Partida Rol por web

Roberto hizo una señal a Throuman para que se preparara y estuviera a punto con el fusil. Con el sudor resbalando por la frente, el italiano se aproximó hacia aquel joven. Estaba seguro que si intentaba quitarle el revolver a aquel chaval, la cosa acabaría pero, ya que no era un gato salvaje en cuestión de agilidad, y seguro que las manos sudorosas no ayudaban. Así que confió que si se giraba con ánimo homicida,  el fusil de Throuman lo persuadiría. Se guardó el machete en el cinturón del pantalón, para asustar lo menos posible al chaval, y con su mejor sonrisa se decidió a abrir la puerta de la habitación donde se encontraba el joven.

Respiró un momento, y se dispuso a hablar. - ¿Buenas? La voz salió de la garganta de Roberto algo dubitativa. - Ho...hola, me llamo Roberto, y hemos oído tu programa en la radio...

El semblante de Throuman era entre paternalista y simpático, así cómo despreucupado. Sólo esperaba que las gotas de sudor no le delatasen y que el chaval no tuviera suficiente ángulo para ver el fusil que reposaba sobre sus piernas.
-El tiro va a ser difícil Además tendría poco tiempo para poner el arma en posición y apuntar.
-Vamos chico, somos de los buenos, haz caso de tito Roberto

El joven notó que algo se movía a su espalda y se giró en el instante en que Roberto abría la puerta y se presentaba. Era un muchacho delgado, de aspecto inteligente y que no debía tener ni 21 años. Su pelo corto era castaño y sus ojos negros tenían una mirada profunda. Se quitó los cascos con calma y en ningún momento su mano se movió hacia la pistola. Tal vez porque no quería hacer ningún gesto hostil o tal vez porque el rifle de asalto de Throuman era lo suficientemente disuasor.

-¿Quiénes sois? ¿Cómo habéis superado el bloqueo?

- ¿Bloqueo? ¿Que bloque? No había ningún bloqueo... La ciudad parece estar desértica, no hay ni dios por las calles. Roberto hizo un gesto extrañado ante el comentario del chico. - Il mio nome è Roberto, y el se llama Throuman. Intentó adoptar un tono amigable. - ¿Estas solo qui?

Roberto observó la habitación en la que se encontraban. - Estábamos buscando comida y algunas cosas que necesitamos... Pensábamos que aquí habría más gente. El hombre se secó el sudor de las manos con el pantalón. - ¿Que ha pasado en este lugar? No hay ninguna de esas... Dudó unos instantes. - De esos infectados. Concluyó finalmente.

Throuman no entró en la habitación, prefirió hablar des de la puerta.
-En la entrada del pueblo estaba indicado que habían desalojado el lugar... ¿No han ido a por tí? respiró hondo, parecía que lo estaban interrogando.
-Hemos oído tu emisión y pasábamos cerca de tí. Eres el primer vivo que hemos visto desde ayer!
Que raro, ¿cómo ha podido sobrevivir solo? tampoco parece que se haya tomado molestias en ocultarse
-Sólo estamos de paso ¿has visto más gente normal últimamente??

-Entonces los militares se han ido -murmuró pensativo el chico-. Veréis. Cuando estalló todo el lunes. De eso sólo hace tres días, aunque parece que haya pasado una barbaridad, el ejército llegó al campus. Querían evacuar a todo el mundo y llevarlo hacia Hartford.

El muchacho se acomodó mejor en la silla mientras abría una lata de refresco que guardaba en la mesa.

-Obviamente, algunos se resistieron. No querían que les sacaran de allí. Yo también pensé que estaban exagerando un poco. Entonces comenzaron los disparos.

Me asusté. Todos los hicimos. Los soldados comenzarón a golpear a la gente y meterla a la fuerza en camiones. Yo escapé hacia la emisora de radio. Al anochecer todo se había calmado pero los marines habían establecido un perímetro a unos dos kilómetros. Podía ver sus luces desde el tejado. Empecé a emitir ayer, con la esperanza de atraer a más gente aquí a ver qué estaba pasando. Los marines mandaron una patrulla a buscarme cuando localizaron mi señal. Pero me escondí y lo dieron por perdido. Y más o menos esos han sido mis tres días locos aquí ¿Y vosotros? ¿Qué os contáis?

