Partida Rol por web

Me acerco con Peter y toda mi tripulación a la tienda. Bueno, toda no... No era tan imprudente de abandonar mi querido Jolly Roger, el cual me habían legado por herencia, a su suerte. Lo había dejado en manos seguras. 

Algo sorprendida por el buen recibimiento de los salvajes, entro en la tienda haciendo un gesto a algunos tripulantes y a mi segundo de abordo para que me acompañaran dentro. Los demás no cabían, la tienda no era lo suficientemente grande para todos. Con una media sonrisa le agradezco a Mishka que nos dejara pasar y, acompañada de unos cuantos de los míos me siento al rededor de la hoguera, junto los demás. Los niños perdidos me repudiaban, así que me mantengo alejada de ellos y le hago un gesto a Jack y James para que se acomodaran a mi lado. Allí sentada, en silencio, comienzo a pensar lo rara que era la situación; algo grave debía estar pasando si estábamos todos allí reunidos. 

- No es por echar a nadie pero...- Digo como único saludo.- Creo que esto no es un asunto de niños.- Les lanzo una mirada fulminante a los mencionados, a ver si con suerte me los quitaba de encima.

Sin esperar respuesta alguna -pues sabía el favoritismo que desprendían esos asquerosos niños babosos por toda la isla- alargo las manos calentándome así con la hoguera. La verdad que la vida en el mar era dura y más de una vez echaba de menos un confortable fuego calentito. Alzo la mirada mientras noto el calor del fuego navegando por mis manos para observar de uno en uno a los intrusos. 

"Un viejo, dos viejos, tres viejos..." 

¿Dónde se dirigirían aquellas dos personas? La mujer de cabello rojo y el hombre atractivo sin dudar estaba yendo al bosque pero ¿Qué pretendían encontrar allí? 

- ¿Ya es seguro dejar que esos dos- Señalo a la puerta de la tienda, refiriéndome a la joven y el hombre que se marchaban -metan sus narices por el bosque de Nunca Jamás? ¡Puede ser que les pase algo! Ya sabéis cuantos peligros acechan la isla. En paz descansen todos los muertos que han perecido en Nunca Jamás. 

Era una trampa. A ver si se asustaban y se marchaban sin más. Así quizás mi reputación con los indios no sería tan mala. Yo no tenía nada en contra de ellos, pero mi querido padre había dejado a los piratas en muy mala posición frente a los salvajes. Y, tanto en este mundo como en el otro, a la gente se le daba muy bien prejuzgar. Lanzo una mirada de soslayo a Tigrilla, la cual había sufrido en sus carnes los desafíos de mi padre. Entendía que no se fiaran de nosotros. Al fin y al cabo, muchos de mi tripulación estuvieron en antaño bajo las órdenes del Capitán Garfio. 

Intento dejar esos pensamientos aparte ya que la situación lo requería. Ahora no era tiempo de pensar en esas cosas. Así que, con una mirada acusadora clavo mis ojos al que parecía el causante de esta introversión en Nunca Jamás, esperando respuestas. Y si no las obtenía ¡Que empezara la guerra!

- De acuerdo. Hemos venido para investigar. Somos una organización de investigadores. Nos hacemos llamar I.A.M. (Investigadores Alrededor del Mundo), ¿de momento bien? ¿Sí? Pues continúo. - Al Señor Thompson se le empezaba a notar nervioso, pero aún no había borrado la sonrisa de su cara. Casi nunca desaparecía su sonrisa. - No nos hemos topado aquí por casualidad, ya te he dicho que tu padre me informó sobre esta isla, Talluah. Él me dijo que si queríamos investigar un poco por aquí, de su parte estábamos bienvenidos. Pero veo que no está, sigo preguntando ¿Dónde se ha metido ese granujilla de Sakima?- ríe al recordar a su viejo amigo. 

Entre tanto jaleo Thompson no escucha las palabras de los que acababan de entrar, los piratas. Y aunque lo hubiese oído no hubiese hecho mucho caso.

