Partida Rol por web

Sería una tontería intentar mostrar un falso interés por los problemas del Príncipe, pero aún mayor sería no tenerlos en cuenta, por lo que buscó entre sus palabras la forma de conseguir cierta sutileza. Por otro lado estaba su forma de hablar, destruyendo cualquier intento de encontrarla. De puta madre, ahora un Sabbat, dime que al menos los lupinos están tranquilos... En fin, de nuevo, considéralo hecho, pero antes tengo mierdas que limpiar... su seriedad se rompió con una enfatizada expresión de molestia ¿un puto Baali? Tío, en qué maldito momento nos apalancamos en WDC, joder... Negaba ensimismado en sus pensamientos. Se podría decir que se incorporaba sobre su asiento al girar para encararse a Nathan y fijarse en sus heridas, ¿qué carajo te ha hecho eso? Porque si es un Tzimisce vamos a necesitar músculos.

Al oír la caída de los demás, me sentí extraño. Confuso quizá, era la primera vez que vivía algo parecido.

Bajé la cabeza pensando que mis nuevos colegas eran unos descerebrados, aceptar misiones del príncipe por meras cuestiones de venganza era una estupidez... y subestimar el poder de un Sabbat era otra mucho mayor. Alcé la vista observando la escena a través de mis gafas.

- Señor Vitel, considero un honor que consideres que podemos ser de ayuda para esta misión y como supongo sabe estaré encantado de aportar lo que me sea posible. No obstante, estamos hablando de un vampiro, de un no muerto del Sabbat, y creo que es una insensatez no tener el cuenta el poder que puede poseer el vástago. Al contrario que Weems, no lo doy por hecho, y no puedo prometerle su captura, tan solo decirle que haré lo que esté en mi mano. ¿Tiene alguna información sobre el vástago que pueda sernos útil?

- Si ven que ese vástago les supera no duden en avisar a Gino. Si él no puede porque está muy ocupado, al menos podrá mandar a algunos hombres. - comentó Vitel con semblante preocupado.

- Señor Van Denholm, lo poco que sé de los avistamientos de ese vástago está a su disposición. Es un sabbat. Tzimisce para ser precisos. Por lo visto por Nathan dispone de un gran dominio de la vicisitud. Suele cambiar su rostro pero casi siempre toma la apariencia de un joven Jack Nicholson. Ha sido el causante a principios de la década de los setenta de varios incendios en refugios de Toreador importantes. Acabó con muchos de ellos. Normalmente no trabaja sólo, pero últimamente se le ha visto sólo. Y la última vez que ha sido visto le vio el señor Scott, bueno más bien Teresa pero ella no está con nosotros. -

Tanta información es abrumadora... Pensé en tono irónico. Era como decir... no sabes nada.  Asentí lentamente.

- Veremos que podemos hacer. No obstante creo que como dijo usted antes el día está por llegar. - Miro a mis compañeros. - Deseais pasar por las alcantarillas a ver si Teresa sigue con vida o comenzamos nuestra búsqueda mañana. Llevo poco tiempo en washington así que no tengo muy claro cuando amanece en esta ciudad.

Su cabeza parecía caerse hacia atrás por su propio peso mientras escuchaba las palabras que siguieron las suyas, pensando en cómo iban a enfrerntarse a Tzimisce, con la esperanza además de eliminarlo. Atento a lo que tuviera que decir Vitel, su ceja se alzó al ofrercernos la ayuda de Gino, siendo un recurso arto peligroso. Pero si algo le llamó la atención fue averiguar que la zona del monstruo estaba en las alcantarillas, habiendo caído Cohen además... un territorio demasiado hostil. Se levantó de su asiento decidido, acto seguido ajustó y estiró su gabardina, mostrando aún parcialmente su chaleco antibalas. Esto cada vez huele peor, espero que la recompensa esté a la altura, ¿de qué hablamos? si suena bien mañana mismo estoy con ello. Realizó una mueca estirando hacia abajo sus labios,  incitando al Príncipe a deleitar sus oídos, muy acostumbrado a negociar cantidades no sería sencillo complacerle.

- Me gustaría hablar con cada uno de ustedes en privado. - comentó Vitel. - Este tipo de recompensas deben ser algo más... personal. No algo común que se le pueda ofrecer a cualquier vástago. Quiero ver qué les puedo ofrecer a cada uno para que lleven a cabo la tarea... -

El Príncipe se dirigió con pasos majestuosos hacia la puerta de la enorme sala de reuniones que solía permanecer cerrada.

- Señor Weems... ¿quiere ser el primero? - ofreció cortesmente. Dicho eso abrió la puerta y se adentró en otra habitación.

- Es mejor esperar a mañana y planificarlo bien...sé por los documentales del Discovery Channel que el alcantarillado de la ciudad es caótico, parte es anterior al siglo XIX y lo fueron remendando para adaptarlos a los nuevos tiempos. Además que necesitaremos un mapa de todo el alcantarillados y creo que algo de equipamiento... - digo mientras pienso en linternas, cuerdas, ropa de agua y en  algo que detenga a esas dos espadas que usa. - ...si conociéramos el número de móvil de Teresa creo que podría saber donde está...o donde le estuvo la señal de su móvil la última vez. - comento pensando en realizar una triangulación  - ...eso nos ahorraría mucho tiempo...

