Partida Rol por web

Estaba listo para iniciar el entrenamiento cuando llego Defí. Tal vez no fuera el mejor ejemplo pero era familia del conde lo cual le daba bastantes puntos. Ignorando, por supuesto, que me sentía más cercano a su manera de ser que a la del resto de mis compañeros.

Tras escuchar sus palabras me gire hacia Lhiannon

-Me vaís a tener que disculpar pero me temo que esas lecciones tendrán que esperar un poco más. Sin embargo...-

Le pase la lanza larga que llevaba

-Id habituandoos al peso y formas de esta lanza. Cogedla con las dos manos y levantadla por encima de la cabeza para a continuación bajarla hasta la altura de vuestros pies repitiendolo hasta que no noteís el peso. Lo más importante de un arma después de saber manejarla es soportarla.-

Tras eso me dirigí hacia la tienda apartando la cortina y golpeando la madera para llamar la atención.

-Lamento mucho molestaros pero el señor Defi nos quiere a Blaine, Edar y al romano para algún tipo de misión o acto para él. Y por supuesto si encontramos a Badb tambien.

No creo que tengamos más opción así que yo me despediría rapidamente e iría para alla-

Fui hasta mi apartado donde deje mi manta y cogi mi otra lanza así como el arco y un carcaj de flechas. A saber lo que pensaba hacer ese hombre

-Y por si alguno lo dudaba no suelo gastar bromas con esas cosas y menos en una situación como esa. Os espero fuera-

Tras decir eso me salí al exterior nuevamente a esperar a mis compañeros.

Escucho a Mailcom golpear la columna y llamarnos para un servicio de Defi, por lo que me levanto rápidamente, me visto y preparo mis armas mientras me dirijo a los dos jóvenes guerreros que han tenido que soportar nuestra discusión sin decir nada al respecto diciéndoles: - Amigos, Mailcom no os ha nombrado, pero quizás seria bueno que salierais, os podría sumar puntos ante el, y si no os necesita, al menos se habrá notado vuestra presencia. Cuando termino de prepararme, salgo y presentándome ante Defi digo:- Señor, aquí estoy para lo que estimes oportuno, dentro de una hora iba a inspeccionar los limites de nuestro campamento, pues la espera me mata, pero la actividad directa es mejor.

Observó al anciano interrumpir y guardó silencio, como se esperaba de ella. Asintió a las palabras del picto respecto la lanza, aunque pese a las costumbres sureñas, hubiera preferido el uso del arco en la segura distancia, o la daga, que siempre llevaba a mano por el campamento, los dioses saben para qué, pero ahí la llevaba. 

Entró a la tienda de nuevo una vez Mailcom anunció la llamada. De nuevo allí metida, con la compañía de las cristianas, la aguja y el brasero y ni rastro de Badb. ¿Acaso no iba a llegar a verle antes de acudir a la llamada de aquél viejo loco? la incertidumbre le pesaba, pero no se doblegó ante ella. Confiaba en los designios de la Diosa para cada cual, y para cuando regresara, le esperaría cual noche de Beltane, en una calurosa llegada.

Con una sonrisa, Ahel, un joven guerrero, aunque algo mayor que el mismo Edar, miró a este

- Por todos los santos... ¿vienen a interrumpirnos en lo mejor, eh? Va a ser una suerte teneros de compañeros si usáis vuestras armas tan bien como vuestra lengua. ¿No falta uno de los vuestros, el tal Badb, el esposo de la chica esa que ha salido con el picto y acaba de volver a entrar? - mientras habla se pone en pie y toma su arma- De todos modos, Edar... creo que habló Defi de compañeros. Y aquí todos lo somos. Anda... vamos a ver qué actividad nos ordenan realizar

Ante la verborrea de su amigo, el otro guerrero celta, de gesto más adusto, sólo menea la cabeza y se pone en pie. Ha estado mirando salir y luego entrar a Lhianon fijamente, pero no dice nada más. Sólo sale fuera de la tienda, y asiente a Defi

- "Seguramente nos manden a buscar a Badb, para ahorcarlo por desertor." - Envaino resignado la espada ya afilada y me pongo en pie, dirigiendo un instante la mirada a la cortina de telas tras la que se oculta mi mujer.

Salgo de la tienda con expresión adusta y seria, pero armado y preparado para la batalla.

- "Mi Señor..." - Saludo a Defi con una deferente inclinación de cabeza y me pongo a un lado, junto a mi cuñado Edar, un joven al que no conozco mucho, pero por el que siento cierto aprecio.

Marcio escuchó la conmoción cuando se disponía a cambiarse. Al ser reclamado por Defi, se limitó a poner una mano en el hombro de su esposa, haciendo un tanto de presión en lo que, en un hombre tan adusto como él, era un gesto de cariño.