- Veo que no somos bienvenidos aquí. Si estuviera tu padre aquí las cosas cambiarían, chica. Podríais al menos dejarnos explorar un poco, aunque fuese con vuestra vigilancia. Si os parece bien, por mi hagamos eso. En tal caso, mañana mismo por la noche podríamos largarnos de aquí. 

Veis a Emma y Mike irse junto al jefe Mishka hacia el bosque. 

Recuerdas que realmente tu padre sí se llama Sakima, como el Sr. Thompson ha dicho. 

Sonrio frente a las llamas.

-Su recibimiento esta condicionado por sus buenas intenciones...El no haberlos despojado de sus.."armas" aun, deberia ser suficiente seguridad para ustedes.-Ese hombre no me caia bien y la forma de hacer las cosas tampoco.

-Das demasiadas cosas por hecho, rostro palido.Investigadores...que clase de investigadores y con que fin?- Me levanto de mi asiento y miro tanto a Will como a Winston.Especialmente hago incapie en este ultimo.Parece nervioso.Cuando alguien esta nervioso puede cometer locuras...

Me encaro con  Thompson.

-No hay extraños en Nunca Jamas...¿sabe  porque?Porque toda persona que llega a Nunca Jamas...se queda ...en Nunca Jamas.Solo han salido de aqui tres peronas , que dudo , le hayan dicho como llegar.Hay una cuarta.Pero dudo que él les haya traido hasta aqui.-Miro de nuevo al fuego.Y pienso en mi padre.Lo mucho que lo hechaba de menos...

-Mi padre desaparecio hace ya muchas lunas, hombre blanco.El hecho de que conozca el nombre de mi padre no asegura que le conozca como tal, ni mucho menos, le prometiera nada a espaldas del consejo...y menos todavia si parece que concierne a la isla entera.Me temo , que las negociaciones vana tomar otro rumbo...si no me convence.

Me vuelvo de nuevo hacia ellos.

-Segun lo veo yo.Denme un motivo para confiar en ustedes.Denme el nombre de quien les haya indicado como llegar a Nunca Jamas....sabre si mienten.Haganme confiar en ustedes y puede...solo puede...que salgan vivos de la isla.

Vuelvo a mi asiento.Se que Tueray querria que los despachase alli mismo, pero no puedo tomarme esa libertad.No somos tan sanguinarios.Nunca Jamas es la Isla de la Libertad, no de la tortura.Todo el mundo deberia creer en ella,pero hay que proteger nuestra isla de lo que pueda destruirla...y hasta ahora, nos ha ido bien a todos.

Descripción psicológica:

Es tranquilo y silencioso según quienes le conocen, teme que algún día nadie recuerde su nombre, puesto que no podría decir cual es, no sabe escribir o leer, pero tiene gran conocimiento de la naturaleza. Es tenaz e impulsivo, pero fiel a los suyos, puede parecer un niño, y hace años se acercaba a jugar con los niños perdidos, hasta que un suceso que cambió su vida hizo que le resultara incómodo jugar con ellos, al no poder hablar y dejó de visitarlos, adora la naturaleza hermosa de la isla y no dudaría en dar la vida por ello. Pese a que le dicen que sus ojos hablan por el, se siente indiscriminado a menudo, como si "su voz" no contara. Tiene cierto rencor hacia los piratas, pero no lo muestra mientras estos no le hagan nada. Disfruta viajar de punta a punta de la isla conociendo animales e insectos que como él no necesitan hablar, un simple sonido es suficiente para entenderles, un vuelo, o incluso solo un movimiento.

Historia:

Cuando era apenas un crío, escapaba de su tribu para conocer el lugar, la curiosidad y disposición a ayudar del pequeño, enseguida le granjeó amigos donde iba, e incluso jugaba sin dudarlo con los niños perdidos, pero un mal día mientras jugaban algunos de ellos con él, apareció el capitán garfio, con la peor de las intenciones; a punto estuvieron de ser atrapados mientras lloraban, pero Tueray cogió con fuerza su cuchillo poco afilado, a penas un pequeño juguete con el que recolectar algunas plantas, y se lanzó sobre garfio, el cual sin problemas se quitó al pequeño de encima con un par de movimientos enfurecidos.

