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Invierno de 468. Alanna y Mailcom

Nunca habia soportado el poder poner mis ojos mucho rato sobre aquella mujer. Era algo casí doloroso. Y su retirada cuando le enfrente mi opinión sobre su marido no hizo más que rematarme así que rápidamente me asome apoyandome en la almenara para disimular lo roja que se habia vuelto mi cara antes de hablar

-Se lo que quereís decir. Mis opiniones sobre esos asuntos no difieren mucho.

Y si vos fueraís mi compañera rompería vuestros huesos con un fuerte abrazo y os besaría con pasión cada momento juntos. Pero soy un salvaje y él es un noble romano.

Marcio- creo que debío de ser una de las pocas veces que le llame por su nombre -no es tonto y seguro que sabe que se caso con una buena mujer tan lista como él.

Lo que deberiaís preguntaros no es si os ama con pasión si no porque no la demuestra.

Temo que alguna veces ser tan listo te convierta en el mayor tonto.

Y quizás alguien tenga que recordarle que tiene una a una mujer junto a él y no solo a una compañera.

Esta bien, creo, ser educado y cortes para no ser un patan salvaje como yo pero a veces hay que lanzarse.-

Me di la vuelta para apoyarme en las almenas mientras miraba al cielo

-En cuanto a vuestro miedo me gustaría poder aseguraros que eso no va a pasar pero no hay manera de poder hacerlo.

Por lo que me conto mi madre cuando naci estaba vigilando los rebaños de nuestro clan y solo se dio cuenta de que vine porque noto que algo le molestaba al intentar moverse. Decía que era tan pequeño que mi padre me cogia con toda su mano y todos temían que no sobreviviría al primer invierno.

Sin embargo cuando nacio mi hermano Talorc, el primero de nosotros, estuvo medio día de parto y creyo que se moriría.

Cada caso es distinto y nunca se puede saber que va a pasar.

¿Podeís morir durante el parto? No seriaís la primera y tampoco la última. Es parte de la vida.

Lo que debeís preguntaros es ¿qué muerte preferís?. Vuestro marido, hermano o yo, sobre todo yo, tenemos muchas posibilidades de morir en combate.

Vos podeís morir por arma, de enfermedad o de muchas cosas pero no creo que dejar esta vida trayendo otra sea malo. A cambio dejariaís a un retoño que podría tener vuestra belleza y la inteligencia de vuestro marido o quizás vuestra inteligencia y la fuerza de él.

Le iría bien en cualquier caso y estoy seguro de que aquí o en el otro mundo le vigilariaís y estariaís orgullosa de él o de ella.

Preocuparse por morir es tontería. Todos lo hacemos. Lo que no hace todo el mundo es vivir.

Y si necesitaís que vuestro marido exprese su amor con fuerza, aunque sea cuando no haya nadie más, o si quereís traer una criatura a este mundo sed tan prudente como siempre habeís sido pero no dejeís que el miedo os domine-

Gran Castillo de Sarnum 1º de noviembre fiesta de la cosecha. Alanna, Éire, Edar, Marcio y Mailcom

Intente hacer lo más parecido a una reverencia posible pero viendo que era imposible le agarre ambas manos zarandeandoselas fuertemente con evidente amistad

-La dama Éire y yo ya nos conocemos. Otra cosa es la importancia que le de a mi persona-

Observe la maniobra de Edar complacido

"Parece que le va pillando el truco. No puede ser tan díficil. ¿O sí?" Me cortarón los pensamientos mi propía situación

-De todas maneras habrá que ver que ayuda necesita. Sigo pensando que debería de intentar sacarla a bailar si de verdad le interesa. Es algo muy intimo que no compromete a nada y permite conocer a las personas. Y cuando se es completamente negado como en el caso de vuestro hermano o yo mísmo indica todavía más.

Lo que no entiendo es como no ha aprendido todavía. No ireís a decirme que dos damas llenas de dones como vosotras no saben bailar ¿verdad?. No se me ocurre otra explicación para que no le intentaseís enseñar a bailar.

