Partida Rol por web

Después de hablar con Sunhee, me encontraba realmente mareada. Así que la excusa de dar una vuelta de Gaspar, me pareció bien por varios motivos. 

- Si de verdad tienes interés en que te presente a algunos de aquí, lo haré. Pero yo no soy una chica que se ande con rodeos, por lo que si quieres enseñarme qué más sabes hacer vaquero, es tu momento. Conozco un sitio donde estar tranquilos- le sonrío pícara.

Leo te lleva a uno de los barracones más retirados del recinto, uno vacío que no está ocupado por ningún grupo. La fiesta se te hace lejana, apenas un murmullo en la oscuridad. En una de las camas, y bajo la luz tenue de la distante hoguera, la chica te desviste salvajemente, y luego a ella misma, hasta que ambos notáis la piel del otro, su calor, su olor...

En principio Leo me toma por sorpresa. Después de dar tantas vueltas con Rut sin conseguir nada, que me hable así, sin rodeos, me deja un instante paralizado. Pero no me caracterizo por quedarme pasivo. – No me interesa un rábano conocer a esta gente. – Le digo con una gran sonrisa. Lo de mostrar qué más sé hacer… bueno, eso me pone nervioso. Es que saber, lo que se dice saber, no sé nada. Nunca he besado a una chica. Por supuesto que no lo menciono. Me dejo llevar con entusiasmo y mucha alegría. Por suerte ella tiene bastante iniciativa.

Durante la noche, que la verdad fue larga, conversé, o más bien, cruce palabras con mucha gente. La verdad, no me terminaba de convencer nadie, y no me quedaba mucho rato. Tendrían que demostrarme que no eran gente infiltrada de los narcos, o que ninguno tenia intenciones aviesas para con nosotros... Pero Leo me dio buena espina. No sabía exactamente porque, quizás fuera por la cercanía con Gaspar, así que esperé a que hubiera bebido, bailado y se hubiera cansado un poco para acercarme a él. 

-Gran fiesta, Leo, la verdad ahora es un gusto estar aquí. Este lugar es diferente a todo lo que conocía de los Narcos, pero, me gustaría saber algo, oye, ¿tú sabes en qué andan metidos los narcos? ¿Algo contra frateres o ferrolistas? ¿O qué es?- Pensaba que cuanto más comprendiera  mejor nos iría.

-​​​​​​-Pues mira, Gaspar, nos metieron en una bodega. Y no sé porque, si para navegar podía ser muy útil... O quizás por eso, porque podría saber a donde íbamos. Vamos, el caso, que nos mantuvieron encerrados. Un viaje incómodo, en ese sentido. 

Luego de relatarle con todos los detalles lo que nos había pasado desde el búnker, me uni a la fiesta. Si, la verdad estaba reticente a ello, y no sabía cómo poder confiar en todos ellos, pero un poco de aquel licor me animo lo suficiente, y hablé con mucha gente. La verdad, no recuerdo muy bien de qué. Podridos por aquí, los entrenamientos, la barraca tan bien preparada, la fiesta, bailes... Comí y me quedé a gusto, y de vez en cuando, volvía con los chicos y hablaba con ellos, era mucho más cómodo que estar en tensión al hablar con el resto. 

- Pues si, tienes razón ahora mismo parece que todos se divierten olvidando donde están...- se me escapa un suspiro y me quedo mirando el bullicio, cuando otra pregunta me saca de mi ensimismamiento - ¿los fráteres, quiénes son esos? y los ferrolistas...bueno...por aquí no son bienvenidos- bajo la voz al nombrar a los ferrolistas, no quiero problemas.

En ese momento se acerca Gaspar para que demos una vuelta...

La fiesta sigue, la bebida cumple su función a la perfección y el ambiente se anima cada vez más. Tras un buen rato de conversación, baile y diversión, Gaspar se va de la mano de Leo, y desaparece por largo rato. Se adentran en la oscuridad, hacia uno de los barracones más alejados...

Empiezas a sentir cosas en tu cuerpo, primero la sensación de flotar, tu cuerpo se eleva, pesa menos, es más liviano. Tu mente se agudiza, tus sentidos se intensifican. Mente y cuerpo se convierten en dos partes distintas pero dentro de un todo, siguen conectados aunque no se obedecen, ninguna manda sobre la otra, sino que giran en torno a sí mismas en una danza esquiva.

