Partida Rol por web

Traducción del pirónico:
—Verás hijo, esta gente son amigos, y hay que proteger a los amigos cuando el enemigo no atiende a razones. ¿Comprendes?

***

—Por cierto, hijo, ¿qué nombre deseas tener? Todos los seres tenemos nombre, el mío es Rathikus. Tú no ibas a ser menos, ¿cómo te llamas?

—Por cierto— dijo, antes siquiera de que el enano pudiese responderle —, quiero presentaros a alguien. Gromenauer, Rudar, Roark, Dworkin; este es... dadme un momento.

—Frrrrkp, kshhhp, ¿Frrrtj tshhhhfk? Fjjjjjrpk tsshhh, mjjjjpr RTKSHHH. Fghhhrrr. ¿Kpshhhghhht?— le preguntó al elemental.

Rudar observó con desconfianza al elemental.

—Estoooo, ¿hola? —dijo finalmente.

No le gustaba mucho que aquella criatura pasara a ser un miembro permanente del equipo pero parecía que ya no había nada que pudiera hacerse para separar a Rathikus de su "hijo".

—Si ya tenemos lo que necesitamos vayámonos. No quiero permanecer aquí ni un minuto más.

Dicho esto comenzó a caminar en dirección al lugar por dónde habían entrado la última vez con Roark y Gromenauer.

Roark terminó su trabajo y le echó un ojo a lo que Gromenauer intentaba hacer asintiendo con la cabeza. -Pues buena idea, con lo que ha costado cargarse al cacholata este seguro que el metal es resistente.- Al ver aproximarse a Rudar sonrió ampliamente. -¿Qué? ¿Qué dices de mi plan ahora? Ha salido perfectamente. Tenemos la caja y estamos todos vivos.- le palmeó el hombro al mediano y se asomó por encima de su cabeza mirando al mago y al clérigo -¿Estáis bien?- al ver que ambos respiraban y caminaban volvió a mirar a Rudar -¿Lo ves? Todo perfecto.

Sin más se giró y comenzó a caminar en dirección a la puerta, y su antorcha, -¿Qué? ¿Nos vamos? No sé vosotros pero yo tengo ganas de comerme un rosbeef.

—No, con lo que ha costado no, con lo que ME ha costado, a mí, quieres decir —espetó el enano al humano, mientras se señalaba con el pulgar en el pecho—. Tú lo único que has hecho ha sido aparecer para distraerme y quedarte con las gemas. Y ya puedes ir soltándolas, que forjar la armadura de gólem no será barato.

Puede que Gromenauer hubiese luchado para demostrar a todos (sobre todo a los estúpidos dioses) de lo que era capaz un enano cabreado, pero no era tonto. Los ojos del gólem valían mucho dinero, y los enanos son codiciosos como los que más. No iba a dejar que un ladrón se llevabase alegremente las gemas que le había costado tanto conseguir.

Así, mientras enarbolaba su martillo escabroso y contundente hacia el ladrón, se giró hacia el mago, para responder—. Claro, en la sala de las cajas hay todos los que quieras. ¿Qué pensabas que había en las cajas? Podemos llevarnos muchos. No, ¡Debemos llevarnos muchos de estos frascos! Son mas útiles de lo que parecen, sobre todo en manos de un enano.

Dicho esto, miro al elemental, para decir—. Ya le conozco, y espero que hayas pensado en lo que te dije. A ver cómo lo sacamos de aquí sin que prenda fuego a todo el bosque —terminó el guerrero, no sin antes añadir—. Venga, si ya tenéis la caja vamos a por más de estos frascos y nos vamos de aquí. Tengo ganas de echar un trago y cobrar la recompensa.

—¡Y más le vale a ese necio que nos contrató pagarnos hasta la última moneda, o tendré que enseñarle todo lo que hemos hecho para salir airosos de este sitio!

El elemental medía ya unos dos metros de alto y empezaba a anchear. En su mundo se diría que estaba 'en la llama de la vida'. Se quedó un momento inmóvil mirando hacia Rathikus (cada vez se hacía más evidente que imitaba una forma antropomorfa) y contestó:

- Sksksjh ddksss Psshhh.