Mi madre lo intento una vez conmigo pero acabo rindiendose. Se reía mucho mientras se desplomo agotada sobre el suelo rezandole a los dioses porque alguna vez consiguiera algo de gracia y agilidad-

Invierno de 468. Alanna y Mailcom

Nuevamente Mailcom volvía a hablar de que pasaría si ella fuese su compañera, Alanna se giró hacia él notando lo rojo de su rostro, pero imaginó que era el frío y que aquella frase no respondía a ella misma, sino a cualquier mujer que estuviese con él, y a pesar de que él expresara con tanta vehemencia que haría con su compañera y desear sentir aquella fuerza, por su cabeza no pasó la idea de que fuese él, sino que su marido, ella no podía imaginarse con  otro hombre, y el porqué, era claro, estaba enamorada de él. Sin embargo le sacó una pequeña risita cuando trató de tonto a Marcio, jamás hubiera hablado así de su marido, pero sí, ella ya se había preguntado porqué se comportaba así,  tan controlado, tan frío. Alanna suspiró, y volvió a mirar distraída el lugar, el cielo.

- no es un tonto, son otras costumbres tan solo, debo... acostumbrarme, creo que abandonar tantos pajarillos tonto que rondan mi cabeza, sólo son cuentos románticos - decaída, apoyó sus codos en la roca, inclinándose hacia delante, meditanto que más decir, o más bien, intentando encontrar el hilo para hablar, dado que ya abandonaba las esperanzas de que Marcio fuese como a ella le gustaría, era su marido, simplemente.

- no es... no es miedo a la muerte señor, puedo morir mañana, cayendo por las escaleras, o enfermando, pero morir en el parto, no es miedo por mí, no... sino por el pequeño que nacería sin madre, pequeño y solo, ¿qué haría mi marido con un niño de pecho? es eso, cuando se es madre, el miedo de abandonar a los hijos es mayor, además, ese pequeño crecería con el peso de haber terminado con la vida de su madre, y eso - levanta las cejas - señor, es un gran peso, que te acompaña largos años - bajó su rostro, y luego se separó de la almenara, y dando unos pasos hacia atrás - debo irme ya... pueden estar buscándome, - Alanna tomó las manos de él, y las estrechó entre las de ella, - muchas gracias, habéis tomado algo de vuestro tiempo para hacer oído de las cavilaciones de una mujer, creo que sólo he sonado como una romántica y que sólo ha idealizado cuentos de trovadores...- soltó una risita nasal, avergonzada por sus propias palabras.

Invierno de 468. Alanna y Mailcom

Aprete sus manos fuertemente

-No abandoneís vuestros deseos. Deseaís sentiros como una mujer deseada y no hay nada mal en querer sentir eso por vuestro esposo.

Pero hacedselo saber. No tiene porque ser el más calido y afectuoso en público pero lo que hagaís en privado solo os ataña a vos y a él.

Y dado que no toma la iniciativa hacedlo vos. Ahora mismo no hay excesivo trabajo. Pedidle hacer un viaje solo vosotros dos y reencontraos. No dejeís que os marchite ni abandoneís esa pasión pues sino el amor que sentís ambos se convertirá en simple rutina y comodidad para pasar a ser dos extraños que no se conocen. No deberiaís permitir eso.

En cuanto a vuestro hijo... puede que sea una carga para él pero tiene dos buenas cabezas de donde sacar la suya. Además nunca estará solo. ¿Acaso pensaís que vuestros hermanos dejarían a una pobre criatura de pecho en manos del romano?.

Sin olvidar que estamos los demás para ocuparnos de él y sabemos donde buscar para hacerlo bien.

Cuando tengaís a vuestro hijo o hija vuestras preocupaciónes serán que no lo malcriemos excesivamente.-

Di un paso para abrazarla pero dandome cuenta de lo que hacia me pare en seco a medio camino y le agarre por ambos hombros

-Se hace mucho que nunca podré ser más que vuestro amigo pero dado que solo eso puedo ser quiero serlo del todo.