A tu alrededor todo se ralentiza y se vuelve más amable, ya no hay miedo ni dolor. Sólo el dejarse llevar hacia un lugar mejor, hacia el placer. Todos ríen, te sonríen con complicidad. Todo es bondad a tu alrededor y lo que tienes lo compartes, la bebida, la comida, todo lo que tienes en las manos lo das; y si no tienes nada, abrazas al que tienes enfrente y te sientes más cerca de las personas, sientes una conexión especial con todos y con tu entorno.

A medida que la noche avanza tu mente se eleva tanto que eres capaz de verte desde fuera de ti, desde arriba, ahora tú eres el único ser superior, capaz de ver su propio cuerpo desde fuera, y la hoguera desde el cielo, cerca de las nubes. Quieres moverte, necesitas dejarte llevar y bailar, eso te hace sentirte libre. Tu cuerpo no obedece a tu mente, es libre para expresarse, para experimentar y sentir.

La sensación de superioridad, de vigorosidad, va creciendo en tu interior y poco a poco te sientes invencible. Tus sentidos se agudizan muchísimo, hasta llegar a ver las cosas con total claridad y desde una perspectiva nueva para ti. Nunca antes te sentiste así, y te lamentas por ello. Sabes que nadie puede contigo, sabes que ni siquiera el cansancio puede pararte. De pronto tienes la necesidad de demostrarte a ti y a los demás de lo que eres capaz. La euforia de romper cosas, de coger cosas pesadas, te invade. La hoguera te hace sentirte aún más fuerte. Recuerdas que el fuego era peligroso, eres consciente del poder del fuego, su poder destructor, su pureza, su poder purificador, su poder... Recuerdas que es poderoso, y piensas en él, en tu dominio sobre él. Eres el ser inteligente, el ser superior, el ser que puede controlarlo todo a su voluntad.

Con esa imagen del fuego en tus ojos miras hacia la verja. A tu mente acuden recuerdos de miedo y dolor, de sumisión, traición, muerte. Te sientes en una jaula, y eres consciente de que todos estáis atrapados aquí. Pero ahora tú tienes el poder para liberarles. Una gran sonrisa se dibuja en tu cara y desencaja tu mandíbula.

Cuando vuelves de tu íntimo encuentro con Leo, la fiesta sigue, la bebida cumple su función a la perfección y el ambiente se anima cada vez más. Tras un buen rato de conversación, baile y diversión, empiezas a sentir cosas en tu cuerpo.

Primero la sensación de flotar, tu cuerpo se eleva, pesa menos, es más liviano. Tu mente se agudiza, tus sentidos se intensifican. Mente y cuerpo se convierten en dos partes distintas pero dentro de un todo, siguen conectados aunque no se obedecen, ninguna manda sobre la otra, sino que giran en torno a sí mismas en una danza esquiva.

A tu alrededor todo se ralentiza y se vuelve más amable, ya no hay miedo ni dolor. Sólo el dejarse llevar hacia un lugar mejor, hacia el placer. Todos ríen, te sonríen con complicidad. Todo es bondad a tu alrededor y lo que tienes lo compartes, la bebida, la comida, todo lo que tienes en las manos lo das; y si no tienes nada, abrazas al que tienes enfrente y te sientes más cerca de las personas, sientes una conexión especial con todos y con tu entorno.

A medida que la noche avanza tu mente se eleva tanto que eres capaz de verte desde fuera de ti, desde arriba, ahora tú eres el único ser superior, capaz de ver su propio cuerpo desde fuera, y la hoguera desde el cielo, cerca de las nubes. Quieres moverte, necesitas dejarte llevar y bailar, eso te hace sentirte libre. Tu cuerpo no obedece a tu mente, es libre para expresarse, para experimentar y sentir.

La sensación de superioridad, de vigorosidad, va creciendo en tu interior y poco a poco te sientes invencible. Tus sentidos se agudizan muchísimo, hasta llegar a ver las cosas con total claridad y desde una perspectiva nueva para ti. Nunca antes te sentiste así, y te lamentas por ello. Sabes que nadie puede contigo, sabes que ni siquiera el cansancio puede pararte. De pronto tienes la necesidad de demostrarte a ti y a los demás de lo que eres capaz. La euforia de romper cosas, de coger cosas pesadas, te invade. La hoguera te hace sentirte aún más fuerte. Recuerdas que el fuego era peligroso, eres consciente del poder del fuego, su poder destructor, su pureza, su poder purificador, su poder... Recuerdas que es poderoso, y piensas en él, en tu dominio sobre él. Eres el ser inteligente, el ser superior, el ser que puede controlarlo todo a su voluntad.