Su garfio rasgó su garganta, pero dio tiempo a que los niños perdidos huyeran. Hubiera muerto de no ser de los cuidados especiales que recibió, sanando su garganta pero imposibilitando su habla. Nunca supo quién le sanó, los niños que acudieron en su ayuda no parecían saber quien le había curado tampoco, por lo que tras eso, quizás escarmentado, nunca más volvió a jugar con ellos, tras tan solo un par de días en los que no podía aullar ni gritar, y le dijeron que hacía trampa en el escondite al no poder decir nada.

Nadie parecía darse cuenta del dolor que reprimía el no tener voz, pero poco después comenzó a verlo como un don, como si sus movimientos siguieran sus ordenes, estos eran cada vez más silenciosos, y se dio cuenta de la expresividad de animales e insectos que antes no parecían expresarse, la naturaleza aparentaba haberse fundido con él, y eso era increíble. Nunca dejó de ayudar a quien le necesitara, solo que ahora lo hacía sin siquiera presentarse o decir que él lo había hecho, ser anónimo, también era asombroso y magnífico de algún modo.

Solo los suyos le ven a menudo, cuando les lleva plantas extrañas y difíciles de lograr. Si alguien averigua que él le ayudó, tampoco le importa, no es que se oculte, si alguien le requiere le intentará ayudar, pero si desaparece sin mas, es porque no pide ni necesita ninguna retribución. Que recuerden su nombre es para él, el mayor honor posible, pues teme incluso olvidarlo él.

Los niños no debían meterse en asuntos de mayores, eso lo sabía; por eso siempre era Peter el que mediaba por nosotros, pero claramente nos afectaba a todos.

Yo miraba para unos y para otros mientras hablaban como si de un partido de tenis se tratara, pero de repente mi mirada se clavó en Peter Pan. ¿Cómo era posible que el padre de Tallulah hiciese lo que aquel extraño decía?¿Acaso Peter lo sabía? No era posible, Peter nos lo hubiese contado. Tenía que ser mentira. Tallulah tenía que tener razón y tenía que ser mentira. - No dejaba de pensar mientras miraba fijamente a Peter Pan.

Peter, que había venido volando junto a los piratas, entró en la tienda también. Quizá antes no lo habíais visto porque estaba observando desde arriba. 

Como siempre tuvo que llamar la atención y gritó en medio de la tienda - ¡HE VUELTO!

Cuando oye a todos discutir con los nuevos intrusos no evita meterse ene la conversación, pero antes de decir nada se eleva lo más alto que puede de dentro de la tienda y se pone de piernas cruzadas y boca abajo, como si fuera un murciélago. 

- No os paséis mucho con este gordinflón. - dijo evidentemente de broma. El no quería que nadie se adueñara de Nunca Jamás. - De momento no hace falta que matemos a nadie, podemos echarlos sin más. Estoy seguro de que no se resistirán- dice jugeteando con su daga. - O podemos dejar que investiguen un poco y que se marchen, ¡pero yo estoy a favor de que se vayan ya!  

Se acerca a Talluah y le dice:  - Por cierto, antes de que tu nacieras tu padre me contó algo de un tal Thompson, supongo que se refería a este. - dice señalándolo. - No me hablaba precisamente mal de él. Pero ya no me acuerdo de lo que me contó... No presté mucha atención. - dice con una falsa sonrisa. - Supongo que es verdad que eran amigos, o al menos conocidos. 

Ve que Amy le mira y él le sonríe. - ¿Qué? Soy guapo, ¡eh! - Acto seguido le guiña un ojo y se ríe. 

El joven Tueray asintió a las palabras de peter, siempre le había caído bien, y de algún modo parecía pensar igual que él, quizás el chico veía en sus ojos lo que pensaba, casi como no hiciera tanta falta hablar con él. No le gustaban esas personas, y esperaba que se fueran en cuanto antes, y no volvieran, pero si hacía falta ser un poco drástico tampoco lo dudaría. Aquel era un lugar magnífico por ser como era, incluso con sus diferencias de opiniones, pero con sus respectivos bandos y fronteras bien marcadas, sin llegar a ser tierra de nadie, y a su vez de todos.

