Partida Rol por web

Tu duda es resulta por otro relámpago que cae y resuena en todo el lugar. El banquero traga saliva, parece que la tormenta es realmente fuerte, parece como salida de la nada y ha hecho que el ambiente esté tenso.

Sin embargo, cuando entras, un hombre que apenas llega a los treinta te mira, su aspecto es elegante e impecable y parece completamente tranquilo. Te mira, su sonrisa es confiada, prácticamente la de un tiburón.

¿Sí, Sr. Kilder?

Fijándote mejor en él, su barba sin afeitar de un día junto con una complexión bastante similar a la tuya te hace pensar que posiblemente tenga tu misma edad, aunque un trabajo sin duda alguna bastante mejor. Lo más llamativo es que sepa tu nombre.

El ruido atronador, casi me deja sordo por momentos.

Jodeeer, la que va a caer.

Paso al despacho del director bajo la atenta mirada de los clientes, y lentamente, cierro la puerta y me siento.

¿De qué me conocerá este tío, si yo no tengo tanto dinero, ya jamás había hablado con el?, igual es una campaña de fidelización.

Me siento delante de el, saco la tarjeta, y se la pongo en la mesa:

-No funciona, no puedo pagar con ella, y he tenido que salir corriendo de una tienda sin pagar, he pasado la mayor vergüenza de mi vida. Quiero una tarjeta que funcione ya, o como mínimo poder sacar dinero en efectivo. Y sime puede dar un vaso de agua, se lo agradeceré.

Espero su respuesta.

Toma un vaso de agua si tienes sed.

Dice con amabilidad mientras hace un ademán con la mano para que observes una máquina de agua que hay en una esquina del despacho, con grifo de templada y de fría y una ristra de vasos en el lateral derecho de la máquina. Tras ello extiende su mano derecha hacia tí y su voz suena completamente cordial.

Mis disculpas, Sr. Kilder, probablemente se será un problema con la banda metálica, si me hace entrega de su tarjeta enseguida lo comprobaré.

Apoyo el dedo corazón sobre la tarjeta, y le doy un pequeño impulso para que vaya deslizándose por la mesa hasta llegar al director.

-Aquí la tienes.

Me levanto, y voy hacia la máquina del agua.

Saco un vaso, y lo lleno, y comienzo a beber ansiosamente, mientras me cae agua por las comisuras de la boca, saco un segundo vaso, y me lo bebo, saco un tercero, y al terminar, me seco con la mano la boca, y le pregunto:

-¿algún problema?, necesito dinero ya.

-Al parecer es cosa de la tarjeta, señor Kilder... le puedo pedir una nueva, pero el plástico tarda nos días en llegar. Mientras tanto, dado que no puede acceder al crédito de su tarjeta maestro, le podría autorizar un descubierto en su cuenta para que disponga de efectivo. Evidéntemente no tendría gasto y más tarde el descubierto sería cubierto por la tarjeta. - Comenta el director mientras teclea a gran velocidad en el ordenador.

Te sorprende ese hecho, ya que los oficinistas suelen tener velocidad escribiendo pero con unos movimientos de dedos que les delatan como aprendices en máquinas de escribir y no teclados.

Con los ojos inyectados en sangre, ya fuese por el calor, la fiebre, la enfermedad, el sabor de las pastillas, miré a aquel tipo a la cara.

El sonido de su teclado era brutal, sonaba como cuando remueves pasta en un plato para mezclarla con la salsa. Menos mal que el teclado era bastante nuevo, y no de los automáticos que había antes.

Pongo las dos manos sobre su mesa, y le digo:

-Que sean 500.

El director miró al informático y dejó de teclear.

-Señor Kilder, ¿está usted bien? Tiene mal aspecto.

Me siento en la silla, y miro al banquero.

Ya, de por si, nunca me han gustado ni los banqueros, ni la policía y ,mucho menos los vendedores. Siempre que hablo con uno de estos, salgo con la sensación de que me intentan estafar, o robarme...

Cruzo la pierna, y no se si sería la fiebre, pero le contesto:

-Pues no, no me siento nada bien, tengo fiebre, una amiga mía ha fallecido, estoy al borde de un ataque de nervios. eso sin contar que he tenido que huir como un ladrón de la farmacia, y que no tengo dinero.

-Señor Kilder, lamento su pérdida, pero quizás si se encuentra mal debería quedarse en casa, ya le enviaremos la tarjeta por correo cuando nos llegue.

Tuerzo un labio al escuchar al director, mientras un tic comienza a aflorar en mi ojo, y recuerdo mi casa en llamas.

-Perdona, pero ya no tengo casa, tengo que ir a la comisaría y puede que después a hablar con mi agencia de seguros...  -seriamente, le replico- este no es un ben día para que me traten de tonto.

las pastillas comenzaban a hacer efecto...

El director de la oficina asiente y su mirada se desvía por unos segundos al ventanal tapado con una persiana de plástico.

-¿Quiere que llame yo a la policía? Así no tendrá que patearse media ciudad.

Al escucharle, suelto una carcajada sarcástica:

-jajaja, ¿y tu crees que la policía me va a hacer el servicio del taxi?, encima que les voy a dar trabajo, van a venir aquí a recogerme. Igual si les ofrecemos rosquillas si que vienen...

Cojo un caramelo del cenicero que tiene en la mesa, y comienzo a sacarle el envoltorio.

Igual esto calmará el sabor infernal que tengo en la boca en estos momentos...

-Es su labor, se les llama cuando ocurre algo como que tu casa se prenda en llamas en vez de ir al banco.

-En esta vida, todo son prioridades, por ejemplo, si me encuentro mal, necesito medicinas, y necesito pagarlas para estar despejado, necesito dinero, pero la incompetencia del banco, me jode la tarjeta, y no puedo comprar... y por lo tanto, no puedo llegar a comisaría en un estado suficientemente bueno como para denunciar.

Le dejo el papel del caramelo en la mesa.

El director miro el papel que le había dejado en la mesa bajando un poco los ojos,tras eso volvió a mirar a Kilder

Señor Kilder,usted necesita ayuda. Déjeme ayudarlo Dijo mientras,con la zurda,llevaba la mano al auricular del teléfono.

me levanto, y de un manotazo, cuelgo el teléfono:

-Yo se lo que necesito, y es mi dinero, y mi tarjeta...

El director del banco con los ojos como platos se sienta en la silla y lleva las manos hacia abajo,hacia sus pantalones mientras te dice

Disculpe,tartamudea, pero u-usted no p-p-uede tratarme así Levanta sus manos y te señala el cenicero Coja un caramelo,relájese

Me levanto, y le digo:

-Espero que no haya activado la alarma, sería una idea muy, muy mala. -toso un poco- en estos momentos, puedo alegar enajenación mental... Deme lo mío, y me voy, simplemente eso...

El director se intimida cada vez mas cuando ve a ese loco levantarse y quitarle el teléfono de un manotazo
-¿P... por qué tendría que haber dado la alarma? S... s... solo es un cliente. - Dice el director claramente nervioso, no parece comprender el comportamiento agresivo de Kilder, a fin de cuentas él no le ha hecho anda, y parece dispuesto a golpearlo solo por descolgar el teléfono para pedir un café.

-No le veo teclear para que salga el dinero por el dispensador, y eso me hace pensar, y en estos momentos, pensar no es bueno...

Le digo mientras vuelvo a sentarme.