Partida Rol por web

Veo como se acercan el profesional del 1 y la chica del 3, mientras me pongo unos guantas que encoontré en la lona.. hola chicos, sudamos un poco?... Sonrie jovialmente 

Hago una señal a Hanna para que se nos una en la práctica lanzándole una de las armas romas que quedan libres.

bruscamente y al tiempo de suelto la cinta sujetadora del guante que me estaba alistando, recibo el arma que Max me ha lanzado..- una tonfa?.. o.O ok ... :3 hubiera preferido algo de contacto cuerpo a cuerpo para entrar en calor, pero está bien.... Veamos que tenemos aquí- piensa, mientras terminan de acercarse.

- Había pensado en tapármelo de alguna manera.- Le contesto sin más. Y era cierto, ya tenía pensado ponerme una especie de capucha que me tendría que fabricar en la arena. - Y tienes razón, mejor no mostrar mucho de mi... Pero es que, quiero saber lo que se me da bien y lo que no. 

Miro atentamente a Kyle, Sarah y Silver, los cuales permanecían callados y me siento al lado del chico del distrito 2, en el suelo. 

- ¿Vosotros a qué habéis venido?- Pregunto extrañada, dirigiéndome a ellos. No quería parecer borde, sin embargo nunca encontraba las palabras adecuadas para sonar medianamente cordial. 

- jajajaja, han venido a pasar unos días de acampada dijo de forma jovial mientras observaba la reacción de los demás.
- perdonarme, no he podido evitarlo. Sabia que de ninguna manera podría cambiar la creencia de todos aquellos que piensan que todos los del distrito 2 son expertos asesinos, así que mejor tomárselo con un poco de humor.

*Tras dar una vuelta completa por la sala y observar las distintas áreas de entrenamiento me decanto por practicar un poco en el reconocimiento de plantas y arbustos con suma calma *

 Practicar al ritmo al que lo hacían ellos era agotador pero extrañamente gratificante, la forma en la que el profesional del distrito uno la corregía pacientemente y le hacía observaciones le era irreal, sin embargo eso sólo le daba la razón al pensar que juzgar a alguien por adelantado estaba mal. De cualquier forma aquello podría cambiar en cualquier momento, allá afuera en la arena, así que por ahora la joven tecnológica decidió olvidar ese detalle y entregarse a su fugaz adiestramiento.

 Justo a tiempo para un respiro alguien más se aproximó al grupo, no recordaba haberla visto antes, aunque no es que estuviese muy pendiente de todo lo que ahí sucedía y cuando Max la invitó a unirse a la práctica Alex aprovechó para tomar un respiro. Tres contra uno no era muy justo aún cuando estuviesen contra un profesional además si ya de por sí dos "danzando" al rededor de un objetivo común resultaba complicado, al menos para ella, tres serían multitud y estaba casi segura que terminaría tropezando con alguna.

- Hola - saludó la chica amablemente dándole un poco de espacio a la nueva.

Intenté enseñar más o menos a la chica del distrito 10 a cómo usar un arco. Yo no era un profesional en el tema, pero pude darle unas cuantas directrices. Entonces escuché la pregunta de Enya y la continuación del grandote del distrito 2:
-Ja, ja. Muy divertido... Antes de la práctica hace falta teoría genios. No todos vienen entrenados o con un don natural de casa...

Volví a poner atención a la chica del distrito 10, dándole directrices en voz baja.

Me acerqué a susurrarle mientras le colocaba el arco:
-Lo siento, lo cierto es que yo tampoco tengo mucha idea de cómo disparar un arco... sólo quería hablar contigo de una forma que no resultara sospechosa. -Moví sus manos colocando la derecha tensando la cuerda -¿Crees que hay alguna forma de salir de este juego vivo... sin tener que ganar?
Y haciendo un gesto rápido con la mano hice ver que le explicaba la dirección en la que debía ir la flecha.
 

Las cosas parecen volver a la normalidad y el resto se dirige a entrenar sus distinatas habilidades. Venga Pyt, muévete o te confundirán con un florero. El chico se dirige al expositor de hachas y coge un par de hachas pequeñas arrojadizas. Se encamina a la zona de tiro y mira a los muñecos de práctica. Sus dedos acarician el mango de las hachas. Imagina que son árboles... Tienes que podarlos... Venga...

Lanza con fuerza el primer hacha y... falla. Ni siquiera llega a dar al muñeco y se estrella con estrépido en la pared. Pyt respira hondo se pasa el segundo hacha a la mano derecha. Si esto fuera la Arena, ya habría muerto. Mira fijamente al muñeco, apunta, lanza y... esta vez el hacha queda firmemente clavada en medio del pecho del maniquí.

Pyt sonríe y mira alrededor con discrección para ver si alguien le estaba mirando. Se acerca al muñeco sin dejar de sonreír, hasta que en el momento de desclavar el hacha... se imagina a sí mismo desclavándola del pecho de uno de los chicos que hay en la Sala. Pierde inmediatamente la sonrisa y vuelven los escalofríos. Resignado, vuelve al puesto de tiro y se dispone a seguir practicando.

