Partida Rol por web

~Dialogo de ambas~

T: -Oh oh, al parecer sigue en el sótano, ya sabes como es.... y esta mañana estaba particularmente de mal humor... decía algo de las malas vibras.... 

A: -Si, es muy extraña, anda de buen y mal humor a ratos, ¿y que es eso de las malas vibras? 

T: - No se, lo dijo cuando puso un pie en la casa, empezo a sacudir un ramo de esas plantas tan extrañas que anda trayendo en su bolso de un lado para otro...

(Rei reconoce eso como una especie de ritual)

A: ¿Tras eso se encerró en el la habitación del sótano cierto? 

T: Si, supongo que ya saldrá en algún momento. 

~Las chicas continúan hablando~

-Deberías de ir a buscarla Patricio- le indiqué al humano en cuanto escuché eso de las plantas y el sótano.

Tras eso descendí los escalones restantes para ponerme delante de las dos chicas, ambas muy bonitas, me preguntaba si la regla sobre tener relaciones se aplicaba también al servicio.

-Es un placer, pueden llamarme Rei- les dije a ambas- tengo algunas indicaciones en cuanto al aseo de mi cuarto, pero esperaré a que este el personal completo para no tener que repetir-

Al salir del baño envuelta en tu toalla el vapor acumulado en el interior escapa rápidamente a tus espaldas, provocando una sensación de calidez en tu cuerpo, avanzas y notas que Rei no esta, ahora escuchas que vienen voces de abajo, al observar desde arriba ves a dos Maids, una chica morena y otra blanca que hablan en frente tus compañeros de hogar, sin entender bien que sucede, y sin estar vestida decides volver a tu cuarto por ropas, al abrir el armario ves una buena cantidad de ropas, aunque casi todas del mismo tipo,  faldas, blusas, poleras, etc, ropa casual en general, nada muy elegante, pero cosas que se te acomodan a tu cuerpo. 

Al bajar me tomó por sorpresa que el servicio fuera de mujeres; aunque luego me enteraría que no estaba completo, parecía que el miembro que faltaba también era femenino. Sonreí, intentando ser amable y romper un poco el hielo; peor justo cuando me disponía a hablar... con aquella naturaleza tan misteriosa y fría de Rei; me sorprende y casi pego un salto. Parecía que se había movido tan rápido que aturdió mi sentido del tiempo y espacio, quizás solo le mencionó las cosas a Lereina...

Miré a Rei, luego a las señoritas, especialmente al escucharlas hablar sobre su amiga; no me gustó tanto que hablaran así de ella sin que estuviera presente, pero tampoco parecía que lo hicieran con malicia.

Asentí a la sugerencia del señor Yamichi -sí, me parece buena idea...- giré de nuevo a ver las muchachas -mucho gusto, soy Patricio; por favor esperen que vuelva con su amiga. - Miré a todos de nuevo - bueno voy, si tienen algo que decir, siéntanse libres de llamarme.- dicho ello emprendo mi camino a aquel sótano donde había encontrado a Yamichi y Lereina la otra vez.

Una vez frente a la puerta, tocaría antes de intentar abrir; si estaba cerrada sacaría el juego de llaves que me dieron y bajaría, una vez bajando llamaría por el nombre que entendía debía ser el de ella. 

-señorita Lilinette ?...-

Como preguntando, pues solo sabía que ese podía ser su nombre por medio de terceros.

Salió del baño caminando sobre la punta de los pies que aún estaban ligeramente húmedas y, si la luz incidía de forma correcta en el suelo se podían apreciar las ligeras huellas de los pies de la muchacha que paseó envuelta en la toalla, asomándose por la escalera sujetando la ropa bien contra ella, observando con curiosidad que aquél "servicio" eran en realidad dos mujeres que intercambiaban palabras con el humano y con el mestizo que a ella le sonaban a blablabla.

Jum.

Frunció levemente el ceño estirando bien las orejitas azuladas y se encerró en su cuarto para salir poco después ataviada con unos pantalones cortos de algodón y una camiseta de tirantes con puntilla en el redondeado escote, ambas prendas de color oscuro y unas sencillas zapatillas planas.

Sin importarle que el cabello aún estuviera lo suficientemente húmedo como para adherirse a la piel de los hombros y que en las orejas aún se apreciaban gotitas de agua que parecían destellar a la luz bajó al piso inferior dando pequeños saltitos en los escalones, manteniendo una mano en la barandilla pues temía caerse como le había ocurrido en el baño.

-Ña- saludó sin más ni más saliendo de la casa-Voy a ver el huerto, Reeei -avisó con voz cantarina correteando por el exterior.

Note como Lereina salía del baño, me preguntaba si todavía seguía molesta por la pequeña broma, pero al ver como venía dando saltitos por los escalones sonreí al ver eso, pues me causó ternura.

