Partida Rol por web

La sala continuaba con su bullicio habitual aunque tras la algarabía que se había formado con nuestra intervención resultaba complicado adivinar si las palabras habían sido escuchadas por todos o el ruido era la respuesta a las mismas. Uthred paseó su  mirada por el salón e ignoró la desdeñosa mirada del infeliz Ulfar. Sus ojos buscaban a alguien de sus mayores con el conocimiento suficiente de la situación y la sabiduría requerida para digerir el futuro que se les avecinaba ¿Quién podría darme algún consejo para los proximos dias? No puedo pretender que cualquiera me abra lo que esconde su corazón, pero, si tal vez ella. Despacio, intentando valorar antes de sentarse junto a ella su disposición, el monje se encaminó hacia Jora Kjolver.

-Hola, siento molestarte, pero te he visto en ocasiones en el templo- Su mano, la cual transportaba un cuerno repleto de bebida, señaló el asiento vació frente a ella y esperó a que ella le invitara a sentarse –A veces parece que los más jóvenes obramos sin pensar en las consecuencias de nuestras palabras, aunque estas no siempre son falaces ¿Te importa si charlamos un rato? La verdad es que me inquieta la posibilidad que se abre ante nuestro futuro-

Te hizo un pequeño gesto con la mano aceptando tu petición para sentarte.

- Llevo bastante tiempo sin salir del templo,por lo que una charla sin que tenga que ver el destino en ella podría ser agradable.

Notaste que no le agradaba hablar del destino y posibles futuros fuera del templo pero aun así estaba dispuesta a escucharte.Su voz sonaba casi perdida y de un modo que era raro ver entre personas pues hablaba como si solo los Dioses debieran escucharla.Bajo,con la mirada perdida y sin interactuar contigo.

- Nuestras palabras a fin de cuentas son nuestros actos pues nadie te obliga a decirlas por lo que si es realmente lo que quieres decir pues es un impulso,son las verdaderas consecuencias a las que tarde o temprano llegarías.El Destino está escrito.

La sonrisa volvió a sus labios al escuchar las palabras de Jora

-Si, nuestras palabras nos definen, nos delatan, pero también nos permiten enmendar los errores que hayan producido nuestros actos- dijo mientras asentía ligeramente ensoñado pensando en el discurso de la sacerdotisa –Hace tiempo que mi voluntad y mis plegarias se han girado hacia los designios de Thor. Pero, nunca he tenido ningún atisbo de lo que iba a acontecer hoy ¿Se sabía algo en el templo del desafío que nos llega del norte?-

Tras sus palabras el sacerdote se arrebujó ligeramente en sus ropas, casi como si el soplo de viento futuro calara en sus huesos –Como has podido ver ha sorprendido a muchos. Lo suficiente al menos como para desafiar abiertamente al Jara en presencia de todos y no temer la lógica respuesta-

El bullicio alrededor era descomunal, casi como si de una avalancha se tratara, haciendo imposible que nadie escuchara nada de aquella conversación.

El resto de novatos poco a poco abandonaron la sala y los perdiste de vista enseguida,todos salvo a uno de los que se enfrentó al Jarl.

- El Norte siempre ha traído problemas al sur pero parece ser que últimamente más.El hombre es un ser que ansía el poder y ellos lo llevan a rajatabla desde que conozco el mundo.

La chica se mesó un poco el pelo y se acomodó en la silla. 

- Si os preocupa lo que el destino pueda depararos id al templo.Parece solicitado últimamente pero siempre hay tiempo para todo hermano que quiera conocer su futuro.

El sacerdote asintió ante las palabras de Jora mientras daba un último trago a la bebida -Bien, probaré entonces suerte en el templo. El futuro se plantea complicado, y siempre es bueno escuchar a los dioses antes de tomar decisiones- Le dió un ultimo vistazo a la sacerdotisa para ver si tenía que añadir algo más y se levantó del banco para dirigirse hacia la salida.

A su alrededor todo el mundo continuaba bebiendo y disfrutando de la fiesta que suponía la reunión anua. Casi nadie parecía haberse molestado en lo mas mínimo por las palabras que algunos de los jóvenes habían pronunciado en claro enfrentamiento con el Jarl. Con estas cavilaciones en mente, Uthred atravesó rápidamente el umbral que daba al exterior y se encaminó hacia el templo. Hace frio, como siempre. Pensó mientras se arrebujaba en sus ropas y miraba a su alrededor por si hubiera alguien no deseado, no quería encontrarse ninguna sosrpresa clavada en su espalda mientras se dirigía a la casa de su Dios.

La caminata hasta el templo eran 30 minutos cuesta arriba y con este frío golpeándote la cara.Pese a ello subiste con decisión.Por el camino viste como numerosos aldeanos subían a esperar un gran destino de boca del oráculo.Los que bajaban no parece que hayan tenido esa suerte.

