Partida Rol por web

Salís al puerto y la brisa marina os da la bienvenida. Creéis que aun más gente que antes, al menos en la zona donde estáis. Gracias a esto Kamal puede pasar discretamente camuflado entre la muchedumbre sin que un par de guardias que estaban apostados tengan idea de donde va.

Cuando pasáis la puerta de la vieja muralla, Kamal respira aliviado, no solo porque no parecen haberle seguido, sino también debido a que el ambiente de la ciudad parece cambiar cruzando estas. Las calles no parecen tan estrechas ni tan pobladas en el Raval, y eso es algo que alguien que gusta de la soledad aprecia.

Caesario encabeza la marcha andando con alegres y largas zancadas, caminando por el paseo de tierra y grava que pasa paralelamente entre las murallas y la zona llamada el Raval. Este distrito parece compuesto principalmente de tierras de cultivo y propiedades eclesiásticas, todo dentro del circulo de murallas principales.

Os acercáis al gran salón del Corral de les Comedies, hay tanta gente o más esperando fuera que antes todos con vestimentas coloristas, algunos directamente vestido de forma bufonesca.

Luis mira a su alrededor con gesto satisfecho. Parece que se siente a sus anchas en este ambiente. Dice:

-¡Bien! Parece que aquí la competencia es dura y sin duda hemos de idear algo que nos haga destacar entre tanto cómico junto, si queremos hacernos ver por algún patrón adinerado... yo puedo intentar cantar algo, si os parece...

La muchedumbre parece ignorarme, lo cual es bueno, pero tanta gente vestida de colores, pareciendo locos, no deja de inquietarme ligeramente. Al contrario que Luis, mi semblante se vuelve aún más huraño.

Al escuchar sus palabras, miro alrededor, valorando lo que dice sobre la competencia, aunque no termino de entender del todo: el mundo del espectáculo me es ajeno prácticamente por completo.

—Pues la verdad es que no sé qué deciros, esto es un embrollo para mí.

Llevo mis manos a mi cintura, y al encontrar el alfanje, se me ocurre preguntarles:

—¿Serviría mi pericia en combate de algo?

No los miro, sino que me mantengo fijo en la vaina de mi arma, recordando el sonido del metal contra el metal, de la guerra...

Luis mira al granadino con cierto complejo de culpa. Pobre, piensa, le hemos metido de lleno en la confusión más grande que vio el siglo... Después, sus ojos se iluminan y dice en voz baja.

-Esperad, tengo una idea. Vos, Kamal, necesito que empecéis a mover ese alfanje, haced molinetes con él, o lo que sepáis, pero habéis de parecer fiero. Caesario, vos seréis el caballero protagonista. Debéis fingir enfrentaros a Kamal, atemorizado, y huir de él con vuestras mejores acrobacias. Prestad atención a mi narración y procurad que vuestros actos se adecúen a lo que yo esté declamando...

Alza entonces la voz, dirigiéndose a los presentes, y dice, con garganta poderosa.

-¡Ved, oh, ved aquí al terrible Endriago, venido de las arenas de la Libia ardiente, el profuso monstruo arábigo con su mortal arma afilada, sedienta de sangre cristiana! ¡Ah, pero no temáis, amigos, no temáis, pues aquí está la flor de la caballería, el valiente y esforzado caballero Amadís de Gaula, hijo de Perión y Elisena, vencedor de gigantes y hechiceras! ¿Veis su porte invicto, veis sus poderosos brazos, que triunfan de los mahometanos y de los monstruos? ¡Esta es la flor de la cristiandad, el mejor caballero que el Señor quiso traer a nuestra terrenal cárcel, y el más piadoso! ¡Ved ahora cómo encara a Endriago con valor y fortaleza! -Luis espera que en ese momento, Caesario esté, al contrario, huyendo despavorido de Kamal, y con eso despertar además de curiosidad, alguna carcajada- ¡Nunca retrocede, Amadís, caballero de la espada brillante, cien veces victorioso de enemigos más grandes que él! ¡No conoce el miedo, ni la derrota...!

Caesario cumple perfectamente con su papel haciendo el santimbanqui y Kamal al menos pone cara fiera y se nota que sabe usar el alfanje que lleva.

