Partida Rol por web

- Pues si queréis, Morkai y Stella podéis ocuparos de la primera guardia. Yo puedo encargarme de la segunda - dijo Noren después de que Oten se ofreciera a la gestión de sus provisiones.

Cuando Morkai contó su historia sobre el sapo gigante, Noren encarnó una ceja con signo de incredulidad. - Habrá que estar atentos entonces... hace mucho que no me como unas buenas ancas de rana especiadas...

— Quizás puedas hacerla con Oten y yo me ocupo de la tercera con nuestro amigo Kraken — propuso Aren — Después de todo tenemos pendiente una discusión respecto a quien tiene mejor puntería — intentó bromear el explorador — Y, por supuesto que Rakard nos acompañará en nuestra guardia — añadió antes de observar con más cuidado los objetos que el semiogro había dejado en el piso.

— Eso parecen provisiones, parece que podremos mantenernos unos días más sin cazar — comentó mientras movía su cabeza arriba y abajo, en un claro gesto de asentimiento — Bien hecho! Y la información sobre el sapo venenoso también es importante. Si el jefe lagarto iba montado en el debe ser tan grande como Rakard. O incluso más — comentó, tratando de imaginarse el tamaño que podía tener la criatura — Espero que no los encontremos. Pero si lo hacemos mejor saber de que se trata — completó

— Pero lo que si vamos a averiguar en un rato es si Roland sabe cocinar! —

La guardia de Morkai y Stella transcurrió sin problema. Aunque el semiogro hizo unos nada sutiles intentos por aproximarse a la mercenaria ésta los rechazó con la habilidad de quien está acostumbrada a este tipo de situaciones: por ejemplo poniendo un puñal cerca de las partes íntimas del gladiador. Pero puede que Morkai no entiendese eso como un rechazo. Los estudiosos de Zork saben que los ogros pueden usar la violencia en sus ritos de apareamiento y que normalmente las hembras son en este caso las que ejercen el rol dominante. Y el nacimiento de semiogros responde claramente al uso de la violencia. ya que ss raro ver un semiogro nacido de una relación romántica... Así que cuando Oten y Noren tomaron el relevo Morkai se fue a dormir como un adolescente en celo pensando ¿había logrado una aproximación a la humana?

Los dos enanos tuvieron otras cosas en que pensar esa noche puesto que en un momento determinado se escucharon tambores a lo lejos. Desde la colina en la que estaban pudieron ver fogatas iluminándose en las montañas lejanas. Parecían distantes entre sí, ubicadas en laderas distintas. Estaban demasiado lejas para ser una amenaza pero aún así inquietaron a los dos guardias.

Cuando Aren y Firfin tomaron el relevo el espectáculo todavía continuaba. Fue poco antes de que salieran los primeros rayos del sol cuando los tambores cesaron y poco después se apagaron las hogueras.

Pese a todo el grupo había descansado bien y estaba restablecido para retomar la marcha.

Aren, al ver salir el sol, comenzó a despertar a quienes todavía estaban durmiendo comenzando con Roland y Tempest, para que preparasen el desayuno con las sobras de la comida de la noche anterior.

— Todos vieron las fogatas anoche? — preguntó mientras se sentaban alrededor de la fogata y comenzaban pensar en los movimientos del día — Esta vez coincidiré con Oten, creo que investigarlas nos alejará demasiado de nuestro camino, que creo es hacia allá... — el enano señalo vagamente hacia el Oeste — ... por lo menos si interpreto bien nuestro mapa —

Tras apoyarse en el lomo de Rakard, para escuchar las opiniones de sus compañeros, se dirigió a Stella, la mercenaria, para preguntarle — Esta zona, todavía la conoces? O ya excede tus viajes anteriores. Para saber si todavía podemos utilizar tus recuerdos, como ayer, o debemos inspeccionar el lugar antes de avanzar — se explicó — Nuestro primer objetivo es un sitio llamado el árbol en llamas que, como dije antes está en esa dirección —

Después de ir a dormir el semiogro pasó el resto de la noche con vívidos sueños que incluían a la mercenaria, la jaula donde había pasado los últimos años y el sapo gigante que le perseguía por un desierto. 

