Partida Rol por web

Sí, podeis postear con las entradas de los nativos... no demasiado para poder meter al resto de pjs, pero podreis postear...

Respondió al saludo con naturalidad dejándose llevar por la complicidad del sonoro choque que las manos produjeron al juntarse. Ya ves, tío. Contestó fríamente intentando no interferir demasiado en la conversación que acababa de interrumpir. Depositó el abrigo sobre una de las sillas de la sala, ni cerca ni lejos de Kipp y se retiró hasta el ventanal para conseguir una visión más cercana de la ciudad. Algunos detalles conseguían arrancarle una sonrisa, como un niño frente a un escaparate de una juguetería. Si luego te arrepientes nena, le cambio el sitio… comentó desde lejos para echarle una mano, de sobra preferiría la opción del chico guapo.

Una mueca contrariada aparece en mi rostro al notar la indiferencia de John, se fija en la cicatriz que surca su rostro disimuladamente, sintiendo una mezcla de aprension y atraccion.

-Encantada Sr. Weens, creo que somos los primeros, pero seguro que pronto se nos une mas gente, una llamada del Sr. Vitel no puede ser ignorada facilmente.

Despues observa el saludo entre los dos hombres, rapidamente Kipp se vuelve hacia ella intentando entrablar conversacion.

-Eres muy directo, Kipp - le sonrio de nuevo y con mi mano le señalo la mesa - Eso esta bien, pero no aceleremos acontecimientos, seguramente haya asuntos mas importantes que atender, aunque mucho menos gratos.

Luego me dirijo hacia la mesa y me siento en una de las sillas, mirando hacia mis otros compañeros les indico:

-Sugiero que nos sentemos hasta que venga mas gente, me aburre mortalmente esperar, pero creo que esta vez no sera tan malo... - digo dirigiendoles una mirada encantadora.

La simple idea de tener que esperar sentadito produce un escalofrío en Kipp.

-Sí, bueno, supongo que puedo esperar. Tengo toooodo el tiempo del mundo.- Dice Kipp contrariado. -Pero no voy a sentarme hasta ver aparecer a Vitel. Me agobia. Doy gracias a que aparecieras cuando lo hiciste, Ashley. Me hubiera vuelto loco por la espera. Ya podían haber puesto unas revistas o algo por aquí...-

Busca con la mirada algo en lo que entretenerse, y se decanta por lo más obvio finalmente.

-Hey, John, cuéntame. ¿Eres de por aquí? Yo soy nuevo, y tú pareces más... veterano que yo.

Un vistazo hacia atrás cruzó la mirada con Kipp durante algunos segundos. Recuperó su postura disfrutando de las vistas y le contestó vagamente. Yeah, Baltimore... una hora de aquí, pero esto es otro distrito tú, todos somos novatos, ja. ¿Qué os ha traído hasta aquí? Apenas pronunció aquella pregunta se arrepintió, pero lejos de rectificar de nuevo dio rienda suelta a una satisfactoria sonrisa.

-Negocios, hombre. Estoy aquí por negocios. Ya sabes, te surge un trabajito al norte, una oportunidad un poco más al norte... Y acabas en Washington. Es verdad eso de que todos los caminos van a Roma... al menos a nuestra versión de Roma...- Dice, mientras aprovecha cualquier descuido de John para echar una mirada a furtiva a Ashley, para que se sienta tenida en cuenta, y por si entra alguien más por la puerta. -Entonces no tendrás ni idea de quiénes quedan por llegar, ¿no?

Conversais durante unos breves instantes. El bueno de Kipp no se calla ni debajo del agua, John le sigue de vez en cuando la corriente, y Ashley evita sus flirteos con elegancia y saber hacer... (quizá y sólo quizá luego haya tiempo para más)

A eso de las 20:35 empiezan a entrar por la puerta varios grupos de vástagos... algunos vienen conversando entre sí, y empiezan a distribuirse por los asientos libres.