Con esa imagen del fuego en tus ojos miras hacia la verja. A tu mente acuden recuerdos de miedo y dolor, de sumisión, traición, muerte. Te sientes en una jaula, y eres consciente de que todos estáis atrapados aquí. Pero ahora tú tienes el poder para liberarles. Una gran sonrisa se dibuja en tu cara y desencaja tu mandíbula.

A tu alrededor ves que empieza a formarse cierto revuelo. Te sientes poderosa, y la idea de que este lugar "no está bien" cobra fuerza en ti. Esos zombis, esos podridos... toda tu vida te has estado preparando para esto: PARA MATARLOS A TODOS. Ves que unos cuantos supervivientes cogen armas, los guardias en la valla son pocos.

- ¡Venid, vamos, seguidme! ¡Es el momento! -grita alguien que lleva un machete en la mano.

La euforia aumenta por momentos, y te sientes llevada por ella. Sois muchos, y los guardias son pocos. Es verdad que ellos tienen armas de fuego, pero... si tan sólo pudiéseis quitarles algunas... la situación se equilibraría rápidamente.

- ¡Atravesemos la valla y matemos a todos los zombis, podemos con esos y más Siiii nosotros, estamos juntos y somos fuertes! -grita otro, llevando una antorcha con él.

A vuestro alrededor se crea cierto revuelo. Son pocos los guardias que hay vigilándoos, y algunos supervivientes lleva tiempo planeando algo, una especie de motín. Uno de ellos se acerca a vosotros, y sujetando por los hombros a Sunhee le grita, exaltado:

- ¡Tu estas bien, yo estoy bien y tu estas bien, no me digas que no lo has pensado, estamos haciendo lo correcto! ¡Están equivocados, somos más fuertes! Nadie nos puede detener ¡somos invencibles! Hemos matado a muchos nosotros solos, y no hemos necesitado a nadie. ¡Estamos haciendo lo correcto, salvaremos a todos si lo hacemos!

El plan, al parecer, es matar a todos los podridos de este lugar, y acabar con esta locura.

Leo mira a Gaspar a los ojos, ella también está al corriento de esto: - Tú confías en mí, yo confío en ti. Y si tu me pidieras algo, yo lo haría sin dudarlo. Ahora confía tú en mí, ¿lo haces? ¿Me sigues?

Clarisse Chellen

Euforia no me faltaba para nada, y hablo de antes de empezar a beber fuerte. Los faros de La Pulga salen desde el fuego para encandilarme. Es un mensaje. La verja me hace sentir cómo se cierra mi pecho. Me recuerda a aquella otra verja, la del monasterio, ese lugar que fue la muerte de nuestra inocencia. Otra vez me acosa la sensación de encierro, pero ahora no desespero, tengo la certeza de que puedo derribar cualquier barrera que se me ponga delante. No sólo por mí, también por Nara, Sunhee, Xose y todos los que comparten conmigo este destino.

Leo me mira directamente a los ojos, me pide ayuda. Tomo el hachuela con las dos manos muy fuerte. - ¿A quién hay que matar? – Digo jadeante de excitación.

Euforia no me faltaba para nada, y hablo de antes de empezar a beber fuerte. Los faros de La Pulga salen desde el fuego para encandilarme. Es un mensaje. La verja me hace sentir cómo se cierra mi pecho. Me recuerda a aquella otra verja, la del monasterio, ese lugar que fue la muerte de nuestra inocencia. Otra vez me acosa la sensación de encierro, pero ahora no desespero, tengo la certeza de que puedo derribar cualquier barrera que se me ponga delante. No sólo por mí, también por Nara, Sunhee, Xose y todos los que comparten conmigo este destino.

Leo me mira directamente a los ojos, me pide ayuda. Tomo el hachuela con las dos manos muy fuerte y miro a mis hermanas. - ¡Vamos! ¿A quién hay que matar? ¡Vamos a acabar con esos podridos! – Digo jadeante de excitación.

Aquella bebida me gustó. Si. Y me sentí cómodo con todo el mundo. Mucho, además. Por una vez, desde hace años, no tenía problemas en saludar, charlar, conocer, abrazar... a todo el que se pusiera por delante. Que alegría, pasar el pan y recibir más bebida, o dar la bebida y tomar algún trozo de queso... que felicidad de noche, disfrutando alrededor del fuego.