Mientras el estudiante relataba lo que hace una semana seria una historia increíble, Throuman miró a Roberto con complicidad. Sólo hacia un par de días que ellos también habían tenido problemas con la Guardia Nacional. Cuando el muchacho hubo acabado, le hizo una breve explicación de lo sucedido:
-Nosotros somos de Providence. Con el comienzo de la crisis fuimos coincidiendo y hemos hecho un grupo de varias personas. Hemos venido aquí en busca de provisiones y francamente, eres el primer vivo con el que nos tropezamos hoy!
Cuando acabó de relatar (evidentemente evitando dar detalles exactos sobre los compañeros) examinó el cuarto El chico tiene agallas, pero se ha arriesgado mucho... Y al final se decidió en confiar en él.
-No todos los vivos son de fiar. Puedes venirte con nosotros, ya somos un grupo y nos hemos hecho fuertes cerca de aquí. ¿que nos dices?

Roberto asentía ante las palabras de Throuman. La verdad es que se sentía aliviado de que su compañero tomara las riendas de la conversación. Desde que despertó aquella mañana había estado como ausente. Ahora volvía a parecer el hombre listo que tanta rabia le había dado. El italiano esbozó una pequeña sonrisa para si mismo.

- Questo... ¿Sabes donde podemos conseguir más comida? Se dirigió al chico. - También necesitamos algunas cosas más... ¿No habrá por aquí una tienda de armas? Se imaginaba la respuesta, pero no pude evitar de formular la pregunta, por probar...

La paciencia nunca había sido uno de los fuertes de Jack y los últimos acontecimientos no ayudaban a corregirlo.

Donde carajo se habrán metido estos dos. Como la cosa se ponga fea no vamos a reir.

Mantenía la puerta abierta con la punta del pié mientras no dejaba de vigilar el exterior del edificio.

Por el momento sostenía el bate de beisbol con fuerza mientras el revolver descansaba sobre la hebilla del cinturón.

-Supongo que ir con vosotros es lo mejor. Aquí no tengo nada más que hacer. Hay un par de pequeños supermercados en el campus donde se pueden conseguir alimentos, siempre y cuando el ejército no los haya saqueado. Y no, no hay armas por aquí. La mía me la traje de casa y la metí de contrabando. Si se hubiesen llegado a enterar me habrían echado de la universidad.

El joven se levantó de la silla, decidido ya a ir con vosotros.

- Decidme ¿Hay... hay chicas en vuestro grupo? -preguntó con timidez.

Mientras tanto, Jack esperaba fuera y miraba su reloj con impaciencia. Se acercaban las nueve de la mañana y empezaba a hacer calor de nuevo. Se moría por tomar una cerveza bien fría y regresar a la cabaña donde podría deleitarse mirándole el culo a Nicole y Joy. Suspirando, se llevó la mano a la frente para limpiarse el sudor.

Entonces los vio, de algunos edificios del campus empezaron a salir varias de esas asquerosas criaturas tambaleantes. Aún estaban lejos pero era obvio que tenían como una especie de rutina horaria. A lo mejor eran estudiantes también que se habían escondido durante la evacuación forzada o simplemente habían llegado caminando desde otra parte.

-No te preucupes, la compañía es agradable. Me llamo Throuman Sforzza y él es Roberto Malone, y tenemos JD abajo esperándonos. Venga, vámonos, estaría bien hacernos con unas provisiones antes que se haga de noche. Y el minusválido empezó a ir hacia el pasadizo anterior, con claras intenciones de cogerse una coca-cola ¿Cómo te llamas?

Roberto siguió a Throuman y al chico algo desilusionado, pues esperaba encontrar algo más que un simple universitario indefenso. Aunque siempre era una alegría encontrar supervivientes. Caminó pesadamente, observando a su alrededor por si había algo que les fuera útil.

Aun tenían que encontrar todo aquel material que había puesto en la lista Curtis, y comida, necesitaban más comida. Ensimismado en sus pensamientos, se dirigió a la entrada de la emisora.