¿Por que se creían esos tipos que por aterrizar en el campamento indio, tenían derecho de explorar sin discreción alguna el resto de la isla? Incluso Tueray y sus continuas inspecciones, tenía la cortesía de procurar no molestar a ningún habitante de la isla, bien fuera humano, animal, insecto o planta. ¿podía contar él que fueran a respetarles a todos? ¿cosechar solo las plantas que fueran a necesitar? ¿disculparse con las sirenas si al coger una piedra de los arrecifes hacían caer algunas? Si no tenían el respeto correcto, ya tenían suficiente con los piratas conocidos.

Todo ello pensado mientras asentía a las palabras de Peter y le miraba a los ojos, le hizo pensar también, en lo que tocaría hacer si no reaccionaban bien los extraños piratas del agresivo barco libélula.

En esos momentos yo me mantenía callado observando la situación pensándo: ¿porque motivo vinieron a Nunca Jamás?, lamentablemente no podía hacer ni decir nada, solo podía quedarme parado viendo como ese gordinflón trataba de persuadir a los adultos para que le dejen hacer lo que quiera.

Las palabras de Peter, aunque hayan sido dichas de manera burlona, mostraron su desagrado a que esa organización se quedara porque sabia, al igual que yo, que si se quedaban un solo día en la isla causarían mucho daño, solo esperaba que el resto de los habitantes pensara lo mismo.

Y entonces le vio. Lo más probable es que él no se fijara en Winston, pero Winston sí se fijo en él. Allí estaba, sentado boca abajo, flotando en el medio del aire con la confianza rebosando en él. Con la juventud y la magia como único aliado, y aún así invencible, como si nada en el mundo pudiera tumbarlo. Todo lo que el joven Winston quiso ser un día, cuando niño, era lo que veía ante sus ojos. Toda la ilusión por la vida que se vio truncada a la tierna edad de trece años era lo que representaba aquel Peter Pan. Peter Pan era todo lo que la vida le había prometido de pequeño y la realidad le había quitado, Peter Pan debía haber sido él. Por fuera Winston Nevers seguía manteniéndose frío, inmutable, una estatua más de ojos grises y astutos dentro de aquella tienda de campaña. Pero dentro de sí crecía un sentimiento indescriptible: ¿ira, envidia, o quizá más bien algo más primordial y primigenio que se remontaba al principio de la especie humana luchando por la supervivencia? Qué más daba. En todo caso, Winston desarrolló a primera vista un enorme sentimiento de rechazo hacía Peter Pan. Rechazo y admiración a partes iguales. Odio y atracción a partes iguales. 

Silvestre, una de las niñas perdidas, le lanza una mala mirada a Enyra y le dice:

- Perdona vieja, nosotros no nos vamos. - Silvestre era una de las niñas más insoportables de Nunca Jamás. Siempre quería mandar a todos. Aparte de ser una caprichosa, era una mal educada. - Acabarás como tu padre: vieja, sola y acabada. - Le dice a Enyra con desprecio y rabia. 

- Yo también quiero montar en esa cosa voladora ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡DEJADME SUBIR!!!!!!!!!!!! ¡¡¡¡¡YAAAAA!!!!!! - gritó histérica y fuertemente la odiosa niña. - Si no me dejáis subir lloraré y gritaré mucho. 

El señor Thompson empezaba a hartarse de ese tal "Peter Pan", y sobretodo de aquella niña asquerosa. Comprendía lo que Enyra dijo, pues él también odiaba a los niños. No los soportaba. Quería gritar "¡haced que se calle, por dios!", pero no se quejó. Sabía que si lo hacía todos se volverían aún más en contra de él.

- Somos investigadores de campo. Vamos a sitios y los exploramos, con el fin de viajar a mil lugares y descubrir nuevas cosas. Eso es lo que más nos interesa. Y este lugar nos parece un buen sitio al que observar. 

- Ya te dije que nos indico la isla tu padre. Lo juro. - Se  vuelve para mirar fijamente los ojos de Talluah. - Nosotros solo queremos nuevos descubrimientos, nuevas zonas. 