Mi brazo siempre estará preparado para auxiliar a vos o a los vuestros y mis oidos y pechos listos para escuchar cualquier pena o pensamiento que queraís compartir-

Invierno de 468. Alanna y Mailcom

Se retiraba cuando el hombre la toma de los hombros, Alanna era una mujer menuda, de baja estatura, y un cuerpo delgado pero no menos curvilíneo, aunque no se comparaba con otras mujeres de curvas más sabrosas que ella y expresiones más calurosas que los tristes ojos de la joven Alanna. Mailcom la mira sujetando sus hombros, ella logra detectar un deseo oculto en él, y por unos segundos tuvo miedo, pero el joven era leal, sólo que demasiado sincero... demasiado...

- no os imagináis como me complica cuando habláis así de mí, aún no olvido la expresión de mi marido cuando en la tienda y sin pudor alguno declarasteis vuestra atracción por mí...- se sonroja de nuevo, pero esta vez no aparta de los ojos del hombre sus propios ojos - me es extraño... no suelo recibir halagos, pero no creáis que me inclino por ese tipo de... de cantos - no quería llamar adulaciones, porque de él, no sentía que lo fueran - pero agradezco el resto de vuestras palabras y que... que me ofrezcáis vuestra amistad tan... cálidamente, no conozco a mucha gente en este lugar, mi personalidad retraída ha hecho que me aparte de los altos círculos... es mi marido el que debe hacerlo, por eso aliados no tengo- ella llevó su mano al hombro de él, y lo pasó dos veces por este, con el mismo cariño que imprimía en sus caricias para con su hermano.

- por eso agradezco vuestras palabras, pero deberé pediros dos cosas antes, primero... intentad no hablar de vuestra preferencia por mí, por lo menos públicamente, y segundo, intentad arreglar la relación con mi marido, sé que su fe puede cegarlo más allá de lo lógico y sano, pero como habéis dicho, es un buen hombre, y para que vos y yo podamos ser amigos, él debe estimaros, sino, jamas podremos hablar nuevamente, - puso su mano en la mano de él, y le regaló una tierna sonrisa - ahora si... debo irme, pero antes, debéis saber que en mí también podéis encontrar una aliada, un hombro en donde llorar, pero para eso, necesito que hagáis lo que os pido, por favor mi buen amigo... - 

Alanna mordió sus labios, había escuchado todo lo demás, su marido no podría criar a un hijo solo, y seguramente se volvería a casar, aquella mujer no... Alanna apartó de su cabeza esas ideas, ni siquiera estaba embarazada, y nada decía que fuese a morir, tener miedo de esa manera no estaba justificado, pero, lo del viaje le ha interesado, sí, quizás con algo más de intimidad,  podría ella encantarlo, enloquecerlo de pasión... quizás...

Invierno de 468. Alanna y Mailcom

Note aquel gesto que me recordaba a cuando mi madre me consolaba. Acompañado por palabras sinceras y honestas que se merecían otras

-En lo primero tendreís que educarme pero pondré todo mi interés en conseguirlo.

En lo segundo es más díficil. Le respeto como hombre, camarada de armas y compañero y creo que, por lo menos en el campo de batalla, yo tambien me he ganado su respeto.

Sin embargo no creo que podamos ser amigos intimos él y yo. Estoy dispuesto a socorrerlo cuando haga falta y espero su ayuda cuando yo la necesite.

Simplemente hay demasiadas diferencias entre él y yo e iniciar un comportamiento fraternal sin más sería sospechoso a sus ojos.

Espero que podamos hablar nuevamente y estare disponible cuando me necesiteís pero hará falta mucho para que el deje de ser el romano y yo el salvaje.

