Partida Rol por web

Sebas y Alfonso escucharon las preguntas del joven noble convertido en escudero y las ignoraron como pudieron. Ellos ya se habían hecho esas preguntas a si mismos cientos de veces y habían tenido que explicarlas muchas más.

-Instruir a un escudero es menester de su caballero...

Dijo con cara afligida Alfonso al pasar junto Valenso mientras le ponía una mano en el hombro.

-Hay bastantes cosas que hacer. Hay que preparar a la poca caballería que tenemos, organizar a los piqueros y movilizar a los ballesteros hasta esas colinas. Dijo Sebas señalando con un dedo rechoncho pero curtido. Y estaría bien que alguien fuera a echar un vistazo furtivo por la zona de juego antes de que empiece, no vaya a ser que nos preparen una trampa ellos a nosotros.

Se marcharon sin decir nada más, dejandós allí, a apenas unos cincuenta metros de los soldados que disfrutaban de su última comida sin saber a ciencia cierta que iba a pasar al día siguiente.

Edelweiss observó la mirada triste de Tomas y no pudo evitar cogerlo en brazos:

- Joven Tomas esto es ley de vida, unos deben morir para que otros puedan vivir y seguir el camino que les ha sido brindado para formar una sociedad y un mundo mejor, no podemos parar las guerras si otros atentan contra la tranquilidad de las personas humildes. Debes entender que este sacrificio es necesario. Recuerda esto, para que tu vivas y luches otros han de perecer por el camino. Son palabras muy duras para un joven como tu pero es la realidad de estos tiempos, no sufras no durara mucho.

Después de intentar que el joven Tomas comprendiera la situación y quedara su conciencia un poco mas "tranquila" se dirigió a los oficiales y se ofreció para hacer ella ese reconocimiento en el campamento enemigo.

- Permiso a los oficiales para hacer el reconocimiento en el campamento enemigo. Nuestros soldados están exhaustos y asustados por la guerra, así que creo que sería un detalle para su moral el ver que nosotros sus superiores también nos implicamos en esto y nos arriesgamos, no quiero que piensen que solo nos encerramos a resguardo y nos quedamos hay cual conejo se esconde en su madriguera al divisar el peligro. Además creo que yo soy mejor para esta tarea ya que he tenido experiencia  y soy mejor en las artes si tocara defenderme y distraer al enemigo, así pues solo pido aprobación y disponer de mi caballo para partir si así lo aceptan.

- Dama Edelweiss - dice con suavidad Valenso - Dejad a Tomás. Vuestra intención es buena, pero el chaval ha hecho una pregunta de adulto y tendrá la consideración, y la respuesta, de un adulto. Tomás.... mañana morirán, morirán muchos. La guerra no es bonita, y si tiene algo de gloria, es solo mucho después que la arena de la batalla se disipe. El plan que he pensado es que el que honestamente creo permitirá una victoria mas rápida, y con menos bajas. Si nuestros soldados conocieran temores como los que indicas... entonces no combatirían bien. Y como resultado morirían muchos mas. Siempre, cuando combatas, habrá escuadrones que deberán ocupar posiciones mas desprotegidas. Más peligrosas. Más expuestas. Es tu obligación dar la orden. Es tu obligación tomar esas decisiones. Y, Tomas... - el noble pone su mano en el hombro del chaval- tambien es tu deber lamentarlo. Pero tu compasión no debe impedirte hacer lo correcto para evitar el mayor número de bajas entre tus hombres. Con mi plan, espero que puedan sobrevivir bastantes de ese regimiento. Será el que sufra mayor castigo, cierto. Tal vez mueran... o tal vez muramos todos. Esa es la guerra, Tomás. Haces lo que tienes que hacer, para ayudar a tu país, y a tu gente. Pero siempre es la opción última en tomarse. Aunque en ocasiones... no queda otra - explica Valenso. Luego mira a Edelweiss- Es siempre un riesgo. No me gusta que vayas sola. Ydhir... ve con ella - dice tras pensarlo un instante, lamentando no ser conveniente que él mismo vaya 

Estoy con Valenso, creo que lo mejor sería que yo fuese contigo,se detiene un momento,si algo pasara, al menos una de las dos podría traer las noticias al campamento.No puede evitar dirigir su mirada hacia el joven noble durante un instante mientras en su cabeza se agolpan la idea de la batalla, y de la muerte.
Da un pequeño respingo mientras suspira suavemente,en fin, creo que será mejor que partamos cuanto antes...

Edelweiss acepta la ayuda de los demás y ensilla su caballo cuanto antes, es una costumbre que tiene antes de partir a tierra hostil. Monta en el caballo y parten a la dirección del campo enemigo.