Su mirada se petrificó cuando vio la expresión de DJ. Algo iba mal, muy mal. - ¿Que ocurre tío? La pregunta salió como un exabrupto de la garganta del orondo italiano. Instintivamente se llevó la mano a la empuñadura del machete que llevaba colgando del cinturón.

El grupo volvió al pasillo y Throuman aprovechó para acercarse a la máquina de bebidas y guardar algunas latas mientras cogía una para él.

-Todavía están frías -señaló el chico-. La luz todavía funciona. Me llamo Graham, por cierto. Si queréis podemos ir al supermercado a coger provisiones.

Cuando salieron al exterior encontraron a JD muy nervioso como bien se había dado cuenta Roberto.

La sonrisa de la cara de Throuman se evaporó al momento que vió la expresión de Jack. Poco conocía sobre el motero, pero siempre lo había visto despreucupado. Su nueva expresión no auguraba nada bueno.
-¡Mierda!¿Qué pasa Jack? Sabía la respuesta pero se negaba a reconocerlo. ¡Mierda! Y miró hacia la calle quitando el seguro de su arma

Jack vió aquellos seres y dió por concluida la excursión de sus dos compañeros.

Metió la cabeza dentro del edificio justo cuando Throuman y Roberto aparecían por el pasillo acompañados por un chaval.

Dejad de hacer amigos y larguémonos de aquí!! La calle se está llenando de esas malditas cosas.

Al ver como Throuman quitaba el seguro al rifle empezó a empujar la silla corriendo en dirección al vehículo.

Olvídate de jugar a vaqueros y subamos a la furgoneta.

Roberto estuvo de acuerdo con la iniciativa tomada por JD. Así que siguió a sus compañeros hasta la caravana, ayudando a subir a Throuman al interior. - Merda, merda, merda!! Se repetía constantemente ante la aparición de los zombies.

- Andiamo chaval, andiamo. Le dijo a Graham. - Será mejor que salgamos cagando leches!!

Roberto, se sentó en el puesto del conductor, e intentó poner en marcha el vehículo. - No me jodas ahora!! El cuerpo le sudaba como una fuente, las manos y el cuello empapados, tenía que secarse las manos con los pantalones para que no le resbalaran del volante.

Sobre el suelo de la caravana, el minusválido, maldiciendo su suerte cogió con fuerza la silla y la tiró hacia dentro
Sólo nos faltaría tener que volver para recoger la silla!
Apretó los dientes y se sirvió de la fuerza bruta de sus brazos, su principal fuente de movilidad.

Throuman tiró con fuerza y los músculos se pusieron en tensión mientras levantaba la silla a pulso. En la cabina, Roberto ponía en marcha la caravana con Graham sentado al lado. Jack revolucionó el motor de su Harley y aceleró haciendo chirriar la rueda de atrás. Pronto los vehículos se pusieron en marcha alejándose de los infectados que salían de algunos edificios.

-¡Me imagino que la idea de ir a por provisiones queda descartada ¿no?! -preguntó el chico con el rostro pálido y aferrándose al asiento del copiloto.

Desde el suelo, el minusválido se esforzaba por amarrar la silla dónde pudiera, pues se preveían unos minutos muy intensos, entre los rugidos del motor gritó:
-¡Roberto! ¡Llevanos a la calle principal! ¡Donde puedas esquivar a esas cosas! y añadió con una maliciosa sonrisa Bueno, era lo que nos esperábamos, no?

- Merda, merda, merda!! El orondo carnicero intentó seguir las instrucciones de Throuman. Pero la verdad que la caravana era realmente difícil de manejar, y más acosado por zombies, y los nervios a punto de hacer estallar el corazón.

- Cosa facciamo adesso? Parece como si los putos zombies se hubieran puesto de acuerdo para salir todos a la vez, como si alguien les hubiera invitado a una comilona, jejeje. Rió nerviosamente ante su propia ocurrencia.

Roberto, más que acelerar, intentaba esquivar a los cadáveres andantes. No se la quería jugar a volcar el vehículo, porque entonces si que estarían jodidos, bien jodidos.

- Cazzo, casi no hemos encontrado comida, y mucho menos lo que nos ha pedido Curtis.