Puedo intentarlo pero realmente no se ni por donde empezarlo. Y me temo que al lado contrario él tampoco sabría.-

Le devolvi una triste sonrisa

-Si por desgracia eso significa que nunca más podremos hablar vos y yo así me dolería tremendamente. Pero como os he dicho quiero ser un buen amigo con lo que siempre respetaré vuestros deseos-

La solte y me dispuse a irme cuando recorde una cosa

-Por cierto. Hace poco tuve que presenciar una boda cristiana- todavía recordaba la cara de mi primo cuando vio lo que iba a hacer el padre de la novia con su rastrillo si no aceptaba -y entre los votos del marido estaba querer, amar y respetar a su esposa como compañera, amiga y amante.

No entiendo mucho de eso pero creo que indica que vuestro marido prometio ante vuestro Dios daros lo que ansiaís-

Invierno de 468. Alanna y Mailcom

Entristeció, el pictos le hacia ver la realidad de la situación, ambos eran diametralmente distintos y tan opuestos que quizás jamás podrían tener una conversación más allá de las de combate, pero las cosas podían cambiar, y había que tener confianza en aquello. Alanna vio como era ahora el hombre el que se alejaba, y ella  bajó la mirada, ahora pensando en sus votos, ¿era verdad?, apenas recordaba su boda, estaba casi en un estado de trance, por el miedo de que su hermano no hubiera cumplido su palabra, porque si era así, ella si la cumpliría, nadie podría dudar que ella cumpliría su palabra.

- no digo que seáis amigos, pero si aliados, que no se miren y no crucen palabra alguna - intenta hablar, pero no puede agregar más, se encoge de hombros - también me dolería no poder hablaros más, amigo mío - apretó los labios, y se retiró, casi a la carrera, sintió un nudo en la garganta y en sus ojos se agolparon muchas lágrimas, ¿la razón?, no había una razón de peso, simplemente se había emocionado.

Invierno de 468. Alanna y Mailcom

La vi partir corriendo y estire la mano como si pudiera alcanzarla.

Pero no importaba pues ya estaba lejos. Igual de inalcanzable que mientras hablabamos.

Nuevamente odie al romano al que se le habia concedido todo lo que yo podía desear y lo despreciaba como si no valiera nada. Despreciaba algo por lo que daría la vida mísma.

No era justo

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

Me encontraba caminando, más bien dando rodeos, sobre la nieve a cerca del mercado de los granjeros esperando a la dama Alanna.

Lo que le quería decir era importante y esperaba su ayuda.

Pero por otro lado las relaciones entre su marido y yo no habian cambiado nada con lo que tampoco estaba tan seguro de que aceptase venir

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

Era trabajo de las damas supervisar las compras de los alimentos para el castillo y sus caballeros, y Alanna que no tenía ni un pelo de perezosa o tonta, iba  a vigilar las compras y trueques, aunque  en el caso del Conde fuese más  un pago de impuestos para con el señor de las tierras. La joven  caminaría por las callejuelas del mercado junto a dos mujeres más, siervas del conde y amigas de la joven, que con su humildad y amabilidad se estaba ganando el favor de muchas personas. Les indicó a las damas que caminaran y buscaran lo que la cocinera había pedido, que ella compraría unas hierbas, las que podrían ayudar a quedar en cinta ese mes, pero mientras caminaba hacia el pequeño puesto vio a Mailcom con un gesto que no era augurio de buenos pensamientos. Caminó hacia él, algo temerosa.

- señor Mailcom - llamó por su nombre, arrastrando su capa, y arreglando de mejor manera la capucha de esta que cubría su cara y cabello - ¿os sucede algo? - preguntó de nuevo, levantando su mirada, lucía pálida.

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

Me alegre enormemente de verla lo cual se debio notar en mi rostro así que rapidamente gire la cara como si tosiera

-Nada grave. Pero tengo un asunto y quería pediros vuestra ayuda. Si no estaís muy ocupada y podeís dedicarme algo de tiempo, por supuesto-

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

Se sorprende de su petición, y aunque las cosas entre los dos no eran de lo mejor, dado que él y su marido parecían mantener esa relación tensa, ella suspiró, no podía negar la ayuda a nadie que se la estuviera pidiendo.

- pues entonces decidme, en que puedo ayudaros -  cierra sus ojos ampliando su sonrisa por completo- si está en mis manos ayudaros, pues, deseo hacerlo...

