Partida Rol por web

Tras disparar con su pistola Rojo sacó su espada para combatir contra los indigenas mientras mantenía la formación cerrada con el propósito de impedir a los enemigos atacarles por la espalda

- No os separeis

Me quito a los indigenas de enmedio, mientras sigo avanzando hacia el lider, mi intención es intimidarle con la pistola(trabuco) o con la espada.
Me fijo si él me mira, para poder cogerlo de sorpresa.
Intento esquivar lo que me lancen con mis acrobacias.

Me toco la herida del hombro, para después comprobar que estoy sangrando. Ni corto ni perezoso, y antes de que las fuerzas me empiecen a flaquear, me lanzo al combate, con mi sable en alto, mientra grito- ¡Pagaréis cara vuestra ofensa! ¡Por el RON!

Después del intercambio de disparos y lanzas los salvajes van hacia vosotros. Adam os agrupa en torno a José que permanece tendido en el suelo malherido, al estar en círculo cada salvaje solo puede enfrentarse a uno de vosotros. Vuestra pericia con la esgrima os ayuda a defenderos del tosco ataque con machetes, aunque los negros son fuertes, la habilidad es casi siempre más importante.

Para vuestra fortuna, las pocas lanzas que todavia caen impactan en los propios salvajes causándoles heridas leves. Jack sigue avanzando hacia el líder, un negro que está entre medias es herido por una lanza perdida y asi el escocés puede empujarle para plantarse delante de su objetivo. Ataviado con algo más de ropaje y la cara pintada el hombre se prepara para defenderse con un bastón. Es en ese momento cuando el grito de varios salvajes le llama la atención, chillan varias palabras, pero hay unas que se repiten "mama oriye". Pronto comienzan a salir corriendo, huyendo de vosotros y penetrando de nuevo en la densa jungla. Su líder se queda parado sin saber que hacer cuando Jack la agarra sujetándole con fuerza para que no pueda huir.

Los del grupo principal que os estabais defendiendo con vuestras espadas os quedais extrañados, Adam habia sido derribado por un negro al chocar el machete con su espada. Y fue el quien dio el primer grito, comenzó a decir las palabras que ahora oíais repetidas y salia huyendo dejando caer su arma. En el suelo cerca de Adam se ha caido una bolsa que llevaba, de ella se ha salido la estatuilla que encontrasteis.

- Daniel, Carmen, intentad salvad a Despiadado. Esas heridas pueden acabar con el en breve, y sois los unicos que sabeis algo de como curar - ordeno mientras recojo la estatuilla de forma rápida y la guardo nuevamente en la bolsa. Afortunadamente ninguno de los negros ha conseguido herirme, pero lo cierto es que nos han pegado una buena paliza. Esto no pinta bien.

En realidad nos lo tenemos merecido. ¿Quien sería quien aconsejó ir rápido por la selva sin luz?

- Bien capturado Escocés - digo con una mueca de fastidio- Si solo hubieramos llevado luz a lo mejor hubiéramos podido evitar esta celada que ha estado a punto de acabar con tu vida y la de Despiadado... pero eso ya no importa. Con nuestras heridas debemos trabajar juntos. Tal vez podamos sacar información de este fulano. Para empezar sobre por qué nos atacaron. Es tu prisionero. Si quieres empezar a preguntarle tú...

-¡Vaya mierda! ¡Nos patearon el trasero!

Digo de mal humor, mirando a Despiadado primero y luego a Adam.

-Parece que algo les asustó y segura estoy que no hemos sido nosotros.

Le señalo el bolso con la mirada.

-"Rojo" luego discutimos la mierda esa de la luz o no, pero date por seguro que con "Tú luz" hubiera sido peor aún.- Sentencio mientras miro a "Rojo" de reojo un segundo antes de prestar mi entera atención al "Jefe de la tribu".
-"Mama oriye"? Eso qué significa? Hablas inglés? Si lo hablas, quizás salves el pellejo...- Pregunto amenazante.

Afortunadamente, consigo escapar a la lucha sin un rasguño, y cuando los negros huyen, me acerco con los demás al líder capturado. Sí, será mejor que empieces a hablar, y que se te entienda clarito, o las heridas de éstos van a parecer un rasguño comparadas con las tuyas.

Se agacha cerca de José y comienza a hacer un torniquete en la pierna donde tiene la herida de la lanza. Luego examina el costado donde tiene la herida de bala, presiona con fuerza con un trozo de tela, mientras mira al resto y niega con la cabeza.

-Está muy mal, no puedo hacer nada más por el, necesitamos ayuda o no verá la luz del dia.

