Partida Rol por web

Arrugo un poco la nariz y aprieto los labios algo ofendida, pero sobretodo fastidiada. Está claro que no debe usarse la voluntad divina a la ligera y por eso esta vez no ha resultado, quizá no debería haberme arriesgado, sobretodo ahora que veo al expresión del tipo barbudo... no deja de provocarme escalofríos.

-¿Sabe lo que le hará Maçueles si me encuentra metida en una jaula? Seguro que os ha mostrado de lo que es capaz...- estoy convencida de que le temen, porque probablemente haya alardeado todo lo posible de sus poderes para que le consideren un Dios, un profeta o quién sabe qué blasfemia. Por desgracia mi apariencia no asustaría ni a un niño y tampoco soy la mejor mentirosa del mundo pero quizá consiga hacerles titubear y pensárselo mejor mientras empiezo a caminar lentamente al interior de la torre dispuesta a memorizar bien el camino.

No pienso quedarme encerrada ahí dentro por mucho tiempo. O al menos espero que mis compañeros no lo permitan... Deberían aprovechar este momento.

Te llevan adentro, bajando unas resbaladizas escaleras que llevan a un lúgubre sótano. Allí, entre penumbras, ves una jaula de oxidados barrotes que alguna vez debió servir para encerrar prisioneros de guerra o malhechores, pero que ahora encierra a un grupo de personas de aspecto humilde. Hay varios hombres de aspecto hosco y triste, y también mujeres y niños sollozantes. Frente a la jaula, como ignorando el sufrimiento humano, uno de los oscuros monjes parece estar limpiando una complicada arma de metal.

Debe ser la primera vez que vez uno, pero has oído hablar de los arcabuces.

El tipo de la ballesta cierra la puerta tras suyo empleando un manojo de llaves que parece propiedad del armero. Con malas maneras te dice:

-Ya veremos lo que dice luego Maçueles niña.-

Me dejo guiar hasta los sótanos mansamente. El camino no es muy difícil en el hipotético caso de que tuviera que deshacerlo...
Observo al hombre armado apenas por un segundo, sin demasiado interés por ahora, girándome enseguida al resto de prisioneros intentando componer una expresión afable y tranquila que les transfiera algo de confianza. Sé que no conseguiría suponer algo de esperanza o seguridad para ellos con mi aspecto, para eso deberían haber venido Kamal o Alonso.

-¿Sois los Buffalà?- pregunto en un murmullo, conformándome con que asientan o algo similar.

Me quedo mirando a Patrícia, algo preocupado al verla aventurarse sola hasta allí. No quiero detenerla, después de todo, ha demostrado tener la capacidad y el coraje suficientes como para ocuparse de algo así, sin embargo, mi juramento me incita a no perderla de vista, a estar siempre a su disposición aunque ni siquiera ella lo sepa. Suspiro y hablo, dirigiéndome a mis dos compañeros:

De momento sólo queremos ver su reacción, ver con qué fuerzas cuentan y cómo las usan. Y lo principal, si realmente habitan ahí esos adoradores de djinni o si son sólo conjeturas nuestras. Vosotros... observad de momento, solamente... Movéos, si encontráis algún lugar ventajoso para un ataque certero, pero no os dejéis ver. Yo seguiré el mismo camino que Patrícia: temo que quieran atacarla y que no haya nadie cerca para protegerla. Si la respuesta de los de la torre es un ataque contra ella, yo contraatacaré. Si vemos que ofenden con demasiada fuerza, acudid y usemos la fuerza bruta, a no ser que se os ocurra alguna forma más astuta de dañarlos desde lejos, para protegeros y así hacerles aún más daño...

Es cuando termino, después de unos segundos, cuando me doy la vuelta y les dedico sendas miradas, serias, algo duras, pero con confianza.

Por si acaso... Alá os bendiga. As-salaamu aleykum... -inclino levemente la cabeza y me doy la vuelta, determinado a seguir a Patrícia y confiando en mi innata capacidad para pasar desapercibido para que no sepa que estoy detrás. Eso no sólo la ofendería, sino que además podría desconcentrarla a la hora de cumplir su función...

Osorio se asusta en cuanto la joven comienza a andar, y sólo puede refrenar sus ansias de seguirla intentando mantener la cabeza fría. Asiente cuando Kamal se dispone a seguir a Patrícia y mira interrogativamente a Alonso.

-Bien, así sea. Por mi parte puedo hacer lo posible para protegerme de hechicerías arcanas, o para intentar enfrentarme a ellos en combate directo, pero sabéis que no es mi especialidad. Empero, intentaré estar a la altura. Que Yahvé os colme de bendiciones, amigos.

Y se retira a escribir en el reverso de un viejo pliego de comedias una serie de caracteres en hébreo.

Alonso asiente a las palabras de Kamal.

- Sea pues. Buena suerte, Kamal.

Entonces, se gira a Osorio para hablarle...

