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Y soplará un viento frío...

Ambientación

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18/04/2008, 10:55
Director

Una pincelada de política

Debido a su ubicación, su situación geográfica y su enclave, Iselbrad posee una importancia estratégica fundamental, dominando las rutas marítimas a través del Mar de los Mil Abismos y el paso del Estrecho de los Huesos de Madera. La situación política en la zona es compleja y las relaciones de la ciudad-estado con los reinos fronterizos y con aquellos que utilizan frecuentemente el paso del estrecho, viene marcada por su domino de las aguas. De hecho, en muchas zonas de Nálhior se conoce a Iselbrad como La Ciudad del Mar.

Iselbrad no es una gran potencia en tierra, si bien al contrario, su ejército es modesto y no puede compararse con algunos otros como los del Imperio Kublei, Cárabund, Imatria, etc.. Sin embargo su armada sí está al nivel de las más poderosas de Nálhior y es éste principalmente el secreto de su supervivencia. A pesar de su debilidad, en las últimas décadas Iselbrad no ha sido atacada en ninguna ocasión por un ejército invasor, ni la guerra ha alcanzado sus tierras. El motivo de ello es que si esto se produjese, el atacante tendría que asegurarse de controlar por completo los dominios de la ciudad-estado en una primera, y necesariamente muy rápida, ofensiva total, puesto que de no ser así Iselbrad recibiría con total seguridad, y en muy poco tiempo, la ayuda y los refuerzos de varios reinos vecinos. La razón es puramente comercial. Si la guerra se alargase y las rutas comerciales por el Estrecho de los Huesos de Madera se vieran obstaculizadas, las pérdidas para las ciudades del Gran Mar Interior serían elevadísimas, imposibles de cuantificar. Actualmente existe un equilibrio, de mejor o peor arreglo, pero equilibrio al fin y al cabo, en el que Iselbrad controla las aguas del Estrecho y permite el comercio libre por ellas. En el caso de que dicho control cayese en manos de una de las potencias comerciales de Oriente, previa conquista de la ciudad-estado, el equilibro se rompería y el resto de reinos no podrían comerciar. Nadie desea esa situación y por ello las relaciones diplomáticas de Iselbrad con la mayoría de reinos e imperios son bastante cordiales.

Y la ciudad-estado se aprovecha convenientemente de ésta situación. Su armada mantiene un férreo control sobre las aguas del Mar de los Mil Abismos, concediendo su protección a los convoyes comerciales que las atraviesan frente a los piratas de Arumibia. A cambio, claro está, de un determinado pago por los servicios. Las naves de guerra de Iselbrad dominan ambas entradas al Estrecho y agrupan a los barcos mercantes en grupos de diez o quince, situándose a su alrededor, guiándoles y protegiéndoles, lo quieran o no, hasta la entrada del puerto de la ciudad. Una razón más que evidente de la prosperidad y la actual riqueza que circula por sus calles es el hecho de que todo barco que atraviese sus aguas tiene la obligación de hacer escala y comercio en sus muelles. En la mayoría de los casos esta parada obligatoria redunda también en beneficio de los propios mercaderes dueños de la embarcación, pero aún en el caso de que no se descargue mercancía alguna y que la estancia sea únicamente para abastecimiento de buque y con motivo del control obligatorio de la embarcación y su carga por parte de las autoridades portuarias, la ciudad-estado cobra una buena suma en forma de impuestos de atraque y protección. Siempre sale ganando.

Prueba de ello es que el Puerto de Iselbrad es posiblemente la construcción más espectacular de toda la ciudad, y eso que hay otras muchas cuya magnificencia va más allá de la racionalidad. En su interior existen dispuestos diques de carena individuales y almacenes suficientes para albergar 300 naves y la entrada al mismo está custodiada por dos fortines: Cunard y Lefrond.

Se dice, no sin razón, que Iselbrad podría acabar si así lo deseara con los corsarios de Arumibia y destruir Nakul, Rielgrad y Adithea con su poderosa armada, pero tal situación no le conviene en absoluto. El Estrecho de los Huesos de Madera únicamente puede ser navegado con seguridad por sus dos orillas, y una de ellas está dominada por piratas y malhechores, lo que deja una única opción a aquellos que desean atravesar sus aguas: las costas de Iselbrad. Beneficios.

El Senado se limita a mantener un cierto estado de seguridad fingida en el Mar de los Mil Abismos, por el que sus naves de guerra patrullan persiguiendo barcos corsarios a los que, las mayoría de las veces, no “logran dar alcance” y escapan refugiándose en sus puertos francos en la costa de Arumibia. Esto hace que la amenaza de ataques a barcos mercantes siga existiendo y, por tanto, siga siendo necesaria la protección de la ciudad-estado para el comercio.

En cuanto a sus relaciones fronterizas, Iselbrad mantiene un tratado de colaboración y no agresión desde hace muchos años con el Reino de los Valles de Ythania. Sus ocho gobernadores, o señores como se les conoce en la ciudad-estado, mantienen buenas relaciones con el Senado, procurando en todo momento no enemistarse con los Iselianos, quienes son en la realidad su único aliado reconocido. Entre ellos existe un equilibrio de poder que interesa en Iselbrad y cuyos embajadores tratan de mantener. Ythania es la piedra angular que mantiene a la ciudad-estado momentáneamente a salvo del Imperio Kublei. Éste es una potencia militar de las mayores que existen en Nálhior. El emperador, Ihbar Ahanay, mantiene una política expansiva de enorme agresividad y desde su nombramiento en sus fronteras no se ha vivido un solo año de paz. Hasta el momento Iselbrad se ha mantenido al margen de sus ambiciones de conquista, pero los rumores auguran que a no mucho tardar, el emperador de Kublei dirigirá su mirada hacia la ciudad-estado. Una de las razones por las que no se ha producido ya una guerra abierta es porque, de momento, el Imperio Kublei no posee costas y sus gentes no son marinos experimentados. Hay quien afirma incluso que temen al mar. Sus consejeros desaconsejan en todo momento a Ihbar Ahanay que tome el control del Estrecho de Huesos de Madera, puesto que ello convertiría al Imperio en un objetivo fácil para un ataque por parte de las potencias marítimas. Sin embargo nadie sabe cuanto tiempo podrá mantenerse esta situación. Lo que si es evidente es que para montar una ofensiva contra Iselbrad, el emperador debería en primer lugar tomar Ythania, lo cual no deja de estar sujeto a grandes dificultades, ya que los ocho señores disponen de un considerable ejército, siendo además sus habitantes gentes de probada bravura y valentía.