Partida Rol por web

Dawi canturrea de un lado a otro, esperando a que el elfo - cuervo encuentre la comida para alimentarse y hacer frente a una noche al raso. La cosa está complicada, saca un poco de pan gnómico y lo corta, de lo poco que tenía en su bolsa, sus víveres se habían roto y demás al aterrizar de esa manera en Tanaris, y y estaban en Mil Agujas.

 Malantdrel termina por romper el cuello de la liebre a base de picotazos, al escuchar un último chillido del pequeño animal y un pequeño crujido procedente de su cuello da por terminada la cacería y vuelve a su forma original.

- Dawi, en el norte encontré una pequeño grupo de arbustos muertos que podemos usar como yesca. Por el estado en que los encontré es posible que hace no mucho era un oasis, por lo que debajo de esas plantas debe haber un río subterráneo ¿tienes por ahí herramientas que podamos usar para excavar en la arena?

 Dawi sonríe al tener una pregunta con respuesta, sabía que al día siguiente llegarían a Tundra y el tiempo apremiaba, por lo tanto sacó cuanto pudo de aquella bolsa que tenía en su sidecar y mostró algunas herramientas, entre ellas, pico, palas, era ingeniero y era lo único que le gustaba hacer a diario, entrenarse. Así sacó todos sus materiales y los desparramó por el suelo para que el grupo los viese.

 -Pues tomaré eso como un si, sígueme para guiarte al los arbustos muertos. Shel y Toni, quédense y traten de preparar un refugio, si pueden preparen también a la liebre, no se preocupen por la yesca pues les traeremos los arbustos secos.

Malanrdrel retoma su aspecto de cuervo y guía a Dawi hasta los arbustos muertos.

La cabaña a la que nos aproximamos parecía vieja, aunque en un buen estado. Los bloques de madera eran fuertes y aguantaban el paso de tiempo con gran firmeza y dignidad. Até las riendas de mi zancudo a un poste destinado a ese propósito muy cerca de la puerta de entrada y pasé al interior. El ambiente era cálido y acogedor, ambas características propiciadas por la lumbre que ardía en la chimenea. Nada que ver con la fría noche que nos había envuelto minutos atrás.

- La primera guardia será cosa mía - Dije respondiendo a la elfa al tiempo que quitaba las ropas que me cubrían la cara. Esta vez sí dirigí la mirada a los ojos de mi compañera. - Aprovecharé para asegurar el perímetro y llevar a Gÿen a su caza nocturna -

Me relajé en una de las sillas de la sala de estar; si es que se le podía llamar así a cuatro sillas y una mesa en una de las cuatro esquinas de la única habitación de que constaba la cabaña. - Brujo, supongo que en el precio que has pagado habrás negociado también algo de comer, ¿no? - Pese a que se trataba de nuestro compañero, no había sido capaz de aprender aún su nombre. Lo mismo me pasaba con la maga.

- No sé si llevas más tiempo vivo que yo, pero efectivamente, soy lo suficiente astuto para pedir comida. Descansad esta noche, pues mañana llegaremos a la Tundra y allí se nos darán instrucciones. - Saca de su toga una bolsa de cuero con carne y pan. Había algo en el fondo que no sabía lo que era, pues a él no le era de su incumbencia y unas cuantas botas de agua que podían durar un tiempo. Si fuesen cuatro, como la misión requería, hubiese habido más víveres. Sin embargo, si no estuviese Fekhtz y otro hubiese ocupado su lugar, sería lo mismo que dos. Pero allí solo había dos elfos, y eso era una gran ventaja para su grupo. El chamán predijo el futuro. Los espíritus le contaban que en su viaje no estarían solos. - ¿Quién estaría tan loco como para unirse a nosotros? - Penso Fekhtz, algo distraido

 Dawi asiente, y pide a los dos draenei que se queden ahí, y que busquen materiales para una hoguera. Sigue a el elfo como puede, intentando no hacer ruido con la moto, y dar lugar a que los animales se espanten. Solo disponía de dos barras de pan gnómico y cuatro botas de agua, todo lo demás se quedó en Tanaris. Cazar dificultaba la tarea de buscar agua, y sus compañeros no disponían de nada de comida. Pero bueno, mañana llegarían a su destino, y eso le dió fuerzas para seguir adelante. - ¿Está cerca la yesca?

Bien, no os preocupeis, nos quedaremos aqui, y prepararemos el refugio y la liebre...espero que os guste las artes culinarias de nuestro pueblo, jeje...- la niña sonreía alegremente como ilusionada de tener una tarea importante.

Ante la respuesta del brujo, lo único que hice fue esbozar una leve sonrisa. Poco importaba cuánto se llevase vivo... o muerto, la astucia era algo innato en un ser y el tiempo sólo otorgaba la experiencia suficiente como para aprovecharla.