- Si no me equivoco, Osorio, sois capaz de controlar la naturaleza y sus fuerzas, o no sé entonces como elevastéis entonces tanto vuestra voz. El Sol no es más que otra fuerza del Creador. ¿Podréis controlarla vos para que no os vean, o intento que avancemos juntos sin ser vistos? Vuestro seso me vendrá bien cerca en caso de un ataque directo. Veréis cosas que yo no seré capaz.

Avanzas cuerpo a tierra, la única forma que crees posible el cercarte sin ser visto. Es una forma de avanzar cansada y penosa, más adecuada para para bestias que para hombres, pero es la única opción en un peñasco con escasez de arbustos y matojos como este.

Mantienes las distancias con Patricia, esta llega a acercarse a la torre, siendo abordada por dos tipos vestidos con hábitos negros, uno porta una ballesta y apunta a Patricia, el otro parece más despreocupado.

-Soy una de las Elegidas, cómo Maçueles. Vengo a hablar con él-Escuchas decir a Patricia con tono autoritario.

Como no responden de buenas a primeras continua:
-¿Osas desafiar mi autoridad?-

-Debe ser una vagabunda chiflada.- Dice con sorna uno de los tipos.

-¿Y como que conoce a Maçueles?-Dice el otro.

-No lo se, métela en la jaula con los otros. Cuando vuelva Maçueles ya hablaran con ella.-

Y ves como se la lleva el tipo de la ballesta a empellones hacía la entrada de la torre.

Cuando te intentas acercar el tipo que queda se gira alertado, parece que te ha oído pero no visto ,algo que supones por su gesto de mirar hacía todos los lados. Se palpa el costado como buscando algo a su vez. Sin embargo no da la alarma, quizá el tipo no esté seguro de haber oído algo.

Alonso se acerca mucho a Luis y entona una corta plegaría que espera sea compartida por este mientras lo cubre un poco con la capa. Parece surtir efecto ya que parecen verse la palma de la mano traslucida.

Un tipo delgaducho se adelanta, tiene cierto parecido con el muchacho con el que hablasteis en el pueblo.

-¿Quien sois?- Dice con un cierto tono de desconfianza.

El judío no parece excesivamente seguro de sí mismo, pero la confianza de Alonso parece insuflarle algo de ánimo.

-Quizá podría hacer que la luz no nos incidiera directamente, de manera que camináramos envueltos en las sombras. No será hacernos invisibles pero quizá sirva... Acercáos.

Una plegaria a Adonai se elevó desde sus labios mientras aferraba con fuerza la capa del andaluz.

Observo un momento al hombre armado que nos custodia, pero parece bastante atareado con su arma así que me aproximo un poco más a la familia mirándoles con curiosidad. ¿Será el sr. Buffalà?

-El Joan ens va avisar del que havia passat, ell està bé... I nosaltres ho estarem ben aviat- hablo en tono bajo, dejando que sólo el hombre que se ha adelantado me entienda con claridad pues estoy segura de que conoce bien el catalán si es de la familia de Joan.
-Teniu idea del que volen fer?, han comentat quelcom important...?- les miro entonces expectante por recibir algún dato de interés que nos dé una pequeña ventaja en esa situación, después vuelvo mi vista al guardia asegurándome de que sigue con "sus cosas".

-¿Joan está bien?- Parece alegrarse y alza un poco la voz sin querer. Sin embargo contesta en un murmullo: -No se quienes son estos tipos, solo que parecen seguir a Txetxu... aunque parece que de mala gana. Txetxu cada vez es... más... no se como describirlo... ¡ahora tiene la piel roja!.-

El tipo de la arma sigue montandola con paciencia, no parece enterarse de nada o de verdad le importa un comino lo que habléis.

Vais los dos muy pegados para no perderos el uno al otro, Alonso guía dejándose llevar por las artes del Destino cosa que os lleva a dar un pequeño rodeo hasta un barranco en la parte norte del peñasco salpicado de pequeños arbustos y matojos... enfrente de vosotros queda un sendero lleno de gravilla (o más bien un camino de cabras).

Frunzo el ceño al ver que se llevan a Patrícia adentro, para meterla en una jaula... En primer lugar debo deshacerme del que se ha quedado fuera, me ha oído, y sea como sea, no parece tener intenciones de escuchar nada de lo que le diga.

Decido atraer su atención, sacando mi alfanje y dando pequeños golpes contra el suelo, lo suficiente para que sólo él pueda alarmarse y se acerque.

-¿Roja...?- repito perpleja, quedándome unos segundos atenta antes de ser capaz de volver a parpadear con normalidad -Creo que debido a sus innumerables actos y sacrificios malvados él mismo debe estar convirtiéndose en un demonio- frunzo el ceño, el hecho de que sus hombres empiecen a dudar nos beneficia pero lo que puede ser capaz de hacer ahora no tanto.

-¿Dónde guardan las llaves?- pregunto nuevamente en voz queda, esperando que su encierro les haya brindado la oportunidad de saber ese detalle, aunque me imagino que la tendrá el guardia. Distraído... muy distraído.