Luego vio volar a Peter Pan y asintió a todo lo que dijo, hasta a lo de "gordinflón". - Sí, sí, estoy de acuerdo con todo lo que ese niñato... quiero decir niñito, ha dicho. Me podéis vigilar mientras contemplo vuestra hermosa zona. Solo eso. Después sin rechistar me iré. ¿Qué opináis? Y si veis que no me voy (que sí lo haré) podéis matarme, asarme a la barbacoa o incluso podéis tirarme por la borda. - dijo Thompson alegremente.  

Tueray sonrió al escuchar a silvestre, y se acercó a ella, incando la rodilla en el suelo y tomando su mano, la besó suavemente, para reverenciar la con la cabeza. Al alzar el rostro le guiñó el ojo, poniendo el índice de su diestra ante su boca, e indicando un gesto de "un poco" con la zurda, acercando el índice al pulgar.

Tras ese momento rápido, cogió una pequeña flor dorada, semejante a una rosa, pero con un hueco plateado en su centro, muy poco común, las que se veían tenían una rugosa fruta muy amarga y de mal gusto en ese "centro" plateado, pero esa flor ya tenía solo su lado hermoso, el fruto cuyas semillas eran útiles para la mayoría de males, había sido recolectado por él mismo la noche anterior, así, que de ese modo, daba un buen uso también a la flor. Se la mostró primero y tras oler el dulce y profundo olor, se la colocó en el pelo, sobre la oreja derecha. Esperando que así permitiera a quienes tenían algo que decir, hablar con seriedad.

Se sentó a su lado y le indicó el hipnótico fuego central. Escuchar a Silvestre le gustaba, era caprichosa, pero saber lo que se quiere no era malo, en cambio volver a escuchar a ese tipo de capitán pirata le resultaba odioso, y no pudo evitar rebufar mirando en dirección a la niña, pero de refilón al tipo ese, como diciéndole a silvestre, que era un asco aguantar a ese hombre.

Pongo los ojos en blanco al escuchar a Silvestre. Si fuera por mi esa estúpida caprichosa ya hubiera sido comida de tiburones. Aunque pensándolo mejor, pobres tiburones... Mejor que los mismos niños perdidos se la comieran. Me quedo un rato callada y con una siniestra sonrisa en la cara pensando en ello. Suficiente tenía con que el resto hubiera ignorado mi maravilloso plan de seguir a los otros con la excusa de que "están en peligro".

- James.- Le digo a mi segundo de abordo estirándole de la manga.- Ve a ver al resto de la tripulación y asegúrate de que siguen en la puerta. Diles que aquí no hacen falta y que vuelvan al barco. Al parecer el gordinflón viene en son de paz.- Sonrío y guiño un ojo al Sr.Thompson después de despeinarle el pelo a James, tirando de su manga aún más para alcanzarle la cabeza. - A mi no me parece mal que investiguéis la isla.- le digo. -Pero al iros por favor... Apiadaos de estos pobres niños huérfanos que echan de menos a sus padres. Buscadles un hogar... ¡Haced algo por ellos si tenéis corazón! Así nuestra queridísima Silvestre podrá volar con vosotros. - Digo fingiendo preocupación, quizás demasiada. Ocultar la ironía no se me daba del todo bien cuando se trataba de niños. Ni-ños... La misma palabra me hacía tener arcadas.

Observo como el mudito indio intenta distraer a la asquerosa mimada. Me da lástima que alguien tan bueno como él tenga que soportarla. A un paso he estado de sacar mi pistola y disparar a la niña sin miramientos. Al fin y al cabo había mencionado a mi padre y me había recordado que ellos lo habían humillado antes de su muerte. Trago saliva intentando contenerme y quitar de mi cabeza ese último pensamiento. 

- Tirarte por la borda suena tentador, aunque hace mucho tiempo que no como carne humana. Pareces apetecible...- Le digo al Sr.Thompson frunciendo las cejas pero con una sonrisa en la boca. Era una clara amenaza para todo aquel que me conociera. Por suerte o por desgracia, aquel corpulento señor no lo hacía. 

- Haz que la tripulación siga a esos intrusos... Que los traigan al Jolly y los retengan ahí. No tardaremos en volver.- Le susurro a James mientras le despeino el pelo como excusa para que los demás no se dieran cuenta de mis palabras. 