- ¿A la Tundra mañana? No ha pasado ni un día desde que partimos de la capital. ¿Acaso conoces algún atajo que no hayas compartido con los demás? ¿O es que vas a hechizarnos con algún conjuro de velocidad demoníaca? - Mis palabras sonaban a completa ironía.
Saqué un cuchillo de hoja larga de mi bota izquierda que clavé en uno de los trozos de carne que el brujo había sacado, pare después acercarme al fuego con él. Era la única arma que portaba en ese momento después de deshacerme de todas las demás al entrar en la cabaña.

Mientras mi carne se tostaba con mimo y paciencia, el Tauren anciano predecía el futuro de la misión y de sus integrantes. Respetaba las creencias de los chamanes, que eran considerados unos sabios dentro de la horda, pero el porvenir era algo en lo que no estaba mínimamente interesado. Mi filosofía se basaba en que cada uno se forja su propio destino... por mucho que los espíritus dictasen lo contrario.

 Malantdrel guía a Dawi hasta los arbustos muertos y, una ves que llegan a ellos, vuelve a su estado original. Se acerca a un arbusto y aparta la arena de la base para arrancarla de raíz.

-Dawi aquí debe ser donde corre el río subterráneo, empecemos a cavar. Cuando encontremos el agua volveré con el grupo en busca de los recipientes que tengamos y, de paso, les llevaré el arbusto seco para que funcione como yesca.

Taur habia estado un poco ausente durante toda la conversación. Absorto como estaba observando la naturaleza del lugar se dio cuenta de que alli la plaga habia causado grandes estragos. Luego sacudió la cabeza con pesar:

- Cierto es que la plaga ha causado estragos, pero esta tierra no ha conocido otra cosa que la corrupción demoníaca. Aun con todo mi trabajo aqui es intenso. Ese desprende un olor a muerte que altera a los animales salvajes de la zona. Por suerte podré calmarlos en caso de que se muestren hostiles o algo peor.

Comió unas hierbas que encontro en el camino. Tal vez no fuese el alimento más completo, pero por lo menos servía para mitigar la gazuza. Cuando acabó de comer continuo hablando a sus compañeros.

- Despertadme a mi para la segunda guardia y velaré por vuestro sueño

Tras esas escuetas palabras se acostó en su saco y al momento se le veia que respiraba pesadamente mientras su pecho subia y bajaba de manera metódica y repetitiva. De vez en cuando resoplaba o movia una pezuña como si de tic nervioso se tratase, pero por lo demás dormia placidamente, soñando con adorables terneritos correteando por los pastos de Mulgore.

Gracias a mi buena habilidad en desuello, empiezo a quitarle la piel a la liebre. Con mi cuchillo de desuello consigo quitarsela sin romperla en ningun lugar y consigo yna especie de miniabrigo que se puede usar en casos extremos.

Digo a shel:

EH mira !!! jajaja tengo la piel entera!! con un poco de fuego y despues una cuerda, puedo hacer un gorro ^^

No tendras una cuerda no?

La poca la luminosidad que mostraba la luna la dedico a señalar con el dedo un pequeño camino que atravesaba las montañas.- Tradicionalmente llegaríamos en tres días pero por ese camino llegaremos en dos días a los comienzos del mar de ragnarorte.- Después de pronunciar esas palabras Fekhtz se aleja con pasos cortos del fuego, tumbándose en la tierra a observar las estrellas. Ya que eso le recordaba a su novia en su anterior vida porque se tumbaban a observar las estrellas los dos juntos y recordarla le hacía sentirse mejor, aunque el sabia que no la vería nunca mas. ¿Que sera de ti ahora?. Pensó con bastante tristeza. Después de estar observando las estrellas se levanta y mira hacia la cabaña vio que estaban sentados la elfa, el elfo y el tauren todavía alrededor del fuego. Se acerco con pasos cortos hacia ellos.- ¿Vas a salir de caza ya elfo? ¿Necesitas disponer de mis servicios? Ademas no me vendría mal un poco de entrenamiento.

La joven elfa estaba asombrada de sus compañeros. El no-muerto parecía absorto de vez en cuando, pero sin embargo conocía rutas secretas a través de esos parajes tan grandes. Ella nunca había viajado en su vida, sin embargo ése viaje sabía que no era por pasarlo bien, sino por una importante misión. Nadia se reincorporó una vez se repartieron parte de las guardias, y cogió su parte de la cena, mirándo el trozo de carne con desgana.

- Pfff... ¿tu amiguita come mucho, E... Erioth? Puede comerse mi parte, si quiere, yo no quiero eso -dijo sonriendo, aunque hablaba en serio.

Shrath'thamman -susurró la elfa, a la vez que convocaba la comida y la bebida que le proporcionaban sus palabras arcanas. Ése eran su alimento desde hacía poco, pero era más gratificante que la carne.

- ¡Yo con esto me basto! -sonrió Nadia, mientras señalaba la bebida y la comida que acababa de convocar. Sin duda víveres no iban a faltar.