Pareció satisfecho con eso. Aunque posiblemente ninguno de los presentes pensó en ello era una suerte que nadie le hubiera enseñado modales al elemental, porque si se hubiera adelantado a darle la mano a alguno se iba a montar una buena fiesta.

- Me llamaré Psshhh.

Rathikus pensó en el nombre escogido. Parecía un nombre adecuado para la lengua humana. Pero en pirónico original venía a significar algo así como 'aquel que es guay cuando prende fuego a todo lo que se le acerca y disfruta viendo las llamas devorando el universo'. Igual era mejor que sus compañeros lo conocieran simplemente por 'Pshhh'. 

Dworkin suspiró aliviado. Los daños habían sido importantes pero aquella vieja construcción no había sido mal planificada. Probablemente había un enano detrás de la planificación de sus muros. Si no seguían haciendo barbaridades, aquel lugar aguantaría muchos años todavía.

- Acabada la amenaza del golem- asintió Dworkin- deberíamos aprovechar para revisar todo lo que quede de valor en este oscuro lugar y salir de aquí cuanto antes. Propongo que nos dividamos, de nuevo. Vosotros podéis revisar el almacén mientras Rathikus y yo revisamos el laboratorio del alquimista por si se nos ha pasado algo. Después- miró al ladrón- haremos reparto.

La raspabullición de Rathikus era visiblemente notable. Observaba al elemental con una mezcla de admiración, orgullo y puro temor. Empezaba a entender porque en la Academia los invocadores eran los más temidos y odiados. La sola mención de su interés por los elementales y el estudio de otros planos, conllevó que los profesores hiciesen oídos sordos al maltrato que sufría por parte de sus compañeros de clase. Sabía que Psshhh había sido creado por accidente, pero aún así se sentía poderoso; sin embargo, no podía evitar compararse con su "hijo". Él era un ser de puro fuego, resplandeciente y explosivo; él, sin embargo, siempre había sido de frágil constitución, pálido y torpe. Quizá hubiese alguna forma de... bueno, ya lo pensaría en otro momento.

—Tienes razón, Dworkin— contestó, sabiendo que no era buena idea acercar a Psshhh al almacén en caso de que hubiesen sobrevivido botellas de material explosivo (y siempre podía pedirle alguna a Gromenauer, con un poco de mucha suerte) —. Todavía podemos encontrar algo de utilidad en el laboratorio.

Roark se giró genuinamente ofendido tras recoger su antorcha. -Si no nos conociéramos diría que no os fiáis de mí.- sacó una pequeña bolsa de cuero. -Las gemas están aquí, dado que no veo nada claro lo de explorar y menos claro aún lo de dividirnos y, por lo tanto, yo me voy a ir afuera a ver si la salida sigue despejada, si alguien quiere la bolsa que lo diga, pero que conste que me estáis ofendiendo. Soy un ladrón honrado.

—Si tú eres honrado, yo soy un elfo del bosque que solo come flores —espetó el enano al ladrón, mientras se aproximaba hacia él. Cuando estuvo a su altura, agarró el saco, para añadir—. Poco has tardado en embolsarlas, humano. Más te vale que estén todas, o te faltará bosque para correr.

Dicho esto, colgó su martillo y su escudo, para abrir el contenido de la bolsa. Si ese humano sabía lo que le convenía, todas las gemas estaría ahí. Mientras Gromenauer las contaba y se maravillaba con ellas, se dirigió con el resto del grupo hacia el interior de las ruinas.

Era posible que se hubiesen dejado más cosas sin mirar. Igual tenían suerte y había hasta otro gólem con el que luchar.

Roark se encogió de hombros con una sonrisa. -Muy bien. Suerte para vender las vuestras ya que, si no soy honrado, el intermediario que buscaría tampoco lo sería... Tras el reparto cada cual vende lo suyo.- Sin más salió con la antorcha en dirección a la salida.

Roark sabía que, en Zork, vender unas gemas como esas, y sobre todo sin saber cuanto valían, al primer comerciante que te encontraras era ir pidiendo que te timaran. Era necesario saber qué vendías y a quien venderlo para sacar un precio aceptable. Los demás también lo sabían, por supuesto. Pero quién sabía, a lo mejor conocían a un perito del Gremio de Ladrones o a algún experto en joyas de confianza que pudiera darles un precio justo... 