Al llegar al hall noté que todavía tenía el cabello y las orejas húmedas y que la ropa le quedaba muy bien, definitivamente la usagi sabía vestirse.

-Esta bien, no vayas a resfriarte- dije mientras me apoyaba contra la baranda, mirando como las chicas hacían su trabajo, mientras las observaba atentamente sin apartar la vista, esperando que Patricio encontrara a la tercera.

Lereina pasa por al lado de Ana y Tina, ambas hicieron una reverencia ante esta cuando pasa rumbo al patio, y cuando se levantaron ambas se miraron entre si, claramente interesadas en saber cuales eran tales... indicaciones sobre el cuarto del individuo frente a ellas. 

Para Lereina

Al salir notas que la hierba alrededor de la casa aun esta mojada, ocacionalmente tus pies tocan sonas con mucha agua tapadas por la hierba, y cada uno de tus pasos provoca que el suelo suena, el olor a hierbas mojadas te a un cierto deje de nostalgia, recordándote los verdes prados de tu hogar. Caminas hasta llegar al huerto, la tierra esta trabajada y no crece maleza alrededor ni dentro de este, las plantas son jóvenes, pero puedes distinguir varias cosas, zanahorias, cebollas, ajos, papas y maíz entre ellas, también hay unas matas guiadas por unas varas, seguramente frijoles o arvejas, el huerto tampoco es tan grande, pero algo es algo. 

Para Rei

Cuando las Lereina sale ambas chicas vuelven su atención a ti. 

T: -¿Indicaciones? ¿Algo malo con su cuarto señor? - Pregunta la empleada, pero su compañera le da un golpecito en la frente. 

A: - Ha dicho que esperemos a que llegue Lilinette - Te mira atentamente - Aunque ella no tiene relación con el aseo de la casa, si necesita que estemos las tres, pues supongo que debemos esperar. 

Cuando terminan de hablar se quedan quietas, esperando el regreso del humano con su compañera. 

Llegas a un sótano oscuro, aunque te da la impresión de que fuese muy antiguo en contraste a la parte de arriba de la casa, las piedras usadas en este de verdad parecen antiguas, las mismas maderas usadas en la escalera que descendiste de color algo oscuro parecen antiguas. La habitación tiene forma de bóveda, y da a dos sub salas, la iluminación ahora es casi inexistente, en el centro de la estancia puedes ver varios barriles, y al fondo varias cajas, a tu derecha hay una puerta con una cruz roja, y a tu izquierda hay una puerta abierta, esta al parecer no tiene manilla por lo que agradeces que este abierta, lo que llama la atención de esta, es que parece de metal solido y pesado, y tiene ademas una rendija abarrotada, del interior de esta habitación proviene la pequeña luz que ilumina todo el resto de la estancia, parece como si una vela iluminase ese lugar.

Cruzándome de brazos las miro de arriba a abajo, contemplando sus formas y sus rostros, ambas eran muy hermosas y muy diferente unas de otras.

El comentario sobre que la tal Lilinette no formara parte del servicio de limpieza llama sumamente mi atención.

-Si no forma parte de la limpieza entonces para que esta aquí?- les pregunté sin contestar su pregunta- por algo fue directo al sótano, aunque no debería inmiscuirse demasiado, en cuanto a mis indicaciones no hay nada de malo con mi cuarto, pero no me gusta que me molesten, ni que me despierten, mucho menos abriendo las cortinas, solo se limpiará una vez yo esta fuera y en el caso de no abrir la puerta tras el primer golpe no se me volverá a llamar a menos que sea una emergencia, quedó claro?- pregunté con firmeza, si iba a vivir allí ahora ellas también eran mi servicio.

Luego de mirar la tétrica escena; y lo terrible que se veía aquel lugar cuando uno estaba solo. Camino hacia la izquierda mientras repito -¿señorita Lilinette ?- alzando un poco más la voz y pongo la mano sobre la fría puerta de metal, adentrándome un poco; primero asomo la cabeza y luego meto medio cuerpo, pero dejo un pie en la puerta por un miedo fuerte a que se cierre.

La habitación a la que te asomas es de lo mas rara, los muros están tapizados de libros en estanterías, en el centro hay una pequeña mesita con un libro abierto, en algunas partes del suelo hay esquemas dibujados con tiza que no alcanzas a comprender, pero te dan la impresión de que fuesen sacados de alguna clase de hechizo o algo así, porque son esquemas precisos, no da ni una impresión de que sean al azar. Frente a la mesita de centro hay una chica, mas menos de la altura de Rei, sus cabellos son blancos, pechos generoso y ojos rojos, de su frente sobresale un cuerno negro curvado, cuando mencionas su nombre esta levanta la vista del libro y te mira. 