Las dos mujeres marcharon raudas a caballo hacia el noreste. Su objetivo era llegar a las colinas donde los ballesteros se asentarían durante la batalla. Después, bajarían por la ladera del valle, al otro lado del río, donde tendría lugar la masacre al despuntar el alba.

Mientras tanto, Valenso y los demás oficiales organizarían la marcha. Los Ballesteros tenían un largo camino a pie y deberían acampar lo antes posible, la caballería estaba maltrecha tras la última batalla y apenas quedaban picas para la infantería.

Caía ya la tarde cuando las dos cabalgabais a solas. El aire era húmedo y fresco. Una, estaba cansada después de una larga marcha a caballo. La otra, después de una larga jornada de inactividad, pero vuestra parte de la misión era importante. Durante el camino, tuvisteis la oportunidad de conversar un poco, tampoco teníais demasiado de lo que hablar, pero el silencio se hacía algo incómodo.*

Ya entrada la noche, hicisteis una pequeña pausa para estirar las piernas, orinar y comer algo al pié de la colina.* Desde allí podíais ver el campamento principal. Un puñado de tiendas de tela de colores que se encaramaban a un montículo donde dormían los nobles y oficiales, y una extensión de tierra batida salpicada de hogueras donde dormían los soldados rasos. No se oía la música, pero sabíais que ahí estaba, oculta bajo los susurros del viento entre la matas y hierbajos. Guitarras, flautas y palmas, alguna lira y puede que incluso un laúd acompañados de voces Los soldados que había traído Edelweiss estaban celebrando que seguían con vida una noche más, aunque ellos no lo supieran a ciencia cierta. En la guerra hay que vivir cada día como si fuera el último.

De pronto un destello. No fue gran cosa, solo una chispa que crepitó en la noche, en la ladera de la colina a unos cien metros más arriba. Al segundo volvió a apagarse, dejándoos algo confusas. Ambas lo habíais visto, pero no podía ser nada normal dado la velocidad con que se apagó.

Hacia ya un rato que las dos mujeres guerreras habían partido. No había muchas en tu regimiento. Ni muchas tampoco en ningún ejército Zíngaro, así que el panorama se volvió algo más deprimente.

La tropa de ballesteros empezó a marchar lentamente. Tardarían toda la noche en llegar a su posición y no estarían descansados, pero debían estar allí a primera hora de la mañana, cuando se desatara el la tormenta de acero. Ydhir y Edelweiss podrían avisarlos con tiempo si había algún problema en la colina.

Tu, mientras tanto, debías permanecer con la caballería, preparándola para la batalla. Apenas contabais con cincuenta caballeros y un menos de treinta jinetes de baja alcurnia y soldados montados; por lo que decían los últimos informes, los Castillo y los Valverde contaban juntos con más de trescientos... Más valía que el plan saliera bien. Muy bien... En otras ocasiones los nobles mas poderosos podían permitirse observar la batalla desde la comodidad de sus pabellones de campaña, pero con tan pocos hombres...

Pero alguien debía organizar a los piqueros, comandarlos en la batalla. Ellos iban a ser vuestra auténtica baza. Un muro de picas y escudos podría detener la caballería el tiempo suficiente para que los ballesteros los diezmaran lo suficiente. Pero quién?

Y el señuelo? La infantería irregular de mercenarios que habían venido del sur, con Edelweise. Si la mujer no regresaba a tiempo por la madrugada, alguien tendría que comandarlos, en lo que seguro sería una misión más que peligrosa. Tenía que ser un lider fuerte, capaz de mantenerlos firmes hasta que cumplieran su cometido, de hacerlos retroceder en el momento justo, y lo hiciera de modo que no pareciese una trampa. Tendría que ser alguien curtido en batallas si esperaba sobrevivir, o alguien prescindible...

Aun dabas vueltas al asunto cuando Tomás se personó ante ti.

-Ser Valenso, se acercan jinetes por el otro lado del arrollo. Mensajeros de los Hortefuete

Desde el campamento de la infantería  se oía la música. Guitarras, flautas y palmas, alguna lira y puede que incluso un laúd acompañados de voces. Los soldados que había traído Edelweiss estaban celebrando que seguían con vida una noche más, aunque ellos no lo supieran a ciencia cierta, siempre se sospecha que puede ser la última. En la guerra hay que vivir cada día como si fuera el último.

Saliste del pabellón. La noche ya había caído y era fría y húmeda. Supiste con fastidio que a la mañana siguiente llovería. Los oficiales se engalardonaban para recibir a los mensajeros, con los estandartes de Montresa y Valosa en alto.