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

Oculte mi sonrojo girando mi rostro

-Pues entonces necesitaría que me acompañaraís. No es muy lejos. Es una cabaña al lado de la muralla por el lado exterior-

Empece a caminar tranquilamente mientras empezaba mi exposición

-No se si habreís oido hablar de esto pero hace algunos meses unos primos mios vinieron a probar suerte aquí para ver si les iba tan bien como a mí.

Sin embargo en vez de probar el camino del guerrero decidierón ser más útiles contribuyendo con la caza.

La cosa no tenía mayores problemas pero ya sabeís como somos en mi pueblo con las mujeres hermosas. Pero mientras que yo tengo una barrera que nunca podré pasar Eric, uno de ellos, no tuvo ese problema.

El resultado es el que os podeís imaginar-

Asintió a sus palabras, de los primos  que llegaron a las tierras del conde para probar suerte, la joven caminó detrás de él, luego de haber dudado unos instantes de si acompañarlo, la desconfianza femenina que hacía siempre tener cuidado donde ir, con quién ir, sin embargo apartó esas ideas de su cabeza, y lo siguió, más al escuchar de que se trataba el asunto, había una persona que necesitaba de su ayuda.

- comprendo comprendo ¿ella está bien?, bueno contadme mientras apuramos el paso - ella era ahora la que tomaba la delantera, ignorando su comentario sobre la barrera, no quería saber mas allá, y creyó que si bien la respuesta la sabría, no quería abrir la herida en el joven. Alanna pensaba que cuanto menos se hablara del asunto, más rápidamente él podría dejar pasar o ignorar sus sentimientos.

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

Me pare en seco al oir su comentario y me gire para hablarle

-Si. El bebe nacio ya hace unos días.-

Tras eso segui el camino

-La situación es muy sencilla... o todo lo sencilla que puede ser. Ahora mísmo los pictos no somos las personas más apreciadas del condado pero eso ya lo tenía bien cubierto yo solo.

Sin embargo al igual que vuestro esposo soy un guerrero de nuestro señor y en las tareas que llevo a cabo tan valioso como el romano. Simplemente que son distintas.

Ahora soy joven y puedo hacerlo bien pero llegará un momento en que sea viejo y para entonces lo justo sería que buscará una compañera para tener descendencia que le pudiera servir.

Sin embargo no me veo capaz de compartir mi vida con alguien inferior a vos y dudo de encontrarla. Pero no fallaré a mi señor.

En nuestra tribú la herencia se pasa al sobrino mayor cuando no hay descendencia y se sigue el rastro en parientes si eso tampoco resulta.

Por su parte mi primo, aunque sigue con sus costumbres, esta obligado a seguir los ritos cristianos y comportarse como uno. Espero que eso le enseñe por lo menos a tener los pantalones subidos.

El caso es que no debe faltar mucho para el bautizo de ese retoño y tengo la intención de pedirle ser el padrino así como que vos seaís la madrina.

Con ello espero que si muero en combate ocupe mi lugar como un guerrero o guerrera valiente y generosa. Pero necesitará algo más de cabeza que la que me corresponde así que llegado ese momento os solicitaría que vos y vuestro marido os ocupaseís de enseñarle lo necesario-

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

Detiene sus pasos cuando Mailcom le dice que el bebé ya había nacido, lo que la asustó, porque quizás la muchacha estaba mal, habían muchas mujeres que quedaban demasiado débiles luego de parir a sus hijos, sin embargo el tenor de la petición del picto iba por otro lado, en un cariz que ella realmente no se espero, ¿apadrinar a un bebé?, la joven dejó de moverse y pestañeo unas cuantas veces bajando la mirada,  él nuevamente relataba sus deseos de encontrar a una mujer como ella, ¿era posible que él pudiera en verdad olvidarla?, Alanna suspiró, y temió que su comportamiento le estuviera dado alas a esos sentimientos, no deseaba que así fuese, no, era cruel, para Mailcom, ella era una mujer casada, lo era, a pesar de que con su marido las cosas tan frías estuvieran, ambos se apreciaban.