-Mi señora, tendréis que disculparme. Arropaos y descansad.

Habiendose despedido, Marcio se volvió a colocar su capa y salio de la tienda colocándose la capucha. 

-A vuestro servicio -se limito a decirle a Defi.

Su marido fue llamado, afuera, y en medio de la lluvia se escuchaban voces y vociferaciones, Alanna comprendió que requerirían a su marido, y buscó su mirada y en él algún gesto, una sonrisa, incluso un beso, pero no, sólo recibió un apretón en su hombro, como el que podía ser entregado a cualquier otro, amigo o hermano, la joven bajó la cabeza y asintió ligeramente a su marido, cómo desearía un gesto de parte de él que no fuese teñido por su tan característica severidad, pero aquello era imposible, no debía pedir peras al olmo.

Alanna se sentó en la cama,  con el vestido a medio sacar, quedando con la enagua de algodón más claro encima, esta también estaba húmeda, pero no le importó del todo. Sus manos fueron a su cabello para destrensanrlo, y dejarlo suelto, sus dedos comenzaron a peinarlo. No se giró hacia el resto de las personas, pero sabía que dentro de esa tienda sólo quedarían las mujeres. Levantó la vista, una mirada oscura y casi tan severa como la de su marido, y buscó a su hermana, encontrándola acomodada en la cama. La joven apretó los labios, y se puso de pie, buscando en las ropas un vestido más seco, y se colocó la sábana atada al cuello para terminar de sacarse las ropas mojadas y colocándoselas, era complicado, pero ya tiempo de entrenamiento en esas incomodidades habían pulido sus movimientos, en breve estaba de nuevo vestida, y con la capa sobre sus hombros. Ató la capa y se colocó la capucha sobre los hombros, caminando hacia la entrada de la tienda, quería saber que estaba pasando afuera, podrían necesitarlas, eran mujeres, pero no por ello completamente inútiles.

- Bien, mis guerreros... al menos algunos no temen a este maldito aguacero, ni al sucio perro traidor de Vortigern, tres veces maldito, ni a sus cerdihombr...espera, sois seis. ¿Donde está el hijo de Anlan, Badb el orgulloso? - no espera a que respondáis- Lo mismo tiene. Ya ajustaré cuentas con él si aparece. Esto no es un jodido burdel, sino un campamento de guerra, aunque parezca otra cosa. Así que si estáis seis, seis por tanto. Id y hacer una patrulla bordeando nuestro campamento. Me da la nariz que la cosa está demasiado tranquila, y hace una semana que no sabemos nada de esos cabrones hideputas de dentro. A ver si están esperando algún ataque por nuestra retaguardia para intentar romper el cerco por algún lado y escapar, que poca comida debe quedarles ya. Venga, largando, e informarme de lo que encontréis  

De forma marcial, golpeo mi lanza con mi escudo y asiento respetuosamente. De inmediato me pongo en marcha: Hay que revisar el asedio y ver si hay alguna rendija por la que el enemigo pueda intentar una escapada a la desesperada.

-De acuerdo- respondi laconicamente.

Una patrulla bordeando el castillo bajo un aguacero para encontrar un intento de fuga. A no ser que el mísmo Gwynn bajase con su hueste salvaje iba a ser imposible encontrarles salvo por casualidad.

Pero eran mis tareas así que me puse a pensar que sitios eran los más probables en cuanto a oculto de nuestros ojos y cercanos al bosque o a otro punto por el que fuera facil escapar.

Sin nada más qué hacer o ir, poco más que entregarse de nuevo a la aguja y lana podía hacer, resignándose a la espera de nuevas o sorpresas. Tejió con impaciencia y temblor, despuntes desiguales que al calor de la llama sólo volvía más loca a la falsa dama. Volvió a pausar la tarea y despedir la costura, al menos por ese día que la lluvia no quería parar hasta que no formara marea. Las palabras de los guerreros respecto a su marido le inquietaban, bien le conocía para no saberlo traidor y cobarde como para que le mataran, pero pese a ello, de culo inquieto sufría.

Fue entonces que fue a tomar su arpa, la única tarea que poco le costaba y sólo gozo y calma proporcionaba, ideal para sus mano temblorosas y frías, las cuales tras un momento de recuerdo, comenzaron a tocar una suave melodía. Y así se mantuvo Lhiannon durante los siguientes minutos, aguardando la llegada de la noche.