En las alcantarillas no creo que haya mucha cobertura pero puede que en algún sitio disponga de ella, en muchos garajes e incluso en el metro de la ciudad la hay. Así que deberíamos probar esa opción antes de nada.

Por primera vez, sentí curiosidad por ese tal Nathan Scott, mucha curiosidad. Sus conocimientos me alegraron la noche.

- Me sorprendes, Nathan, ¿Cómo has obtenido esos conocimientos?

Sin duda fue agradale descubrir tanto interés, asintió exageradamente, casi parecía haber realizado una reverencia, aprovechando la elevación para arrancar la marcha hacia el interior de aquella sala. Entonces, qué dices, no será necesario discutir ahora al detalle, quiero encargarme de un par de cosas antes de acabar la noche. Se cruzó de brazos y se apoyó junto a la puerta escudriñando la mirada del Príncipe.

- Señor Weems. - dijo Vitel posando una mirada seria sobre ti. Sus ojos te atravesaban de lado a lado y algo en tu interior rugió... no parecía un buen momento para incomodar a Vitel, no parecía que fuera alguien a quien fuera interesante molestar. 

- Voy a proponerle un trato. Un jugoso trato. - comenzó el Príncipe. - Estoy al tanto de las actividades de sus congéneres en los conductos de agua de la ciudad. Tenga por seguro que voy a acabar con ello de raíz. - levantó un dedo para que no le interrumpieras con excusas absurdas. - Pero usted me parece un hombre inteligente... alguien que puede resultar muy útil. -

Vitel asintió mientras cruzaba las manos a la espalda. - Páseme toda la información que llegue a sus oídos de sus compañeros, y ayúdeme a abortar ese estúpido plan de las serpientes... - el hombre habló sin pestañear, con el rostro imperturbable. - Con eso, y mostrando públicamente su apoyo a mis causas, creo que estaré en disposición de ofrecerle algo que dudo que haya existido en siglos en Washington. Le nombraré primogénito Setita. Tendrá voz y voto en el consejo de la Primogenitura. Y su palabra será ley respecto a cuáles de su clan pueden venir o no a esta ciudad. Todos los suyos deberán informarle, todos le deberán respeto. Y si alguien no lo hace... si encuentra a algún setita que no se haya presentado ante usted como corresponde... dispondrá de los mismos privilegios que yo a la hora de castigarlo. -

- Piénselo bien, señor Weems. - la sonrisa de Vitel abarcó la estancia al completo.

Poder ¿eh?... copió su sonrisa mientras se retiraba de la pared. Interesante, me hubiera gustado apostar algo más, pero tu jugada es "all in", sus brazos hicieron el amago de empujar un montón de fichas. No te quepa duda que lo pensaré. En esta ocasión simuló mirar sus cartas una vez más y guiño un ojo conservando esa confiada sonrisa. En fin, lo dicho, tiempo de asuntillos. Hasta mañana Príncipe. En esta ocasión si que se apreciaba una reverencia exagerada, en el límite entre la elegancia y el sarcasmo. Viniendo de John la primera era menos probable, pero no parecía exacerbarse por ello, pues manteniendo su habtual insípida expresión se marchó con normalidad.

Veis a John salir del despacho de Vitel y se escucha la voz del Príncipe desde el fondo:

- Señor Van Denholm, por favor entre. -

Me encogí e hombros y levanté mi bastón con elegancia, todo esto de las recompensas no me apasionaba demasiado, pero era lo que tocaba.

- Tendremos que dejar esta conversación para más tarde, lo lamento, señor Scott. - Le hice un gesto a mi compañero a Weems, y me dirigí al interior de la habitación.

Había perdido mucho tiempo y el alba estaba cerca, sus pasos eran ahora firmes y veloces, cruzó su mirada un segundo con el neonato y alzo sus dedos índices y corazón hacia su frente. Realizando un gesto conocido, sus dedos golpearon el aire a modo de saludo. Suerte chico, te veo mañana. No detuvo su marcha salvo para echar un último vistazo al cuerpo de Füller derrotado sobre el suelo, dedicándole una sonrisa victoriosa y alejándose inundado de orgullo y satisfacción.

- Hasta mañana John...a ver qué me dice Vitel. - digo pensando en lo que querrá decirme el Príncipe.

Me siento mientras espero a que me llame mientras John se marcha de la sala. Luego iré a cambiarme porque mis harapos no son nada agradables de ver.

- Señor Van Denholm - dijo la voz suave de Vitel en un ronroneo... - me gustaría pedirle algo. Dado que ese sabbat es una criatura extremadamente peligrosa, creo que usted es el indicado para darle caza. Alguien de su... pericia y conocimientos no tendrá problemas con un salvaje así. Sin embargo si John y Nathan fueran sólos... estoy seguro de que acabarían bien muertos. ¿Puedo contar con usted para mantener con vida a Nathan? -

La pregunta de Vitel te descolocó. Quería con vida a Nathan Scott... no había pedido el cadáver del sabbat, o al sabbat prisionero... había pedido que protegieras a Nathan, no a Weems, a Nathan. ¿Por qué?