Partida Rol por web

- Emilio, aguanta ahí, tengo una idea. Dejo la ametralladora aquí, arriba de la escalera, por si tenéis que escapar. Iré a la azotea, atento, cuando yo te grite apártate un poco de la reja.

Me incorporo y atravieso las oficinas hasta subir a la azotea. De un rápido vistazo observo a Fred y Cletus guardando sus flancos, y en medio de la azotea todo lo que hemos encontrado de utilidad en el supermercado. Agarro un par de las botellas de queroseno y algún trozo de trapo, y me dirijo justo encima de de los zombies que se agolpan en las rejas del almacén.

Abro con la boca los tapones de ambas botellas y vacío todo el líquido encima de la marabunta de muertos vivientes. Con las últimas gotas, empapo el trapo, y a la vez que enciendo el mechero y lo acerco al trapo inflamable, grito:

- ¡Atrás Emilio!, entre Fred y yo vamos a celebrar el 4 de julio.

Doy unos segundos y dejo caer el trapo en llamas.

Hope tenía un nuevo arma en sus manos...bastante inútil ¿Que iba a hacer con eso? ¿Poner precios tan altos que los zombis sin dinero no puedan entrar? Se acercó a Cletus tratando de hablarle con voz dulce y comprensiva. -Cletus...ya no podemos hacer nada por tu madre, lamento haber sido yo quién la fulminase, pero no había más remedio, te salvé la vida... Vamos, yo te ayudo con la ranchera.- Hope puso su mejor sonrisa para evitar el odio de Cletus.

Los no-muertos frente a las verjas de los muelles de carga prenden como antorchas humanas. Al estar apelamazados las llamas se traspasan de unos a otros, alimentándose de la carne reseca y la ropa ajada. Los zombis gimen, gritan y aullan terribles onomatopeyas sobrehumanas, agitándose nerviosos por el calor y por su carne requemada. Inmediatamente la masa deja de atacar la verja. Restos, cenizas y llamaradas se cuelan hacia adentro, obligando a Emilio a retroceder. Es un espectáculo dantesco que ilumina el interior del almacén y los alrededores del centro comercial.

-¡Si, señor! -Responde Cletus a Fred haciendo el saludo militar.

Mientras el veterano de guerra regresa a sus quehaceres con el mortero con silenciador, Hope se acerca a Cletus y le habla. El joven granjero le lanza una extraña mirada mientras escucha.

-¿Mayudarás con la ranchera? -Pregunta con la boca semiabierta y los ojos semicerrados. Luego asiente con la cabeza. -Va, pero yabrá tiempo pa' ir a la ranchera al acabar. ¿Cómo vamo' a salir con tos esos podríos ahí fuera? ¡Vamo, soldada, son asunto' militare'!

Y acto seguido ofrece una de sus escopetas a Hope. Se trata de un gigantesco mostrenco con culata de marfil y cañón grueso como una cañería. Parece capaz de derribar a un elefante o de detener un blindado ligero.

Cletus dispara acomodando su escopeta en el hombro y giñando un ojo. Los perdigones le arrancan media cara a un zombie trajeado que, debido a la fuerza del impacto, se voltea y se tropieza con un bordillo, dando traspiés durante varios metros antes de caer, pareciendo en el intervalo que baila un Melbourne Shuffle mientras suena Party Rock Athem.

-¡Yehawww!

- ¡Sí señor!, parecen antorchas... ¿humanas?.- será mejor dejar que mi cerebro descanse un poco. - Parece que lo tenéis controlado por aquí arriba, volveré abajo por si necesitan mi ayuda.

Vuelvo para abajo con el machete desenfundado para ayudar con la defensa de las puertas del almacén.

Ahora el principal peligro se concentraba alrededor de la entrada principal del supermercado. Fred volvió a apuntar hacia allí el mortero y lanzó una nueva granada.

¡FUEGO DE ARTILLERÍA!

Clansey acude a las verjas de la entrada del almacén y ayuda a Emilio empuñando su machete. El golpe que asesta sobre la masa de brazos anhelantes cercena uno por completo. El zombie al que pertenecía ese brazo no muere, en su lugar sigue como si tal cosa, enseñándoos los dientes y agitando el muñón, con el que riega el suelo de sangre espesa y oscura.

Otra ensordecedora explosión, perteneciente al bombardeo graneado que Fred hace caer sobre la multitud hambrienta, resuena en la entrada del centro comercial. Otra vez, miembros y vísceras se ven proyectados por el aire, provocando sobre la azotea una lluvia siniestra. Los no muertos caen en corro por efecto de la honda expansiva y se ven alejados de la barricada principal.

Con el grito de Clansey cae una lluvia de fuego que parece efectiva, muchos cominzan a arder dando un respiro en esta entrada.

- Muy bien hecho, tenemos una barbacoa estupenda, a mi me gusta la carne muy hecha ¿y a ti?.

Sonrio disfrutando con el espectáculo de ver cómo se queman, es un alivio ver a esos bichos retorcerse de dolor, es casi como ver gran hermano.

Suelto otro golpe de lanza a uno de llos que intenta escapar del fuego intentando meterse por la verja.

- Reservada la admisión, sólo gente de etiqueta. Le digo mientras trato de atravesarle la cabeza.

La afilada punta de la lanza atraviesa la cabeza del zombie, que queda inmóvil colgando de la verja.

Eh, los de ahí abajo, moveos, que la batalla aún no ha acabado.

Fred cargó una nueva granada y la volvió a apuntar hacia la entrada del supermercado. Aquel sistema era monótono pero efectivo.