Todo el camino ibas atento de ver a alguno de los guerreros que estuvieron en la reunión pero los pocos que reconocías se negaban a hablar.Y así llegaste al templo,un sitio grande aunque no del todo elegante en su exterior.La gente se agolpaba a sus puertas en la que un par de sacerdotes intentaban poner calma.Al fondo podías ver como una de las hermanas Kjolver dirigía a los primeros de la fila al oráculo.

Miradas hoscas, silencio, introversión... Uthred no pudo evitar una sonrisa en sus labios. Sus vecinos, sus camaradas. Parecía que la situación no era del agrado de nadie y no era de extrañar. Quién mas y quién menos tenía un hijo pequeño o un hermano que aún no levantaba en atura lo necesario como para defenderse por si mismo. Los conciudadanos de Uthred eran valientes, peor no idiotas. La situación creada llevaría la pena y la tristeza a su aldea, durante un tiempo al menos. Aquello le hizo encoger el corazón. ¿Se preocupará alguien por mi?

La fachada exterior del templo saludó al sacerdote con su intemporal aspecto. Sereno, rudo, austero. Uthred miró la fila y volvió a sonreir. Sus pasos le encaminaron hacia la entrada del edificio. Quería estar en contacto con los dioses antes de decidir si veía al oráculo o no, necesitaba sentir la fuerza de Thor a su alrededor. ¿Te preocupas tu por mi Thor? Iluso, ningún dios en todo Midgard se preocupa por un pobre mortal ¿O si?

Tu pregunta se lanzó hacia el infinito en tu mente con un sonoro eco que hizo que tu cara mostrase una mueca de dolor leve al exterior.Esperaste una respuesta durante unos segundos pero parecía que no la ibas a obtener.Bajaste la mirada algo descorazonado y diste une pequeña patada a una piedra,casi parecías un niño pequeño.

Alzaste la vista y caminaste un poco en la ya poco numerosa cola y un rayo iluminó el monte y tras pocos segundos un enorme y sonoro trueno impactó en lo alto de la montaña.Quedaste hipnotizado mirándolo y hasta te pareció ver el martillo de Thor parcialmente enterrado en lo alto de la cumbre.Ya era tu turno.

El sonido del trueno reverberaba en los oídos del antes incrédulo Uthred y sus ojos se abrían en una expresión de mudo respeto, miedo y veneración por igual. ¿Cómo podía haber puesto en duda su fé? Aquello no volvería a pasar, casi se sentía sucio por haber dudado siquiera por un mero instante el toque divino que había notado en otras ocasiones. Él siempre está ahí, observándonos. Nunca más me sentiré como un ser aislado. Pensó mientras sus pesos le hacían situarse como el siguiente en la fila. Sus manos rebulleron nerviosas, jugando con el repulgo de sus pantalones, alzándose para rozar de manera reverencial el símbolo de Þórr que colgaba de su cuello.

Un sonoro carraspeó sonó detrás del sacerdote, que seguía ensimismado, con la mirada perdida en la cumbre que había sido alcanzada por el relámpago de Thor. Molesto, giró la mirada hacia atrás para encontrarse con la mirada ceñuda de uno de sus barbudos vecinos que esperaba impaciente a que Uthred entrara en la sala del vidente para dejarle paso posteriormente -¿Qué ocurre…?- Murmuró Uthred – Ah… eso…- apenas tardó un instante en darse cuenta de que era su turno. Con un paso cruzó el umbral de la habitación mientras sus ojos se afanaban en seguir observando cima del exterior. Su mente se encontraba más en el exterior que en aquello que fuera a suceder en aquella sala.

Sus ojos se giraron y comenzaron a adaptarse a la iluminación reinante.

Un pequeño pasillo decorado con pieles conducía a la sala del oráculo.Al entrar,empujando la pesada puerta,pudiste ver la estancia.

Un humo cegaba parte de la visión de la estancia.Plantas y especias en frascos se colocaban en un ordenado caos entre las estanterías.Unos frascos,algunos llenos,terminaban esa composición.En el centro,el oráculo con un caldero humeante delante suya.Te miró levemente y esperó tus palabras.

El opresivo ambiente cumplía su función a la perfección. El corazón de Uthred palpitava descontroladamente con cada nuevo detalle percibido. El oráculo, aquel ser semi-místico al que se le creía un paso más proximo a los dioses que el resto de los mortales. Otro heraldo de los grandes salones, sabio, viejo, retorcido. ¿Cuál sería su futuro? ¿Sería capaz de mirar en el interior del sacerdote y decidir que no era suficientemente bueno para llevar a cabo su función?