Silver solo observaba cómo algunos tributos comenzaban a relacionarse y ella aún no sentía la confianza de hacerlo, no sin un compañero de distrito, alguien de su hogar, alguien en quien confiar.

Las palabras de la chica del 5 la sacaron de su ensimismamiento y dijo - Yo solo observo cómo lo hacen. Me parece interesante, ya que en mi distrito no se ven utensilios de ese tipo - sonrió lo más simpático que le fue posible pero rió más ampliamente con la broma del chico del dos.

Los combates parecían no hacerse esperar y Silver quería distanciarse lo más que pudiera. Realmente no le gustaba mucho involucrarse con la gente, ya que estaba acostumbrada a la soledad y la reclusión de su distrito desde hace mucho tiempo.

Cuando Kyle interviene, le dice - Es un gesto noble que hagas eso. Teniendo en cuenta las circunstancias en las que nos encontramos, es poco común -.

El comentario de aquel muchacho le provocó una sonrisa que ayudó a Sarah a destensar un poco su rostro. El hecho de que no supiera como disparar con el arco, lo situaba un poco al mismo nivel que ella. Pero seguro que tendría alguna que otra habilidad para poder sobrevivir en aquella pesadilla.

-Ha, ha, ha... Yo tampoco no domino mucho el tema. Cosa que no creo que sea muy favorable para nosotros... Mi nombre es Sarah.

Miró al muchacho intentando evaluar si era digno de confianza o no. "Nunca lo sabremos si no lo intentamos" pensó la del 10.

Situándose a su lado y disimulando algún comentario sobre el arma que tenían entre las manos, susurró:

-Es evidente que en solitario no podemos sobrevivir ni unas pocas horas. El juego tiene preparados enemigos, trampas y otras cosas horribles para acabar con nosotros. Es necesario hacer grupos para apoyarnos y ayudarnos los unos a los otros. Pero también tengo la certeza que todos juntos, como una gran alianza de tributos para luchar contra el Capitolio, no será nada útil. Crees que la cúpula del gobierno dejará que nos unamos y mostremos un acto tan descarado de rebeldía?... No lo creo. Antes nos matarán a todos...

Y mirando al resto de tributos, continuó.

-Además, no me fío ni de la mitad de los elegidos. Y si alguien está dentro del juego para matarnos en cuanto estemos despistados? No sé...estoy asustada y desconfío de todos y de todo.

-Creo que nadie ha venido por iniciativa propia... Todos estamos asustados y buscamos alguien con quien sentir algo de seguridad. Además, ella tiene razón: espero aprender algo de alguien que domina el tema de la lucha cuerpo a cuerpo. Porqué la verdad...estoy muy verde en todo esto!

Se dirigió a la chica del 11 y el chico del 2.

-Por cierto, mi nombre es Sarah.

En cuanto pregunté que hacían aquí, refiriéndome a que estaban parados al lado mío, Kyle empezó a intentar hacer ver que le estaba enseñando con el arco a Sarah.... Puse los ojos en blanco haciendo ver que no me había dado cuenta, pero entonces me di cuenta de que se pensaban que preguntaba qué hacían en los juegos y comenzaron a hacer chistes sin sentido. 

- Err.. Bueno, me refería que a qué habíais venido a la zona de arco, porque estabais parados.- Digo seriamente, arqueando las cejas.- 

Con menos ganas que antes de hacer amigos y lanzándole una mirada asesina a Kyle, comienzo a practicar de nuevo con el arco como me había dicho el chico del 2, el cual no había dicho su nombre y yo que me alegraba. No quería llamar mucho la atención, así que comencé a fallar algunas aposta (Y otras simplemente las fallaba de verdad). 

Cuando llego a la sala de entrenamientos, observo lo que hay a mi alrededor. Hay mucha gente, y un escalofrío recorre mi espalda al pensar que dentro de no tanto tiempo estaremos luchando a muerte unos contra otros. Todos haciendo alianzas. Quizás debería yo también buscar algo de ayuda. Busco con la mirada a la chica de mi distrito, es lo único que me une a ella pero ya es más que lo que me une al resto de personas de la sala.

Me dirijo a la zona de explosivos y la veo curiosear los materiales.

-Esto... Ho... Hola. Tú... ¿entiendes de esto?- digo, con la voz algo temblorosa. "Gran modo de empezar una conversación." me digo para mis adentros.

Finalmente alcé la vista al oír que se dirigían a mí directamente. Oh vaya, que sorpresa. Se trataba del chico de mi distrito, finalmente habría huido de las garras de nuestra patrocinadora. Durante unos segundos, dudé. Terminé por encogerme ligeramente de hombros y esbocé una media sonrisa. Veamos que teníamos aquí.

-He optado por ser práctica y aprender aquí todo lo que pueda. No pretendo convertirme en una experta en unos días, pero lo prefiero a dedicarme a exhibir cosas que ya sé hacer. Es un poco de tontos, ¿no crees?

Le miré y le pasé el dos aparatitos metálicos.

