...apresarte.

Los tres guardias sacaron sus armas listos para el combate.

Helga desenfundó su arma. Sabía que había sido mala idea meterse donde no la llamaban pero era incapaz de ver como aquellos matones apaleaban a unos críos.

De donde vengo la guardia está para proteger al pueblo, no para asustarlo y golpearlo.

Bien, si eso es lo que queréis, os enseñaré que no todos somos críos indefensos y os aseguro que nadie vendrá para llevaros al Valhalla. 

Helga desenfundó su arma también mientras asía con fuerza su escudo.

¿No te atreves tú solito?¿Hombre?¿Tienes miedo de una mujer que necesitas ayuda?.- el tono de la mujer buscó que reflejara la mayor burla posible, recalcando en voz alta la palabra hombre.

Había soñado que su primer combate sería con algún enemigo de su pueblo, no contra los guardias del Jarl.

- ¡Já! Eres graciosa niñita,pero deberías saber que la fuerza de los nórdicos reside en la hermandad...Por lo que si estarás más cómoda,esos críos,tus compinches serán tus hermanos de armas.

Los chicos miraron con cara de terror al guardia y luego a ti,no hacía falta decir que no les hacía la mayor de las ilusiones combatir.La gente comenzaba a arremolinarse alrededor de la escena y alentaba a los guardias para que cumplan su "cometido".

El guardia sin esperar más se lanzó hacia ti pero una voz rompió la escena...

- ¡Alto Njriv! Enfundar las armas todos ¡YA!.

Los guardias sin rechistar guardaron sus armas y los chicos aprovecharon para correr todo lo que pudiesen.Tras esto la mirada del hombre se detuvo en ti desafiándote a que guardases el arma.

Helga ya estaba presta para el combate cuando alguien gritó que se detuvieran mientras se colocaba entre ella y aquellos tres.

Al instante aquellos guardaron sus armas, así que debía ser algún tipo de superior. Helga le aguantó la mirada un instante, después asintió y con un gesto rápido guardó su arma.

Aguardó a que el recién llegado hablara.