Partida Rol por web

La noche caía sobre la aldea. Las llamas de un par de hogueras en mitad de la aldea lo iluminaban todo de un tono rojizo. En una de esas pilas funerarias, yacía el cuerpo del guerrero que cayó en la Torre del Mar, mientras que en la otra había alguien mucho más conocido. Glabstrlgh, antiguo compañero de nuestros protagonistas, a pesar de los cuidados recibidos, no había sobrevivido a las heridas provocadas en la batalla contra el cangrejo gigante. Ahora su cuerpo se extinguía en el fuego, dejando que su alma marchara hacía arriba ayudada por el humo, hacia las estrellas.

El líder Murggle, ahora con sus heridas vendadas, no había sido capaz de regañaros. A pesar de haber desobedecido una orden directa suya, sin vosotros quizá él y los otros dos guerreros también estarían en esas pilas funerarias... o en el estómago de la osa. Junto a él se encontraba también Ergll, de brazos cruzados, observando las dos hogueras. A pesar de lo inepto que era, su sentido de la hermandad era admirable.

La oráculo Shrla se secaba las lagrimas viendo a dos de sus pequeños irse al otro mundo. Siempre se iban antes que ella. Siempre. Y a pesar de vivir esa experiencia toda su vida, cada múrloc criado por ella que fallecía era otra espina clavada en su pecho. Cada uno era único. Se secó las lágrimas y avanzo hacia Morg y Wagl, acompañada de un joven oráculo.

-Chicos, habéis sido muy valientes-les decía con cariño-. Siento mucho las atrocidades que habréis visto... en aquella torre. Y sobre todo lo siento mucho por Glabstrlgh... muchos múrlocs no sobreviven a su primer día de caza. Somos muy pocos, y cada vez tenéis que ser cazadores mucho más jóvenes que en generaciones anteriores... y...

Se secó una lágrima, mirando de nuevo a la hoguera. A pesar de intentar ser fuerte frente a sus pequeños que aun siguen vivos, no podía evitar sentirse triste. Se sentía madre de todos ellos. Respiró hondo y se fijó en que su aprendiz le había seguido, preocupado. Sonrió y se volvió a Wagl y Morg.

-Éste es Mrrgell, mi aprendiz-decía señalando al joven oráculo, ahora mirando curioso a Morg y Wagl-. Quizá le necesiteis para vuestra próxima misión... es muy capaz, y ya va siendo hora de que comience a cazar él también.

Wagl estaba con la cara desencajada, era duro haber visto a guerreros de la aldea muertos en aquella torre pero más aún ver el cadáver de un amigo de la infancia, alguien como Glabs... Cuando la oráculo se acercó el pequeño múrloc, reservado como era, se acercó paso a paso, lentamente, cogiéndose las manos de la inseguridad natural del múrloc y cogió la mano de Shrla.

- Si...si...siento q...q...que tengas que p-presenciar pérdidas, gran o-oráculo. S...siento n-n-no haber sido l-lo bastante f-fuerte c...como para salvarlos a todos- A Wagl se le escapaban las lágrimas conforme hablaba, ahora mismo los muertos que eran incinerados eran miembros de su familia que se perdían en el cielo... Entonces miró a Mrrgell y se acercó tímidamente secándose las lágrimas.

- Ho...hola Mrrgell. S-s-so-soy Wagl, n-no t-te he vi...visto por la aldea m-mucho. Es u-un p-p-placer.-