-Te saludo oráculo- dijo mientras se arrodillaba frente al anciano y posaba sus ojos osbre las nudosas manos del mismo-He vivido mi pasado, respiro mi presente y vengo a conocer mi futuro- La voz le salió como un hilillo dada la opresión que sentía en su pecho por las posibilidades que los acontecimientos recientes abrían ante él.

El oráculo te miró y tras ello aclaró su garganta,bebió el líquido del caldero,masticó unas plantas y respondió.

- El futuro nunca es cierto pues hasta lo más insignificante puede cambiar el rumbo de las cosas,y siendo tú quien eres,deberías saberlo,joven.

Hizo una pausa,te miró a los ojos y se acercó a ti.

- Larga es la noche y el futuro tan negro como el,pero por suerte la luna llena da un poco de esperanza y luz a tu vida.

El olor del amargo líquido llenó las fosas nasales del sacerdote mientras el adivino lo bebía. Con un asentimiento mostró su acuerdo en las palbras que este decía mientras sus cejas se fruncían ligeramente tratando de captar todos los significados de las mismas.

-Los dioses nos ponen a prueba cada día, con cada aliento que tomamos- dijo mientras su mano iba inconsciente hacia la insignia que llevaba prendía al cuello-¿Seremos la nueva sangre los encargados de dar luz a este asunto? O la gloria sigue resevada a mis mayores- Las preguntas directas, eso le habían recomendado siempre todos los que habían acudido a visitar al anciano -No tengo claro el espíritu de algunos en vista de lo acontecido en la reunión con el Jarl- El último murmuro escapó entre sus labios casi sin poderlo detener. Sus ojos se posraon sobre lso del adivino esperando la respuesta.

El anciano tomó un líquido y se lo introdujo en la boca de golpe.

- La sangre nueva decorará la tierra que se volverá fértil y próspera pero no toda se derramará.

Las palabras del oráculo sonaban duras y serias y ni siquiera parecía que se hablara hacia ti.

- Debéis tener cuidado porque la oscuridad acecha y el sol se apaga.

La glotis del joven resono con fuerza mientras tragaba saliva en el denso silencio que se habia formado tras las palabras del oraculo.

-Si esta en mi mano me enfrentare a los tortuosos caminos que los dioses tengan a bien poner en mi futuro- dijo mientras en su consciencia se formaban las imagenes del posible futuro apuntado por el anciano.

-Aquellos que se opongan a nosotros deberan de pagarlo si asi esta escrito. Pero, siento como si me faltara algo, alguna pieza del rompecabezas para poder servir a mi pueblo como se espera de mi. ¿Cual es?¿Como llenar ese vacio?-

- ¿De verdad esperas que te conteste a eso niño insolente? 

Te miró con mala cara pero tampoco con gran brusquedad.

- Debes recorrer esos caminos sino jamás serás digno de ellos ni del Valhalla.Ahora vete,quiero descansar.

Saliste de la sala y pusiste camino a la aldea para descansar pues la noche ya te acosaba.

El sacerdote bajó los ojos ante las palabras del oráculo y evitó el reto directo que hubiera supuesto mantenerle la mirada. La pregunta ha sido buena, sino no habría obtenido esta respuesta. En su interior se sonrió al pensar que había acertado en el propio temor que el anciano augur tenía sobre sus propios vecinos

-Agradezco tu consejo y valoro las palabras de los dioses que se transmiten a través de tus labios- La despedida ritual le salió casi sin pensar en ella. Hacía ya muchos años que se había iniciado en el camino de los dioses, al menos muchos desde el punto de vista de su corta edad. Inclinó una última vez la cabeza y salió de la habitación.

Los ojos de Uthred vagaron perdidos por un instante a su alrededor, buscando alguna cada conocida. La luz había caído desde que el entrara en el templo. Casi parecía que el tiempo hubiera transcurrido de una manera anómala en aquella sala. Bien, bajaré hacia el pueblo de nuevo. Quiero conocer cual es la sensación que se aloja en los corazones de mis conciudadanos. La idea le vino a la mente mientras su pasos obedecían obedientes y le hacían descender hacia donde todo se había precipitado a primera hora del día.

Inevitablemente, el recuerdo de Ingrid le vino a la memoria. Recordó su sonrisa y la calidez de su aliento en el suyo durante aquel baño que se habían dado juntos una noche pasada en el verano. Pero Ingrid ya no estaba, unas fiebres se la habían llevado a la primavera siguiente y a Uthred solo le quedaba el recio amor de sus dioses. Tal vez encuentre algo de diversión, un poco de descanso para mi espíritu y nuevos amigos que añadir a su lista. Con la idea de descansar sus preocupaciones sobre los firmes pechos de una mujer aquella noche, Uthred descendió silbando ligeramente.