El hombre se muestra confuso, por supuesto no entendeis casi nada de lo que dice, comienza a hablar de forma atropellada mientras asiente con la cabeza y señala en la dirección por la que han huido el resto de negros. Repite varias veces las palabras de "mama oriye". En hombre trata de andar en esa dirección, pero sigue estando preso por Jack.

Carmen venda una de las heridas de su brazo izquierdo antes de ayudar a su compañero. Rasga parte de su camisa, dejando a la vista su ombligo, pero parece no preocuparle. Acaba de pasar por lo que se diría, un bautizo de sangre. Ya puede decir que es una pirata. Están sobre la pista de un tesoro, ha recibido heridas y matado por sobrevivir. Aunque aún tiene revuelto el estómago por la visión de esos indígenas, se sobrepone y decide no pensar en el tema.

Se arrodilla junto a Daniel, no sin hacer antes una mueca por las heridas. Tras examinar a su compañero con los pocos conocimientos de medicina que posee, ve su mal estado. Tenemos que terminar lo que vinimos a hacer aquí, o algunos no podremos disfrutar del tesoro. -comenta Carmen a sus compañeros, mientras ayuda a Daniel a tapar la herida de bala del español- Ya sabéis dónde está, id a por él y volvamos cuanto ant... -pero su voz se quiebra unos instantes como si Carmen estuviese a ponto de desmayarse. Ha perdido bastanta sangre y está algo mareada- Perdonad si no me levanto, Daniel, déjame sujetar esto y ve con ellos. No se si podré levantarme...

-Deberiamos irnos, si nos quedamos aquí nos van a matar, el tesoro no está, volvamos al barco- dice con la voz temblorosa y mirando con nerviosismo en todas direcciones.

Ahora que lo pensais con esta carrera nocturna es complicado saber en que dirección está el barco. Es posible que dentro de un rato cuando empiece a clarear os podais orientar mejor, pero quién sabe si José aguantará con vida.

-Por mímica se entienden todos los idiomas....- Pienso, mientras a base de gestos le pregunto lo mismo de antes.

Me acerco a Carmen a la que veo muy maltrecha.

- No te esfuerces. ¿Donde debe estar ese tesoro?

Por un instante, Carmen no puede creerse a Fanny. Sabe que ella no podría haber robado los diamantes, se mostraría nerviosa, sabiendo que es una chica sincera. Pero no se fía de los otros. Quizás alguno de ellos se la está intentando jugar, quizás alguno está compinchado con los hombres de Morgan. Aunque no lo sabe, sontesta a la pregunta de Adam, esperando que se solucione el asunto. Mira por un momento a José y piensa que, si se van de allí sin nada, no habrá servido todo lo que se esforzaron y sacrificaron.

Están debajo del altar mayor, tienen que estar allí! -exclama, con lágrimas en los ojos, totalmente desesperada. No, no puede ser, no puede ser que hayamos llegado aquí por nada!

Con el combate ya finalizado, y ajeno a la escena de interrogatorio que está teniendo lugar, inspecciono la herida de mi hombro.

No es nada grave, he sobrevivido a cosas peores. Para mitigar el dolor, echo un trago de mi botella de Ron. Después, echo otro trago, por si acaso. Una vez he hecho esto, me coloco junto al Escoces, y observo el interrogatorio intercultural. Sin duda no será muy fructífero.

Si, habeis encontrado el hueco. Tal como decia el pergamino habia un hueco preparado adrede, por lo que la historia de los diamantes podria ser cierta. Sin embargo el hueco está vacio, alguien se os ha adelantado. Nicholas pensaba que durante la conquista inglesa de la isla los soldados lo podrian haber encontrado, desde ese momento hasta ahora que han pasado cerca de 100 años cualquiera podria haber dado con las piedras.

En negro continua diciendo las palabras "mama oriye" mientras señala a Adam, o más bien a la bolsa que lleva, donde ha guardado la figura.

La batalla terminó y duró menos de lo que me imaginaba. Sin embargo, ahora estaba tirado en el piso, a punto de morir, con varias heridas graves. Si no moría de una infección, lo haría por pérdida de sangre. Doy un trago de mi ron, agarro la lanza, cierro los ojos y muerdo fuertemente. Jalo de ella y me la saco de la pierna, no sin antes gritar como un condenado de dolor. Me saco la remera, y hago un torniquete en el muslo para cortar un poco la circulación de sangre. Luego, me tiro ron encima de ambas heridas, gritando aún más fuerte que antes. Arde a más no poder, pero por lo menos va a ayudar a cerrar un poco la herida.

Luego de eso, me tiro rendido en el piso, no me quedan mas fuerzas y el dolor es insoportable.

-¿Por qué no le muestras esa cosa que guardaste, Rojo?

Dije señalando al prisionero.

-Quizás así hable de una buena vez en un idioma que todos entendamos.