Cuando despertó tardó un buen rato en desperezarse, y cuando lo consiguió echo una mirada disimulada a Stella, disimulada para alguien que no mida más de dos metros, esperando comprobar si se la veía impactada por el acercamiento de la noche anterior. Al no disponer de señales claras, dedicó su atención al olor que salía del rancho matutino. Mientras desayunaba como si no hubiera comido en varias semanas, habló sobre los planes del día.

- Si pequeño amo con oso andar delante, Morkai andar delante también. Morkai fuerte. Morkai proteger pequeño amo con oso. - Dijo animado por sus húmedas pupilas gustativas.

- Sí, yo también he visto las fogatas... pero estoy de acuerdo en que eso nos retrasará demasiado  - respondió Noren a las palabras de su compañero...

— Gracias por el ofrecimiento Morkai — le contesto Aren al semiogro — Pero no pienso alejarme demasiado. Solo quisiera ver como es terreno por delante y ver si hay algo raro en el — se explicó — Y con Rakard ya estamos acostumbrados a explorar antes de adentrarnos en los distintos lugares donde hemos estado —

— Quizás seas más útil ayudando a Stella a proteger la caravana — comentó sin tener idea de lo que esto podía significar para las fantasías amorosas de Morkai — Si yo veo problemas trataré de volver lo antes posible para que podamos cambiar el camino si tenemos posibilidades de hacerlo... o para prepararnos para recibirlos — completó, refiriéndose a los problemas. Tras sus palabras paseó la mirada por todos los presentes — Por eso sería importante que viajen todos preparados para defenderse si resulta necesario —

Asintiendo a las palabras de Noren, sonrió un momento antes de aclarar — y supongo que nuestro amigo Oten también estará de acuerdo con evitarlas, así que inspeccionaré el terreno en esa dirección — señalo al Oeste, mucho mas al sur de donde habían visto las fogatas — Esperemos que quienes las hayan prendido se mantengan en esa zona y no vengan en nuestra dirección. Eran muchas fogatas, así que probablemente eran muchos mas... seres — completó dubitativo, sin saber como referirse a quienes habían estado tocando los tambores

— Creo que es lo más acertado Aren — dijo visiblemente complacido de que sus ideas fueran tenidas en cuenta. 

— Nosotros continuaremos la marcha hacia el oeste*— señaló con la vista hacia donde Aren señalaba. —Había pensado en reducir la marcha hasta que regreses pero creo que no tendrás problema en hacerlo si viajas a lomos de Rakard. Así que nos pondremos en camino de inmediato para alejarnos de esas fogatas lo más posible.— El temor de Oten era que si el origen de los fuegos eran los reptiles, éstos les descubrieran y les siguieran el rastro. Aquellos seres estaban bien acostumbrados a moverse por aquel terreno pues era su ambiente natural y no tardarían en darles caza. 

Firfin había permanecido atrás, a la espera, junto ¡Oten! Aquello si que era una locura, e incluso estuvo a punto de arrepentirse y marchar con los demás al suicidio, pero no lo hizo, definitivamente opinaba igual que Oten en todo aquello, pues si bien era cierto que toda la información recogida sería de utilidad en mayor o menor medida, cierto era también que su aventura bien podría haber terminado allí mismo, e incluso, eso de que ellos habían descubierto información y de que los agresores estaban lejos bien podría ser falso.

Cierto era para Firfin que los reptiloides sabían que las fuerzas de la ciudad enviarían algún contingente para averiguar que había pasado, por tanto, probable era que hubiese exploradores vigilando e incluso ahora, siguiéndoles. Habría que tener el ojo bien abierto. Sobre todo, por las noches.

De las tareas, Firfin no dijo nada, estaba atento a la retaguardia y pensativo, a la par de que la tarea de administrar cosas poco le interesaba, el se dedicaba a administrar sus riquezas después de robárselas a otros, y no de administrar las de otros sin podérselas robar; que sentido tenía hacer eso.