-Esto se intuye que pueden provocar combinados cosas muy interesantes.

Señalé con un gesto hacia la mesa, donde había una plancha de metal con numerosas quemaduras y desperfectos. 

-Prueba ahí.

Al incorporarme para ver mejor que hacía, mis ojos se pasearon por primera vez entre el resto de los distritos, ahora que ya estaban entrenando. Buf. Esto pintaba muy, muy, muy complicado. Parecían todos pequeñas máquinas de matar, sigilosas, letales y con miles de secretos y talentos ocultos que podrían rajarme el cuello al mínimo descuido. Mis ojos se detuvieron entonces en la chica del distrito 9, a la que había escuchado unas frases finales de un discurso que parecía muy, muy interesante. Quizás fuera interesante como posible aliada. En cuanto estuviese un poco más... apartada del resto, la tantearía. Veamos que nos encontrábamos. 

Asiento ante su primera afirmación.

-Sí... Aunque quizás tampoco te convenga probar demasiadas cosas nuevas. Así también muestras debilidades.

Cojo los dos aparatos que me tiende y los observo un segundo. Paso un ojo por el banco de herramientas y selecciono las que creo que me harán falta. Después cojo también otro aparato más pequeño que los otros y me dirijo a la plancha de metal. Cuando acabo de montar lo que pretendía, sujeto en mis manos una bola metálica del tamaño de mi mano. Me giro hacia una sección de la zona de explosivos muy amplia y vacía, y lanzo el artefacto contra la pared del fondo. Nada más tocarla, estalla en pedazos.

-Este campo no es mi punto fuerte... Aún así, creo que me defiendo. Siempre me ha gustado trastear con circuitos y aparatos y demás- me corto antes de irme por las ramas-. Pero supongo que eso no es muy importante ahora... Perdona si te molesto.

Al recibir el toque en la pierna, la cara de Galatea se transformó en una mezcla de dolor y sorpresa. No había sido especialmente violento, pero le había pillado desprevenida. Si siete distritos los separaban, era imposible que se encontraran al mismo nivel. Al menos si mantenían aquella alianza tendría más tiempo para aprender de él, antes de huir o plantarle cara. No era tonta, cuando los Jefes se les acabaran, los primeros Tributos que tuviera más a mano se convertirían en posibles enemigos instantáneamente. Más le valía tomar nota de aquel chico. Echó una ojeada a los movimientos de Alex y sonrió. Lo hacía bastante bien para no haber tenido un arma en las manos en su vida. El Distrito 3 era especialmente útil en casi cualquier arena de combate, pues tenían un talento innato para la creación de artefactos y utensilios. Galatea sintió un pinchazo en el corazón. "Parece tan buena chica...", se dijo a sí misma. Saltó a tiempo, cuando Max iba a dejarle sin otra pierna y se volvió a concentrar en él.

Quería intentar desarmarle, pero si golpeaba los puntos que conocía incluso con poca fuerza podía resultar doloroso. Así que se propuso dar pequeños toques mientras estudiaba los movimientos del chico. Podía ver los músculos tensarse incluso a través de la tela del traje de combate. De repente una voz le sobresaltó cuando dirigía un golpe a la muñeca de Max. Levantó la mirada y le miró a los ojos. Lo había parado, como siempre, justo a tiempo. 

- Hola - respondió sonriendo, sofocada por el esfuerzo, y saliendo de detrás de Max. Galatea se fijó que aún con la interrupción de aquella chica, Max no perdía la concentración. Estaba pendiente de todo, por si alguna de las tres se lanzaba a atacarle. Se colocó a su altura. Al ver el número 12 en su brazo, su sonrisa se hizo aún mayor. "Un distrito en el que se puede confiar", pensó. - Una chica valiente, ¿cómo te llamas? ¿O prefieres no saber nombres, como el huracán de fuego del 5?

Galatea observó cómo Max le pasaba un arma a la recién llegada sin decir una palabra. En el 12 sólo estaban familiarizados con los picos y martillos, y no era un trabajo para mujeres. Alex se retiró cuando las otras dos chicas se lanzaron al ataque. Primer golpe dirigido a los talones..

Tras ver que su plan inicial había sido rechazado y que los Tributos se dividían, sonrió al ver que Alex y Max estaban juntos. La alianza funciona. Con los Tributos de tantos Distritos juntos, asesinar a los jefes debería resultar sencillo, pero aún quedaba lo más importante: aprender a sobrevivir allí. 

Sin dar muchas vueltas se dirigió al puesto donde se observaban artilugios más tecnológicos y, con algo de disimulo le preguntó al instructor del Capitolio acerca de trampas de presión. - ¿Sabe de alguna forma de evitar que la arena las estropee? 

Se mantuvo en el puesto hasta recibir la información y, un vez la obtuvo, buscó con su mirada a aquella Tributo que había pedido algo de tiempo. Cuando la encontró, se acercó a ella directamente, con su sonrisa habitual.

- Hola de nuevo, ¿has pensado algo? - Preguntó con tranquilidad a Enya.