-A ver que tiene ese gañán de Maél que decirnos. Dijo Ser Alfonso

Cabalgasteis a paso lento hasta el borde del arrollo. Un riachuelo lento de  apenas medio metro de profundidad en aquel paso y de unos doce metros de ancho. Más abajo, hacia el mar, se volvía demasiado profundo como para cruzarlo a caballo, convirtiéndolo en una barrera eficaz, por ahora.

Al llegar visteis a Maél detenido en la otra orilla, con el estandarte de los Hortefur. Algunos de vosotros os adentrasteis en el río dejando que vuestros caballos se empaparan las pezuñas para hablar cara a cara en el centro del riachuelo, bajo la luz de la luna que empezaba a nublarse.

Las presentaciones y los protocolos fueron serios, bruscos, e inevitables. Presentación de respetos, cláusulas de cortesía y hipocresía en forma de "etiqueta marcial". Toda una tradición en Zíngara entre aquellos de alta cuna que iban a matrse unos a otros a la noche siguiente, aunque a nadie le hacía mucha gracia tener que hacerlos.

-Vengo a ofreceros una vez más que dobléis la rodilla, caballeros. La batalla de Verdina apenas es el principio y habéis tenido suerte. Victor Valverde es el único heredero con vida del ducado de Kordava y no tenéis posibilidades de ganar esta guerra.

Aunque los rumores fueran ahora mas fuertes, a nadie le interesaba reconocer que la hija de un rey loco siguiera viva en algún lugar del mar montada por un pirata bárbaro. Al menos, esta vez no exigían la corona de Zíngara entera.

Podemos acabar con esto de una forma fácil y rápida. Hacer la paz y expulsar a los Aquilonios.

Por suerte para vosotros, la invasión del Rey Conan había debilitado los refuerzos que el valle recibía del norte, pero ningún zíngaro podría dormir tranquilo sabiendo que aquilonios pisaban su patria.

El ascenso por la ladera fue largo y pesado. Además sería difícil pasar inadvertidas a lomos de los caballos, aunque ya fuera noche cerrada, así que por precaución, tuvisteis que hacer el ascenso a pie, cosa que os llevé cerca de una hora por caminos traicioneros de polvo y de piedra suelta que de tan en tanto caía rodando ladera abajo.

Los ballesteros no necesitaban subir tan arriba, y la otra ladera de la colina era menos empinada, pero la posibilidad de que alguien esperase allí escondido cuando todo el asunto empezara os daba muy mala espina. Más valía revisar toda aquella zona y asegurarse de que todo iba a salir bien.

Llegasteis a la cima, allí donde habíais visto el destello. Aquello estaba cubierto solamente por matorrales de hojas secas y puntiagudas, cardos, piedras y de tan en tanto alguna sabina o almendro salvaje con los frutos picados por insectos y mosquitos de invierno, pulgas y garrapatas que hacían la exploración más molesta todavía. Ningún rastro de hoguera, ni un ruido a parte del viento entre las matas, ni una luz a parte de la luna y las estrellas, que os bañaban con un manto fantasmal.

Nada? No era posible.

Tras un día de ir cabalgando de un lado para otro, con el cansancio acumulándose decido empezar una conversación, un tanto "inesperada" para hacer la marcha mas leve y llevadera, se ve una buena mujer, y bueno, estamos del mismo lado, no se si es una persona a la que le incomode una conversación larga que prefiere el silencio como compañía o se trata de una personalidad charlatana, recapacito en mis pensamientos que se volvían un poco alegres al poder hallar conversación "normal", cuando mi mente vuelve a la realidad de que estamos en guerra. Suspiro e intento lanzarme en pos de una buena relación entre tantas desgracias y calamidades. Espero no fracasar en el intento. -Bueno Ydhir, ¿de que parte eres tu?, ¿es bonito aquello?- Digo con tono amable.

La norteña comenzó el camino con cierto pesar, la batalla era inminente y en su mente se agolpaban los recuerdos de Valenso, a lo largo de este tiempo se había enamorado profundamente del joven noble. Los recuerdos de sus apasionados besos se le tornaban agridulces ahora que partía esperando regresar sana y a salvo una noche más, de pronto la voz de su nueva compañera de viaje la sacó de su ensimismamiento, la joven parecía agradable y lo cierto es que le vendría bien despejarse un poco por lo que no tardó en contestar con una sincera sonrisa.
Bueno, en realidad no soy de ningún sitio en particular. Mi padre vivía en un pueblo pequeño en la frontera entre Asgard y Vanaheim, él era aesir, pero se enamoró de mi madre que era vanir y vivía cerca, al otro lado de la frontera.Pronto fueron desterrados y vivimos mucho tiempo mudándonos de un lado a otro. El recuerdo de sus amados padres le quebró la voz por un momento, pero trató de recomponerse antes de que su interlocutora pudiese darse cuenta.