-Mailcom - fue donde él, estaba lejos ya de tantas personas, y tomó sus manos, las de ella estaban muy heladas y la capucha cayó, dejando a la vista su cabello suelto, esa cascada castaña que con algunos risos descansaban sobre su frente - deseo con todo el corazón que encontréis alguien a quien querer, pero no busquéis... a alguien como yo, o parecida a mí, no, eso no es necesario, eso hará que sólo os mortifiquéis por algo innecesario, además, no tengo nada en especial, y puede que esteís buscando a alguien como yo, y no veáis que hay damas más virtuosas de lo que vos ve en ellas, al estar empecinado con una idea, -  sonrió a joven y soltó sus manos, ¿que se sentiría que un hombre la amase con esa pasión profesada?..

- y sobre ser madrina, esta bien, pero debo sí preguntadle a mi marido, no puedo actuar a sus espaldas, sería un acto demasiado temerario y poner en tela de juicio su calidad de hombre, y no es necesario, ¿podéis dadme tiempo para hablar con él?... pero si... si él no desea, de todas formas os ayudaré con el pequeño, dentro de mis posibilidades - sonrió la joven, guardando en su pecho los reparos de aquella petición, ¿cómo se lo tomaría su marido?, ya sabía más o menos que decir para convencerlo.

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

No sabía si es que ella estaba realmente helada o era el contraste con el calor que sentía al roce de su cuerpo.

No importaba. Era algo inalcanzable. Así que se quito la manta y se la paso a ella por encima de los hombros

-Así estareís mejor.- dije con un tono casual antes de continuar

-Me temo que es algo que es así. No voy a estar siempre solo pero lo único que voy a hacer es tontear.

Sin embargo en lo referente a mis hijos e hijas no querría nada inferior a una madre como vos.-

Frunci el ceño pensativo

-Por lo que tengo entendido no es tan raro. Un hombre puede dar su devoción a una mujer sin esperar nada a cambio y sabiendo que nada recibirá. Son cosas que pasan y sobre las que no tenemos ninguna voluntad y decisión.

En cuanto a lo de ser madrina el bautizo no es inmediato. O creo que no lo es. No comprendo demasiado bien vuestras costumbres.

Es normal que hableís con vuestro amado al respecto pues lo que os pido haría que practicamente fueraís sus padres a todos los efectos cuando llegará el momento. Y tampoco creo que le vaya mal un poco de cabeza romana para ser mejor sirviente y hombre o mujer.

De todas maneras no es nada seguro. Vamos a que conozcaís al que quiero que sea el heredero de todo lo que poseo para que sepaís quien es. Pero quízas a mi primo no le parezca tan buena ídea.

Tambien habrá que convencerle a él y a su mujer. Después de todo ahora mísmo solo soy un guerrero del conde.

Pero cuento con que me ayudeís en eso. -

Me pare en seco pues mi cabeza habia hecho algo raro y poco habitual. Pensar

-No os he preguntado pero ahora todavía puedo hacerlo ¿lo que os estoy pidiendo os causaría algun problema o dificultad?

Vos ya teneís muchas cosas y vuestros propios problemas y no tengo ningún derecho a pediros que cargueís con los míos.-

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

Sus palabras eran conmovedoras, al punto que sus ojos se llenaron de  lágrimas, que la obligó a desviar la mirada hacia un costado para que no viera aquello, pero no podía dejar de sentir esa emoción al contemplar la admiración, esa pasión que vagamente podía encontrar en su marido, a excepción de algunos momentos en que ella había buscado a su marido y este reveló que ella habia sido entregada a él para cuidar y amar... Alanna sonrió timídamente,  y distraída puso sus manos  en la manta que él había puesto sobre sus hombros...