Así, le tocó hacer guardia en aquella noche, la ultima guardia, junto al simpático de Aren, aunque a aquellas alturas de la aventura, ya todos le eran simpáticos, hasta Oten a su manera.

– Yo cubriré la retaguardia – sentenció a los demás, – se me da bien escabullirme y no ser visto, seguro que consigo descubrir a cualquier que nos sigan antes de que me descubran a mí. Si no me ven, llámenme con un silbido y yo daré señales. Si no doy señales es que algo anda muy mal – sentenció de nuevo, para entonces sí, permanecer atrás de todos, a unos diez o veinte metros del último en la retaguardia.

Aren se adelantó al resto del grupo a través de las sinuosas colinas. El terreno, pese a la cacareada peligrosidad de aquella zona resultaba bastante agradable para el explorador que, montado en su oso, ejercía de punta de lanza para la expedición.

Una ruina élfica (Elfos, Ruina) perteneciente a una cripta (Cripta). ¿Qué hace aquí? Pues fue teleportada de su lugar original por un artefacto que hay en su interior (Increíble Poder) cuando el espíritu de su morador se volvió loco (Locura). Una vez llegó al Valle fue infestada por un tipo de insectos arácnidos muy peligrosos que escupen ácido (Infestación de Monstruos).

Apenas comenzó a avanzar, el explorador se dió cuenta de que las colinas eran mucho más regulares de lo que parecían a la distancia. Las mismas se extendían en forma paralela entre si, dejando espacio para amplios valles entre cada una de ellas. Eso le permitió no sólo mantener el rumbo, después de todo resultaba complicado perderse cuando el horizonte estaba tan a la vista, sino también evitar la posibilidad de que alguien lo emboscara. Claro que eso tenía su contrapartida. La silueta del enano montado en su oro era claramente visible a la distancia.

Un poco más adelante, siempre hacia el oeste, las colinas iban descendiendo hacia un valle que luego desembocaba en un bosquecillo¹.

Entonces vio algo que le llamó la atención en una loma. Era un mausoleo de piedra que estaba casi cubierto por las hiedras que crecían en el lugar. Lo curioso es que la factura y estatuas que formaban su entrada eran claramente élficas. ¿Qué hacía una tumba de elfos tan al oeste? ¿Y en ese valle? Aquella estructura de belleza innegable pese a que los elfos no fueran expertos en tallar la piedra otorgaba al lugar un aire de melancólica tristeza. Mientras esperaba al resto de la caravana, asegurándose de que no hubiera una emboscada cercana, Aren se dio cuenta de que no había un camino definido para llegar al mausoleo. Bien cierto era que se podía alcanzar el lugar trepando sin dificultad por una parte del sendero pero ¿quién diseña una tumba para que nadie pueda presentarle sus respetos?

Acariciando la testuz de su oso, Aren se mantuvo en medio del sendero, observando fijamente el extraño templo y dudando sobre sus próximos pasos. Finalmente golpeo con sus talones a Rakard, dispuesto a avanzar en su dirección, pero pronto descubrió que acceder al mismo no sería tan sencillo.

Descendiendo de su montura permaneció unos momentos con la vista fija en el mausoleo, tratando de entender quien, o que, lo había edificado y porqué, pero fue incapaz de pensar en algún motivo valido para que alguien lo hiciera.

Finalmente busco una roca y se recostó en ella, esperando que llegaran sus compañeros para tomar una decisión en conjunto sobre cuales serían las siguientes acciones del grupo.

La pequeña caravana llegó hasta donde Aren se encontraba recostado tras algunos minutos de no saber nada de él, Firfin fue el último en llegar pues se encontraba justo detrás del todo. Allí, mientras los demás se reunían, armó una improvisada trampa con la fibra de algunas plantas en el punto que consideró de más fácil acceso y por tanto el que cualquier atacante habría de tomar para llegar hasta ellos. Realmente no era gran cosa, una simple trampa para que aquellos en la parte frontal tropezasen, con mayor fuerza mientras más rápido avanzasen. Esperando con ello poder escucharles a la distancia.

Más adelante, se acercó al explorador y observando con detalle el lugar, preguntó, - ¿que tenemos aquí? -.