- De acuerdo mi Señor. Fue mi respuesta, luego mire a Mailcom y después a Marcio y una sonrisa asomo a mis labios, ahora iba a ver el Picto porque era importante tener la mente despejada y saber de estrategia y táctica, por lo que dije mientras hacia una mapa del asalto burdamente con mi espada en la tierra :- Marcio, en todos estos días te habrás hecho una idea de como es el campamento y que nos rodea, de la fortificaciones y sus defensas. Quisiera que me ayudaras a saber por donde podrían atacar nuestra retaguardia y abrir un camino hacia el castillo para llevarles alimentos, eso es un sitio corto que recorrer, y un acceso rápido al castillo, seguramente una puerta secundaria. También tenemos que tener en cuenta la espesura del bosque que nos rodea y donde se acerca mas a la muralla. Mire el mapa pero no saque ninguna conclusión, por mi cabeza aparecían 20 o 30 puntos donde podrían atacarnos para entregar comida a los sitiados, y eso no era posible. - Espero que tu saques alguna conclusion, porque yo no encuentro un posible lugar en concreto.

Observo el mapa que muestra mi cuñado, efectivamente hay demasiadas rutas viables de escape. Lo extraño es que no se hayan fugado ya todos los sitiados con tantos agujeros en el asedio...

No sé por cuanto tiempo había dormido, pero el suave sonido del arpa consiguió sacarme de aquellos inquietantes sueños. Sin hacer ningún ruido me senté sobre las pieles, mis manos recorrieron mis cabellos para asentarlos en su lugar, tras eso destapándome me levanté. Acomodando mi vestido por encima de la enagua salí de donde estaba, observando a la mujer de cabellos rojos. Una pequeña sonrisa apareció en mis labios, al verla una imagen apareció en mi cabeza, por un momento creí escuchar la voz de mi amada madre cantar, pero sabía que solo era un recuerdo avivado por la dulce melodía que ella tocaba con el instrumento.

Sin intención de molestar me acerqué a ella, sentándome cerca de la lumbre, tomando después una manta de piel que no dudé en colocar encima de mis piernas, protegiendo entonces también mi vientre. Y es que estando allí parada, el frío entraba en cada rincón de mi cuerpo. Mi mirada se posó en las manos de ella, siguiendo cada movimiento y recordando la letra de esa canción me animé.- Too-ra-loo-ra-loo-ral, Too-ra-loo-ra-li, Too-ra-loo-ra-loo-ral, Hush, now don't you cry...- Cantaba en un tono bajo, casi susurrante, cómo queriendo que quedase entre nosotras dos, pues éramos las únicas presentes en ese instante. Levanté la mirada hacia ella, sonriendo.- Nanas para poder dormir... Hacía tanto que no escuchaba esa dulce melodía, que casi tenía olvidada la canción.-Expliqué. Pero después me quedé en silencio, invitándola a poder seguir con su “concierto”.

Alanna, al salir fuera, observa el estado de los distintos campamentos que rodean por completo el castillo en donde se refugia el traidor. Justo cuando sale puede darse cuenta de como tras dar sus instrucciones Defi con los dos guerreros que le acompañaban regresa a la más lujosa de las tiendas, hablando con voz alta y de forma gruesa. La lluvia, pertinaz, va golpeando en las ropas de la menor del linaje de Ederrn.

No parece haber demasiado problema en el campamento que requiera tu atención... al menos que se vea desde la entrada de la tienda. Puedes, por supuesto, acercarte a la tienda principal del campamento, donde supones estará Defi, sus guerreros y el joven conde. O buscar por el campamento si alguien tiene problemas. O acercarte a los campamentos cercanos que igualmente participan en el asedio. O hacer cualquier otra cosa  

Ambas veis como Alanna, poco después de los hombres, abandona la tienda. Ninguna de las dos está especialmente dotada para la música, pero al menos el sonido os sirve para tranquilizar los nervios. Son ya muchos días en el campamento. Es cuestión de tiempo que vuestros hombres tengan que combatir. Por ahora poco parece que haya que hacer, y nadie se acerca a llamaros

Los seis, porque a Badb sigue sin vérsele por ninguna parte, habéis estado avanzando por espacio de dos horas, revisando y comprobando los accesos al castillo. Afortunadamente los conocimientos de caza del picto Mailcom os permiten elegir una buena ruta, y lo cierto es que no localizáis ninguna salida visible que haya sido, o aparente haber sido, usada por los sitiados. 

Distinta es la cuestión que plantea Edar pero lo cierto es que no llegáis a encontrar un sitio por el que sea "coherente o esperable" un ataque. O al menos más coherente y esperable que en cualquier otro lugar. En un momento determinado Mailcom se acerca al cercano bosque y se introduce en él por una senda probablemente usada por cazadores, leñadores o animales, a fin de comprobar, en la medida de lo posible, lo ordenado por Defi.

El bosque es denso y cerrado, y la lluvia dificulta encontrar cualquier rastro. Oís las protestas de Ahel mientras camina por el sendero embarrado

Sigo a Mailcom por donde va, la lluvia cae en mi casco y resbala por mi cara dificultando aun más el poder distinguir algo.