Escucho atenta a las palabras de mi compañera, resultaba agradable hablar con alguien, se le veía muy simpática a pesar de ese físico fuerte e imponente, no la conocía de apenas nada y me estaba dejando asombrada, era toda una caja de misterios o es que últimamente me asombraba por todo, aun así se sentía a gusto.-¿Aesir? ¿Vanir?, no conozco tales lugares, ¿te importaría describírmelos?- Pienso en las palabras de mi compañera- ¿Desterrados?, ¿Por qué motivo?, siempre ha habido guerras, ¿tan pronto os toco a vosotros?- Vuelvo a recapacitar, quizá este preguntando demasiado y metiéndome en terreno donde no me llaman, puede resultarle ofensivo. -Que error por mi parte, preguntando sin parar y ni siquiera doy ningún dato mio.- Intento decir con tono alegrillo quitando hierro al asunto y como algo normal intentando que no se sienta como en un interrogatorio.

-Mi familia es toda de Zingara, nacidos allí tanto ellos como sus antepasados, son nobles afamados por allí, siempre han viajado, la mayoría de ellas por misiones de la corte....-Recuerdo la sensación de estar en casa- Estar lejos de casa te hace recordar lo bien que se está con los tuyos y lo que de menos que hechas las rutinas.- Sonrío al recordar a Roswel mi mayordomo que tanto se preocupó por mi educación y mi bien estar, es una persona de lo mas entrañable.- Nuestros padres se han preocupado de mantenernos a salvo y protegernos de este tipo de desgracias, ahora nos toca a nosotros devolverles el favor y luchar por lo que una vez ellos consiguieron, así es como lo veo yo. Después de que la guerra termine, lo mas seguro es que vuelva a casa con mis allegados. ¿Tu que harás?-

Verás, en Nordheim, donde yo nací, hay dos naciones que siempre han estado en guerra. Aesgard, de donde son los aesires y Vanaheim, hogar de los vanires. Deberíamos ser como hermanos, la vida allí arriba ya es bastante dura sin guerras internas.hizo una pequeña pausa para mirar a su alrededor y comparar mentalmente la diferencia entre este paisaje y el de su añorada tierra natal.en fin, en aquel páramo helado todos se odian y por eso nadie vió con buenos ojos la unión de mis padres, de ahí el destierro; suspiró profundamente al recordar a sus padres,aquello no tiene nada que ver con esto,por allí solo hay nieve, hielo y guerra.Aquí abajo al menos el sol calienta en los prados, allí el frío te remata en el campo de batalla.
Se detuvo un momento para reflexionar sobre el futuro, volver con mis allegados, ojalá. Sin duda sería agradable tener una familia que se alegrase de verme regresar sana y a salvo...
Cuando acabe esto no sé donde iré, mis padres murieron y en realidad no tengo ningún "hogar" al que regresar.pronunció esa palabra con un deje de amargura en la voz, volvió a pensar en Valenso...

- Sin duda perder a la familia es un golpe muy duro, no soy quizás quien para opinar, llamame romántica, soñadora o ingenua si te place, pero si el amor es puro no veo motivo para que dos personas no deban estar juntas independientemente de donde sea el origen, la clase o la situación de los paises, nadie por más que sea es dueño de la vida de los demas.- Como me gustaría estar nuevamente a su lado, ¿qué habrá sido de él? ¿pensará en mi?- Tiempo al tiempo, nunca se sabe, si algún día esta guerra acaba, estaré encantada de recibirte en mi casa si precisas ayuda, cualquier tipo que sea. Digo esto último con una gran sonrisa, si hay que cambiar algo en esta guerra es desde luego la forma de pensar de los reyes y reinas.

- Ohhh si ahora que recuerdo, en uno de mis viajes a “Haloga” ciudad de Hyperborea pude ver esos prados cubiertos de nieve por todas partes. Mi primer pensamiento fue un poco de desolación al no ver apenas alma alguna, y escasas edificaciones, la gente con la que trate era de lo mas agradable, encontré alegría y diversión en donde al principio me parecía algo escalofriante, sin duda son buenos recuerdos los que me acompañan..... pero.... unos bárbaros irrumpían una y otra vez la paz que intentábamos construir, les plantamos cara y un tiempo nos dejaron en paz, pero en el momento menos oportuno.... segaron la vida de casi todo el poblado, los únicos supervivientes fueron los que se adentraron en el zulo construido por nosotros, luego esas personas marcharon y elegimos caminos diferentes. Una de las decisiones de venir a la guerra, fue porque quería cambiar eso, los abusos indiscriminados de gente que no le importa hacer el mal. Mirame parezco una trovadora, predicando aquí utopías que no tienen luz- Rei ante mis pensamientos.