- no sé... digo, sí, me causaría problemas si la tomo sin consultarlo, supongo, es una decisión que puede poner el nombre de mi marido también, dado que soy su mujer, - y era de su pertenencia, de su propiedad, se encogió de hombros, no quería tentar a la suerte - pero podemos ir a hablar con vuestro hermano, convencerlo que os dé el padrinaje del pequeño, y que sea vuestro heredero, pero hasta no hablar con él, no puedo... prometer ser la madrina del niño, es una decisión importante, mi buen amigo-  caminaba a su lado, conversando, en situaciones como esa es que desearía poder ser hombre, poder tomar decisiones sin más.

-¿y no hay otra joven que os interese? podríais con mi hermano buscar doncellas casamenteras o hablar con el conde para que os recomiende  a una dama que os honre, y... y aumente vuestras riquezas si es posible - intenta aliviar el asunto, hacerle ver que habían muchas más opciones.

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

-Las palabras justas que esperaría de alguien cabal y honrado. No os he escogido por capricho o simple deseo juvenil.

Por eso mísmo os pido que no subestimeís vuestras dotes ni mi compromiso hacia vos.

Hace mucho que se que nada sacaré de ello no porque esteís casada si no porque estaís con vuestro esposo. En otra situación podría esperar pacientemente quizás si enviudaseís.

Pero vos habeís elegido a la persona con la que pasareís toda la vida y le sereís fíel aún cuando no este. No tiene que ver con obligaciones o situaciones.

Igualmente os he escogido a vos aún cuando se que nunca sere correspondido y haré todo lo que este en mi mano para que ni el romano ni Edar sufran jamás el más mínimo daño aunque solo sea por no veros triste.

La vida no siempre es justa y me cuesta mucho no odiar al romano cuando tiene todo lo que yo desearía en la vida y no parece apreciarlo.

Pero os hace felíz y os sentís bien a su lado. Para mí es más que suficiente-

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

Que el pictos hablar todo aquello hacia que se removiera la escarcha de su corazón, y debería bajar la mirada para que él no notara lo que pasaba por su cabeza,  sus ideas, incluso, sus sentimientos, pero cuando dejó de hablar, ella pudo recién levantar su vista hacia él.

- tenía 13 años cuando mi padre murió y mi hermano mayor tomó su lugar, el conde le pidió reforzar la alianza y con eso significó que las dos hijas de Edernm, jefe del clan Tilverton se casaran con dos de los caballeros del conde, ellos escogieron mi destino siendo una niña, - sonrió de medio lado- protesté, no quería casarme, menos apenas me hiciera mujer, protesté y mi hermano me golpeó, antes de eso ningún hombre me había agredido, creo que él  pensó que actuaria como cualquiera otra mujer, pero no fue así,  me puse de pie, escupiendo algo de sangre y lo miré a los ojos, le exigí que si  me casaba con un hombre que me maltratara y que no fuera digno de mí, me suicidaría, y él sería el responsable de mi muerte, él sabía que lo haría, y me juró que buscaría al mejor, así es como me comprometieron con Marcio, un buen hombre controlado...- dejó de mirar al picto,  y caminó un poco más.

-así verá, yo no lo escogí, ni él a mí, nos conocimos un poco antes del compromiso, y decidí amarlo, decidí... porqué.. ¿cómo amar a otro con el que nunca estaré?, sería cruel y mi conciencia no podría resistirlo, tener que estar con mi marido, pero amar a otro... - se abrazó a si misma sintiendo la tela de la manta de Mailcom - hace un tiempo, él me dijo que me había escogido y que era la mujer que le habían entregado para amar y respetar, y que estaba orgulloso de mí, y me hace sentir mal, porque creo que aspiro a más de lo que él puede darme, de lo que debería desear como esposa, mi hermano cumplió su palabra, un buen hombre, pero no sé si él en verdad me ama, y si yo lo hago, no niego, últimamente mi corazón se ha escarchado, pero lo respeto, mi palabra es lo más valioso que tengo y se la di, jamás le fallaría, antes preferiría morir, pero... no niego que no soy feliz...- sonrió de medio lado, Mailcom era la última  persona que debería escuchar esas palabras, pero lo estaba haciendo, le estaba hablando de aquellos sentimientos.