Y entonces la cabeza me dio vueltas... ¿O no? ¿No lo veía ahora todo más claro? ¿Acaso no éramos peces en una red que manejaban los narcos? Pues no iba a dejarme ser el pescador pescado, no, eso era una vergüenza. Mi red, en esa red caerían ellos. Maldita sea, encerrados en aquel lugar, como un pez que boquea y boquea buscando el aire... ¡Necesito libertad! Ya había salido de otra jaula, allá en la Catedral. Y aquellos estaban locos de verdad. Serían cosa más fácil.

Ahhhh, y esta fuerza que me recorre los brazos... me siento capaz de hundir esa barca en la que nos llevan al fracaso. Ahhhh, el fuego, el fuego, que hermosa esa luz, me recuerda las noches de San Xoan en las playas saltando las hogueras o cacharelas... Lo veo todo claro con su luz, me siento cada fibra de mi cuerpo, me parece que todo es más sencillo de lo que quería hacerlo, pensar en salir a escondidas, analizando los pasos... cuando podríamos tomar el fuego, y destrozar la valla, y volver al mundo. Que plan, que buen plan. Eso si es un buen plan. 

- Vamos a salir de aquí, chicas. Élica, vamos, tu con nosotros. Vamos a destrozarlo todo. 

Aquella bebida me gustó. Si. Y me sentí cómodo con todo el mundo. Mucho, además. Por una vez, desde hace años, no tenía problemas en saludar, charlar, conocer, abrazar... a todo el que se pusiera por delante. Que alegría, pasar el pan y recibir más bebida, o dar la bebida y tomar algún trozo de queso... que felicidad de noche, disfrutando alrededor del fuego.

Y entonces la cabeza me dio vueltas... ¿O no? ¿No lo veía ahora todo más claro? ¿Acaso no éramos peces en una red que manejaban los narcos? Pues no iba a dejarme ser el pescador pescado, no, eso era una vergüenza. Mi red, en esa red caerían ellos. Maldita sea, encerrados en aquel lugar, como un pez que boquea y boquea buscando el aire... ¡Necesito libertad! Ya había salido de otra jaula, allá en la Catedral. Y aquellos estaban locos de verdad. Serían cosa más fácil.

Ahhhh, y esta fuerza que me recorre los brazos... me siento capaz de hundir esa barca en la que nos llevan al fracaso. Ahhhh, el fuego, el fuego, que hermosa esa luz, me recuerda las noches de San Xoan en las playas saltando las hogueras o cacharelas... Lo veo todo claro con su luz, me siento cada fibra de mi cuerpo, me parece que todo es más sencillo de lo que quería hacerlo, pensar en salir a escondidas, analizando los pasos... cuando podríamos tomar el fuego, y destrozar la valla, y volver al mundo. Que plan, que buen plan. Eso si es un buen plan. 

- Vamos a salir de aquí, chicas. Élica, vamos, tu con nosotros. Vamos a destrozarlo todo. ¡Vamos a matarlos a todos!

Sujeto con fuerza el enorme hacha que me he agenciado y camino con paso decidido hacia la valla. Golpeo brutalmente uno de los postes hasta tumbarlo y poder salir de aquí.

Aquel hombre me dio un poco de miedo, pero me encontraba tan misteriosamente bien que me puse a gritar con él.

—¡Estoy bien! ¡¿Y tú?! ¡¿Estás bien?! ¡Porque yo estoy mejor que nunca!

Entendía las cosas y mi mente lo procesaba, pero no era yo quien actuaba. Era como si no tuviera control sobre mí. De repente, me entraron ganas de huir de allí... más inclusive cuando vi a Xose y a Gaspar tan decididos. 

—¡Vamos! —exclamé—. ¡Matémolos!

No sé qué esperaba hacer con una daga si nuestros oponentes llevaban armas de fuego, pero... Bueno... Simplemente no era yo. 

Aquel hombre me dio un poco de miedo, pero me encontraba tan misteriosamente bien que me puse a gritar con él.

—¡Estoy bien! ¡¿Y tú?! ¡¿Estás bien?! ¡Porque yo estoy mejor que nunca!

Entendía las cosas y mi mente lo procesaba, pero no era yo quien actuaba. Era como si no tuviera control sobre mí. De repente, me entraron ganas de huir de allí... más inclusive cuando vi a Xose y a Gaspar tan decididos. Me entraron ganas de matar, de cortar cabezas, de acabar con todos aquellos que casi acaban con nosotros en tantas ocasiones.

—¡Vamos! —exclamé—. ¡Matémolos! ¡Nara! ¡Vamos!

No sé qué esperaba hacer con una daga si nuestros oponentes llevaban armas de fuego, pero... Bueno... Simplemente no era yo.