Era lo bonito de su profesión. Vender el botín era más complicado que conseguirlo... Y no todos sabían venderlo... Él sí.

Rudar y Roark se encaminaban hacia la salida mientras que Rathikus, Gromenauer y Psshh parecían dispuestos a explorar las ruinas de nuevo. Bueno, Psshhh no es que pareciera nada, sino que permanecía cerca de Rathikus. ¿Estaría viviendo su propia raspabullición inversa? 

En ese momento Gromenauer se detuvo a medio camino cuando miraba la bolsa que le había sacado al ladrón. Una, dos, tres, cuatro, cinco gemas. Miró la cabeza de golem desmontada. Uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis huecos de joya. 

No es que el enano fuera un experto matemático pero ¿no faltaba una? 

Roark ya estaba por la sala de las palancas acompañado de Rudar.

Gromenauer contó las gemas una vez. Iba a contarlas dos veces, pero era tontería. Si no se conocieran, podría haber dudado de su forma de contar. Así, mientras se alejaba, exclamo—. ¡JAJAJA! ¡Otro día más que pasa en el que el ladrón no es honrado y yo no soy un elfo de los bosques!

En el fondo, al enano le divertía todo esto. ¿Y lo aburrida que sería su vida si el ladrón no tratase de engañarlos constatemente o el mago no provocase situaciones absurdas a cada paso? Sin duda, sería tranquila, pero no podría demostrar que es un auténtico enano

Por eso, avanzaba junto al elemental buscando qué más escondían estas ruinas. Eso sí que sería echarle salsa a la vida.

—Decidme, ¿qué habéis hecho los dos mientras YO acababa con el gólem? ¿Algo interesante, aparte de ver como crece el elemental?

Nada más doblar la esquina, Roark giró su carcaj para comprobar cuantas flechas le quedaban. Que hubieran acabado con el gólem no implicaba que no hubiera más arañas o cosas así. Y mejor saber cuantas flechas te quedaban en una situación como esa. Tras comprobar su pequeño arsenal, Roark suspiró hondo, puso la antorcha por delante y puso su mano en la pared. Fue recorriéndola tocando el soberbio trabajo de los enanos. Esas paredes tan pulidas, con esos cristales tan hermosos. En un arranque de nostalgia inesperado en él, suspiró. Luego meneó la cabeza para desecharlo y desenvainó la espada.

Lo que no vio nadie, o eso esperaba el ladrón, es que, al mismo tiempo que giraba el carcaj para ponerlo delante de su cuerpo, deslizaba la gema en un pequeño bolsillo secreto "para emergencias" que se encontraba dentro del mismo. Y, de paso que acariciaba el friso de la pared, cogía uno de los cristales, del color y tamaño apropiados, y se lo guardaba en la bolsa justo antes de desenvainar la espada.
 

Roark salió por la puerta, antorcha en mano, y se dirigió a la salida.

Rathikus se desandó el camino hasta el laboratorio. Gracias a Roark sabía que no todas las salidas estaban tapiadas. Su idea era recoger todos los papeles que pudiese, sobretodo con la intención de reponer aquellos que se habían quemado, algún frasco para su posterior estudio y luego salir de allí cuanto antes. Le animó ver que Psshhh lo seguía de nuevo. El acero y la resistencia de los enanos no estaba mal, pero era gratificante poder contar con un protector de puro fuego. 

- Mientras vosotros jugabais a los soldados- resopló Dworkin- nosotros cumplíamos con nuestro cometido, es decir, encontrar la caja, que era para lo que vinimos hasta aquí.

Ambos enanos cerraban la comitiva entre los muros de la mazmorra mientras el mago y su creación iluminaban el camino pocos pasos más allá.

- Me gustaría echar un último vistazo al laboratorio- pidió- no tuvimos demasiado tiempo para explorarlo y es probable que todavía queden cosas interesantes por allí. El conocimiento nos acerca a los verdaderos dioses, amigo.