El problema viene de otro grupo de cómicos vestidos con vivoscolores, inmediatamente se disponen a hacer malabarismos al ritmo de un tambor y una corneta. Se nota la precipitación en su actos y la verdad que, aunque espectaculares, no parecen ponerse muy de acuerdo en su acción.

La interpretación del otro grupo de cómicos no puede compararse con la oratoria de Osorio. La entonación es tan soberbia y tan expresiva que incluso los que no entienden el castellano le aplauden a rabiar.

Varios se acercan al grupo con intención de negociar.

Se acercan tres tipos bien vestidos, pulcros y limpios, pero sin pretensiones. Por su forma de hablar y su humildad contenida (o fingida) parecen sirvientes de alto rango, el que se encarga de administrar el día a día de la casa de su señor.

Hablan uno por uno, sin interrumpirse, mostrando una educación que los aleja de los patanes que se ocupan de las cuadras. El que habla primero es un hombre ya viejo, delgado como un palillo, con ojos afectuosos azules y mostacho gris:
-¡Tenéis gran labia castellano! Puede que mi señor este interesado con un heraldo de su prestancia y saber hacer, para que le haga de interprete en sus viajes a Sevilla. Seriáis bien pagado como sirviente.-

Otro de aspecto bajo y ratonil dice:
-¿Es esta vuestra compañía entera? ... hm... para el baile del día doce necesitamos un grupo de hombres para interpretar una obra de teatro.... hum...-

Mientras el otro duda el tercer sirviente se adelanta, es un hombre delgado y con corta barba, tiene un ligero acento del sur de Aragón:
-Mi señor, Bertrand Occand, es un hombre de gran importancia en nuestra ciudad. Necesita artistas para su fiesta del día 12. Parecéis buenos en lo vuestro... ¿Sois lo que necesito?- Se muestra dubitativo y un tanto indiferente, lo cual no sabes si es sincero o una forma de negociar el precio de la compañía.

Luis mira al último de los sirvientes con mucho interés y después se dirige a sus compañeros, con una mirada significativa que parece valorar la suerte que han tenido. Parece claro que él prefiere aceptar esta última oferta, pero permanece callado, al no querer imponer su opinión a sus dos compañeros.

Verdaderamente parece que Osorio es bueno en lo suyo, y mis maniobras parecen ayudarlo, lo cual me agrada. Y la atención no se hace esperar. El nombre de Bertrand Occand sale, como traído por los vientos curiosos de los desiertos del destino, y no puedo evitar sonreír ligeramente. Viendo que Luis parece preguntar, asiento con la cabeza y miro luego fijamente al último de los sirvientes que nos ha hablado, demostrando también mi interés.

El criado con aspecto ratonil desiste inmediatamente y se dispone a hablar con los acrobatas, parece que le es igual unos que otros.

Sin embargo el anciano delgaducho insiste una vez más.
-Hablamos no solo de una buena suma, sino de aposentos privados y el estatus de un sirviente privilegiado. Mi señor Alnardus Setfons pertenece a una de las familias más importantes de la ciudad desde que Barcelona es Barcelona.-

Sin emabrgo el criado de Occand repone:
-Y bien: ¿Cual es el trato?... ¿Y que tipo de entretenimientos podeis dar?-

Veo que uno de los tres se va, pero uno de los que quedan parece aún interesado a pesar de la obvia negativa inicial. No sé del tema, así que decir no digo nada: dejo a Luis a cargo de eso, pero rebusco en mi morral hasta sacar mi rectángulo de alambre, perfecta relación áurea con la naturaleza. La tomo entre mis manos, y lo miro. Después de todo no deja de ser un alambre doblado y no creo que llame demasiado la atención preguntándole.

Lo recorro con mis dedos, entendiéndolo una vez más, como cada una de las ocasiones en las que lo tengo delante, preguntándome cómo es posible tal perfección, pidiéndole ayuda para entender el orden y el caos de lo que sucede a mi alrededor, preguntándole si quizás no haya una razón tras la insistencia de aquel hombre y si quizás haya peligro al ir hacia Occand con tanta premura. Queriendo sentir el destino, lo aferro más fuerte y miro a los dos hombres, mientras dejo que Osorio continúe su plática.

No sabrias que opción es mejor, si Osorio se convierte en traductor y heraldo de un rico comerciante tendría la vida resuelta, la otra opción es muy incierta.

Notas el cosquilleo extraño que solo puede dejarte la presencia de los sobrenatural, y parece que emana de Kamal.