La norteña reflexionó un momento sobre las palabras de Edelweiss, sin duda ella tenía una causa noble por la que luchar, en cambio ella...
¿será realmente por negocios por lo que estoy metida en este embrollo de guerra entre naciones que apenas me incumben?, Valenso... no te engañes Ydhir, es por él. Es por esos ojos castaños que te hacen actuar de forma alocada y desprevenida, que te han hecho bajar la guardia y en cierto modo volver a confiar en la gente....
Pasó unos momentos metida por completo en sus pensamientos, ignorando por completo a su acompañante y , ¿tal vez algo más?, sacudió los rojos cabellos con la intención de sacarse algo de la mente y finalmente se dirigió a la joven junto a la que cabalgaba.
Al menos si mueres sabrás porque lo has hecho. Es una causa muy noble la tuyua, ojalá todos los que estamos metidos en esta guerra pudiésemos decir lo mismo. Se notaba un tono amargo en sus palabras, en el fondo le gustaría encontrarse en esa situación por una causa tan noble como la de la joven, pero no era el caso. Ella no lucharía al amanecer por librar al mundo de las injusticias, ni por liberar a unos aldeanos indefensos,pensaba firmemente que todo el mundo debía ser capaz de defenderse solo y que aquellos que no lo hicieran tal vez no merecían ser defendidos por otros. La debilidad le resultaba desagradable, era por eso tal vez que se negaba a si misma el derecho a reconocer que se había enamorado del noble zingaro, esos sentimientos la hacían debil, le habían arrastrado hasta esta batalla en la que parecían tenerlo todo perdido... en fin, tal vez esa era su noble causa, algo por lo que luchar y tal vez morir...el amor.

-Gracias, me siento enormemente alagada, pero mi intención no es la de morir, no en estos días, pienso luchar por la justicia y convertirme en una anciana entrañable, bueno, es muy imprudente decir esto camino al campamento enemigo, no sé que podrá ser de mi vida pero mi meta es antes de morir encontrarme con una persona muy especial para mi, debo buscarla y cuando la vea, podre morir en paz. Aunque eso es algo dificil. -Digo con tono decidido y muy convencida de mi misma. Pase lo que pase sobreviviré y le encontraré, le diré cuan fuerte me he vuelto y podremos estar nuevamente juntos. Espero que esta vez me acepte.

Mira un poco seria pero convencida a su compañera-No digas esas palabras, parece como que no quieras un futuro mejor, quizás ahora no hay nada que te motive o quizas aun no te has dado cuenta, pero en mi corta vida he podido ver con mis ojos que en el momento menos oportuno encontrarás algo por lo que blandir tu espada y no rendirte hasta que tu objetivo se cumpla. Solo deves encontrar esa luz y sacar fuerzas de donde solo hay tinieblas y lamentos ¿no querrias eso para tus ayegados?

No me malinterpretes, sí tengo algo por lo que luchar. Todos tenemos nuestros motivos para estar donde estamos, es solo que tal vez no sean tan poéticos. Luchando junto a Valenso gano un buen dinero y no me hace falta obtenerlo con , ... digamos, métodos mucho menos honorables.dijo esto último con una sonrisa pícara recordanodo algunas de sus pillerías en los mercados y tabernas de tantas ciudades.
En fin, siendo de familia noble supongo que aprenderías a luchar en algun tipo de academia militar, ¿no?. Es algo extraño, en estas tierras no hay muchas mujeres que sepan luchar. Le incomodaba un poco hablar de sus motivaciones asi que cambió de tema con brusquedad.

Veo la sonrisa de mi compañera y decido no decir nada al respecto salvo sonreir yo también.

-Si, pero Roswell el mayordomo que trabaja para mi familia me enseño mucho cuando era muy pequeña mientras mis padres estaban fuera por misiones. Luego como tu dices asistí a la academia, fui alumna aventajada, serví en la corte durante algunos años y me fui en busca de aventuras, algo que completara mi vida, que me hiciera sentirme viva y lejos de la rutina, mas tarde volví, volví a servir en la corte y decidí alistarme nuevamente.-

Me giré rápidamente al ver un destello encima de nosotras. - ¿Has visto eso?-