- Bien, si el cazador hace la primera y el tauren hace la segunda... ¿quien hace la tercera y la cuarta? ¿O pretendéis dormir solo cuatro horas?

 Coge los materiales a toda prisa, y empieza a picar donde la tierra es húmeda,  y lo único que atrevía a pensar es que odiaba que su misión no dispusiese de un mago que pudiera dar algo de comida y bebida al ambiente. Siguió picando hasta que un hilo de agua salió de la tierra, ésto dio ánimos a Dawi, con lo cual picó más rápido y encontró agua a borbotones, de la que llenó doce botas de agua vacías, que necesitarían para los dos días de camino que les esperaba.

Dawi se subió a su moto, una vez retenida el agua y la yesca volvieron camino el campamento, y con unos cueros y un poco de madera procedente de su yesca particular, dormirían en un sitio medianamente cálido.

 El mar de la Tundra esperaba a ambas facciones, con muchos icebergs y frío por el que no podrían cruzar a nado. Quizás Fekhtz conocía un camino para llegar temprano, pero para construir una barca lo suficientemente grande tardarian más días. O Quizás lo que Fekhtz decía era pura broma.

 - Pues ya tenemos todos los materiales, deberíamos empezar a construir el campamento y encender el fuego

Vuelve al campamento a toda prisa. Cerca estuvo de estrellarse contra alguna piedra, por llegar a un velocidad rápida, pues no quería seguir con las articulaciones entumecidas. Una vez estaban allí, saludó a ambos draeneis, y se dispuso a encender la caballa, colocó unas rocas, más tarde la yesca encima, y se guardó madera para montar una choza. Con ésta madera la ató con cuerdas de plástico que llevaba siempre encima, y así lo ató al suelo, y encima de los palos un cuero enorme que cubria toda la choza. La parte de atrás del cuero estaba un poco rasgada, puesto que era su abrigo, pero esta noche debía compartirlo, y las demás también, se percató a pensar, pero bueno, ese no era problema, él era el único que gozaba con algo de sus víveres. Le quedaban dos panes gnomicos, cuatro botas de agua más las doce que acababan de rellenar, y su sidecar contenía unos bonitos almohadones y unas mantas, que estaban bordadas con hilo de oro. Poco duraría eso, el suelo las rasgaría, los almohadones se ensuciarían. Pero si no no dormirían bien, y en la choza solo cabían unas cinco personas con un espacio poco considerable, pero suficiente.

Una vez hecho el fuego puso a calentar sus manos, y la poca carne que tenía, la puso a calentar y cuando estuviese caliente sacaría el pan gnomico, las botas de agua, y tendrían una comida en condiciones, pero sería de las únicas en todo el viaje. Dawi, canturreó un poco y sacó una pipa. La pipa contenía tabaco artesanal, y tenía una bolsita llena de tabaco. El problema era calentarlo, pero hoy no. Con la poca madera que sobró, calentó una astilla hasta arder, y la usó como encendedor, y le dio una calada a su pipa y esto hacía que se le viese feliz, dando una calada a su pipa y soltando el humo en forma de O. Y sin duda, estaba generoso y dijo unas palabras que esperaba que agradasen a los presentes. - Me llamo Dawi Tuercatorcida, y vengo desde Forjaz, para llegar hasta aquí, esto no me gusta nada...por cierto, ¿Alguien quiere fumar? Tengo cuatro pipas más, cada una es distinta, y las coleccionaba en Forjaz. - Dawi sonrió y siguió fumando, esperando a que la carne estuviese lista para comer.

 Fekhtz se para a pensar en el comentario de la elfa. Quizás sea más recomendable hacer el turno tres y cuatro, mi cansancio es reducido y podría pasar días haciendo guardia yo.- Haré yo el tercer y el cuarto turno ya que no necesito descansar demasiado para estar resuelto a la mañana siguiente.- Fekhtz saca una daga  curvada de su cinto y lo desliza entre los dedos. Al pasar un rato Fekhtz se levanta y se adentra a la cabaña.- Despertadme en mi turno.- Fekhtz se tumba en una capa de plástico fino en la que se estaba cómodo para lo que era en sí. Se tapa en unas matas, se acomoda en un cojín adornado con figuras doradas.

Nadia Nightmare no estuvo en contra de nada de lo dicho, así que hizo una sonrisa a todos los presentes y comentó en un susurro en medio de la fría noche:

- Buenas noches, camaradas. -se levantó para ir hacia la cama, aunque un poco destartalada, donde dormiría- Y que no os piquen los chinches.

Pensó entonces en su familia, en cuando su madre la arropaba y le decía eso, en cuando su hermano y ella jugaban juntos, cuando su padre... y terminó soñando en ello, arropada y con una sonrisa en los labios. Dormir pensando en cosas bonitas trae felicidad. El problema es el despertar...