James escucha atentamente las palabras de su capitana y obedece a las órdenes. Sale de la tienda gritando a los demás piratas que aún no habían podido entrar "¡Nuevas órdenes sucios grumetes! Os volvéis al Jolly" se acerca a ellos para decirles que aquí ya no pintan nada y todo lo que había dicho la capitana. 

Tras informarles veis a los piratas dirigirse hacia su barco. Después de que James se asegurara de que se habían ido volvió con su capitana. 

- Misión cumplida mi bellísima capitana. 

Vi a Peter asomar por la tienda y sonrei.

Siempre me habia llevado muy bien con el.Era un poco excentrico pero siempre tenia solucion para todo.Eramos como almas gemelas, solo que el no llevaba el peso de la carga de dirigir a un pueblo.El era el "lider" si se le puede llamar asi de los Niños Perdidos.Pero..quien llamaria lider a su propio hermano?

Escuche a Pan...ya solo quedaban tres posible personas que descubrieran el paradero de Nunca Jamas: Wendy y sus hermanos...No les creia posible de eso.Y luego el gordo hombre "sujirio" que mi padre se lo habia dicho.Podria ser cierto o no ,que tuviera una reunion con mi padre en algun lado, pero nunca fuera de Nunca Jamas.Los indios llevabamos muchas muchas muchas estaciones en Nunca Jamas.Incluso los grandes ancianos habian nacido y crecido aqui.¿A que jugaba este hombre?

Ante todo el barullo que se estaba formando tube que levantarme de mi asiento...eché un poco mas de serrin al fuego para avivar las llamas.Esto parecio sorprenderles.Esa era mi intencion.Necesitaba silencio.Y aun asi, comprobe que Winston se ponia nervioso solo con mirar a Peter.

-Por lo que mi pueblo sabe...explorar algo es sinonimo de "conquista".Nunca Jamas es un Santuario...rostro palido.La entrada aqui a extraños esta prohibida o por lo menos limitada ...segun que intenciones.Da igual lo que hablara con mi padre.Aqui la que manda soy yo.Pero esto necesita de consenso por todas las partes que componen Nunca Jamas.-Digo volviendo mi mirada seria hacia ellos

-Molokai, Tunae!!- Grito a mis dos soldados indios que esperaban en la puerta.-Llevar a estos extraños con Mishka y sus amigos.-Girandome a los  demas les digo- Deberan esperar fuera, hombre sonriente.Los demas presentes debemos decidir que hacer con este tema.No creo que solo sea decision mia si deben quedarse o no.Aunque si de mi dependiera, se quedarian en Nunca Jamas...para siempre, cerca de las playas de los canibales. Ahora...fuera.

-Peter,si tu hablas por las hadas y las sirenas no necesitamos a mas gente aqui.Si no, quizas deberiamos explicarles la situacion.

Escuchando las aburridas palabras de Tallulah voy poniéndome en pie y paseándome por el interior de la tienda, con ganas de marcharme. Al fin y al cabo yo ya había dado mi opinión y por todos se sabía que no era bienvenida ahí. Además, ¿desde cuando una india tenía tanto que mandar en Nunca Jamás? Ni que ella fuera importante. Si estuviera el gran Sakima aquí las cosas cambiarían mucho. Lástima que haya heredado la jefatura alguien que todavía no esta preparada para ello. 

- Yo ya he dado mi opinión, que es la misma que la de toda mi tripulación. Nos largamos. Espero que una panda de niñatos chupa dedos no tengan opinión en este asunto.- Me pongo las manos en el bolsillo y, con un gesto de cabeza indico a los piratas que se encontraban conmigo dentro de la tienda que nos largáramos. -Au.- Digo como despido antes de salir de la tienda y ponerme en marcha hacia mi barco. Allí todo sería mucho más divertido, sin dudar. 

Al salir de la tienda le doy a James el saco de serrín que estaba utilizando Tallulah para avivar el fuego, el cual me había guardado en el bolsillo. No es que lo fuera a utilizar en el Jolly... Pero ¿quién sabe? Me había gustado ese fuego.