El primer grupo esta compuesto por 4 personas: el primero es un joven de aspecto angelical con un cabello largo y rubio que cae sobre sus hombros. Va acompañado de la mujer mas bella que jamás hayáis visto, tiene el cabello largo y dorado que cae por su espalda en ondas, sus ojos son de un esmeralda brillante, y su piel tiene una tonalidad dorada en vez de la habitual palidez de la no muerte. Camina con la gracia y desenvoltura de una prima donna. Estos dos están conversando animadamente con otra pareja: un mujer delgada y demacrada con ojos color avellana que mide aproximadamente 1’62m y se viste con un estilo que recuerda a los años veinte. Por raro que parezca lleva un sombrero. El hombre por otro lado es alto, delgado y rubio de ojos azules. Va bien vestido y tiene un ligero acento sudafricano.

Tras este grupo y ligeramente separado llegan otros 5 vástagos: un hombre con el cabello negro, ojos azul brillante y una tez naturalmente pálida. Lleva una rosa en su solapa y viste un traje caro. Junto a el camina una belleza de piel de ébano con cabello negro y poblado y ojos verdes profundo. Mide 1’78m lleva un vestido muy largo y tacones. Otro hombre alto, de 1’93m aproximadamente, y con una complexión decente; que tiene unos ojos grises punzantes y el cabello rubio y corto que clarea, con vetas plateadas. Lleva un traje de Armani y se apoya en un baston, aunque no parece necesitarlo para caminar. Junta a los 2 primeros van 2 hermanas gemelas, de ojos grises y cabello negro. Una vestida a la última moda y la otra más llamativa pero con más estilo.

Y un tercer y último grupo que van charlando más amistosamente: un tipo enorme... lo más grande que habéis visto nunca, mide 1’98m y es ancho de hombros. Tiene el pelo largo y rojo, y barba y bigote. Lleva una cazadora de cuero y viste como un motorista, además de tener multitud de tatuajes. Le acompaña un hombre desastrado, su largo pelo rubio, su barba y su bigote necesitan desesperadamente ser recortados. Sus ojos amarillos son inquietantes, lupinos. Viste una gabardina de lana negra, una camiseta desteñidas con lejía, vaqueros rotos, botas sucias y gafas a lo Lennon. Junto a ellos un tipo nudoso y retorcido que cubre su cuerpo con una sucia gabardina beige y su cabeza con una gorra de los Washington Bullets conversa con un hombre en silla de ruedas. Su cuerpo esta consumido, tiene el cabello liso, largo hasta los hombros y de un color rubio sucio, y que casi nunca se queda en su sitio. Sus ojos azul pálido destacan sorprendentemente.

Kipp, tú sí has visto a alguien mas grande que el motorista enorme. John, no reconoces a nadie de momento.

-Disculpadme, quiero saludar a un viejo amigo - me levanto lentamente y voy junto al joven que viene acompañado de la hermosa mujer.

Los saludo bastante efusivamente, como si nos conocieramos desde hace mucho tiempo y hablamos relajadamente de lo que parece cosas triviales.

Me acerco hasta mi Sire y le saludo dandole un beso en la mejilla, tambien saludo a su acompañante un saludo menos entusiasta, tambien intento disimular una mirada de desden por ella.

-Hola Chas, me alegra verte por aqui, crei que finalmente no te acercarias. - señalo con la mirada a la gente que se va reuniendo poco a poco, llenando la sala.

-Tenias razon, parece que muchos Vastagos quieren oir lo que Vitel tiene que decirnos, parece que sera un asunto importante, espero que todo vaya bien - digo en un tono algo ironico. - Por cierto, estoy conociendo a gente algo peculiar, luego me gustaria hablar contigo acerca de ellos, hay algunas cosas que me llaman la atencion.

—Entiendo —respondo a su explicación—. Puede ser que no fuera su objetivo principal, pero en cualquier caso tendrás que reconocer que fue uno de sus grandes logros, ¿no te parece?

Estoy hablando de cosas que no te importan, ¿verdad?