-Llamas mi nombre - Dice en una voz misteriosa, da la impresión de que esta tuviese un eco, no demuestra señales de amabilidad, pero tampoco de hostilidad, simplemente te mira con algo de frialdad - Pero, ¿quier eres tu?

Me quedé unos momentos mirando el lugar, entre impresionado y cautivado. No sabía que era todo ello, sólo me daba una mala espina. Pero al mirar a la señorita ahí, cubierta de tanto misterio, una especie de miedo y respeto recorre mi cuerpo como un escalofrío. La miro con una sonrisa algo nerviosa y me vasco una poco la nunca - oh, sí... ahí esta. Ehmmm- entró en la habitación - soy Romero Patricio, el anfitrión. Mucho gusto- hago una leve reverencia.

Antes de darse cuenta estaba con una rodilla hincada en la tierra y las manos revoloteando con delicadeza por las guías, las hojas y tallos de los brotes que habían plantado, tarareando distraída.

Quizá echaba en falta alguna mata de fresones o de frambuesas, pero reconocía que no estaba tan mal surtido como había podido pensar en un primer momento, en el que se veía teniendo que preparar la tierra y todo.

Salió del pequeño huerto y se deshizo de las zapatillas planas, tamborileando los dedos de los pies en la hierba del jardín y disfrutando del momento, usando una de las orejas como visera contra la luz del sol al agacharla levemente y que proyectara sobre su cara una sombra que abarcara los ojos de rubí.

Al poco regresó al interior de la casa, raspando las plantas de los pies descalzos contra el felpudo de la entrada y poniéndose de nuevo las zapatillas antes de entrar, queriendo alcanzar la cocina de una vez por todas y desayunar.

Lereina vuelve a ingresar a la casa tras revisar el huerto, al parecer le ha causado buenas impresiones, aunque eso lo sabrá solo ella. Cuando esta ingresa ve como las criadas asienten ante Rei, al parecer este les ha dicho algo y ellas están de a cuerdo.

Ambas: -¡Por supuesto!

Ana: -Y bueno... Lilinette, esta aquí por otros motivos, no por el aseo señor, ella se encarga de hacer esas cosas raras, y de la medicina. 

Tina mira a su compañera.

Tina: -Bueno es rara para nosotras, pero la magia viene del lugar de donde ellos vienen ¿no? Bueno, de todas maneras, con su permiso señor - Dice dirigiéndose a Rei - Me dirijo ahora a preparar el desayuno, no se preocupe entonces procuraremos no molestarlo. 

Dicho esto Ana continua con sus quehaceres domésticos y Tina pasa por al lado de Lereina a recoger un trapo, le sonríe a esta y se dirige a la cocina. Ambos notáis que el humano aun no regresa. 

Noto como el muchacho hace una reverencia y mi expresión se mantiene, solo asoma una pequeña sonrisa entre cálida y burlona.

-¿Eres un sirviente o algo como las esclavas que están arriba? - Pregunto mirando mis uñas - Los sirvientes no deberían venir hasta este lugar. 

Uhm... no, yo soy el anfitrión. Hasta donde entiendo, señor de la casa, y encargado de que nuestros invitados...- la miro fijamente, para evitar decir "extra especie" -... tengan todo lo que necesitan,el proyecto funcione, y que estén a gusto.- golpeó con mis dedos la puerta, casi como un trote de caballo, arquee un poco los labios y finalmente dije - eh... estamos esperandola arriba, para las indicaciones de las necesidades de nuestros invitados...ademas- sonrió un poco - querrá conocer al señor Yamachi San, es muy apuesto y cortes.-

-Estoy ocupada en estos momentos así que no puedo, ni quiero subir - Contesto mirando a los ojos al humano - Las esclavas se encargaran de atenderlos, creo que incluso les gusta su trabajo - Me encojo de hombros - En mis tiempos, a las esclavas no les gustaba lo que hacían, y era delicioso su sufrimiento - Niego con la cabeza - ¿Y que quien es apuesto y cortes? - Una sonrisa se cruza por mi rostro - Y si el... "señor Yamachi" necesita algo, pues que venga el, la apariencia física no es mas que una ilusión, y la gentileza es solo un subterfugio. 

Asiento con la cabeza tras mis palabras, y vuelvo mi atención al libro que estaba leyendo antes de mirar al hombre que entro a mi habitación.

Se rasca la cien levemente, sin estar seguro de como proceder. -perdone, pero usted fue enviada como parte del servicio.- intentando ponerse firme, da unos pasos más dentro de la habitación - no se me informó que llegaría alguien de mayor rango o autoridad. Así que...- intentando volver a ser amable y cortes -... le pido, por favor, suba con los demás; siquiera para presentarse y mostrar respeto a nuestros invitados.- tendría que preguntar luego sobre ella y su comportamiento, quizás esté en la razón; pero de momento, no tenía como saberlo y al menos podía exigir que tuviera la cortesía de presentarse con los invitados.