—No, al contrario. Lo que sí es cierto es que es probable que no te pueda responder con gran base histórica, porque nunca ha sido lo mío. Pero no te preocupes, no tienes por qué disculparte, en cierto modo es agradable que haya gente dispuesta a hablar sin que sean cotilleos de las arpías o cómo dar puñaladas traperas a tu supuesto mejor amigo. Te daré un consejo, si es que tu sire nunca te lo dio: no confíes en nadie, menos aún si es un vampiro. No sé qué demonios pasa por la cabeza de los chupasangres, sobre todo los más viejos, que más tarde o más temprano nos acabamos convirtiendo en parásitos no solo de la Humanidad, sino de nosotros mismos. No es que me quiera echar flores, pero probablemente éste sea el mejor consejo que pueda darte nadie. Ah, y no aceptes copas de sangre si no confías plenamente en quien te la esté dando, o sea, nunca. Bueno, quizás en eventos de masas sí sea más seguro, nadie se arriesgaría a intentar Vincular a toda una ciudad esperando que nadie se de cuenta, ni siquiera los Tremere. Sería cuando menos ridículo. Pero no descartes que haya gente ridícula suelta por aquí.

Sonrío, haciendo que mi cara de gárgola, siempre enfadada, parezca ahora una burla a sí misma.

—Mejor quedémonos de pie —respondo a su pregunta—. Por si esto se vuelve una bazofia y hay que salir por patas.

Entro en la sala tranquila, mirando a todos, si alguien me mira lo saludo tímidamente ¿conoces a alguien? Le digo en voz baja a Frederick mientras lo observo todo.

Vitel mantiene sus reuniones mas privadas tras esa puerta. Deja la sala grande con la mesa oval para reuniones donde da las noticias interesantes para todos los antiguos. Si quiere discutir algun asunto privado con algun vastago suele ser tras esa puerta. Todo esto te lo conto Art Morgan, tu nunca has llegado entrar aunque si has visto la puerta abierta una vez

Chas echa una mirada a los hombres que te acompañaban y te da dos besos también: - No les conozco, deben ser nuevos. Discúlpame Angelique, luego hablamos. - ves que despide a la hermosa mujer. Cuando Angelique se ha alejado unos pasos Chas continúa: - Podremos hablar lo que quieras de ello, pero mejor después de la reunión. Oigamos lo que Vitel tiene que decir, y recuerda tu parte. -

Las puertas de la sala se abren e interrumpen la conversación con tu sire...

Mientras Ashley se aleja meneando sus espectaculares caderas, John te fijas en que a Kipp se le va la vista detrás sin que intente disimularlo. La mujer saluda a la pareja, es especialmente efusiva con el hombre, y tras el saludo inicial la otra mujer se aleja de ellos. 

Apenas le ha dado tiempo a intercambiar un par de palabras con el hombre cuando las puertas de la sala se abren y entran 2 nuevas personas...

Frederick y Teresa entran en la enorme sala donde Vitel mantiene sus reuniones. La mesa oval dispuesta en el centro tiene bastantes de sus asientos ocupados. Un par de hombres están un poco apartados, un hombre caucásico está sentado en una silla y otro afroamericano de pie junto al cristal de la ventana. Los más cercanos a la puerta por donde acaban de entrar los nuevos son Ashley y un joven de aspecto angelical con un cabello largo y rubio que cae sobre sus hombros.

Observo a los recien llegados desde mi posicion, cercana a la puerta, soy una joven mujer de unos 25 años, ojos azul cielo, de mirada penetrante, 1,73 cm de altura y delgada, mi pelo largo y castaño cae sobre mis hombros. Visto con un sencillo vestido negro y unos zapatos de tacon.

Me despido de mi acompañante y vuelvo a la mesa donde, regresando a mi sitio al lado de Kipp.

-Parece que va a ser una reunion muy importante, veo que hay muchas caras nuevas por aqui - le digo a mi nuevo amigo mientras señalo a los recien llegados con una mirada - ¿los conoces? - le digo casi en un susurro